Daría & haría todo lo que tú quieras ... por amor ♥ || Dandré || +18 || Exprés

Recuerdo del primer mensaje :

-¿Una uvita?- Dije en un tono divertido, teniendo una entre mi pulgar e índice de la mano izquierda pues con mi brazo derecho lo tenía a mi lado, sentía sus cabellos muy cerca de mí, desvié la mirada con una sonrisa dulce -Abre la boquita, amor- Susurré y fui moviendo mi mano, acercando aquella uvita a los labios de mi chico, para terminar metiéndola y que la comiera.

Estábamos ya recostados en la cama luego de una jornada labiorosa, ambos nos encontrábamos un poco cansados, mi castaño por haber jugado con Mathías por casi toda la tarde y yo por haber atendido asuntos del trabajo, ya que aquel proyecto nuevo estaba bajo mi responsabilidad, el gerente me había dejado a cargo ello y yo acepté contanto, no me iría negar a ningún favor y/o poner un pero alguno o contradecir a las órdenes  que recibía dentro de aquella compañía, ellos se portaban muy bien conmigo y yo demostraba aquel trato ... reprocidad ante todo.
El reloj marcaba cerca de las diez y media de la noche, Darren y yo disfrutábamos de un buen momento, acostados sobre la cama mirando la televisión con el bombillo eléctrico encendido mientras que el pequeño rubito se encontraba durmiendo donde generalmente lo hacía, casi un 88% de las veces, su cunita.

-Te amo, amor- Murmuré y acerqué en esta ocasión mi rostro al del menor, con plena intención de dejar un beso sobre los labios. Saboreaba sus labios a la vez que sentía el suave tacto de sus manos pasar por mi torso desnudo, ya que al estar próxima la hora de dormir, ambos estábamos con los atuendos con los que dormíamos y, al ser una noche ni tan fría ni caliente estaba solo con un bóxer cubriendo la zona media de mi cuerpo.

Sonreí de medio labio y asentí suave con la cabeza -Lo olvidé por unos segundos ... por ti haría lo que tú quisieras, por amor- Susurré sobre sus labios, aquella sonrisa en mi rostro dejé que creciera un poco. Pasé a tomar la mejilla ajena con mi mano derecha y empecé a acariciar con suavidad, mientras miraba fijamente aquellos ojos que el menor tenía y me encantaba, todo él es hermoso y perfecto para mí, a veces me decía que el tener a Darren conmigo es muchísimo para mí, no me merecía que una persona como él me amara demasiado y ahora, con lo que sucedió hace unos minutos, el ceder como pasivo por primera vez en toda mi vida ... es una muestra de confianza, agradecimiento y muchas cosas más... sobre todo amor. Mi lengua jugueteaba y danzaba con la de él, sentí sus manos sobre mi trasero y pegué un pequeño saltito que hizo separarme de él, apenas y me separé. Negué suave con la cabeza. -Para nada ... ¿tú estás cansado?- Le pregunté en un suave susurro, dejando que tirara de mi labio. Poco a poco deslicé mi mano a su torso y le empecé a acariciar con suavidad, jugueteando con esos dos pezones duritos que tenía en ese torso ligeramente blanco y musculoso que tenía.

Si André me pedía algo, yo se lo daba sin pensarlo ni un solo segundo. Es cierto que yo fui alguien importante en su recuperación y que posiblemente lo salvé de la mayor locura que podría cometer. Sin embargo, él también me salvó a mí. Me gustaba vivir aquí, pero eso no cambiaba el hecho de que extrañaba muchísimo a mi familia  y entonces apareció él , dándome una inesperada familia que amé desde el primer día. Pasé de ser un chico libre a tener dos bebés, todo en unos meses. Para muchos era una locura y para mí ,en cambio, el mejor regalo de mi vida. -¿Todo? ¿Incluso pasearte vestido de Minnie por toda la ciudad?-pregunté y eché a reirme. Las bromas entre nosotros eran algo habitual  y siempre rompíamos los momentos románticos de esta forma para dejar al otro completamente perdido. Mis manos por su cuerpo lo encendían de la misma forma que hacían las suyas conmigo y mientras, no dejábamos de besarnos porque no había mejor sabor que los labios de la persona a la que querías. Nuestro problema, si es que podía llamarse así, era que no podíamos parar una vez que empezábamos. Sentíamos una atracción imposible de aplacar y calmar; por lo que no importaba cuantas veces lo hiciéramos, nuestros cuerpos siempre pedían más y más. -Nunca me canso de ti, rubiales.-respondí sonriendo y lo pegué aún más a mí, si es que era posible.

Parpadeé un par de veces al escuchar lo de salir vestido de Minnie por toda la ciudad, hice un pequeño puchero -¿Quiéres que haga eso? - Le pregunté en un tono tranquilo, puesto que si mi chico quería, lo haría, no pasaba nada, aunque quizás fui un poco ingenuo porque aquellas risas de él significaban que estaba bromeando.
Sus labios seguían como el día que los probé por primera vez: Dulces y suaves, no podía evitar dejar de besar a mi chico o querer acariciarlo por todo el cuerpo, porque además de aquel físico espectacular que se manejaba, tenía una personalidad que únicamente tú solo tienes ganas de llenarle de mimos e imposible de amar -¿Rubiales?- Levanté la ceja derecha y dejé escapar una suaves risas. Su cuerpo lo sentí cada vez más cerca, sentía perfectamente cómo cuando nos movíamos al besarnos con aquella pasión que nunca acababa en nosotros, que nuestros miembros semi erectos iban cobrando una erección -Te corriste y ya estás caliente de nuevo- Pícaro y divertido, pasé a morder con suavidad el labio inferior ajeno por unos segundos, chupé y succioné de este, para después continuar besándolo.

Quería reirme porque André se había creído lo de Minnie y ,de hecho, me reí. Sabía de sobra que él haría por mí lo que le pidiese, igual que yo por él, pero no iba a obligarle a hacer el ridículo de esa forma. Ante todo, mi prioridad era hacerlo feliz y eso incluía preocuparme por él. -Podrías disfrazarte así para hacerme reir un poco, pero salir a la calle no. No soportaría que alguien se riese de ti.-confesé. Era alguien pacífico, más si alguien tocaba a uno de los míos me transformaba en un monstruo del que me avergonzaba. Solo un par de veces salió esa bestia de mi interior y me arrepentí al instante. Mis manos terminaron aferrándose a su trasero, el cual acaricié y apreté sin demasiada fuerza puesto que era normal que sintiese algo de dolor aún por lo ocurrido hacía un rato ya. -Sí, rubiales. Otro apodo.-me encogí de hombros con esa sonrisa que sabía que le gustaba. Lo mejor de todo era que nos conocíamos a la perfección después de un año tan intenso. -Tú también andas ya calentito eh.-susurré de forma coqueta. No dejaba de darle suaves besos que hicieron crecer nuestros miembros. Sin duda alguna, nos atraíamos tanto que el mínimo roce nos encendía. Esa pasión esperaba que nunca se perdiese entre nosotros dos o estaríamos acabados. -¿Quieres hacerlo tú ahora? -pregunté refiriéndome a si ahora él quería ser el activo.