Daría & haría todo lo que tú quieras ... por amor ♥ || Dandré || +18 || Exprés

-¿Una uvita?- Dije en un tono divertido, teniendo una entre mi pulgar e índice de la mano izquierda pues con mi brazo derecho lo tenía a mi lado, sentía sus cabellos muy cerca de mí, desvié la mirada con una sonrisa dulce -Abre la boquita, amor- Susurré y fui moviendo mi mano, acercando aquella uvita a los labios de mi chico, para terminar metiéndola y que la comiera.

Estábamos ya recostados en la cama luego de una jornada labiorosa, ambos nos encontrábamos un poco cansados, mi castaño por haber jugado con Mathías por casi toda la tarde y yo por haber atendido asuntos del trabajo, ya que aquel proyecto nuevo estaba bajo mi responsabilidad, el gerente me había dejado a cargo ello y yo acepté contanto, no me iría negar a ningún favor y/o poner un pero alguno o contradecir a las órdenes  que recibía dentro de aquella compañía, ellos se portaban muy bien conmigo y yo demostraba aquel trato ... reprocidad ante todo.
El reloj marcaba cerca de las diez y media de la noche, Darren y yo disfrutábamos de un buen momento, acostados sobre la cama mirando la televisión con el bombillo eléctrico encendido mientras que el pequeño rubito se encontraba durmiendo donde generalmente lo hacía, casi un 88% de las veces, su cunita.

-Te amo, amor- Murmuré y acerqué en esta ocasión mi rostro al del menor, con plena intención de dejar un beso sobre los labios. Saboreaba sus labios a la vez que sentía el suave tacto de sus manos pasar por mi torso desnudo, ya que al estar próxima la hora de dormir, ambos estábamos con los atuendos con los que dormíamos y, al ser una noche ni tan fría ni caliente estaba solo con un bóxer cubriendo la zona media de mi cuerpo.

Mathías era un niño con una vitalidad increíble al que tenía que llevarme a la calle para divertirlo y que luego durmiese por estar cansado.  Estuvimos en el parque durante mucho tiempo, corriendo detrás de nuestros perros y tirándonos luego por el tobogán del parque. Verlo crecer y madurar día a día era un auténtico regalo y no podía creerme que dentro de unos años ya sería todo un jovencito que seguro sería igual de hermoso que su padre. Pero después de un día agotador solo me apetecía tumbarme en la cama a ver alguna película abrazado al chico al que amaba.

Estaba apoyado en su brazo, acurrucado a él y con mi mano pasando delicadamente por su torso que me volvía loco cada vez que lo veía y tocaba. Además de haberme enamorado su personalidad, era innegable que el físico de André era increíble e imposible de obviar. -Eres un tonto.-bromeé cuando comenzó con el juego de la uva y abrí mi boca, cerrándola justo al notarla en mi boca, saboreando un poco sus labios. La mastiqué durante unos segundos hasta tragarla. Cenar fruta era de las cosas más saludables que hacíamos porque ayudaban a sentirnos ligeros y descansar mejor.

-Yo te amo más, mucho más.-susurré correspondiendo aquel beso con un ligero saber a las uvas que estábamos comiendo los dos. Las caricias en su torso se hicieron más fuertes, dejando de ser un simple roce. -Sabes como acabamos cada vez que empiezas así.-murmuré mordiéndole su labio inferior. No estaba rechazándolo, pero era una realidad que cuando empezábamos así no podíamos parar y a mí me encantaba.

Ni siquiera mi amor ni yo nos cansábamos de las bromas o pequeños jueguitos tiernos que hacíamos mutuamente, en esta ocasión fue el darle una uvita en su boca mientras que yo tenía la mía siendo masticada. Negué suavemente con la cabeza cuando fui llamado tonto por él, claro que fue a son de chiste, solté una pequeña risa -Un tonto tierno- Respondí en un tono bajo.
Dejé el resto del racimo de uvas que tenía en la izquierda sobre un recipiente que yacía sobre el mueble que estaba junto a la cama puesto que me había dispuesto a besar una vez más los labios de mi chico, aquel beso tuvo aquel toque agregado dulce de la fruta pero con la misma o aún mayor pasión y amor de nosotros. Al separarme, un poco, de los labios de mi amor, escuché su comentario que provocó que saliera una pequeña risa de mis labios. -Lo sé y eso nos gusta- Dije divertido y pícaro, aunque claro que era verdad, ambos disfrutábamos de estos momentos, cuando la piel de nuestros cuerpos se rozaba.

-Te amo- Le sonreí para después acercar mis labios a su mejilla, dejando un beso allí siguiendo por su barbilla y terminando donde quería, en sus labios. Mientras el beso se daba poco a poco me movía sobre la cama para quedar sobre él, con cuidado me acomodé con las rodillas sobre el colchón, teniéndolo a él entre ambas piernas, el beso seguía, me atreví a invadir su boca con mi lengua y así buscar la ajena para entrelazarla y juguetear. Mis manos que empezaron con una caricia sobre sus hombros fueron bajando poco a poco a su torso, quedando fijas al tomar la parte final de su camiseta e ir poco a poco levantándola, suave y despacio, teníamos todo el tiempo del mundo.

Con él había descubierto que hacer el amor no era solamente el acto en sí, sino que podíamos disfrutar del amor de muchas más formas sin necesidad de hacer guarradas como se veían en las películas porno. Una simple tontería como darme de comer una uva se convertía en algo divertido que me encendía, aunque eso no era complicado teniendo en cuenta al rubio que estaba conmigo. Cualquiera se sentiría atraído por él, pero era solamente mío y estaba encantado por ello. -Mi tonto tierno.-corregí. No hacía falta decirlo, pero en nuestros juegos era algo importante eso de la posesión. Tonterías nuestras. -Creo que a ti te gusta más. Te veo muy cariñoso.-bromeé al sentir esos labios llenos de amor. Era unta estupidez negar que esto no me gustaba porque mi cuerpo hablaba solo y aunque era pronto seguro que no tardaba mucho en despertar.

Volver a oírle decir que me amaba era algo que nunca me cansaba, pues me hacía sentirme el hombre más especial del mundo por tenerlo conmigo. -Dije que yo más.-dije en un pequeño susurro. Se colocó sobre mí y fue levantándome la camiseta lentamente mientras no nos separábamos de aquel beso. Su sabor era inigualable y no me cansaba de saborearlo. Nos separamos unos segundos para que me quitase la camiseta y lo atraje de nuevo hacia mí para besarlo de nuevo , volviendo a introducir mi lengua en su boca. Mis manos bajaron bajaron poco a poco por su espalda, deteniéndose en su trasero para apretarlo. -Que culo tienes…-susurré. Como cualquier tío, me fijaba en el trasero de la gente y el de André era el mejor que había visto en mi vida. Vale, lo amaba tanto que cada cosa de él la veía perfecta.

-Tú tonto tierno- Respondí en un tono bajo, suave y dulce, dándole la razón a mi castaño, aunque claro que mis palabras eran ciertas yo solo le pertenecía a él, yo era suyo así como él mío. Negué suavemente con la cabeza, era cierto que aquel jueguito de haberle dado una uvita en la boca a mi amor me incentivo a ser aún más cariñoso pero sabía que a él le gustaba eso, además de que a mi me gustaba llevarle un poco la contra en este tipo de situaciones -No es cierto, soy siempre cariñoso contigo- Susurré, cerca de sus labios.

Ahora tenía a mi chico debajo de mi cuerpo, podía sentir que en ciertas ocasiones nuestras pelvis se rozaban mientras nuestros labios seguían juntos y mis manos se movían con el fin de desprender la camiseta de la pijama a mi chico. Me separé luego de habérsela quitado y mi mano fue posicionándose sobre su torso, acariciándolo con suavidad. -No, yo mucho más- Dije antes de buscar sus labios una vez más y unir nuestras lenguas durante éstas. Las manos de mi chico se fueron moviendo por toda mi espalda hasta que llegaron a mi trasero el cual estaba cubierto únicamente con un bóxer un poco ajustado a mi cuerpo, pues así solía dormir en noches como éstas.
Me separé de sus labios para poder dar un corto respiro, negué levemente con la cabeza -Claro que no- Comenté divertido, como parte de un nuevo juego. Empezando a mover mi pelvis hacia adelante y atrás lo que provocaba que sintiera mucho más las manos de mi castaño y ahora que mi miembro que poco a poco cobraba intensidad se vaya rozando con aquel bulto que él tenía por debajo de su short y bóxer. Volteé la mirada hacia atrás, viendo un poco lo que hacía y reí ciertamente juguetón, besándolo de nuevo sin dejar de moverme. Mis manos ahora acariciaban con suavidad su rostro y cabellos.

Podía parecer un tanto loco , pero lo cierto es que me encantaba oírle decir que era mío y que yo era suyo. Era una estupidez y lo tenía asumido, pero es que estábamos en ese punto de la relación más alto en el que no se podía estar mejor. No nos hacía falta otra cosa , solamente el estar uno con el otro y ,obviamente, con Mathías. -Me encanta que seas mío.-confesé acariciando su torso muy despacio. Tocar esos músculos lograba calentar cualquier cuerpo. Algo bueno tuve que hacer en otra vida para tener a un chico perfecto por fuera y por dentro conmigo. -¿Siempre? Ojalá fueses así las 24 horas del día.-susurré pasando luego mi lengua por su labio. No podía quejarme ya que siempre que pasaba por mi lado me decía que me quería, me daba un beso o cualquier tontería que me demostraba el amor que sentía hacia mí. Tuve suerte al encontrarlo.

Esos besos y caricias en mi pecho desnudo lograron que se erizase la piel de mis brazos debido a las cosquillas que estaba sintiendo. Me habría tocado mil veces ya, pero seguía causándome el mismo efecto como si fuese la primera vez. -Dije que yo más y a callar.-dije en tono autoritario y le solté una nalgada en el trasero,  sonriendo con picardía justo después. Volvimos a unirnos en un beso que nuestras lenguas intensificaron jugando entre ellas y traspasándome su saliva. Lo miré con la ceja alzada al decirme aquello y lentamente le fui bajando los bóxers para acariciarle su trasero sin nada que lo impidiese. -Pues para mí es el mejor trasero del mundo. Aunque claro, para mí eres lo mejor del mundo. Todo tu cuerpo y todo tu interior.-sonreí y rápidamente negué. -Que feo ha quedado todo eso, debí buscar palabras más bonitas.-bromeé un poco.

-Lo sé y a mi también- Susurré, tomándole una de las manos que acariciaba mi torso y acercarla a mis labios dejando un corto beso allí con una sonrisa amplia, estaba feliz al tener al castaño cerca de mí y como pareja. Hice un pequeño pucherito en mi rostro como reproche por lo que dijo, era cierto que nuestras responsabilidad por su parte tenía los estudios y por el mío tenía el trabajo pero me esforzaba por compartir buenos momentos con él -Siempre, pollito, siempre- Respondí en un tono bajito, dejando un beso cerca de su mentón y soltar la mano que había tomado.

Con los dedos de mi diestra empecé a acariciar todo su torso, desde sus pectorales que en el camino se toparon con unos rígidos pezones hasta cerca de su ombligo, diciéndole lo mucho que le amaba, aunque las palabras quedaban totalmente cortas ante aquel sentimiento, era grande e infinito el amor que sentía por él. Iba a protestar por el hecho de que mandó a callar pero aquella nalgada no me lo esperaba, mordí ligeramente mi labio inferior y terminé con la ceja alzada -Dolió- Era mentira lo que ije, solo lo hice para ver cómo reaccionaba.
Comencé ese beso que duró un par de minutos, mis manos seguían manoseando el torso entero de mi chico pasando después a su rostro y cabellos, aunque al final bajaron hasta el inicio del short del menor y poco a poco fue siendo bajado, apenitas, a la par que su bóxer. Me detuvo cuando sentí sus manos acariciar mi trasero sin impedimento alguno, el bóxer había sido bajado un poco pero lo suficiente para dejar al descubierto aquella zona pero no mi miembro, puesto que aún estaba un bulto formado allí, pero no duró mucho tiempo así pues poco a poco fue descendiendo la tela dejando ver un poco la punta de mi miembro-Tu también eres perfecto- Comenté en un tono divertido luego de aquellas palabras que mi chico. -Tus manos están un poco traviesas, hoy- Dije burlón y seguí con el intento de bajarle sus prendas inferiores, me acerqué para darle un beso de esquimal gracioso, una sonrisa mantuve en mi rostro, siempre lo estaba, cuando estaba acompañado de él.

No era la primera vez que me preguntaba lo que me ocurría con André y siempre llegaba a la misma conclusión: lo amaba tanto que estaba prácticamente obsesionado con él. No quería que nada le pasase ni que me lo quitasen porque después de estar con él conviviendo no me imaginaba la vida sin él. Sonaba muy drástico, sí , pero es que nunca había tenido a nadie tan especial. Sonreí ampliamente al oírle aquel apodo con el que se refería a mí desde que me conoció prácticamente. No sé qué le hice para que me llamase así, pero me parecía gracioso.-¿Seguro? Para siempre es mucho tiempo. -susurré correspondiendo aquel beso corto que me dio. Si que era mucho tiempo, pero yo esperaba pasarlo a su lado sin que nada nos importase.

Sentir sus manos por mi cuerpo me transmitía paz y tranquilidad, como si nada fuese a ocurrir teniéndolo conmigo. En estos momentos solo existíamos él y yo, nada más que nos pudiese hacer daño o joder. Comencé a reirme un poco cuando se quejó por aquel golpecito. -¿Ves? Eres todo un sensible.-bromeé para darle otra nalgada de la misma intensidad. No tenía fuerza, así que todo era una de sus bromas por lo que no se moriría por otra más.

Le besaba con ganas , como si fuese la última vez, a la par que seguía masajeando su trasero que se iba viendo liberado de los bóxers para dejarme acariciar su piel desnuda. Sus glúteos estaban duros debido a su entrenamiento y miles de ideas pasaron por mi cabeza, ideas que André nunca había dejado. Respetaba su postura de activo, pero eso no cambiaba que fantasease con él. Dejé que hiciese lo que quisiera conmigo mientras yo seguía besándolo y acariciándolo. -Mis manos están deseosas de tocar tu cuerpo por todos lados.-confesé terminando de quitarle la ropa interior para dejarlo completamente desnudo, sintiendo su miembro en mi pelvis.

-Para siempre- Afirmé con mis palabras, moví la cabeza hacia arriba y abajo, mostrando una pequeña sonrisa. Decía la verdad, hasta que el destino me lo permita estaría con él, casi esto ya era como un matrimonio, sentía como si él fuera mi esposo ... hasta que nada más y menos que la muerte nos separe. Claro está que aún no nos habíamos casados, quizás me llamen loco pero la verdad por decir que era mi esposo con solo tener cuatro meses y pico de noviazgo.

-Soy sensible a tus nalgadas- Le seguí el juego en un tono burlón y solté una pequeña carcajada, besando sus labios una vez más, aquellos labios que ya se habían vuelto una adicción para mí, una adicción que no estaba dispuesto a dejarla por más que quisiera me sentiría incompetente en aquel proceso. Sentí aquella segunda nalgada, ésta fue más fuerte, mordí mi labio inferior -Tranquilo tigre, me vas a dejar entumecidas- Me permití bromear, solté una carcajada.

La punta de mi miembro estaba rozando la pelvis de mi chico, el menor ya había llegado a desprender el bóxer con el que supuestamente iba a dormir, eso sería después. Negué ligeramente -Tus manos siempre están así- Respondí bromista, tomé firmemente su short y bóxer y lo bajé por completo liberando su miembro que junto al mío llegaron a rozarse por más de una ocasión. Sentí un pequeño cosquilleo en mi interior -Estás duro- Dije burlón y empecé a mover mis piernas para poder bajar de esa manera aquellas prendas que habían quedado hasta el nivel de las rodillas ajenas.

¿Cómo había encontrado a un chico tan adorable como André? Había conocido a mucha gente en mi vida, unos mejores que otros, pero nadie como el rubio. No podía creerme que a alguien así le hubiese ido tan mal la vida pues no se merecía más que regalos y noticias buenas. Era una persona que estaba ahí cuando se le necesitaba, que te ayudaba en todo lo que podía y más, que nunca le faltaba una sonrisa y que me hacía sentirme el hombre más amado del mundo. Pues sí, esperaba tenerlo siempre conmigo. -Entonces así sera. -sonreí ampliamente.

Tuve que reirme al oírle hablar de sensibilidad. -No seas una nena, nunca te he hecho nada como para que digas eso.-murmuré entre beso y beso. Su sabor era indescriptible, mayor que el de cualquier manjar que pudiesen probar mis labios. Al darle otra nalgada más volvió a usar una de sus frases y esta vez no me reí, sino que seguí besándole ahora su cuello. -Eso quisiera yo, dejártelas así.-dije con un fino hilo de voz casi imposible de escuchar de no ser porque estábamos en silencio. Hoy estaba más caliente de lo normal y no entendía el motivo, pero así estaba y no había nada que pudiese hacer.

Ambos estábamos duros y era normal teniendo en cuenta los besos, caricias y roces que estábamos dándonos. Sonreí de lado y negué lentamente con la cabeza. -Solo se ponen así de vez en cuando.-seguí sonriendo y acariciando su trasero, levantando mi cintura cuando hizo el esfuerzo de desnudarme a mí. Con una de mis manos agarré mi miembro para masturbarlo un poco. -Puedo estar más duro si quieres.-le di un beso en los labios, mordiéndole el inferior.

Una vez más asentí con la cabeza, esta vez luego de que el menor halla confirmado que sí, sería para siempre el que estaría con él, a su lado, estaba siendo honesto al cien por ciento, sería un completo tonto si lo llegara a dejar, no podría porque él se había convertido en un todo para mí y lo amaba mucho, demasiado.

El escuchar el comentario que el castaño hizo provocó que pequeñas risas salieran de mis labios, negué ligeramente con la cabeza porque se trataba de una broma, aquel golpe no había sido tan fuerte como yo lo había dado por reconocer por aquel comentario. De repente empezó a besar mi cuello, no me lo esperaba, de mis labios fueron soltando leves suspiros como respuesta al contacto de esos suaves y tersos labios con mi piel -¿S...¿Sí?- Cuestioné en un tono bajo, fuera de broma alguna pero aún así manteniendo aquella sonrisa.

-Solo cuando me miras- Respondí a lo que dijo, yo la tenía erecta, rozando con el miembro ajeno de vez en cuando, botando un líquido viscoso, pre seminal. Terminé por quitarle las prendas con un poco de esfuerzo porque solo estaba usando mis piernas, luego de ello me acomodé sobre su cuerpo y lo miré con picardía por lo que dijo, correspondiendo a aquel beso, mientras tanto movía mi pelvis hacia delante y atrás como si estuviera embistiendo suave, aunque lo único que hacía era rozar mi miembro con lo ajeno. El beso terminó, él atrapó mi labio inferior con los dientes, me separé con suavidad e inicié otro beso, esta ocasión dirigí mi mano hacia su miembro dejando que el soltara y empecé a masturbarlo con suavidad, la zurda con suaves movimientos se iba acercando desde el torso ajeno a sus cabellos.

Besar su cuello era algo que me encantaba hacer, sobretodo por el tacto de su piel, la barba que comenzaba a salir y ese aroma propio de él que era el mejor perfume que podía oler. Igual también estaba seguro que a él le gustaba que le besase ahí a juzgar por sus casi gemidos que escapaban de su boca. Esa era la única prueba que necesitaba para continuar porque significaba que no estaba haciéndolo mal. -Por supuesto.-susurré tirando de la piel de su cuello sin mucha fuerza. A continuación decidí dejarle una marca que hice con mis dientes y mi lengua.

Con André salían a flote mis instintos más salvajes y no me importaba hacer toda clase de fantasía porque sabía que entre nosotros existía la confianza necesaria y que ,además, nos gustaban los juegos en la cama. No solo nos compenetrábamos en nuestro día a día, sino que en el ámbito más íntimo también éramos compatibles y complementarios. -Es tu culpa por estar tan bueno.-bromeé y continué aquel beso. Dejé que su mano se apoderase de mi miembro para masturbarlo y continué con las caricias por su espalda y trasero. De repente giré para ser yo quien estuviese arriba y lo miré con una sonrisa amplia. Comencé a dejar besos por su rostro, barbilla, cuello. Luego llegué a su torso, donde me detuve en uno de sus pezones, y seguía bajando por sus abdominales, deteniéndome finalmente en su pelvis y mirándolo con una sonrisa traviesa.

Seguía sintiendo sus labios de aquella manera intensa besar uno de los puntos erógenos que tenía por todo mi cuerpo, solté una suave risa un poco nerviosa, sabiendo que mi castaño, mi chico, mi novio, mi todo, hablaba en serio. Sentí sus dientes de un instante a otro, provocando que un gemido saliera de mis labios, uno suave pero audible que seguramente incitarían a mi chico a seguir haciendo aquellas acciones, a seguir brindándome besos y mordiscos en mi cuello.

-Gracias- Fue mi respuesta inmediata ante lo que dijo, mi tono era pícaro y el suyo bromista, pero ambos terminamos sumergidos por aquel beso que yo había iniciado, entre el beso decidí meter mi lengua dentro de su boca, buscando la ajena para entrelazar y juguetear. Mi mano derecha, una vez que atrapó el miembro erecto de mi chico empezó a moverse suavemente hacia arriba y abajo, con mi pulgar acaricié ligeramente la punta de éste, sintiendo de inmediato la humedad que yacía en esa zona de su cuerpo.
No esperaba que mi chico terminara girando la situación, aquel beso terminó y acabé por debajo de su cuerpo, le mostré una pequeña sonrisa en mi rostro, una cómplice y divertida. Empezó a besarme por la barbilla y mi mano fue dejando en paz el miembro del menor y posicionándose en su espalda para empezar a acariciarlo, a medida que sus besos bajaban por mi cuerpo, las caricias de mis manos iban subiendo, de mis labios salían leves gemidos cuando llegó a "atacar" a mis pezones. Respondí a aquella sonrisa traviesa con una similar, tomé con la izquierda mi miembro erecto y empecé a moverlo haciendo que la punta y parte del tronco llegara a rozar suave y delicadamente con la mejilla ajena.

Besé su cuello detenidamente, asegurándome de que le dejase una marca. Me separé unos centímetros y vi que la marca aún no estaba, así que volví a su cuello para hacerlo con más fuerza. Quería dejarlo marcado y estar riéndome unos días de que su cuello estuviese con una pequeña zona morada fruto de nuestro amor. Yo también había ido algunas veces  a clase con un chupetón suyo y hoy tocaba ser él quien la tuviese. -Gracias a ti por todo.-confesé con una sonrisa, dándole un suave beso luego.

Al cambiar de posición quedé sobre él y mirarlo desde ahí me hizo sonreir de nuevo. No podía creerme que tuviese a alguien así conmigo al que podía llamar “mi pareja”. Era la persona más afortunada. Fui bajando por su torso, sintiendo sus músculos en mis labios. Aquel cuerpo parecía estar tallado por los dioses ya que no era normal que estuviese tan perfectamente marcado. Cuando llegué a su pelvis, allá donde comenzaba su zona más íntima, vi su sonrisa y sentí como acariciaba mi mejilla con su miembro. Abrí la boca y me metí la punta de aquel trozo de carne, saboreándolo con mi lengua. Golpeé su mano para ser yo quien se lo agarrase y comencé a metérmelo más en la boca, casi entero. Pasaron un par de minutos y ahora me fui a sus testículos, lamiéndolos delicadamente. Bajé más, llegando a quedarme cerca de su trasero y sin dejar de lamer todo lo que me encontraba a mi paso.

Es un hecho que el agradecimiento era mutuo, ambos estábamos agradecidos de tenernos el uno al otro, aunque sinceramente, no sabría quién de los dos amaba más. Aunque ¿Qué importaba? ...Demonios, yo junto al castaño me convertía en el hombre más afortunado y feliz del mundo, tenía a un pequeño rubito como hijo y a él un chico siempre sonriente, amoroso y positivo como novio ¿Qué más podía pedir?

Sus suaves labios habían bajado, desde mi cuello hasta mi torso, aquel contacto que me daba ligeros estremecimientos. Mi mano derecha tenía sujeto mi miembro e hice pasarlo por las mejillas de mi chico, rozando ligeramente aquellos labios que después de unos segundos directamente atraparon la punta de mi miembro, no esperaba que fuera tan ágil en ello, retiré mi mano luego de sentir el golpe y a medida que empezó a mamar, mi espalda se curveó sobre la cama y de mis labios no dejaron de salir suaves jadeos provocados por el sentir su lengua juguetona recorrer por todo mi miembro en el interior de su boca. Mis manos se empezaron a mover acariciando los cabellos ajenos y poco a poco empecé a mover el pelvis hacia adelante y atrás, llegando a meter un poco más el cuerpo de mi polla. Dejé de hacerlo cuando desprevinademente se lo sacó de la boca y fue bajando a mis testículos, aquella lengua juguetona recorría mucho más abajo, sentí una correntada fría cuando bajó un poco más -¿Q... qué vas a hacer?- Pregunté entre cortado, un poco con la respiración agitada, mirándolo de reojo, no creía que estaba en esa posición...

Su cuerpo era adictivo y me encantaba besar cada centímetro de él con delicadeza para saborearlo. Normalmente era yo el que se quedaba quieto mientras que él me besaba, me mordía y utilizaba sus manos para ayudarse a darme el mayor placer que pudiese experimentar. Pues hoy sería yo quien le demostrase el amor y el que le llevaría hasta el punto más alto de placer con mis manos y mi boca. Su miembro se rozaba con mis labios hasta que decir atraparlo dentro de mi boca, solo la puntita.

Comencé a mamársela , notando sus manos en mi cabello y el movimiento de su pelvis contra mí. Debido a eso su miembro entraba con más fuerza y profundidad en mi boca. No llegaba hasta el fondo, por lo que las arcadas no llegaban aún. Con mi mano ayudé a masturbarlo, mirando a los ojos de mi chico oyendo sus gemidos. Oírle gemir me incitaba a continuar poco a poco con mas juegos. En cuanto me detuve en sus testículos aumenté la velocidad de mi mano y seguí bajando hasta llegar a su entrada. Me sobresalté un poco al escuchar su voz y me separé un poco. -No voy a hacer nada que no te guste…solo juguemos un poco ¿no?-susurré con un tono pícaro en mi voz y una sonrisa. Sabía de sobra que a André no le gustaba ejercer como pasivo, pero eso no significaba que no pudiésemos jugar un poco y disfrutar de nuevas experiencias.

De cierta forma me alegró no haber provocado arcadas a mi chico con mis movimientos pélvicos por lo que continué haciéndolos hasta que él dejó aún lado mi miembro, sacándoselo de su boca y continuar pasando su lengua por mis testículos, esa lengua que recorría cada vez provocaba en mi ciertas correntadas en mi interior, era una extraña ocasión, la noche de hoy, pues Darren era quien dominaba en el acto y parecía estar disfrutándolo tanto como yo.
Al hablar se detuvo de golpe, una pequeña sonrisa nerviosa apareció en mi rostro por esa respuesta, poco a poco me fui haciendo hacia adelante, pasando a sentarme sobre la cama lo tomé del mentón a mi chico y lo fui acercando a mi rostro para dejar un beso sobre sus labios. -Amor- Empecé hablando en un tono bajo, lo que le diría sería algo super bochornoso para mí, desvié la mirada hacia abajo, topándome con la imagen de mi miembro erecto y palpitante siendo tomado por la mano ajena, sonreí de medio labio unos segundos -Debo confesarte que siempre, todas las veces que he tenido sexo, la he hecho de activo- Quería que la tierra me tragara, tragué saliva a la fuerza y solté un pequeño suspiro, aquello lo dije mirándolo fijamente, posando mis ojos azules sobre los suyos, le tomé de la mano libre y la entrelacé -Creo que lo hice, esperando a la persona adecuada- Murmuré aquellas palabras, aunque no podía evitar sentirme nervioso, no sabía si dolería demasiado lo que pasaría después y con el tamaño del miembro de mi chico que era de uno considerable pero más pequeño que el mío y un poco más grueso. Apreté con fuerza el agarre de la mano que inicié. -Hazme el amor ya…aquí mismo- Cité las mismas palabras que él me dijo la primera vez que lo hicimos, esa madrugada cuando le pedí que fuera mi novio y el aceptó, aunque yo, estaba un poco nervioso por ello... mucho.

Ahora entendía el por qué André siempre prefería ser el que dominase la situación. En el sexo sin amor era igual de placentero besar que dejarte besar, pero con el amor todo cambiaba. Besar cada centímetro de la persona a la que amaba era un regalo, demostrarle todo lo que le quería con algo tan básico me incitaba a seguir. Lo quería muchísimo y tenía la sensación de que podía pasarme días enteros sobre él dándole miles de besos hasta que no pudiésemos más.  Ahora me encontraba centrado en su zona íntima, saboreando su miembro primero para luego pasar a sus testículos y a su trasero, el cual pareció sobresaltarle.

Quise disculparme por si lo había molestado,  pero no veía nada de malo en divertirnos un poco. Observé como  se sentaba y aun asi no solté su miembro con mi mano. Jamás me dijo que siempre fue activo. No tenía que ser muy listo para saberlo. -Me lo imaginaba porque nunca dejas que juegue con tu trasero.-reí un poco sin darle importancia a esa timidez que salió de repente. Seguí masturbándolo sin quitarle la vista de encima hasta que entonces me pidió que lo hiciese y lo mejor es que me lo pidió igual que yo a él la primera vez. -¿Estás seguro?-pregunté siendo ahora yo el nervioso. -Quiero decir, no te dolerá ni nada, pero es algo muy importante y que me elijas a mí es …wow…no tengo palabras.-dije mordiéndome el labio pero no de una forma sensual, sino de forma incrédula. -Joder, no sabes cuanto te quiero.-confesé al fin dándole un beso en sus labios, uno largo y lento.

Mi corazón empezó a latir rápidamente, ante ese silencio incómodo podía llegar a escuchar mi propio pulso, algo medio loco, pero estaba nervioso, avergonzado, no sabía como mi chico habría de reaccionar. Por lo menos, aquellas primeras palabras que dijo, eran ciertas, puesto que de todas las veces que mi castaño y yo terminábamos haciéndolo, él hacía un intento de tocarme y jugar con mis nalgas, algo que yo lo impedía porque no me gustaba, me sentía super extraño pero el día de hoy no ocurrió así.

Por último le mencioné que me lo hiciera, ahora mismo, como lo había hecho él, quería experimentar por primera vez, qué es lo que se sentía cuando la persona que amas invade tu interior y mediante sus embestidas te hacía tocar el cielo por el placer provocado, quería sentir aquella sensación pero tenía un poco de miedo por el dolor que provocaría las primeras acciones. Aunque no creía que él me hiciera daño, lo dijo con sus simples palabras pero dulces y reconfortantes. Le quedé mirando fijamente y noté que se mordió el labio inferior de esa manera, solté una pequeña risa -Sí... estoy muy seguro, tú eres mi chico, mi novio... mi todo- Respondí en un tono bajo pasé mi mano libre a acariciarlo por la cintura con suavidad, se me acercó para besarme, correspondí a aquel beso con pasión, sintiendo como una vez más nuestros miembros se rozaban y poco a poco me fui desplazando y quedando sobre la cama. -Quiero que me lo hagas, Darren, házme tuyo- Pedí en un tono casi suplicante, soltando el agarre de su mano y empecé a acariciarle la parte baja de su espalda, poco a poco me abría de piernas entregándome por completo a él, a mi novio, a mi amor. Sentía como la punta de su miembro, durante ese beso largo se movía sin cesar tocando mis testículos y bajando un poco más, apenas rozando mi entrada.

Era imposible de creer lo que estaba oyendo salir de la boca de André. Ya tenía asumido que me amaba y que era muy especial para él porque siempre me lo repetía mil veces, sin embargo; era muy diferente oírle decir que me entregaba algo tan importante como su virginidad trasera como la llamaba yo. Recordaba que yo también esperé mucho hasta que encontré a Fran, el chico que creía especial. Hasta entonces solo tuve sexo con chicas y él fue el elegido porque  ,vale que me hizo mucho daño luego pero, era la persona a la que quería en ese momento. Por eso me sorprendía y valoraba muchísimo que André se entregase de esa forma conmigo. -Esto es tan especial… no sé, no esperaba esto…me siento tan afortunado de tenerte conmigo.-confesé antes de ver como se iba tumbando en la cama.

Lo imité y fui colocándome sobre él con cuidado. Llevé su mano a mi boca para lamerla y luego la llevé a mi miembro para que me mojase un poco y pudiese entrar con más facilidad. Minutos antes estuve jugando con mi lengua en su entrada, así que ya estaría un poco lubricado. -Eres increíble. Este regalo que me estás dando es más de lo que esperaba. Que confies en mí de esta manera…te amo.-le besé lentamente, disfrutando de sus labios mientras con un par de mis dedos acariciaba su entrada.

Él dijo que no lo esperaba, yo tampoco me esperaba hacerlo pero a Darren lo amaba demasiado y en el amor no debería haber ningún secreto entre nosotros, por eso es que terminé diciendo aquellas palabras, por esa razón, porque lo amaba, es que le terminé confesando aquel secreto que seguramente le dejó en shock o quizás piense que era un mentiroso, no sé, pero yo decía la verdad, la sinceridad estaba ante todo.

Llevó mi mano a su boca y la empezó a lamer, lo miraba fijamente, era la primera vez que lo veía como el dominante entre nosotros y yo como el dominado, guió lo que tenía que hacer, me sentía un inexperto en esto, aunque eso era lo que era, un inexperto en ser dominado. Llevó mi mano a su miembro y lo hizo mojarlo un poco, sabía lo que estaba por venir, no dejaba de pensar en lo cuánto que dolería, no podía evitarlo. -Yo te amo mucho más- Alcancé a decirlo en un tono bajo, correspondiendo a aquel beso. Moví mi mano libre y lo abracé por el cuello, acercándolo más hacia mi cuerpo, llegando a sentir todo su cuerpo sobre el mío, no debería sorprenderme eso porque unos minutos más tarde estaría mucho más cerca y en mi interior, con la otra mano empecé a masturbar suavemente el miembro de mi chico, preparándolo y en cada movimiento me estaba asustando un poco más, por el tamaño.
Me separé de sus labios en el momento en que dos de sus dedos empezó a frotar mi entrada, llegando a soltar suaves jadeos por ello. Dejé de masturbarlo para tomar aquella mano que frotaba aquella zona y me los metí en la boca para después dejarlos sobre esa zona, sentí un estremecimiento por todo mi cuerpo ante el contacto húmedo, dejé escapar un suave gemido -Darren- Dije su nombre en un tono bajo, mirándolo fijamente.

Dejando a un lado todo el amor que sentía por el rubio tenía que admitir que tener un hombre así que me permitiese penetrarlo era un regalo doble. Vamos, cualquier tío que se sintiese atraído por otros hombres tenía que admitir que tener a uno tan perfecto como así que se entregase al 100% era motivo de alegría. Ahora me tocaba a mí hacerlo de manera que siempre tuviese un buen recuerdo y que incluso quisiera repetirlo ¿no?

Su mano se encontraba en mi miembro, encargándose de mojarlo un poco mientras que mis dedos intentaban estimular su entrada para dilatarlo más. Cualquier medida pequeña si servía para calmar el dolor de mi chico porque estaba claro que iba a dolerle al principio, pero esperaba que luego fuese lo más maravilloso que había hecho. Me sorprendí al ver como mojaba mis dedos y ahora si que los metí sin miedo en su entrada, pero solo un poco. Estuve jugando un poco a meterlos y sacarlos sin dejar de besarlo. -No te dolerá, amor.-susurré para tranquilizarlo. Me estiré sobre la cama para alcanzar el primer cajón donde se encontraba lubricante. Eché un poco en mi miembro y se me sobresalté por el frío, luego eché más en su trasero y me coloqué en la posición. -¿Preparado?-pregunté metiéndola poco a poco.

MI mano subía y bajaba por todo el tronco del miembro del castaño, de cierta manera mojándolo para lo que se venía, tenía una incertidumbre que generaba un miedo en mí porque no sabía cómo se sentiría aquella experiencia y no podía dar un paso atrás, una vez que le mencioné a mi chico que me lo hiciera, aquí mismo, no fue solo en una ocasión que solté aquellas palabras sino más bien en dos, aunque mi interior quería experimentar eso con él, más en el fondo quería que mi chico me hiciera de él, como yo en las ocasiones pasada lo había hecho.

Sus dedos estaban allí, rozando mi entrada, amenazando con entrar, los sentía tan suaves y húmedos, que llegaba a soltar ciertos jadeos suaves y bajos por aquello. Sentía que me iba a derretir en ese momento, no podía creer lo que hice y tampoco lo que iba a pasar, el amor que le tenía a él era demasiado grande que llegaría a experimentar cualquier cosa, solo con el fin de satisfacernos a ambos. Mi mirada estaba fija sobre su rostro poco a poco sus dedos fueron entrando dentro de mí, con mi mano libre sin querer le clavé las uñas en su espalda, mordiendo mi labio inferior, dejé de masturbarlo y escuchando lo que él dijo, asentí ligeramente -No... no duele- Dije entre jadeos cuando empezó aquel ritmo de mete y saca de sus dedos, me sentía extraño, una mezcla de leve dolor y gran placer, acerqué mis labios para darle un corto beso.

De uno de los cajones sacó lubricante y se lo echó en su miembro para después poner un poco en mi entrada, me estremecí al sentir aquel líquido frío en aquella zona, aunque debía suponerlo por la reacción de mi novio. A su pregunta, asentí ligeramente con la cabeza. Mis brazos retrocedieron y esperé a que llegara aquel momento, él empezó a meter su miembro poco a poco. Mordí ligeramente mi labio para no dejar escapar algún quejido fuerte, sentía como su pene erecto se iba abriendo paso dentro de mi culo, con mis manos las recogí, agarrando con fuerza las sábanas... dolía.

Estaba asimilando aún que André se me había entregado de esta forma. Sabía que confiaba en mí ; tenía que hacerlo si era capaz de dejarme criar sus hijos como míos, pero que entregase esa parte tan preciada de él a mí…eso no tenía precio y palabras para expresarlo. Después de esto tenía más claro aún que André era la persona con la que quería pasar mi vida.

A medida que mis dedos rozaban su entrada sentía la innegable tentación de meterlos de golpe y comenzar a dejarme llevar por esos instintos salvajes que solo él lograba sacarme. Sin embargo, sabía que era su primera vez y debía ser, al menos, todo lo tierno y delicado que pudiese. Por eso decidí hacerlo despacio. Sentía su interior apretado y con mis dedos debía intentar dilatarlo lo máximo posible. Mientras entraban y salían también se movían un poco en círculo. Me mordí con fuerza el labio cuando me arañó la espalda. -¿De verdad?-pregunté haciéndolo con un poco más de velocidad para que se fuese acostumbrando más aún.

Llegó el momento tan deseado y me preparé lo mejor que pude. Llené mi miembro y su entrada de lubricante para facilitar la tarea y lo penetré muy lentamente, casi sin fuerza. Era obvio que en su rostro se notaba algo de dolor porque la primera vez era así,, de hecho siempre dolía un poco. Con medio miembro dentro decidí parar. -Relájate, tranquilo.-susurré buscando sus labios y terminando de meterla con un poco de fuerza para el tramo final. -Delicioso.-sonreí intentando que se tranquilizara.

De mis labios empezaron a salir suaves gemidos provocados por la acción de mi chico, el movimiento de sus dedos en mi interior era algo que por primera vez lo sentía, era una sensación extraña de dolor y un poco de placer, negué con la cabeza ligeramente, en respuesta a su pregunta, queriendo deir que no dolía pero no salían las palabras de mis labios, más bien intentaba que no salieran gemidos de ellos, llegando a morder mi labio inferior con cierta brusquedad para impedir esos sonidos.

A medida que su miembro iba ingresando, tomaba con más fuerza y firmeza las sábanas de la cama e iba mordiendo cada vez más fuerte mi labio inferior, dejando de hacerlo cuando el sabor óxido de la sangre apareció en ellos, no me había dado cuenta de la intensidad y presión que ejercía en ellos que provocó ello. Asentí ligeramente ante sus palabras, correspondiendo aquel beso que se combinó con mi sangre, lo sentía por mi chico por haber ocasionado una abertura en mi labio inferior, me sentía en este momento la persona más torpe que pudiera exis... -Aaaargh.- Pegué un leve grito ronco cuando mi chico llegó a meter todo su miembro dentro de mí, sentía como mis dedos se pusieron tiesos, apretando fuerte el agarre de la sábana, quería que lo sacara, dolía demasiado, me moví un poco tratando de que saliera un poco de mi interior. Tomé el valor de decir que lo sacara pero terminó en nada por su comentario "Delicioso", lo miré fijamente a los ojos y le sonreí de medio labio -Te Amo- Le susurré, rodeando su espalda con mis manos, acariciándolo con suavidad.