¡Wow! || O'Archi || Exprés

Viernes 12 de Junio DE 2015 [Noche]

Cada día quedaba más poco para lo que se venía, si bien es cierto, todos estábamos emocionados por aquel viaje que tendríamos e incluso los pequeños estaban así, que más o menos entendían lo que nosotros le estábamos comentando y terminaban sonriendo, como Mathías y bueno Ella, ella también sonreía porque el pequeño rubito lo hacía y al menos eso era bueno, poco a poco se le iban sacando más sonrisitas a la pequeña, no era del cien por ciento sonreír como el niño pero si a ambos se los ponían juntos las risitas coquetas e infantiles decían presente en la habitación.

Ahora, el día de hoy había salido más o menos por horas del medio día, conmigo venían los dos pequeñines, Mathías por un lado caminando cogido de la mano y Ella en mi brazo derecho, aunque, también llevaba el coche ¿Por qué lo hice? ... Pues la verdad, es que mi propósito de haber salido era salir a comprar ropa de invierno para los bebés porque si bien era cierto, de lo que había conversado con Amelie, comentó que pasaríamos por una provincia donde había nieve, sería fantástico mucho por los pequeños y los demás chicos que no habían visto la nieve, pero por eso mismo debía tener precaución para que nadie enfermara. Compré a crédito, paga a seis meses con intereses, traté de ver por el punto de vista económico pero para que no le pase nada a los niños, cualquier cosa... aunque un par de prendas compré para mi novio quien se quedó en casa, no sabía al cien por cien la razón, la dijo, sí, pero en ese momento mi atención estaba más en la nena, por lo que no lo escuché del todo.

Estuve en el parque jugando luego de las compras, regresé al hogar a horas de la noche, siquiera siete de las noche. Los bebés regresaron en la cuna porque mi mano izquierda estaba, literalmente, llena de bolsas por la compra. Mathías se quejó en el inicio hizo ese pucherito suyo pero luego quedó sonriente mirando a su alrededor. -Toc toc- Llamé a la puerta, en un tono burlón y divertido.

El viaje a Argentina se estaba acercando y cada vez me encontraba más emocionado porque mis mejores amigos vendrían con nosotros. Al principio lo veía todo muy lejos, como si nunca fuese a llegar  y ahora comenzaba a darme cuenta de que estaba a la vuelta de la esquina y que antes de darme cuenta estaríamos todos allí. Sin duda, lo que más me emocionaba era que iba a ser mi primer viaje con André y los pequeños; mi nueva familia.  Estar con ellos allí era una tontería, pero yo lo veía como algo importante porque era algo así como nuestra luna de miel. Vale, no estábamos casados pero nuestro grado de compromiso era mucho mayor debido a que teníamos dos bebés como nuestros hijos. No necesitaba papeles de matrimonio porque ya éramos una familia completa. Bueno, completa , nunca se sabía lo que podía venirnos.

André se llevó a los niños a hacer unas compras y yo aproveché para limpiar un poco la casa, ir al gimnasio y volver a casa. Últimamente apenas podía ir al gimnasio con los pequeños y tenía que hacer flexiones y poco más en el pasillo de casa. Sin embargo, hoy pasé un par de horas haciendo pesas para fortalecer mi cuerpo y poder estar a la altura de mi pareja. Jamás superaría el estado físico de André, pero si que podía subir un poco para sentirme mejor conmigo mismo. Estaba logrando eliminando esos pequeños restos de grasa que me quedaron después de unos meses y estaba contento por ello.

Ya quedaba poco para la cena y tenía la comida de los dos preparada, solo se necesitaba calentar un poco más. Jugaba con los perritos un poco cuando oí la puerta. Bueno, el ruido que André hacía para decir que había llegado. Abrí la puerta y los recibí con una sonrisa, ayudando a meter las bolsas con una mano, ya que Mathías se me lanzó encima. -¡Hola!-exclamé con una sonrisa abrazando al rubito y luego me agaché para darle un beso a Ella en la carita.  Acto seguido me incorporé y besé a André también. -¿Qué habéis comprado?-pregunté y el mini rubio comenzó a decirme cosas. Aún no hablaba perfectamente, por lo que muchas cosas ni se entendían, pero era gracioso verlo intentándolo.

Una sonrisa lució mi rostro al ver como el rubito se lanzó a abrazar a Darren, fue tierno y gracioso a la vez ya que pareció que al inicio mi chico tenía aquellas intenciones de ayudarme con las fundas pero no lo dejó en totalidad, la acción del caballerito. Solté una pequeña risa y negué con la cabeza ligeramente, riendo un poco más cuando Mathías hacía el intento de decir a quien lo tenía en su brazo todo lo que habíamos comprado, estaba claro que por su edad no podía hablar correctamente pero vamos hizo el intento. Aunque al final le tomó del rostro para darle un beso en la mejilla -Mathías anda muy cariñoso- Comenté en un tono burlón, dando un paso hacia adelante para dejar un beso sobre la frente de mi chico.

Entré empujando suavemente el carrito, Ella se encontraba en él, media dormida y media despierta, la verdad es que en el camino del parque a la casa fue donde se quedó dormida por muy poco tiempo ya que Mathías la despertó, pues el rubito solo quería que ella viera un pajarito, la verdad, bonito y que no se lo vía de forma común, lo más curioso fue que la nena no lloró, más bien sonrió cuando apenas vio a Mathías y escuchó decir su nombre varias veces.
Dejé el carrito en medio de la sala y me dirigí hacia la habitación con las compras que hice, tomando las que Darren había tomado cuando llegué al hogar y regresé lo hice en un mínimo de tiempo puesto que quería tomar a la morena en mis brazos y eso fue lo que hice, además de darle un buen beso en la mejilla -Papi, extraño tenerte en sus brazos. Ella- Dije en un tono super cariñoso, me acerqué a Darren quien tenía a Mathías y éste último le empezó a acariciar la mejilla a la pequeña. -Hola- Saludé a Darren, recién, dejé escapar una risa más para después dar un beso corto en sus labios.

No quería decir nada aún a nadie por si no me salía como quería, pero durante este último mes pasó por mi cabeza la idea de entrar en la policía. ¿Por qué? Ahora que éramos una familia necesitábamos estabilidad y unos ingresos fiables, sabía que si me preparaba podía conseguirlo y ,además, siempre fue algo que me llamó la atención. Por eso aprovechaba cada momento a solas para ir al gimnasio a entrenarme y para prepararme las pruebas que me pedirían. De hecho había conocido a un chico en el gimnasio que se presentó el año pasado y me dio un par de consejos y pistas sobre lo que tendría que enfrentar. Tenía pensado contárselo a André cuando lograse estar más cerca, para así no hacerle ilusiones ni emocionarlo sin que saliese bien.

Durante el par de minutos que Mathías me contó su viaje estuve mirándolo con una gran sonrisa, pues el pequeño estaba aprendiendo demasiado rápido y así lograba motivarlo. -Que de cosas ¿no?-dije fingiendo asombro  y él comenzó a reir, dándome otro abrazo. Me agaché un poco para acariciarle la carita a Ella, quien estaba entre dormida y despierta hasta que André volvió y la tomó en sus brazos. Entonces ambos pequeñajos comenzaron a interactuar con miradas y caricias. Era muy importante criarlos en igualdad para que así ninguno estuviese celoso del otro. -Hola.-dije con una sonrisa, correspondiendo aquel beso de mi chico. Cada día quedaba menos para el viaje y no podía ocultar mi emoción por pasar unos días rodeado de mis amigos.- ¿Alguien quiere un baño?-pregunté y entonces Mathías levantó la mano rápidamente. El calor de esta época hacía de los baños algo divertido para los dos pequeños.

Levanté la ceja derecha cuando Mathías levantó su manita en respuesta de la pregunta de mi chico, hice un pequeño puchero -No se vale, Mathi. Yo quería un baño también- Interactúe con el rubito, haciendo pucheros como si yo mismo fuera un niño pequeño, este solamente rió y me aplastó una de las mejillas, claro que a los segundos la risa de Ella también se hizo presente, parecía que definitivamente el caballerito tenía la risa contagiosa porque siempre que reía le seguía su hermanita. -Yo- Dijo Mathías, señalándose así mismo y acercando una vez más su rostro para darle un beso grande en la mejilla del chico, el nene parecía estar super contento, cómo se reflejaba que le gustaba mucho salir a la calle y disfrutar del paisaje que le brindaba una zona cerca de nuestro hogar. -Esperemos unos diez minutos para que despierte Ella y bañamos a los dos juntos, ¿Vale?- Le sugerí a mi chico, la morena se encontraba media despierta, dio un ligero bostezo y pasó a ver a su papi, más tarde estiró sus manitas, al parecer quería ser cargada por él. Sin embargo el Mathi, al ver esto chocó suavemente su mano con la de la chiquilla.

Comencé a reirme a carcajadas al ver la reacción de André al baño, pues sabía que era otra de sus bromas que tanto le gustaba hacer y que yo amaba. Estiré la mano libre para darle unas cuantas bofetadas flojas al mayor mientras reía. Mathías me imitó y le dio también. -Eres muy grande para darte esos baños, papá.-todos reíamos y eso era lo más divertido e importante. Recibí otro beso del pequeño Mathías y eso me encantaba. Correspondí aquellos besos con risitas como si me hiciese cosquillas, lo que le hizo querer seguir. Lo siguiente fue aquel choque de manos de ambos pequeños. No sabía cómo pero ellos eran los protagonistas siempre. Éramos unos padres enamorados de nuestros hijos. -Vente conmigo, mi pequeña Boo. -murmuré agarrando a Ella con mi otro brazo. Aquel apodo se debía a que era muy parecida a aquella pequeña adorable de la película Monsters S.A. -Vale, cuando se despierte los bañamos pero…creo que te va a tocar a ti prepararlo porque ,obviamente, no tengo manos.-me encogí de hombros con una sonrisa inocente. -Agárrense fuertes porque el avión va a despegar.-dije haciendo una de mis imitaciones y a continuación imité ruidos de máquinas. Un par de segundos después empecé a correr por la casa con ambos pequeños riéndose agarrados a mí.

Mantuve ese puchero que había hecho con mis labios. Sentí como mi chico me dio aquellas palmadas flojas en mi mejilla y le siguió el rubito que había apretado anteriormente ambas mejillas, sonreí un poco por ello, negando varias veces. Iba a decir algo más pero el ver al caballerito besar la mejilla de su papi era una imagen absolutamente tierna. -Muack- El nene había hecho ese sonidito, fue el último beso, solté una pequeña risa ya que Mathías había babeado un poco la cara de mi chico.
Ella le pidió para ser cargada, me sorprendió un poquito porque generalmente cuando estaba en ese estado quería definitivamente dormir, claro, cuando tenía sueño, quizás, en esta ocasión no era uno de esos casos. Como si fuera un koalita, el rubio se sujetó del cuello del castaño para no caerse o algo así, mientras cargaba a la pequeña, no estaba para nada celoso, ninguno de los dos, se mostraba en esa sonrisita coqueta de ambos. -Está bien. Me voy adelantando- Solté entre risas y me despedí de los tres con un beso de la mejilla. Tan solo escuché aquellos soniditos que hacía mi novio puesto que estaba de espaldas y caminando hacia el baño, en donde preparé todas las cosas para darle el baño a la pequeña morena y  al pequeño rubito, nuestros hijos.

Aquellos besos del rubio me dejaron la cara completamente babeada. No tenía asco por ello ya que eran babas de mi pequeño; de hecho me hizo hasta gracia sentir la humedad en mis mejillas y oírle imitar el sonido con ese “muack”. Aquel pequeño era tan sociable y cariñoso que esperaba que nunca cambiase. Me imaginaba a los dos dándome miles de besitos, aunque a Ella le quedaba un poco aún para eso. No solo teníamos dos niños que no molestaban ni apenas lloraban, sino que también eran sociables y siempre estaban dispuestos a jugar y hacernos felices. Con un niño en cada brazo empecé a correr por la casa. André se debía encontrar preparando el baño para  los dos y lo mejor era esperar jugando un poco. -Cuidado, un disparo de la nave enemiga.-dije imitando aún voces raras y di un giro sobre mi eje como si estuviese esquivando de verdad a una nave enemiga. Estaba haciendo el tonto, pero el oir a los dos reírse era todo lo que necesitaba. Los perros se dieron cuenta de todo esto y empezaron a correr detrás  de nosotros. -¡Nos persiguen! Disparen a los enemigos.-y Mathías hizo una pistola con sus manos y disparó. Ella hizo el intento de imitarlo y eso fue realmente adorable.

André se había adelantado tal y como lo dijo para ir al baño, preparar todo: la tina, el agua calentita, los jabones para los pequeños y su respectivo shampoo. Mientras el mayor de la casa se aseguraba de todo lo necesario para bañar a los pequeños, estos últimos estaban en los brazos del castaño, quien ingeniosamente empezó a jugar con ellos de una forma peculiar pero que a ambos le encantaban, con las risas que se escuchaban en toda la sala demostraban los pequeñines que eso le estaba gustando. Mathías se agarró fuerte del cuello del castaño para no caerse cuando giró sobre su propio eje, sin dejar de reír. Los perros escucharon el ruido que hacían en el salón principal del hogar O'Sean Archibald, corrieron directamente hacia allí, empezaron a ladrar y perseguir a los chicos con euforias. Mathías y Ella hicieron caso a Darren e hicieron un ademán con su diestra imitando una pistola y empezando a disparar , simulando sonidos de disparo con su boquita. -Ya está listo- Gritó el rubio desde el baño para que su chico trajer a sus pequeños para la hora del baño.

Siempre tuve un niño pequeño dentro de mí al que le gustaba divertirse e ir haciendo el tonto por todos lados. Tuve que empezar a controlarme en el momento en que empecé a vivir solo y tenía que aparentar ser un chico diferente para encajar. Sí, tenía miedo. Ahora que tenía dos bebés conmigo sentía que podía sacar al 100% esa faceta de mí sin importarme nada. Hacía feliz a los dos bebés y yo con eso me volvía el hombre más feliz del mundo también. No me avergonzaba de este comportamiento, de hecho ahora estaba orgulloso. -Chicos, tenemos que volver a la nave casa.-dije sin dejar de imitar aquellas voces que tanto le hacían reir. Corrí hacia el baño donde ya estaba todo preparado y el calor del vapor lo anunciaba. -Bien, estamos a salvo, chicos.-les di un beso sonoro en la mejilla a cada uno y le cedí Mathías a André para que él lo desnudase. Coloqué a Ella en su cambiador y empecé a desnudarla lentamente. -Mi niña bonita quiere darse un baño para quedar limpita ¿verdad?-pregunté haciéndole cosquillas con la nariz y luego le di muchos besos por su pechito pequeño.

Entre las risas de los bebés y los ladridos del cachorro, el castaño jugueteaba y hacía aquellas imitaciones que tanto le gustaba a los pequeñines. Mathías había entendido esas palabras de él, al referirse que ya hora de volver a casa, por ello empezó a repartir besos a los cachorros que se quedaron atrás y fueron a la cocina para comer de su respectivo plato. El rubito y la castaña soltaron unas ligeras risas cuando sus mejillas fueron besadas, esta vez, el caballerito no había reaccionado de esa forma particularmente tímida porque se encontraba con Ella cerca y ya era hora del baño. André tomó a Mathías de los costados de su cuerpo con una sonrisa en su rostro y empezó a hacerle cosquillas pasando su nariz por los lados del cuello de él. -Venga, a bañarse- Soltó en un tono divertido y empezó a quitarle la camiseta seguido de los zapatitos que tenía usado, pasando a continuación con las prendas inferiores, hasta dejarlo por completo desnudo. Lo tomó en brazos y vio como el rubito señaló la tina en donde sería bañado, además de sonreír a André y a Darren, a este último le picó la mejilla con su dedo índice izquierdo.

Tuve la enorme suerte de haber encontrado a André porque era la persona ideal que todo el mundo querría tener por su personalidad. Además, trajo dos sorpresas que para muchos serían un impedimento porque ,seamos sinceros, no todo el mundo aceptaba dos niños de otra persona. Sin embargo, yo estaba feliz y eternamente agradecido por darme esos dos pequeños que eran mis hijos; no biológicos, pero para mí lo eran y era lo importante. Era imposible no quererlos porque eran adorables y diez minutos con ellos bastaban para quererlos. Ahora tenía mi familia pequeña y estaba más que feliz. Volví a agarrar con mi brazo a la pequeña Ella y con la mano libre toqué el agua, comprobando que estaba a la temperatura ideal para ellos. Esto de bañarlos juntos era ya algo normal porque eran dos bebés que apenas estaban sucios, por lo que no pasaba nada por compartir el agua entre ellos. -Con cuidadito.-susurré sentando a Ella en la pequeña sillita para baños que compramos. Pese a que era algo sencillo debíamos tener todo el cuidado del mundo para una persona tan pequeña aún que le costaba mantenerse erguida todavía.

Silla:

El pequeño rubito luego de haberle picado la mejilla al castaño pasó a hacer lo mismo con el rubio quien observaba fijamente a la bebé como estaba siendo bañada de poquito en poquito por su chico amado. - Te toca, caballerito- Dijo en un tono divertido hacia su pequeño hijo, quien sonrió con cierta alegría y entusiasmo, pues le encantaba la hora del baño. André empezó a caminar y se detuvo al lado de Darren con el pequeño en brazos y lo puso con sutileza sobre la tina, el rubito miraba fijamente a la morena, empezó a chapotear agua con sus manitas, haciendo que los dos hombres se mojaran y la bebé termine cerrando por inercia los ojos y reaccionara de la misma manera -Ha empezado la guerra- El adulto de cabellos rubios dijo aquellas palabras en un tono de voz elevado y en ese momento con su diestra le tiró un poco de agua a Mathías quien sonreía por aquella ligera travesura que hizo, hizo lo mismo con Ella y con ambas manos le terminó mojando el rostro a su novio, reía divertido por lo que hizo, aunque debía prepararse para la venganza por parte de los tres.

Una vez que Ella se encontraba en su silla dentro del agua agarré la esponja y le eché un poco de jabón. Acto seguido la fui pasando lentamente por su espalda y pecho con cuidado de no arañarla. Aquello parecía hacerle cosquillas a la pequeña que se revolvía un poco. El siguiente fue Mathías, que fue metido en la bañera por André. Ambos comenzaron el típico chapoteo que se había convertido ya en rutina para ellos y me resultaba imposible regañarles viéndoles reir y disfrutar tanto de algo tan simple como era un baño, aunque a mí me ocurría exactamente lo mismo cuando era un crío. Lo peor es que ,de repente, me encontraba completamente empapado y no precisamente por ellos. André me miraba sin dejar de reir y en mi rostro se podía apreciar la sorpresa por ello. -Maldito…-susurré y le eché agua con el pequeño recipiente que usaba para ir mojando a los niños. Siempre estábamos preparados y dejaba varias toallas por el suelo por si se derramaba un poco de agua y es que los conocía perfectamente ya después de convivir con ellos; muchas veces era peor su padre que los propios niños, pero el verlos felices hacia que todo mereciese la pena.

La "guerra" había iniciado, tanto el rubio, la morena y el rubito reían al ver el gesto que el castaño hizo luego de haber sido mojado en toda la cara-¿Eh?- Apenas pudo dejar salir de sus labios el rubio puesto que no escuchó aquella palabra que Darren había dicho en un susurro, vio sus intenciones y quizás podría evadirlas pero se dejó mojar. El agua cayó sobre la cabeza del hombre, los bebés al ver a su padre mojado se rieron mucho más, empezando a mover tanto manitas y pies de la emoción, por otra parte André continúo riendo porque le resultaba gracioso, casi todas las horas de baño terminaban así, mojándose entre todos. Pero venga, que esta vez había iniciado el pequeño caballerito -Termina la guerra, terminemos de bañarlo- Sugirió el mayor con una sonrisa tranquila en el rostro, pasando a tomar el shampoo del pequeño y virtió un poco sobre su mano para empezar a bañar al rubito, quien miraba a todos con una sonrisa coqueta en su rostro. -Cierra los ojitos, pequeño- Advirtió el rubio, como precaución para que no se lastimara la vista, aunque estaba atento a aquello.

Con estos tres un simple baño se convertía en una auténtica aventura. Bueno, realmente los culpables eran los dos rubios que tenían el mismo carácter bromista mientras que Ella era un poco más tranquila hasta que la provocaban y se dejaba llevar. Conclusión: uno empezaba y automáticamente todos se unían. Aquella complicidad me resultaba adorable a pesar de que yo siempre fuese el blanco de sus bromas. Sin embargo, me vengué empapando a André y entonces se rindieron. -Y volví a ganar una vez más.-dije con una sonrisa de superioridad y chocando mi mano con Ella. Ahora me centré en seguir lavándola con cuidado. Su cuerpo ya había sido enjabonado por la esponja y limpio por el agua, así que me dediqué a su cabello negro. Primero utilicé el champú para dejarlo limpito y luego le puse un acondicionador suavizante porque tenía un cabello sensible y utilizaba aquello para cuidarlo y dejárselo reluciente y brillante. Tenía que colmar de lujos a mi pequeña morena. Además de que le dejaba un olorcito que daban ganas de comérsela. Agarré la toalla y envolví a Ella cuando la levanté de la silla. Rápidamente la llevé al pequeño cambiador que teníamos para cambiarle los pañales y ahí la tumbé. Comencé a secarla con mucho cuidado de no rasparla con la toalla. Esta reía por las cosquillas.

Levanté la ceja derecha al escuchar su auto declaración, eso no era cierto, no había ganado ¿Hacía eso para picarme? ... Hice un pequeño puchero y negué con la cabeza -Mathías dice que eso no es cierto, ¿verdad rubito?- Le pregunté al chiquito, quien había tomado un patito de hule y lo apretó, haciéndolo chillar para después echarse a reír, prácticamente me había ignorado por completo, solté una pequeña risa por ello, la cual acompañó a la del bebé. Pasé a lavarle los cabellos luego de un par de minutos de haber fregado, pasando después a tomar el jabón y tallar con ayuda de la esponja todo el cuerpo del caballerito quien jugaba tranquilamente. El aroma de los productos de bebés invadió mi nariz, sonreí por ello, pues sentía una alegría enorme al tener a los dos críos conmigo y mi pareja. Darren terminó con Ella y yo estaba terminando con el rubito, le pasé poco a poco agua por todo su cuerpo para quitarle el jabón y suciedad de su cuerpo. Pasé después a llevarlo a la habitación, envuelto en una toalla, no sin antes haberle ayudado a cepillar sus dientecitos. En la habitación vi como mi chico terminó su trabajo y yo terminaba de ponerle la pijama de Mickey Mouse al rubito, al terminar, lo dejé reposar sobre su cama y de un momento a otro quedó dormido -Me ganaste- Admití entre risas, en referencia de que Ella fue a dormir antes que Mathías, debía reconocerlo, mi chico era mucho más ágil que yo.

Una vez que la guerra estaba acabada tocaba el ejercer de padres de verdad para terminar de lavarlos y poder acostarlos. Normalmente solían acabar durmiéndose después de un baño y seguramente hoy ocurriese igual. Suponía que el agua caliente acompañada del aroma del champú causaba ese efecto, la verdad es que no lo sabía. -Mathías sabe que yo tengo la razón.-le guiñé un ojo al pequeño rubio. Este me imitó como pudo, terminando por cerrar sus dos ojitos en un gesto adorable. Ella, mientras tanto, ignoraba todo y seguía chapoteando entre risas y gorgoritos.  
Me la terminé llevando a la habitación donde empecé a secarla. Presté especial atención en sus orejitas y otros puntos que podían sufrir si no se secaban bien. Le puse el pañal con un dibujo de una mariposa y luego el pijama de un enorme gatito que le gustaba por ser calentito. No dejaba ni un segundo de canturrear en susurros para que me prestase atención. Un poco de colonia y a mis brazos. Allí la mantuve unos cuantos minutos para adormilarla lo suficiente. La mecía con cuidado hasta que fui viendo como cerraba los ojos, entonces la metí en su cunita para que terminase durmiéndose ella sin nadie más. -Se me dan bien los niños.-comenté con un guiño de ojos, revolviéndole el cabello a mi chico. Apagué la luz y me alejé de los dos bebés que dormían plácidamente.

El pequeño rubio apenas sonrió amplio al escuchar salir su nombre de los labios del castaño, obviamente aún no entendía del todo lo que decía pero sí en su mayoría, mientras tanto, el mayor se encargaba de lavar con cuidado y correctmente los cabellos del caballerito, quien se había puesto a jugar con un patito de hule, objeto típico que aparece en la hora del baño de los bebés.
Una vez que terminaron, tanto el castaño como el rubio terminaron observando a sus dos pequeños hijos. El rubio tenía la camiseta mojada, al igual que el pantalón, pero este en una proporción menor en comparación que la camiseta, por lo tanto desvió la mirada hacia Darren y con un pequeño gesto de mover la cabeza hacia la dirección del baño, le insinuó que iría a aquel lugar -Voy a bañarme. ¿Te vienes conmigo?- Esta vez si se hizo clara la comunicación, sin ningún tipo de equivocarse ante lo que él quería. Invitó a su chico a que tomara una ducha con su persona con una sonrisa engalanadora en su rostro. Mientras esperaba la respuesta del menor, se empezó a quitar la camiseta y los zapatos de su cuerpo, sus manos al final terminaron deslizándose sobre el broche de su cinturón, quitándoselo poco a poco.