Por los viejos tiempos {Zsadist}

Shayla estaba en la cama leyendo un libro como hacía normalmente cuando sus días caían en la rutina. Extrañaba a sus amigas, la habitación estaba vacía sin ellas pero sabía que cada quién estaba con sus propios asuntos. Cynthia particularmente peleada con Matty y Emilia perdida, cuando se sentía con ganas de despejarse pasaban días en que no volvía. La pelinegra se aburría con constancia pero siempre tenía una lista de contacto a las que llamar para salir y diviertirse un poco. Gordofo como siempre estaba recostado sobre su cama, roncando con total tranquilidad. Quisiera tu vida, peludo.

Zsadist se había olvidado de ella desde que sucedieron muchas cosas terribles con su novia Brooke, lo entendía realmente pero en esa oportunidad se preguntaba si tendría un tiempo fuera para juntarse y conversar. Tomó su móvil y escribió un mensaje: Voy para tu casa, prepara el dvd y la coca-cola. Ya sabes lo que llevaré. Shayla. No necesitaba aclarar nada más que eso. Era domingo, suponía que estaría en su casa rascando su barriga como un oso prezoso. Además, ¿iba a negarse al fernet? Ni de broma, tenía el amor por esa bebida alcohólica casi tanto como ella.

Se levantó de la cama y fue a prepararse para salir. Era una visita casual, así que con unos jeans y un peine para mantener en orden su cabello bastaba. Buscó su bolso y guardó un par de películas en él, todas de diferentes géneros, evitando las cursis y románticas y esas que a Shayla le hacían llorar y a Zeta dormirse.

Minutos más tarde dejó su automóvil estacionado frente a la casa de Zeta y fue hasta la puerta para tocar el timbre. Nada. Tocó nuevamente pero Zeta seguía sin responder a su llamado. Sin más, abrió la puerta y asomó la cabeza para ver hacia dentro de la enorme casa―. ¿Zeta?―preguntó y con la confianza de años de amistad, entró hacia el interior. No se topó con nadie en todo el pasillo de la entrada. ¿Acaso no habría nadie? ¿Dejaría la casa así de insegura? Siguió avanzando despacio esperando encontrar a su amigo por algún rincón de su hogar.

Todavía recuerdo aquel pequeño gran accidente en casa de Shayla hace algunos meses atrás. En mis peores sueños puedo revivir el momento donde intenta cortar mi cabeza usando un palo de hockey. Ahora esa historia solo provoca risa entre nosotros pero en su momento fue un golpe muy feo para mi, y se que Shayla sintió pena en los mas profundo de su ser. Soy su mejor amigo, es evidente que se preocupa por cada golpe o accidente que tengo... mas aun si es ella quien casi me deja sin razón o medio muerto en el suelo de su casa. Esta vez Shayla se llevaría un susto. Luego de su mensaje de texto me dispuse a preparar algunas cosas como ser el hielo, unos vasos enormes dignos de un buen fernet y claro, el equipo de música listo y a todo volumen. ¿Que hay de la comida? Siempre es lo mismo, unas pizzas y ya, nada ostentoso ni muy elaborado. ― Milo te portas bien que viene Shayla. ― Le dije al animal que seguía correteando por toda la casa sin importarle nada. Era un jodido mimado, gordito y que solo era bueno para dormir en el sofá.

Cuando escuche la puerta sonreí ampliamente. Llego la dulce venganza. No fui a abrir la puerta, por el contrario me quede oculto en la casa a la espera de Shayla, la conozco demasiado para saber que no tardaría en pasar por sus propios medios. Y eso paso segundos después. La morena avanzo con cierta timidez por la casa, gritando mi nombre. Lo único que logro fue llamar la atención de Milo, mi husky cachorro que fue corriendo hasta la mujer ladrando y batiendo su cola como loco. Shayla se distrajo y fue mi momento de atacar. Claro que no puedo golpearla en la cabeza pero si puedo asustarla. ― ¡BOO! ― Dije en voz alta al mismo instante que la sorprendo por la espalda. Mis manos sujetaron su cintura y eso fue suficiente para asustarla un poco. Estalle en risa luego de eso, Dios como había extrañado a esta chica. ― No tires el fernet o te vas por donde viniste. ― La salude como Dios manda con un beso en su mejilla todavía con rastros de risa por la broma. ― El es Milo, por tu abandono tuve que comprar un perro. ― Bromeo, algo tan normal entre nosotros. Todo era broma.

―¿Dónde se metió este hombre?―musitó bajito mientras llegaba a la sala de la casa y justo en ese momento un cachorro apareció frente a sus ojos. Era una hermosura de animal que labraba con total ternura. Shayla sonrió alegre por la bola de pelos que se aproximaba, y cuando se disponía arrodillarse para alzarlo en sus brazos, todo resultó al revés; ella fue alzada en brazos de Zeta que gritaba para espantarla. Fue inevitable para Shayla lanzar un grito y sobresaltarte por la sorpresa y el susto que le había dado. Sus ojos seguían desorbitados cuando oía las carcajadas de su amigo―. ¡Estás loco! ¡Casi me matas de un infarto, Zsadist!―se quejó sin poder moverse ya que la tenía acorralada―. Ah, y tú fuiste su cómplice de tan cruel plan―escudriñó con sus ojos azules al animal que movía la cola con alegría.

―Ay, no me beses, malvado. No vendré a visitarte más. Me tienes abandonada y así me recibes cuando traigo un regalito para ti―hizo berrinche, resentida por el susto que le había dado pero riéndose por la situación, buena jugada. Conociendo a Zeta esto era una venganza por la paliza que le había dado en su casa. Pero daba igual, no había sido su culpa que se metiera de noche por la entrada trasera sin golpear y encima en la oscuridad―. Toma, ¡sujeta el fernet que se cae!―advirtió rápido y giró para verlo un momento. ¿Cuántos días habían pasado desde que no lo veía? Semanas. ¿O un mes? ―. Te extrañé y sé que tú a mi, ¿compraste la Coca-cola?―sonrió y giró en su sitio para acercarse a Milo. Era precioso a pesar de que ella era fanática de los gatos. Los animales en sí la enamoraban a primera vista, por lo tanto, ese tipo de amor sí existía.

―¿Cómo has estado? Te veo más regordete, Brooke te cocina bien eh―bromeó y no pudo evitar enseñar sus blancos dientes en una sonrisa divertida―. Es broma, estás igual que siempre―se sentó en el sofá y dio palmaditas en él para que Milo se sentara junto a ella―. Nos acostaremos aquí y a tu amo le daremos una almohada para que lo haga en la alfombra, ¿te parece?

No puedo dejar de reír. Su reacción fue mucho mejor de lo esperado. Su grito, sus insultos y amenazas. Todo el combo fue simplemente perfecto. ― Oh vamos Shayla... Ni que fuera tan guapo. ― Hice lo mejor que se hacer, actuar como si nada completamente inocente de cualquier cargo. Luego de tanta ausencia la morena debe pagar derecho de piso si desea volver a lo de antes, y eso significa soportar muchas bromas de mi parte. ― No lo regañes, Milo es así con todos los nuevos. Al rato se cansara y se dormirá en el sofá o cerca de ti si es que le haces cariño. Sabe donde dormir, inteligente como su dueño. ― Mi ego no tardo en aparecer ansioso por reencontrarse con Shayla. Oh si, esta noche quedara para el recuerdo.

La morena hizo una broma que no debe hacerse con un fernet en mano. Mi desesperación fue obvia y mi reacción instantánea. Sujeto el fernet como si mi vida dependiera de ello. La miro con cara de pocos amigos, su broma fue algo lejos. ― Con esto no se jode mi buena amiga. Y gracias por el regalo y por quedarte a tomar conmigo... Si estoy solo me deprimo y ambos sabemos que eso no es bueno. ― Revuelvo los cabellos negros de Shayla usando la mano. Nuestra amistad se basa en bromas, muy pocas veces hablamos seriamente, todo el tiempo estamos de broma o hablando idioteces que jamas pasaran. ― Obvio que te extrañe, Shaylita. A quien molesto si no eres tu. ― Guiñe un ojo dejando a su criterio si creer o no en mis palabras. Es evidente que hablo enserio pero nunca esta de mas jugar con ella un momento. ― Claro que si, tenes Coca cola suficiente para tomar el litro de fernet y terminar vomitando en el baño. ― Comencé a reír. ― Ok no tanto, sin vomito por favor. Oh si, también tienes lista la habitación de huéspedes si quieres quedarte.... Sabes que no voy a dejar que subas a un taxi ebrio hasta tu casa. No. No. Y no, me niego. ― Comento negando la cabeza. Llámenme terco o exagerado pero no voy a dejar que Shayla se vaya con un extraño.

Fui hasta la cocina para prepara todo. Coloque hielo en una hielera de metal, dos vasos y para Shayla un pequeño sorbete de color rosa. ― Ahora vivo solo y estoy comiendo todo el día ¿Que esperas? ― Llevo todas las cosas sobre una bandeja hasta la sala donde Shayla estaba toda cómoda en el sofá con Milo. ― ¿Como queres el fernet? ¿Suave? ¿Fuerte? ¿30-70? ¿70-30? ― Miro a Shayla sujetando la botella con la diestra, listo para preparar el trago. ― Sin espuma, obvio. ―

― Obvio que me extrañaste, Zeta. No sé cómo sobreviviste sin mi―exageró bromeando con sus palabras y sonrió mientras acariciaba al perro de su amigo desde el sofá. Milo realmente era un animal muy mimoso, a Gordofo le encantaría conocerlo, algún día lo traería pero sin avisar al castaño ya que cuando se trataba de su gato, prefería tenerlo lo más lejos posible.

No pudo evitar reír por lo que su amigo decía aunque le resultaba repugnante la idea de vomitar en su baño. Nunca había llegado a tal punto de vomitar, siempre la cabeza en alto y sin dar esos espectáculos; ante todo era una señorita―. Sabes que tu baño jamás verá un vomito mío―dijo con serenidad y se cruzó de piernas mientras Milo apoyaba su ocico en sus piernas―. Si tienes una bonita pijama rosa no me niego a quedarme en esa habitación, ¿me prestas a Milo para dormir?―giró su cabeza para verlo a los ojos y jugó con las patitas del animal―.Oh, mi felino me extrañará por tu culpa―dijo para sí misma y se levantó del sofá para acercarse a la gran pantalla que tenía Zeta en el living de su casa. Sacó de su bolso un par de películas y las dejó exhibidas sobre la pequeña mesa de cristal―. 50-50, Zeta. Con un poquito de espuma me gusta también―sonrió mirando a su amigo y se quitó sus zapatos para sentarse cómodamente sobre la alfombra―. Aquí traje cinco películas. Esta es de acción, por si quieres ver sangre y tipos matándose. Esta es cómica, ya sabes como son, es algo estupida, la descarto―sonrió y dejó la película nuevamente en su bolso, arrepentida de haberla traído―. Esta es de terror... No tengo la menor idea de qué tal está. Y por último esta drámatica―se cruzó de brazos y sonrió, totalmente dispuesta a que su mejor amigo eligiera la película que quisiera ver esa noche, ella bastante había hecho con llevar una buena cantidad para elegir.

Observó el soberte rosa que el universitario le había puesto a su vaso y no pudo evitar sonreír ampliamente―. Me siento mimada con eso, como si tuviera cinco años otra vez―rió un poco y se puso de pie, sintiendo la comodidad de la alfombra bajo sus plantas.

― Digamos que estuve comiendo y eso. Ya sabes, lo típico. Fueron tiempos complicados. ― Respondo con el mismo sentido de broma, extrañaba estas conversaciones sin sentido que alimentan nuestras risas hasta las lagrimas y dolor de estomago. Con Shayla siempre sucedía lo mismo, no quiero imaginar lo que sera cuando tengamos tres o cuatro vasos de fernet en nuestro cuerpo. Cuando escuche la palabra felino recordé a su regordete gato cuyo nombre siempre olvido. ― Ni pienses que Milo se llevara bien con ese intento de gato odioso... Creo que odia al mundo, no se. Su humor no es de este planeta. ¿Nunca lo pensaste? ― Comento mirando a Shayla al tiempo que aflojo la tapa negra de la botella de fernet. 50-50 fue la medida que Shayla opto. Hice una mueca de sorpresa y finalmente asiento con la cabeza. Un arranque algo fuerte, seguro quiere quedar ebria en el primer vaso. ― Supongo que mi hermana dejo algún pijama por aquí... Luego buscamos uno, sino una remera vieja mía. Y no se, Milo no duerme en la cama... Luego quiere bajar y no puede, comienza a llorar. Si soportas a un cachorro llorando toda la noche, no hay problema. ― Dejo caer el fernet dentro del vaso ya con una buena cantidad de cubos de hielo. Calcule la mitad y lo mezcle con la Coca Cola.

Levanto la mirada hacia las películas, muy atento a las descripciones de todas y cada una de ellas. Da igual mi elección, seguro no vamos a mirar ni un poco de la película. ― Miedo o acción. La que tu prefieras. ― Dejo caer ahora la Coca Cola muy lentamente, el truco esta en  inclinar el vaso y no dejar que la mezcla sea demasiado brusca porque eso provoca una espuma no muy buena. A mi no me gusta. ― ¿Otra vez? ¡TIENES CINCO AÑOS! ― Bromeo riendo. Extiendo la perfección de fernet recién preparado hacia Shayla y proceso a hacer mi vaso esta vez, no tan fuerte, lo mejor es arrancar tranqui 120. ― ¿Que comeremos? ¿Pizza como siempre? ― Termino mi fernet y dejo todas las botellas, sobre todo el fernet, lejos del borde de la mesa. No quiero tener una mancha negra en la alfombra.

― Che... Estas muy bien eh... Yo te imaginaba mas gorda, descuidada y teñida. ― Me siento a su lado, asustando sin querer al tranquilo y medio adormecido Milo. ― ¿Y que tal? No lo digas... el mejor fernet de tu vida. ―

―Claro que lo pensé, pero eso lo hace especial. ¿Nunca viste Alf? Mi peludo es así, de otro planeta. Siempre me pregunto que estará pensando―Shayla sonría con orgullo cada vez que hablaba de su gato, como si fuera toda una madre para él. En verdad no sabía qué haría sin Gordofo, solía mimarlo demasiado y él sólo era feliz con ella, como si supiera que sólo la pelinegra era buena para él―. Y a Milo le vendrá bien un amiguito, ¿verdad, bonito precioso? ¡Si, si, tía Shay!―jugó como una niña con el cachorro sin evitar reír por lo que hacía―. Claro que lo tolero, si quiere bajar de la cama cuando esté durmiendo lo ayudaré. ¿Crees que con mi mascota y contigo no estoy acostumbrada a los berrinches?―miró a Zeta directamente a los ojos mientras él terminaba de preparar su fernet.

Rio a carcajadas con su amigo por lo que decía referente a su edad y no iba a quedarse callada―. Si yo tengo cinco, tú aún estarías en pañales. De los dos, el más inmaduro eres tú, Zsadist―bromeó entre risas y tomó el gran vaso de fernet cuando se lo entregó. Quedaba apenas un rastro de espuma y cuando dio su primer sorbo, el sabor agrio a las vez dulzón por la coca-cola se apoderaron de su garganta. Una delicia, tal como la recordaba. Estaba algo fuerte pero nada que no pudiera superar esa noche―. Está bárbaro, ¡salud!―hizo un leve movimiento para el brindis y volvió a beber otro sorbo.

Se acercó al DVD para poner la película de terror. Shayla siempre evitaba esas películas, pero ahora que estaba con Zeta sería buena idea para no sentirse demasiado solitaria. Realmente no le gustaba ver terror sola, y su amigo era de disfrutar ese tipo de cosas. No había video de miedo o de historias de terror que no le enseñara, así como le hacía ver esos programas en la televisión de Historias de ultratumba. Hasta el nombre le causaba miedo a Shayla.

―Con tanta pizza parecemos los Tortugas Ninjas, gordo. Soy Rafael y tú Miguel Angelo, el más gracioso―sonrió aún dando la espalda a Zeta para lograr tener lista la película. Ya sentía que hablaba estúpideces y aún no había tomado demasiado fernet. Cuando todo estuvo listo, tomó el control remoto y se sentó en el sofá, Milo se acomodó entre los dos y cerró los ojos para descansar―. El control es todo mío. Si esto va mal, entre el fernet y la película terrible que estamos por ver, se apaga―anunció.

― Alf hace reír. Tu gato da miedo. ¿No ves el dibujo animado "Kid VS Cat"? Ese si es tu gato... ― Cruzo los brazos y mantengo la mirada fija en ella, como si ese gesto hiciera mi comentario mas rudo o seguro. La verdad es que ya comenzamos a fastidiarnos sin poder darnos cuenta, ni siquiera era evitable no iniciar lentamente una pelea de dialogo, la cual jamas llegaba a un enfado sino a puras risas por las barbaridades que podemos llegar a decir con tal de ganarle al otro. Y de barbaridades hablo por mi, jamas pierdo con Shalya. Meneo la cabeza de lado a otro fingiendo estar molesto por sus palabras. ―¿Crees que con mi mascota y contigo no estoy acostumbrada a los berrinches? ― Imito su voz y exagero sus gestos de la cara. ― Bien, puedes hacerlo... pero solo por esta vez. Luego se hará mas grande y querrá dormir en la cama donde no vamos a entrar los dos... Si eso pasa te culpare eternamente. ― Con Shayla advertida, amenazada y demás... Pude suponer que mis palabras eran solo un juego para ella y que no haría caso alguno. Esa noche iba a usar a Milo de peluche y lo haría las veces que pudiera. Lastima que no puedo malacostumbrar a su gato... ese animal ya vino fallado de quien sabe donde.

― Ojala tuviera pañales para arrojarlos en tu cabeza. ― Fue mi respuesta a su broma. Posteriormente chocamos nuestros vasos de ese liquido negro tan perfecto. No comprendo a las personas que no beben fernet ¡Era una delicia! ― Rapidooooooooooooo. Quiero ver la película. ― Me acomodo mejor en el sofá, ocupando gran parte de este como normalmente lo hago. Continuo bebiendo fernet muy lentamente, disfrutando de ese sabor tan peculiar. ― Llego meses sin tomar esta mierda. Me alegraste el día, la semana, el mes, el año.... OK no, el año no. ― Dejo el vaso sobre la pequeña mesa de madera junto al sofá.

Me quedo mirando a Shayla esperando alguna idea para la comida. Amo la pizza, puedo comer pizza siempre sin cansarme pero parece que Shayla no puede seguir con esa rutina. Alzo los hombros y continuo a la espera de un plan b que no implique cenar pizza. ¿Que mas puede ser? ¿Vamos a llamar al delivery? ¿Cocinamos? ¿Improvisamos? ¿Y Candela? ¿Y la moto? Quien sabe. ― Bueno esta bien pero dime que vamos a cenar. Eso me tiene mas preocupado. ― Observo a la morena fijamente a la espera de una respuesta. ― Pidamos delivery, gorda. Quiero sentarme a ver la película que ya comienza. ― Ahora miro hacia la tele, esperando que la películas comience pero no, eran las publicidades de futuras películas. Aburrido. ― Oye chica del control remero no me quejo si pasas directo a la película. ―

Shayla fingió seriedad cuando Zeta la reprendía con lo que decía. Puso los ojos en blancos, totalmente divertida de oírlo hablar de esa manera como si fuera un padre retando a su hija por los animales. Era divertido en verdad, y la pelinegra sabía que no hablaba en serio, hasta que terminó de hablar soltó una risa burlona―. Sí, señor―jugó un poco.


Una vez puesta la película, empezaron los trailers de las demás películas, cosa que a Shayla le gustaba ver. Sin embargo al castaño no. Shay giró su cara para verlo a los ojos y arrugar el entrecejo―. Qué impaciente eres―murmuró con suavidad y empezó a adelantar hasta llegar al menú de la película y dar play. Apenas a las primera escena puso pausa y miró a Zeta― Vos serví más fernet, yo voy a llamar para pedir una pizza, ¿estamos de acuerdo? ¡Estamos de acuerdo!―sonrió jugando con sus palabras con el mismísimo comercial de fernet de la tv―. ¡Atrapalo!―advirtió arrojando el control y girando para acercarse al teléfono y marcar al mismo delivery que ambos conocían, donde obviamente hacían las mejores pizzas. Calabressa, ¿había una tipo de pizza más delicioso que esa? Shay lo dudaba rrealmente.

Volvió a sentarse en su lugar en el sofá y acarició la cabecita de Milo otra vez. Cruzó sus piernas para sentarse como indio y esperó a que la película empezara. La primera escena era oscura, de una enorme casa. Típico, ¿qué tenía de especial? A medida que la imagen avanzaba, imágenes de un perro ladrando a la nada y una carrito de juguete moviéndose solo ya empezaban a ponerla incómoda. Esperaba no sufrir mucho con esa película, solía siempre cubrir su cara en las escenas más escalofriantes. Odiaba la sorpresa de repente en la pantalla de una cara tétrica, la odiaba.

El efecto de mis palabras fue totalmente nulo. Shayla se muestra divertida y sarcástica con esa respuesta tan actuada. Por unos segundos considere lanzar una almohada en su dirección pero rápidamente logre mantener la compostura, no debo olvidar que el fernet esta en medio de la mesa y una guerra de almohadas era lo menos indicado para el momento. Un desafortunado accidente y tendríamos la botella partida en dos sobre la alfombra con una gigante mancha de color oscuro. Siento escalofríos de solo pensarlo. Desperdicio de fernet y una enorme mancha imposible de quitar, terror absoluto. ― Oh si... no dejes la puerta cerrada o no podrá salir al jardín a hacer sus necesidades. No es muy lindo despertar con la cama húmeda sabes. ― Hablo desde mi horrible experiencia con Milo durante los primeros días. De la emoción por el nuevo cachorro olvido lo mas básico, sus necesidades. Esa noche Milo no pudo bajar de la cama y termino mojando todo, nunca imagine que un perrito pueda retener tanto liquido.

Asiento con la cabeza dando razón a la morena. Impaciente es un defecto de los mas notorios en mi, odio esperar, odio el misterio. Shayla logro hacer que me carcajee un poco. Negué con la cabeza mientras pensaba "No puede ser mas tonta". Todo con cariño, llevamos esa amistad que sin insultos pierde la esencial. Simplemente no somos nosotros si no hay ofensas, bromas pesadas o apodos ofensivos para cualquiera excepto para nosotros. Me quedo en la sala con el trasero muy aplastado en uno de los laterales del sofá. Mientras espero a Shayla aprovecha para llenar de nuevo su vaso, agregando mas fernet esta vez. ― ¿Te gusta la espuma, cierto? ― Interrogue a la morena sin despejar los ojos de la botella, sumamente concentrado. Sin esperar respuesta, dejo apenas un poco de espuma. ― Apresúrate... no pienso pausar la película. ― Miento. La película quedo en pausa desde que la Alpha arrojo el control en mi dirección, cediendo el poder.

Shayla regreso y la película pudo continuar.

Los comienzos eran lo importante, si aburren la película aburre... si es interesante lograre quedarme quieto sin molestar a nadie. Di un pequeño bostezo algo desanimado por las primeras escenas. ¿Acaso todas las películas de terror son iguales? Tan predecible. Ni modo, solo me quedo fastidiar. Mis ojos se desviaron disimuladamente a mi compañera de al lado. Oh Dios, esto es tan tentador... y yo tan débil. Aprovecho el suspenso de la película para realizar el ataque. Ayudado con la música, fue mucho mas facil tomar por sorpresa a Shayla. ― ¡NOOOO! ― Grite fuerte y claro. Mi mano toco las costillas de Shayla, tal y como hice al comienzo. En pleno silencio... un grito asi asusta a cualquiera. Hasta Milo quedo sobresaltado y ladrando desde el asiento. Yo explote en risas, cayendo hacia el apoya brazos con lagrimas en los ojos por lo divertido que fue. ― Tu cara fue mundial... Pago por verla de nuevo. ― Estiro el brazo para tocar y tranquilizar al cachorro. ― Ya esta bobo, era una bromita. ―

OFF: Me reí al escribirlo <3 Te aprecio.

La pizza pronto llegaría pero Shayla no estaba con mucho apetito, simplemente esperaría mientras se concentraba en la película junto con su amigo y su can. En un momento volvió a recordar a su gato... Esperaba que no estuviera al cuidado de Emilia, quién sabe las maldades que le haría. ¿Por qué nadie quería a su bebé?

Apoyó las manos en su rostro, una simple posición inconsciente que hacía para cuando llegar a la escena que no deseaba ver, de esa forma se cubriría el rostro fácil. Era una miedosa sin dudas, eso bien lo sabía Zeta pero no podía evitarlo. Si bien era miedosa no era muy cobarde cuando algo así le tocaba vivir, aún recordaba esa vez con sus amigas en la casa kappa, ¡cuánta adrenalina! Permaneció callada y sólo se movió para dar un trago más al fernet. Ahí vamos... pensó con serenidad y curiosidad cuando otra escena oscura y peligrosa se asomaba en la película. Sus ojos azules estaban muy fijos en la pantalla y su cuerpo tenso esperaba el terror. De repente, dio un grito alto pero no por la película, que al final no había sido nada. Sino porque Zeta se había encargado de hacerla saltar de su lugar con su grito repentino―. ¡OTRA VEZ!―gritó parada a un lado del sofá, con el corazón a mil por hora mientras Milo ladraba igual de asustado que ella―. ¡Vas a darme un infarto, Malone!―tomó las dos almohadas de sofá y una se la tiró por la cabeza―. ¿Quieres que salga de tu casa en una bolsa negra, verdad?―rió un poco por la situación y volvió a darle otro almohadazo. Sin embargo, ese último golpe rebotó hacia la mesita donde estaba el fernet y todo el líquido cayó al suelo. A la alfombra más bien. Ver cómo todo el líquido se esparcía por la delicada alfombra sí que era mucho más terrorifica que la película. Shayla se cubrió la boca por el moco que se acababa de mandar y retrocedió dos pasos.

― ¡¡Perdón!!―dijo mirando a Zeta. ¿Había dicho que él quería que saliera en una bolsa negra de residuos? Ahora sí que saldría de esa forma, Zeta no le perdonaría ese desastre.

Perdí las fuerzas de tanto reírme. Primero su salto hasta el techo mezclado con un grito y ahora su reacción. Shayla estaba furiosa, con la voz algo temblorosa y todavía sin reírse. Ok, eso si es grave... quizás se enfado de verdad. Limpie las lagrimas de mis ojos, todavía manteniendo una tenue risa al revivir ese momento en la mente. ― No. No. No... Tenias que ver tu cara, fue simplemente perfecto. ― De nuevo comienzo a carcajearme. Me dejo caer en el sofá, aferrando los brazos a mi estomago. Siento dolor de tanto reírme y claro, Shayla no hizo otra cosa mas que arrojarme almohadas. Para que... únicamente aumento mucho mas mi risa. ― Soy débil lo sabes ¡No puedo evitarlo! ― Cubro mi cabeza con ambos brazos, no puedo hacer otra cosa. Ni siquiera tengo fuerzas para levantarme y atacarla yo con almohadas. Esta era la oportunidad de Shayla para descargar todo su odio. ― Ya basta, fue una broma... Me hare encima si no te detienes. ― Ni siquiera eso detuvo a la morena de ojos azules. Hubo una ultima almohada que impacto en mi con fuerza, tanta fuerza que la almohada salio despedida quien sabe a donde. Nunca imagine lo que había pasado hasta que vi la cara de Shayla. Hubo un momento de silencio por parte de ambos, los insultos y risas quedaron en la nada.

La morena se disculpo y yo no quería ni mirar lo que era evidente. Ok, respira... solo fue un accidente ¿Verdad?. Por fin me atrevo a mirar el gigante, que gigante... EL ENORME charco de fernet sobre la alfombra. La concha de tu madre All Boys. ― Oh Shayla, te dije que no tiraras nada. ― Revuelvo mis cabellos sin saber que mierda hacer. Ya esta, no hay otra solución que llevar la alfombra a una limpieza y rogar que la mancha saliera sin problema. Regreso la mirada a la apenada chica previamente asustada por mi. Pobre la gorda, primero se gano el susto de la vida y ahora el moco de la noche. Como ella ninguna. ― Sabes que... te vas de mi casa. ― Mi seriedad duro apenas 5 segundos pues luego le sonreí. ― Bueno... creo que muy en el fondo sabia que esto iba a pasar... lo malo es que fuiste tu quien lo hizo, hubiera sido mejor si lo hacia yo. Ya esta, no importa. Es solo una alfombra ¿No? ― Cuando mire de nuevo la mancha negra note que Milo estaba en medio de ella y lamia la alfombra.

Abrí los ojos grandes y de un salto fui al rescate del pequeño animal. Lo tome en mis brazos pero fue tarde, Milo tenia las patitas mojadas de fernet y su nariz también. Era un perro con aroma a fernet. ― ¡Milo! Te bañe hoy a la mañana y ya apestas.... encima a fernet. ― Bufe molesto pero Milo parece estar feliz (O ebrio) porque mueve su colita rápidamente. ― Tu lo bañaras ahora y yo sacare la alfombra al jardín. ¿Si? Bien, procura no hacer otra cagada mientras. ― Dejo al animal en los brazos de Shayla. ― No me mires asi, Shayla. Saco la alfombra y te ayudo. Lo prometo. ― Levanto el dedo meñique para formalizar la promesa por la garrita, la promesa mas sagrada.

Te vas de mi casa. Shayla ya estaba pensando en salir corriendo a su coche e irse antes de que, además de la mancha de fernet, estuviera una mancha de sangre sobre esa alfombra. Exageró con sus pensamientos y se calmó cuando vio la sonrisa de Zeta, asimilando lo que había pasado. Tenía ganas de darle otro almohadazo, ¿porqué se había disculpado? Era culpa suya por casi matarla del susto dos veces― Milo no, te va a hacer mal―dijo al can notando que pasaba su lengua por la mancha de fernet. Las mascotas se parecen a sus dueños, pensó para sí misma sin evitar sonreír por ese pensamiento. En eso, las palabras de Zeta parecían ser órdenes―. ¿Yo? ―preguntó con incredulidad ante la idea de tener que bañar al animalito. Su ropa no era para ensuciarse, era demasiado cara. Resopló si ningún reproche, al fin y al cabo se lo debía por el desastre que había causado; esa alfombra seguro costaba mucho más que sus prendas.

Miró a Milo y lo mantuvo alejado de su cuerpo para no machar su ropa con fernet, las patitas del peludo estaba muy mojadas. Sonrió al ver su cara de circunstancia y pensó que quizá bañarlo sería divertido, dudaba que pataleara y se quejara así como hacía Gordofo, que aunque se bañara solito con su lengua como animal que era, Shay igual lo bañaba―. Bueno, Milo, ¡vamos a la guerra!― anunció divertida. Miró a Zsadist―. Por la garrita, Malone―selló el pacto más fuerte entre ellos entrelazando su dedo meñique con el de él. Giró en su lugar y fue al baño, por el pasillo.  Sin duda usaría la bañera, no lo sacaría al patio de noche donde podía enfermarse. No conocía bien la casa pero el baño no podría ser muy difícil de encontrar. Una vez allí dejó a Milo encerrado en la baño y fue a la habitación de Zeta para buscar una playera y ponérsela para que su ropa no se mojara. Eligió la playera que ella suponía que Zeta usaba menos y volvió al baño, a llenar con agua tibia la bañera―. Al salir de aquí oleras a rosas―Milo ladró moviendo la cola.