Terror más charla, ¿que puede salir mal? || Zsadist Malone +18

Recuerdo del primer mensaje :

Desde la última salida con Zeta todo había cambiado, todo era distinto... los besos habían cambiado nuestra relación, y ya no era algo que solo pensase o supusiese, sino que era algo que estaba a la vista y no lo podía negar. El sueño, los celos, el beso en el estadio y en la mansión Sigma, en la fiesta de June... fueron los principales hechos que me hicieron darme cuenta de que era algo más que un buen amigo para mí. Me inquietaba, mucho. El sentimiento era demasiado fuerte, apenas podía dejar de pensar en el un solo segundo... siempre estaba en mi mente y por mas que quisiese nunca lograba hacer que desapareciese. Aquella mañana no tenía nada que hacer, eran vacaciones y había pasado todo el día en la piscina con las chicas, pero ahora no tenía nada interesante que hacer. Y ahí fue cuando de repente vino a mi mente el nombre de Zsadist como otras tantas veces. Me había comentado que iba a estar en la mansión Epsilon y bueno, la situación entre nosotros dos había estado rara desde el estadio y era hora de hablar las cosas, saber que era lo que estaba pasando. Ni siquiera le avisé, simplemente me presenté en la mansión Epsilon con un sencillo plan: película de miedo en su gran cine privado.

Si por algo eran conocidos los Epsilon, a parte de por ser los más ricos y fuertes del campus, era por lo ostentoso de su mansión, pero supongo que al tener tanto dinero era algo que podían permitirse. Me vestí con un short vaquero y una camiseta suelta de hombro caído junto a unas cómodas zapatillas, total, para ver una película no necesitaba nada mas. Ni siquiera sabía con certeza si Zeta se iba a encontrar en la mansión, pero algo me decía que si. La distancia entre Sigma y Epsilon no era muy larga por lo que en cuestión de minutos ya me encontraba en la puerta, la cual estaba entreabierta. Fruncí el ceño y la empujé levemente, observando si había alguien. — ¿Zeta? — Pregunté, esperando una respuesta por su parte, vamos... tenía que estar. Necesitaba hablar con el.

Los suspiros pasaron a otro plano, se crearon mas gemidos que otra cosa sin sumar la constante agonía por mantener una respiración pausada y normal, algo casi imposible por la intensidad, el calor y la excitación del momento. ¿Quién lograba mantener todo su cuerpo en calma con una mujer como Brooke? ¿Quién podía mantener la mente fría y las manos quietas? No se podía, no había otra respuesta. Comencé a adorar aquella sonrisita traviesa, aquella que se escuchaba entre gemidos luego de alguna travesura de Brooke.  Era una niña, y esa parte de ella me atraía bastante. Además de mis manos, mi crecido miembro mantenía una constante único con la intimidad femenina que aun revestía una prenda que era el único obstáculo entre ambos. Brooke aprovecho mi distracción en sus senos para entrometer las manos por el bóxers, tocando todo… prácticamente todo. Sus manos provocaron que mis besos fueran mucho más salvajes, sin mencionar que sus gemidos no eran más que aliento para continuar con todo aquello. Las caricias iniciaron un nuevo rumbo, hacia el sitio más  excitado de todo mí ser. Mi miembro. Calle un leve suspiro contra su piel, sonriendo posteriormente tras la primer caricia inocente contra mi pene. También sonreír, gozando el momento. Si necesitaba algo mas para terminar de enloquecerme era eso, que sus manos se apoderen del miembro que amenazaba y pedía ser liberado de los bóxers. Comprendí su gesto al instante, guarde silencio y más que eso solo sonreí dejando que la morena hiciera de mi lo que quisiera. Estaba entregado, en otras palabras. Estaba consciente de las intenciones y eso acelero más los latidos de mi corazón como así también mi respiración. Aproveche su ausencia para recostarme completamente sobre el mueble, es decir el sofá de cuero negro. Mientras más tardaba Brooke en hacer lo que ambos sabíamos, más ansiedad tenia. A estas alturas ya era una necesidad sentirla mía por primera vez, no recordaba otra ocasión donde una chica logre esta ansiedad en mí, este sentimiento de necesidad.

Brooke no demostró prisa, tardo lo que fuese necesario para llegar por fin a estar al mismo nivel que mi miembro. Las miradas se cruzaron, cómplices del acto que estábamos creando y que ambos buscamos desde los primeros besos. Mi bóxer quedo fuera de combate, y no iba a mentir, el roce de sus labios contra mi erecto pene fue una locura. Tuve que gemir, casi un sonido inaudible pero si logro robarme un gemido. Fue tan simple pero tan esperado que no pode callar el deseo que desprendía todo mi cuerpo. La morena había jugado con mi paciencia todo este tiempo, era hora de regresarle el gesto. Ya con mi miembro completamente a la vista, y más erecto que nunca… me dispuse a moverme sobre ella, dejando más que simples caricias, buscando humedecerla como ningún hombro lo hizo jamás. Al comienzo las bragas interrumpían el roce de mi miembro contra su sexo, pero al lograr retirarlas tenía el camino libre.  Su insulto me hizo reír, paso siguiente deje un beso dulce sobre sus labios que formaban una sonrisa, uno de los pocos gestos menos lujuriosos del momento. — Te encanta este tonto. — Mi voz estaba casi tan débil como la suya. Poco podíamos decir, nuestros cuerpos hablaban por nosotros. Abrí los ojos luego de sus palabras. Mi mano continuaba masturbándola con más intensidad tras notar como su cuerpo se movía para provocar un mayor roce, una mayor penetración por parte de mis dedos. Observe sus ojos marrones aumentando bruscamente la velocidad de mis dedos en su interior. Brooke no lograba callar los gemidos que salían de forma continua de sus labios, yo estaba tentado con besarlos pero al mismo tiempo me excitaba oírla gemir de puro placer.

Pasaron los minutos y únicamente escuchaba los gemidos de Brooke, independientemente de los sonidos de la película que seguía siendo el fondo de la escenografía. Su sexo estaba completamente estimulado y muy húmedo, una locura no querer penetrarla de una sola vez aunque todavía restaba torturarla un poco más. Deje de invadir su intimidad, llevando las manos a sus caderas, tomándolas y juntando su parte baja contra la mía. Ese fue la primera vez que mi erección chocaba contra su humedad. Fue un pequeño error, ya que no solo la provocaba a ella sino a mí mismo. Lleve la diestra hacia mi pene, sujetándolo con firmeza. Deje la punta del pene a escasos centímetros de su entrada, avance esos centímetros conteniendo el aliento tras sentir que estaba a nada de penetrarla. — Dime que lo quieres tanto como yo. — Suplique, agonizando por tener la punta de mi pene rozando y jugueteando con su sexo. Cuando parecía que iba a invadir me alejaba, torturándola, a ella y a mí también.

Deje los juegos un momento, conociendo mis límites y reconociendo que iba a embestirla en cualquier momento.  Logre incorporarme sobre ella, bajando rápidamente hasta su muy excitada intimidad. Al igual que ella, antes de comenzar con el sexo oral levante la mirada, sonriendo de lado. Tenía que calmar mi ansiedad, no podía estar quieto ni un solo momento. Acaricio sus muslos con sumo cuidado, dejando que las yemas de los dedos sea el único contacto tierno contra su piel. Con la misma lentitud mi lengua recorrió el contorno de su clítoris. Bese su sexo, lamiendo más que los límites de su intimidad. Lo único que lamentaba de la posición era tener la lejanía de las manos de Brooke, anhelaba que fueran directo a mi miembro para mantenerlo erecto y dispuesto para penetrarla.

Había llegado un momento en el que era incapaz de controlarme. Ahora mismo Zsadist podía hacer de mi lo que quisiera que no se lo iba a impedir. No recordaba ni una sola vez en la que había estado tan entregada como con el lo estaba, conseguía sacar mi lado salvaje y juguetón, al igual que yo lo hacía con el. Sonreí de medio lado al sentir como ante el contacto de mis manos rozando su miembro este se endureció más de lo que ya estaba. Me mordí el labio con fuerza mientras que seguía con los suaves masajes en los que apenas tocaba su entrepierna, lo que sin duda hacía que la excitación y el deseo fuese mucho mayor. Una vez que me deshice de sus bóxers poco a poco comencé a hacer contacto directo con su miembro. Lo rodeé con ambas manos y comencé a realizar pequeños masajes sobre el, donde hacia que mis manos se moviesen arriba y abajo de su pene. Los masajes se iban haciendo cada vez más intensos, provocando así que la erección resultase mucho mayor, hasta llegar al punto de estar en su máximo esplendor. Dirigí mis ojos color café acompañados de una sonriesa hacia los suyos, tenían un toque de inocencia, el toque que sabía que le volvería completamente loco. Arqueé mi espalda y me incliné hacia sus labios, dejando un suave pero intenso beso sobre ellos. Mientras que le besaba rocé ligeramente mi feminidad con su miembro ya descubierto. Le mordí el labio con la intención de acallar sus gemidos y sonreí sobre sus labios. Fui bajando mis besos por su cuello, donde me detuve por unos largos segundos y dejé varias mordidas y besos sobre el. Estaba deseosa de ser de el, de pertenecerle por primera vez, y agradecía que no hubiese ningún toro aquel día en la mansión... de verdad que era una suerte porque era incapaz de controlarme, Zsadist era demasiado para mi.

Mi respiración se iba agitando por momentos, las caricias de Zeta, el roce de nuestros cuerpos, la lujuria del momento... todo. Me sentía débil, presa del placer. Mi corazón latía a mil por hora, más fuerte que nunca, y repartía una especie de electricidad por todo mi cuerpo que me hacía querer más y más. Sonreí al escuchar el suave gemido de Zeta... apenas había rozado su miembro con mis labios y ya le había provocado un pequeño gemido, no quería imaginarme como iba a ser después... Varios gemidos y suspiros salieron de mis labios al sentir como se movía sobre mí con tal ímpetu. Busqué sus labios, pero acabé encontrando su oído. Suspiré y gemí con suavidad sobre su oído mientras que me seguía moviendo con intensidad para sentir más el roce de sus dedos.  Definitivamente había perdido el control de la situación, y me sería difícil recuperarlo. Aprovechando la cercanía de su oído, susurré. — Este tonto me vuelve loca... — Dije con debilidad acompañado de varios suspiros. Decidí acallarlos mordiendo el lóbulo de su oreja y besándole una última vez, introduciendo mi lengua en su boca y jugueteando con la ajena. Los gemidos provenientes de mi garganta eran incapaces de parar, estaba demasiado excitada y podía sentirlo. Eché la cabeza ligeramente hacia atrás con los ojos cerrados, recuperando la respiración al sentir como sus dedos acabaron por abandonar mi intimidad. Sabía que tendría poco tiempo para recuperarme, Zeta no se quedaría parado por mucho. Mis brillantes ojos se acercaran a los suyos, sintiendo como su miembro tocaba directamente mi intimidad. Me mordí fuertemente el labio, ocultando mi rostro en su cuello y dejando varios suspiros allí mismo. Su pene se adentró ligeramente en mi sexo, y no pude evitar soltar un gemido ahogado. No era consciente de nada en aquellos instantes, solo sabía que quería ser suya de una maldita vez. Con lentitud levanté mi rostro de su cuello y me encontré directamente con los azules ojos de Zeta, escuchándole. — Lo quiero... quiero ser tuya, solo tuya. — Susurré contra sus labios, cerrando fuertemente los ojos al sentir como apartaba su miembro de mi sexo. ¿Que se suponía que era esto? ¿Una tortura? Porque lo estaba haciendo realmente bien. Ahora, yo también sabía jugar.

Ni siquiera me dio tiempo a reaccionar cuando Zeta fue bajando sus besos por todo mi cuerpo hasta llegar hacia mi intimidad. Mi corazón comenzó a bombear la sangre más rápidamente. Sabía que era lo que allí iba a hacer, pero no podía evitar excitarme al imaginármelo. Al sentir la cabeza de Zeta entre mis piernas no pude evitar cerrarlas un poco debido a la sensibilidad que sentía sobre mi entrepierna. Pero inediatamente me di cuenta y las volví a abrir, dándole total acceso. El contraste de las suaves yemas de los dedos viajando por mis muslos y los besos y la lengua de Zeta sobre mi sexo era simplemente... excitante. De nuevo eché la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados, agarrando con fuerza el cuero del sillón, dejando que varios gemidos saliesen de mis labios. Podía sentir como las paredes de mi sexo se contraían ante el contacto de su lengua con mi clítoris, estaba muy húmeda, y el único culpable era el moreno de ojos azules. Sin darme cuenta le rodeé con mis piernas, colocando mis pies sobre sus glúteos. Estiraba los dedos de los pies ante el placer que me proporcionaba, haciendo que entrasen en contacto e hicieran cosquillas en el trasero de Zeta. Arqueé la espalda mientras que me mordía con fuerza el labio, y en ese instante mis dedos rozaron su miembro, el cual seguía totalmente erecto, al igual que yo estaba húmeda y excitada. Sentía que iba a llegar a mi límite, pero no podía, no quería aún.

Por eso acerqué mi mano izquierda hacia su barbilla, obligándole a subir con el dedo índice. Recorrí con mis ojos todo su rostro: desde sus labios hacia sus ojos, brillantes como los míos debido a la excitación. Le atraje hacia mi y le besé con suavidad y ternura, acariciando con mi otra mano libre su cabellera. Después de unos segundos me separé de el y sin decir nada fui bajando los besos, entreteniéndome ligeramente en sus pezones, pero bajando por todo su torso, disfrutando de su cuerpo. Finalmente llegué a mi destino: su miembro. Le eché una rápida mirada y sonreí, comenzando a dejar húmedos besos con alguna que otra lamida de por medio, por toda la extensión de su pene hasta llegar a la punta de este. Miré de nuevo a Zeta para después centrar toda mi atención en su entrepierna. Poco a poco abrí mi boca, dejando que se fuese adentrando en el interior de ella, haciendo que se perdiese. Cerré los ojos, y una vez dentro comencé a mover mi lengua contra la punta. La saqué y metí varias veces, haciendo presión con mis labios, disfrutando de el.

Brooke comenzó a estimular mi tan excitada zona baja, mi miembro. La temperatura de nuestros cuerpos se mezclaba formando una sola, una muy elevada temperatura corporal. Ese tierno lento y tímido de sus primeros movimientos lograron descontrolarme de una manera sin igual, nadie había despertado tanto en mi con un simple toque, me sentía completamente sumiso ante ella, frente a cualquier orden de su parte respondería sin pensar sin querer ni poder controlarme. Solo de momentos logre callar los suspiros que amenazaban con salir y ser parte del sonido del ambiente, complementándose con la música de la película aun en funcionamiento. La morena cambio el ritmo de las caricias y yo ya no pode retener más los suspiros. Oculte el rostro entre su cuello, besando su piel pero me resultaba difícil por los gemidos y suspiros tan constantes. La deseaba, más que a cualquier mujer. Me fascinaba su forma de actuar con inocencia pero con un gesto que expresaba lo contrario, como si fuera dos caras de una misma moneda. Contuve el aliento un momento, dejando que dejara los besos y mordidas que quisiera contra mi cuello, uno de los sitios más sensibles de mi cuerpo… algo que Brooke ya debe conocer perfectamente. Mis ansiosas manos trazaron caminos irregulares contra la piel de su espalda, la textura suave de la misma era un deleite que solo yo podía darme en ese momento y ese pensamiento mezquino y protector me gustaba demasiado. Baje de golpe cogiendo sus nalgas con las palmas, masajeando su parte trasera sin vergüenza alguna, acompañando aquellos masajes con suaves movimientos de mi cadera provocando que más de una vez mi pene logre contacto con su sexo.

Curve mis labios con gran satisfacción posteriormente a sus palabras. La locura era compartida y estaba dependiendo del otro siempre, era algo reciproco y que a estas alturas estaba fuera de control. Cuando me beso tome su nuca dejando las caricias en su trasero. Enrede los dedos en algunos mechones de la parte baja de su cabellera, siempre sujetando para que no intentara irse, al menos hasta que estuviera saciado de sus besos. Definitivamente sus gemidos y jadeos aumentaban mi excitación, algo imposible porque estaba al límite, no podía estar más excitado con la situación. Disfrute cada momento, cada segundo de estar ahí abajo… el placer expresado por sonidos saliendo de su boca era un impulso para ser más salvaje a la hora de lamer su clítoris. Aleje una de las manos del cuerpo de Anderson para sujetar la base del pene e iniciar con una masturbación bastante rápida, a  un ritmo mucho más constante que las iníciales caricias de la morena. Mi pene estaba completamente erguido, listo para penetrarla pero yo no dejaba de lamer y succionar su intimidad. Sentía que Brooke estaba al borde, notar eso fue una buena motivación para continuar pero no pude. Incorpore el cuerpo sobre ella, sonriendo de lado, mirándola fijamente a los ojos llenos de deseos. Su beso no concordaba con la atmosfera, fue dulce y lento… quebrantando un poco y dando una pausa frente a tanta euforia acumulada. Ese beso fue una leve distracción, al lograr separarnos Brooke hizo lo mismo que yo, bajo sin preguntar y yo imaginaba lo que eso significaba. Tome una bocanada de aire, intentando estar preparado aunque sus estimulaciones siempre son más fuertes que mis ganas de guardar silencio. Su boca fue dejando espacio para que mi miembro se perdiera en ella, podía notar sus dientes rasgar suavemente sin dañarme, su lengua repasar cada centímetro de mi extensión. — Dios Brooke… — Las palabras fueron dichas mezcladas con los suspiros que escapaban de mi boca. Acompañe sus movimientos con un leve vaivén de mis caderas, permitiendo que mi pene se perdiera aun más en su interior.

Deje que los minutos pasaran, que Brooke continuara succionando mi pene logrando lo que ya no podía negar… esa mujer estaba corrompiendo en mi vida, siendo más que una mujer, convirtiéndose en una persona sumamente importante. Ya no soportaba mas, tenía que penetrarla ahora o nunca. Tal y como hizo ella momentos anteriores, toma su mandíbula para atraerla hasta mi y besarla como en toda la velada, con cierta pasión y lujuria. La abrace contra mi cuerpo, ladeando la cabeza y así poder seguir besándola sin pausa. — Te quiero ahora. — Confesé, girando a ambos cuerpos y así poder cambiar la postura… era yo quien estaba sobre ella, acomodando las piernas y mi miembro justo en la entrada de su sexo. Levante la vista fijándola en sus ojos color café, esperando ver su reacción frente a la primera invasión. Junte mi frente con la suya, sin perder contacto visual. Hubo un breve instante de silencio, únicamente se escuchaba nuestras respiraciones agitadas intentando recuperar el aliento. Sujete uno de sus muslos y con un movimiento de caderas mi pene penetro su sexo suavemente. La sensación fue mejor de lo esperado. Quede estático un momento, notando como su interior se amoldaba a mi miembro. Siempre a un ritmo lento, inicie las embestidas ya sin poder contener todos los gemidos que se acumulaban en mi garganta.