I'll just keep on making the same mistakes hoping that you'll understand [Fredérick, Lili]

por **Amelie R. Cortázar** Miér Ene 28, 2015 12:22 am

La programación de la noche simplemente en una vergüenza atroz para el entretenimiento, incluso yendo ida y vuelta desde el canal 1 hasta el 560, no he encontrado nada que me resulte interesante ¡Oh miren, la complicada vida de One Direction! No, paso. Le cedo cordialmente el control remoto a una de las sigmas que me hacía compañía y decido marcharme en dirección hacia mi habitación. Mantengo el pensamiento fijo en que lo mejor será un baño e irme a la cama. Mis amigas aún no se encuentran allí, por lo que tengo el area despejada para mi comidad. Casi puedo lanzar un suspiro despreocupado de mis labios.
No tardo mucho en tomar mi bata de baño y dirigirme hacia la bañera, donde todo el tiempo parece detenerse y solo tengo un pequeño problema: conseguir no quedarme dormida aquí. Soy reconocida en toda la residencia por pasar varias horas allí dentro y cantar a todo pulmón mi repertorio se canciones favoritas de Ed Sheeran. Sin embargo, ese día es distinto, solo será un tiempo corto. Termino de retirar todo el exceso de jabón que podría haber quedado en mi cuerpo y solo coloco mi ropa interior para poder salir a la habitación, no suelo tener demasiado pudor delante de mis hermanas¿Donde era que había dejado mi pijama? Ajusto mi bata y comienzo a cepillar mi cabello mientras me miro fijamente al espejo. Hoy estás más que pálida, Amelie, pareces Casper. Cepillo mis dientes y aplico apenas un poco de perfume sobre las partes indicadas en mi cuerpo. Es cuando estoy buscando la crema hidratante en el gabinete que me doy cuenta que esta ha desaparecido. Dejo escapar una pequeña sonrisa de la comisura de mis labios. Al menos ellas habían escuchado mis recomendaciones y la probaron.

Jalo del picaporte de la puerta y localizo con mi vista periférica una figura sentada en la punta de mi casa.- ¿Has visto la crema de limón de la que hable ayer?- Murmuro mientras me giro y comienzo a buscar en mi guardaropas el pijama celeste que contaba con mi predilección desde que las noches se habian vuelto tan calurosas en California.- Como sea, me alegra que la usen. Es realmente buena.- Musité, realmente se trataba de una de mis cremas favoritas en el mundo y tenía que compartirla. Sin embargo seguí sin revisar ningún tipo de respuesta y la habitación se lleno de un silencio incomodo. Extremadamente raro que una sigma este callada por tanto tiempo, incluso recuerdo escuchar gritos durante todo el día en los pasillos, son jóvenes alegres y escandalosas. Dejo caer mi bata hacia un costado y corro mi cabello húmedo hacia mi espalda mientras reafirmo mis brazos. Jalo del short verde manzana, un tanto escondido y lo coloco rápidamente en mis piernas. Sin embargo no encuentro la remera perteneciente al conjunto por ningún lado. Quizá mi ropa se había confundido con la de una de las muchachas, todas teníamos prácticamente la misma talla, por lo que todo se había convertido en una tienda comunitaria y muchas noches un desastre con el "tú has tomado mi vestido".

Cierro la puerta de mi placar y prácticamente golpeo mi cabeza contra la estructura de madera cuando percibo los ojos de Frederick sobre mi cuerpo. No reacciono ni con un solo musculo mientras miro fijamente hacia sus ojos y mi corazón se comienza acelerar de una manera inexplicable. Recuerdo que aún me encuentro en ropa interior frente a él y probablemente es lo más ligero que alguna vez haya tenido puesto para sus ojos. Cruzo uno de mis brazos sobre mi pecho, bloqueando un poco la vista y coloco mi dedo indice sobre la comisura de mis labios, pensativa. Prácticamente habían pasado meses desde la última vez que había salido de forma dramática del asiento copiloto de su automóvil. Siquiera debía esforzarme para evadirlo en la universidad, nuestros horarios nunca habían coincidido, nosotros nos esforzabamos para lograr que funcione ¿Qué hora lo que estaba haciendo en mi habitación? Intente no ilusionarme ni en una pequeña porción, bien sabía que él tenía contacto con Lili y ese podría ser de repente la razón por la que se encontraba esperando, pero ¿Por qué en mi cama? - ¿Por qué estás aquí?- No puedo descifrar la tonalidad de mi voz, no sueno ni molesta, ni alegre... quizá un poco sorprendida. Rebusco rápidamente en el armario, para arrojar una camiseta sobre mi cabeza y me acerco para depositar un pequeño beso sobre su mejilla. Aún debía ser amable, en el fondo sabía claramente que seguía manteniendo sentimientos por él. Me impregne rápidamente de la calidez de su cuerpo y su Inmaculada fragancia importado.- ¿Estás buscando a Lili? - Murmuro con mis ojos entrecerrados y una pequeña sonrisa, un tanto confundida. Mientras él responde no puedo evitar morder mi labio inferior y esconder mi rostro observando mis pies. Vamos, su presencia aún sigue causando cosas en mi casa ¿Qué rayos me pasa?

por Invitado Mar Feb 03, 2015 8:35 pm

Al final y después de tanto dudar, detuve el vehículo a un lado de la carretera. Acomodé las luces de manera remitente como solía hacerlo y de inmediato me quité el cinturón de seguridad. Saqué del bolsillo delantero de mi pantalón el celular de tamaño considerable y comencé a ojearlo de manera rápida mientras por mi mente pasaban gran cantidad de cosas que precisamente me habían hecho detener.
Tenía unos cuantos mensajes en el aparato tecnológico, pero ninguno que valiera la pena revisar en el momento, por lo que simplemente los ignoré y me dirigí hasta los contactos. De manera casual –o como si fuese obra del destino- el nombre de la mujer, era el primero que aparecía en dicha lista. Hice click al instante y escuché el primer timbre de llamada entrante, pero sin dejar que un minuto más transcurriera, cancelé la llamada. Acto seguido, lancé el celular hacía la silla del copiloto sin preocuparme por si se iba a golpear o no. Ya que ahora mismo, era lo que menos me interesaba, pues por mi mente solo podía pasar aquellas palabras que había leído de la fuente de chismes de la universidad. Un sexto sentido me decía que no debía creerlo, pero otra parte me repetía una y otra vez que si ella había sido capaz de irse con los hombres el día de la fiesta, de seguro también había sido capaz de lo otro.

Lleno de frustración, cambié nuevamente el movimiento de las luces del auto. Giré la llave del mismo para encenderlo nuevamente y comencé a conducir, Pero ésta vez, con un destino diferente, pues la idea original era visitar la empresa y organizar una gran cantidad de papeleos que había dejado del día anterior. Sin embargo, sabía que aquello podía esperar un poco más. ¿Lo otro? No estaba tan seguro.

Los minutos pasaron y con ellos gran cantidad de semáforos rojos, haciéndome pensar que tal vez era demasiado tarde para realizar aquella visita que probablemente no iba a ser tan deseada. ¿Cuándo había sido la última vez que la había visto? Podía arriesgarme a decir que hace tan solo una semana, pues había corrido con la suerte de verla a lo lejos en los pasillos de la universidad. Pero oficialmente, la última vez que había cruzado palabras con ella... había sido hace casi dos meses. Y sin duda, me atrevía a decir sin temor a nada, que la extrañaba. Aunque claro, ahora aquello no tenía validez ahora, pues seguramente había olvidado todo ya.

Finalmente, parqué el auto en un lugar seguro. Hundí el botón de bloqueo de puertas y con un simple gesto con la cabeza, le hice entender al vigilante que necesitaba su atención en el vehículo. Acto seguido, entré por la puerta trasera de la mansión de las sigmas y me topé con un par de personas conocidas. Pero para mi suerte, en aquel lugar no hallaban demasiadas mujeres reunidas, por lo que podía suponer que se encontraban en otro sitio. Así que, sin esperar un solo segundo más –y deseando que las cosas no hubiesen cambiado demasiado desde la última vez que había estado por estos lares– subí por las escaleras hasta el segundo piso. Luego, comencé a caminar por el pasillo casi en puntillas para no ser escuchado por nadie, pero una especie de animal pequeño y con rostro malévolo, se hizo presente en el espacio –Fuera de aquí– realicé un movimiento con mis manos y chité al animal tratando de alejarlo, pues sin duda, él no me agradaba y yo tampoco le agradaba. Por lo que prácticamente, comenzó a seguirme en ese corto recorrido.

-Habitación número cien- recordé en mi cabeza y con cuidado giré la perilla de la puerta. Aun en silencio, pude notar que nadie se encontraba dentro de la habitación. Eché un vistazo en general y después, me senté en el borde de una cama sin saber bien a quién le pertenecía.- Lo siguiente a esto, ocurrió demasiado rápido. Pues Amelie se hizo presente en la habitación, pero de una manera inesperada - Vaya bienvenida- Pensé mientras desviaba la mirada hacía los objetos que se encontraban en una mesa de noche. Observé el segundero de un reloj moverse y a la vez, escuché las palabras de la rubia. ¿Por qué rayos hablaba de una crema de limón? Más aun, ¿Cómo era posible que no hubiese notado mi presencia? -suspiré sin poder creer aquello. Pero una vez más, un sonido extraño hizo que saliera de mis pensamientos -Eso debió doler..- susurré por fin, dirigiendo mi mirada hacia la suya. Percatándome en ese instante, de su reacción - Parece como si hubieses visto un fantasma- fruncí el ceño y me levanté de la cama enseguida con la intención de saludarla. Devolví el beso en su mejilla con la misma delicadeza con la que se trata a una porcelana -Hola para ti también, linda. - traté de recordarle de la mejor manera que ni siquiera había saludo. Aunque aquello era entendible -¿Por qué estoy aquí? - repetí su pregunta con la intención de darle un poco de suspenso al asunto, pero finalmente sonreí - Supongo que venía a visitar esa mascota que tienen... que por cierto, no es nada agradable- negué suavemente con la cabeza -Claramente estoy aquí por ti. ¿Por qué otra cosa seria?- pregunté tratando de omitir sus palabras respecto a Lili, que aunque nuestra relación estaba mejorando, seguía sin ser muy destacable.

por **Amelie R. Cortázar** Lun Feb 09, 2015 10:47 pm

Deje escapar una pequeña carcajada, desviando mi mirada hacia el pequeño animal que se encontraba como un pequeño guardián merodeando por la habitación. Más de una vez había admitido ante mis demás compañeras de habitación el comportamiento perruno que nuestro gato solía tener, quizá ellas no se percataban porque no pasaban suficiente tiempo en la habitación, pero en mi caso ese acogedor lugar era mi favorito. Dejé un beso con delicadeza sobre su pequeña cabeza y lo posé sobre mi pecho, podía sentirlo mucho más tenso de lo normal, claramente la presencia de un extraño en el dormitorio lo alteraba. — ¿Qué les haz echo? — Musité mitad en tono acusador, mitad en broma. Acaricie lentamente el pelaje sedoso del animal y lo deje sobre la cama, dejando que haga sus recorridos diarios por cada rincón de la casa. Me sentía con todo el derecho de privarme de la libertad de contestar a los comentarios del muchacho ¿Cuanto tiempo hacia que no nos veíamos? Al principio llevaba la cuenta, con el paso del tiempo comenzó a disminuir el interés. Solo esperaba que esa pequeña visita sin previo aviso no representara un gran dolor de cabeza. Mordisquee mi labio inferior de manera intensa y deje caer mi peso sobre el respaldar de la cama. — ¿Hay algo de lo que me tenga que preocupar? — Interrogue mientras jalaba del pequeño cajón de mi mesa de noche y sacaba una barra de chocolate de su interior. Probablemente él lo podría ver como una provocación, puesto que siempre me reclamaba el hecho de mi poca salud en la alimentación, pero la mera verdad era que desde nuestra separación adoptado algunos hábitos de los que no estaba completamente orgullosa.

A un lado de la cama se encontraba uno de mis libros de medicina, abierto de par en par, con una que otra linea remarcada con un resaltador. Cerré el ejemplar de golpe, sin ánimos de leer nada más por el día de hoy y quebré un pequeño pedazo del chocolate con mi mano. Aunque probablemente el se negaría haría el gesto por cortesía ; acerque el paquete hasta su cuerpo y lo moví a ambos lados para captar su atención. — ¿Te gustaría consumir algo de azúcar para morir más rápido de lo previsto biologicamente? — Dije con cierto tono burlesco en mi voz y deje el dulce a su lado. Con Frederick había aprendido que por más que lo intentes con todas tus fuerzas hay personas con las que simplemente es inútil insistir. Mastique lentamente, saboreando el placer del cacao en mis labios y lleve ambas rodillas hacia mi pecho. Un ruido en el exterior me exalto por completo, había sido un trueno. Entrecerré apenas mis ojos. Estaba completamente segura de que no había escuchado nada acerca de lluvias para el día. — ¿Acaso eso fue un trueno? — Aún no había terminado de gesticular mis palabras cuando las primeras gotas comenzaron a caer de manera violenta, espantándose con todas sus fuerzas en la puerta de vidrio, ubicada en el balcón.

Si no me apuraba, el agua comenzaría a salpicar la cama de la pobre Emma. Me paré de golpe y me descalcé para poder pararme sobre sus sabanas favoritas. Di un pequeño brinco para poder bajar el vidrio con todas mis fuerzas, pero simplemente era inútil. Luego de unos segundos de lucha me había rendido. Toda mi camiseta estaba empapada y mi ánimo por el piso. Miré de mala gana a mi compañía masculina que aún seguía en la misma posición y reclame por su ayuda. — ¿Gusta de venir a ayudar? — Repase mis palmas entre sí, aún dolían un poco por la fricción y deja escapar un pequeño puchero de mis labios mientras miraba en dirección hacia el techo. Rápidamente mordí mi labio inferior deshaciendolo sin ninguna intención de que él me viera así de triste por no lograr mi cometido. Aclaré mi voz y apoye ambas manos sobre mi cintura. — Creo que debes jalar de la palanca hacia abajo con fuerza y trabarlo con esa de allí... — Señale desde mi lugar, sintiéndome algo pequeña ante la diferencia de altura existente entre ambos.

Mire fijamente hacia mis pies y evidentemente mis buenas intenciones ya se habían echado a perder. Efectivamente la cama se encontraba empapada y eso solo significaba una cosa : Esa noche debía de alojar a una pequeña morena en mis pies. Me sentía un tanto apenada, recuerdo que la primera vez que había entrado a la habitación reclame la habitación que estuviese en el medio, porque sí me gustan las películas de terror y no me gustaba para nada dormir sola. Manifesté mi disgusto con un pequeño gemido mientras llevaba mi cabello hacia atrás y di un pequeño salto de la cama para estar en tierra firme. — Eso es prácticamente un diluvio ¿Viniste en auto? — Cuestione mientras le alcanzaba una toalla a sus manos y reposaba otra sobre mis hombros. Estaba un tanto preocupada por la gravedad de la tormenta, sabía que en California no tenían un muy buen historial y las Sigmas me habían contado acerca de un no muy buen acontecimiento allí mismo. — Si esto sigue así no te irás a ninguna parte. — Reclamé con voz severa mientras miraba las grandes nubes negras que se avecinaban y fruncía mi ceño. No sabía de donde había salido ese tono autoritario, pero allí estaba.

por Invitado Mar Mar 31, 2015 1:41 am

Después de depositar el corto beso sobre su mejilla, regresé al lugar en el que había estado desde un inicio. Me senté en una de las camas y apoyé mis codos sobre las rodillas, aun sin despegar mi vista un solo segundo de la ajena. –Ese gato debería desaparecer-. Pensé mientras dejaba de observar a la rubia, para poder analizar con detalle cada movimiento que estaba haciendo el felino -¿Estás segura de que no hay probabilidad de que ataque? Parece más un perro. – comenté con completa confianza, aun sin despegar mis ojos del mismo –Y para tus dudas, no. No le he hecho nada…- negué con la cabeza y alcé una de mis cejas por lo lógico que era aquello – Para poder hacerle algo, se supone que tendría que pasar más de seguido por aquí, ¿no crees?- más que una pregunta, había dicho lo anterior para demostrar que en realidad era la primera vez que asistía a la casa de las Sigmas después de todo lo que había ocurrido hace varios meses con ella. Sin embargo, en cuanto soltó al animal para que pudiese disfrutar de la libertad; dejé los pensamientos que estaba teniendo a un lado y me enfoqué en los movimientos que el animal estaba realizando –No confío…- sin dar espacio a nada, me levanté de la cama y di unos cuantos pasos hasta llegar a una de las paredes, donde me recosté con absoluta tranquilidad –Y no. No me da miedo, simplemente que es mejor de lejos- aclaré mi garganta y crucé los brazos tratando de aparentar estar lo más normal posible. Acto seguido, comencé a observar el lugar tratando de encontrar cosas que estuviesen diferentes, pero para mi sorpresa, casi nada había cambiado desde la última vez. -¿Preocuparte?.. Bueno, ya que lo mencionas..- fruncí el ceño ligeramente y traté de cambiar la mirada para aparentar ser lo más serio posible. Luego, me senté en la cama que quedaba en frente de la rubia y la miré directamente a los ojos –Quería que te enteraras por mí y no por nadie más.- hice una leve pasa para aumentar el suspenso al asunto y después continué- Me quedan pocos días de vida-.

Una idea fugaz había cruzado por mi mente; estaba entre utilizar la teoría de “me quedan pocos días de vida y he venido a despedirme” y también la de “me voy a casar, quería que te enteraras por mi”. Finalmente, opté por la primera, pues sabía que era una mujer demasiado inteligente y que no se iba a dejar llevar por aquello. ¿Qué podía hacer? Las bromas de mal gusto eran una de las cosas que mejor se me daban en los últimos días. Ya que, varias cosas habían cambiado después de haber dado por terminado la situación con la rubia.

-Es broma, tranquila.- una sonrisa ladina se dibujó en mi rostro después de dejar un par de segundos de espacio para que ella pudiese captar las cosas. Pero ésta se desvaneció en cuanto observé aquella barra de chocolate sobre sus manos – Veo que algunas cosas no han cambiado...- después de dar aquel comentario, decidí dejar el asunto hasta ahí. Pues lo menos que quería era entrar en algún tipo de discusión. –Solo por ésta vez lo aceptaré- tomé el pequeño dulce entre mis manos, lo señalé para demostrarle que no había ningún tipo de truco y enseguida lo inserté en mi boca para comenzar a masticarlo, trayendo el recuerdo de la última vez que había comido algo parecido a aquello.

Sin embargo, Las imágenes que estaba teniendo de mi pasado, se vieron interrumpidas por un sonido seco y fuerte proveniente del exterior – No es posible.- respondí automáticamente a su pregunta, pues durante todo el día el clima se había caracterizado por ser demasiado caluroso. Pero como si la idea de las nubes hubiese sido hacerme quedar mal, las gotas comenzaron a caer una tras otra. Cada vez con más intensidad -¿Pero qué?..- forcé mi vista un poco más para detallar el panorama y la sorpresa fue aún más grande cuando noté el inútil esfuerzo que estaba realizando la rubia por cerrar la ventana. Entonces, tuve que tomar una bocanada de aire para disimular la risa que estaba por salir de entre mis labios – Te ayudaré porque parece que no puedes con eso..- bromeé una vez más, mientras me levantaba de la cama y rápidamente daba un par de pasos hasta llegar a la contigua.

Una vez ahí, comencé a analizar con rapidez el estado de la ventana, la cual, parecía un tanto oxidada –Lo que faltaba..-susurré sin intención de que ella escuchara. Acto seguido, comencé a forzarla para poder que descendiera y durante un par de segundos el intento se vio frustrado, pero después tomé en cuenta la idea que ella había dado sobre el funcionamiento del ventanal y fue ahí que logré cerrarla. –Sí, puede que hayas tenido razón sobre la palanca-. Traté de restarle importancia al asunto y dirigí mi mirada hacia la suya, haciendo que inevitablemente una sonrisa se dibujara en mi rostro. No solo por la cercanía, no solo por la diferencia de estatura, sino porque tanto su ropa como la mía, se encontraban completamente llenas de agua. -Creo que Morfilio está teniendo su baño del mes. –respondí a su pregunta del auto sin estar del todo seguro de si entendería que había venido en él.

Segundos después, me bajé de la cama y recibí la toalla entre mis manos -¿Estás pidiéndome que me quede contigo?- verifiqué el sentido de su pregunta, tratando de ponerle un poco más de broma. Luego comencé a secar mi cabello y cerré los ojos por un instante para que no cayera agua en ninguno de ellos. –Bueno, ya que insistes...¿Cómo negarme?- alcé las cejas de manera divertida observando su reacción, pero después suspiré -Solo dime que no tendremos que dormir con.. ese animal.- supliqué, para después chasquear los dedos cayendo en la cuenta de algo importante -¿Dónde están las demás?-- pregunté con suma curiosidad.

por **Amelie R. Cortázar** Lun Abr 06, 2015 11:44 pm

— No estoy pidiendo que te quedes conmigo. — Afirmé de forma firme y clara mientras trataba de tener algo de autocompasión conmigo misma, sin dejar que él se diera cuenta que realmente me afligía ante la idea se aún resguardar ciertos sentimientos hacia su persona. —Digo, solo hace falta ser un poco loco como para salir con esa tormenta afuera ¿no crees? — Reafirme mientras mientras me dirigía en dirección hacia un mueble en común que tenía con el resto de las muchachas y buscaba apenas parada en la punta de mis pies una que otra sabana y abrigo, para que mi compañera la próxima vez que entrara no se tendría que encontrar con un desagradable sorpresa. Jalé de las telas mojadas, doblándolas cuidadosamente y arrojándolas hacia el pequeño tacho de ropa sucia que siempre dejábamos a nuestra disposición. Acomodé las almohadas a un costado y recogí mi cabello en una coleta alta mientras miraba hacia las camas. — Pues, a mí gran pesar la mayoría de mis amigas tienen vidas sociales que incluyen novios y estudios a medio tiempo. Por lo que la mayoría de las veces este lugar simplemente parece un desierto. — Admití sin sonar demasiado antipática, puesto que como siempre me había gustado la soledad siempre apreciaba esos momentos en que mis compañeras me dejaban algo de privacidad y yo hacía de mis propias obras dentro de la habitación. Acomodé velozmente la cama, luego de varios meses de práctica y despegue la remera de mi torso, un tato incomoda por el agua. Apenas habían pasado unos minutos desde que me había bañado y ya me encontraba sumergida en un mar de ropa sucia.

Tomé la manija del último cajón del modular y tomé la camiseta que alguna vez él me había prestado y jamás había devuelto. Quizá era tonto, pero aún se podía percibir su perfume importado hasta en considerables distancias. Y aunque jamás había sentido un gran apego por el objeto, esa prenda en particular me recordaba los mejores momentos junto a él. Uno debía de admitir que guardar ese tipo de recuerdos solo representaba una clara falta de aceptación en la separación. Pero no. Yo lo tenía completamente asumido y procesado. Lancé la remera hacia su rostro, nada fuera de lo normal, jamás habíamos tenido gestos demasiado románticos entre nosotros, sería mejor de esa manera mantenerlo. — Toma. Si tomas frío quizá te resfries y no tengo intenciones de jugar a la enfermera y el paciente . — Dije con un tono bastante sarcástico mientras ponía mis ojos en blanco y buscaba una vez más entre mis pertenencias por una prenda seca. — Aunque sé algunos trucos de una jeringa vacía que una vez una enfermera me comento... lo podríamos poner en práctica. — Solo bromeaba, sería incapaz, mucho más si se trataba de él.
Posé la remera nueva sobre mi cabeza sin ningún tipo de pudor y lleve la anterior a donde pertenecía.

Miré hacia ambos lados en busca del pequeño gatito, pero no había ni un solo rastro. Entrecerré apenas un poco mis ojos hacia mi compañía, quien seguramente se había encargado de esconderlo y deje escapar un pequeño resoplo de mis comisuras ¿Por qué sería que le tenía miedo a todo lo que no llegaba a comprender? Abrí la puerta lentamente y le di una pequeña señal al pequeño animal para que entrara. Lo tomé entre mis brazos, dejando una pequeña caricia sobre su lomo y comencé a caminar en dirección hacia mi cama. — Sabes... si le dieras una oportunidad probablemente te caería bien... — Admití mientras apretaba mis labios formando una pequeña linea recta y depositaba un pequeño beso sobre su cabeza. — El pequeño felino se dirigió hacia su regazo y comenzó a buscar con sus pequeñas patitas alguna forma de juego ¿Acaso existía algo más adorable? Solo me permití dejar escapar una pequeña sonrisa de mis comisuras y me recosté apenas un poco sobre el respaldar de la cama para disfrutar del pequeño show que ambos me podrían presentar. Tigre parecía recaudar esfuerzos hasta desde sus entrañas para que Frederick le diera una caricia, pero no le otorgaba ni un poco de importancia. Toqué con la punta de mi pie su espalda y dirigí mi mentón hacia la escena. — Vamos... ni vos podes ser tan arisco en esta situación. Solo quiere jugar un poquito. — Animé, bastante entusiasmada, mientras cuidadosamente tomaba mi teléfono celular para tener un que otro registro de lo que pasaba.

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