Una noche diferente (Privado)

Faltaban unos pocos minutos para que se hiciese medianoche, y terminase aquel día de julio. John empezó a moverse entre las sombras tenía una foto del mapa de aquella casa, sabía el número de habitación a la que debía de ir, pero no que ventana le correspondía. Empezó a contar ventanas asegurándose de que encontrar la correcta. Muchos se preguntarían ¿cómo había conseguido un mapa de la casa? Era una respuesta sencilla, solo había que tener una actitud amable, don de gentes y llevarse bien con algún funcionario, y bueno, ser un delta. No era el primer plano que conseguía, un buen bromista debía de conocer bien el “campo de juego”.  

Después de contar tres veces y asegurar que aquella ventana era la correspondiente cogió unas pequeñas piedras en las manos y las lanzó contra el cristal, intentando llamar la atención de las chicas que estuviesen allí, aunque no sabía si habría alguien en el interior, ya que las únicas luces encendidas se encontraban en el piso de abajo, de donde se escuchaba música alta, seguramente se encontraban de celebración. Al no obtener respuesta decidió que colarse en la habitación sería una buena opción, factor sorpresa. Empezó a escalar por uno de los canalones con cuidado, no quería hacer mucho ruido ni que se descolgase de la pared, ya que no estaba todo lo fijo que debería de estar, por lo que se sintió aliviado cuando llegó al tejadillo del primer piso. Se sentó durante unos segundos observando la altura a la que estaba, tenía suerte de no padecer acrofobia, porque si no llegar hasta la ventana hubiese sido un paseo entretenido. Después de descansar de ese esfuerzo se puso en pie con cuidado, intentando avanzar con pasos firmes, con cierta confianza, tenía claro que aquello era más fácil de lo que vendría después. Se acercó a la ventana e hizo presión para conseguir abrir la ventana, si no hubiese estado estudiando una carrera quizás la delincuencia no habría sido una mala opción.

Abrió la ventana y metió la cabeza antes de entrar, para confirmar que la habitación estuviese vacía, y así era, los únicos seres vivos que había en aquel lugar eran gatos. Miró hacia abajo, donde había colocado un escritorio ”Estupendo, no podía haber colocada una cama pensó mientras ideaba la forma de meterse sin pisar los papeles que había colocados sobre la mesa, para ello tuvo que meter medio cuerpo, apoyar los pies en la silla e introducir la otra mitad del cuerpo. Apoyé las manos sobre el escritorio y en ese momento la puerta se abrió.¿Dónde ha quedado eso de llamar antes de entrar?

Era la tarde noche del Cumpleaños de Circe, y pese a que ya había avisado de que no querría una fiesta demasiado escandalosa, ni nada por el estilo, a decir verdad es que cuando ya llegó la noche la cosa se había animado bastante. Tanto, que por mala suerte no recordé mi pacto con John sobre la sorpresa para la castaña para ese día especial. Jonny era un tipo genial y el chico que le gustaba a mi amiga. No sabía cual sería su regalo, pero sin lugar a dudas debía ser un detalle lo suficientemente importante cómo para que decidiese trepar y llegar hasta la ventana de la habitación, aun a riesgo de caerse. Pero no. Ya habíamos valorado esa posibilidad y habíamos comprobado, que tanto el tejadillo de la primera planta, así cómo la anchura de la cornisa, eran o suficiente "seguras" para no liar algún desastre. No obstante, ya me había encargado de recordarle a John lo loco que estaba para hacer algo así y que las puertas existían para entrar a los sitios, pero claro, supongo que el instinto romántico le hacía creerse casi un verdadero Spiderman.

Estábamos bastante tranquilas hasta que tuve que subir a nuestra habitación para agarrar mi cámara de video y hacer de aquél momento, algo realmente memorable. A estas alturas debo de decir que no había recordado el plan de Jonny, o mas bien que en esa noche, él mismo se colaría por la ventana de nuestro cuarto para dar esa sorpresa a Circe. La mala memoria, me hizo no caer en la cuenta de que, esa misma tarde yo misma había dejado el cierre de la ventana abierto por dentro de manera que al chico se le facilitase la tarea de llegar y entrar sin problema alguno.
Estaba rebuscando las baterías en una cómoda cuando empecé a escuchar unos golpecillos contra la ventana. No tan siquiera me había molestado en encender la luz general y me estaba sirviendo de la luminosidad que me brindaba la luz de las escaleras, lo cual quiere decir que la penumbra aun se mostraba bastante presente, pero no me importaba, tan solo debía llegar recoger las baterías y volver a irme. Ese ruidido, persistió y pensé que serían los gatos, no dí importancia hasta que ya si que pude ver como un bulto negro trataba de entrar por la ventana y me acerqué como por inercia encendiendo la luz y recordando que era John, pero claro, el susto al no reconocerle por la oscuridad (y por mi mala memoria) habían llegado antes y un pequeño grito salió de mi boca antes.

Tuve que ayudarle a esconderse antes de que subiese alguien alarmado por mi tardanza o más bien por el grito en sí. Ya cerrando la puerta y dejando a castaño que se recompusiera un poco le miré con diversión —¡Lo siento Jonny, no me acordé! No te quejes ahora, te dije que era mejor entrar por la puerta de la cocina... pero te dió por hacer el super -héroe...—Le dije con disculpa lo primero, en voz bajita y tapándome la risa ante la gracia que la situación en sí me provocaba a lo último, justo antes de escuchar subir a alguien que se paró y luego continuó subiendo —No se si será Circe, pero alguien esta a punto de llegar... y no sé quien si no es ella...— Rápidamente visualicé mi propio armario —Ráaaapido escóndete, si Circe te ve ahora, ¡dí adiós a tu sorpresa!— Le dije y casi le empujé a dentro antes de que justamente la puerta se abriese y me obligase a disimular poniendo un gesto algo forzado y extraño, mirando a todas partes y fingiendo buscar algo que no encontraba.

La castaña nunca dejó de sonreír  en toda la tarde-noche y aunque había dicho que no quería nada especial, parecía que sus amigas no le habían hecho caso. El problema era que, Circe, siempre se desesperaba cuando las fiestas o reuniones se alargaban más de lo debido o cuando ella era el centro de atención, como era este caso. Y no era por sus amigas, sino que la chica siempre había sido así y era por eso que nunca hacía fiestas de cumpleaños. Aunque, en realidad se estaba divirtiendo, no puedo evitar sentirse un poco cansada y con un sueño temprano. Sin embargo, no quería hacer la grosería de irse a dormir y dejar a todos sin la festejada, por lo que se divirtió un poco más hasta el punto de que se quitara el sueño gracias a las risas y las platicas que se estaban dando.

Estaba tan concentrada en la plática que, cuando volteo para pedir la opinión de Imogen, se dio cuenta de que la rubia no estaba. Frunció el ceño un poco desconcertada y buscó la figura de la rubia por toda la sala de la casa Sigma, rindiéndose al final, cuando no la encontró. Dejó que sus demás compañeras siguieran hablando y se dirigió a la cocina, pensando que quizás la chica había ido por algo, aunque no faltara nada en la sala. Volvió a fruncir el ceño al ver que la cocina estaba vacía, por lo que, encogiéndose de hombros caminó hacia la sala de nuevo. Cuando pasaba cerca de las escaleras que conectaban a las habitaciones, Circe escuchó ruidos en la parte de arriba, seguido por un tenue grito, el cual identificó rápidamente. Imogen. Con cuidado, la castaña subió lentamente para no hacer ruido y así seguir escuchando lo que pasaba en aquel lugar. Al estar arriba, volvió a fruncir el ceño al ya no escuchar nada y se dirigió hacia su habitación, deduciendo que la rubia estaría ahí.  

Al abrir, se encontró con Imogen buscando algo con la mirada. — ¿Qué haces aquí, Imo? — le cuestionó algo divertida. De reojo vio que la ventana estaba abierta, así que caminó hacia ella y la cerró de golpe, pensando que esa tarde había cerrado aquella ventana o eso había creído. — Escuche un grito… ¿Fue tuyo o fue mi imaginación? — le cuestionó dudosa. Con media sonrisa, vio que Cherry se encontraba cerca del armario de Imogen y parecía que trataba de entrar. Circe caminó hasta donde estaba el pequeño gatito y lo tomó entre sus brazos, para luego sentarse en su cama y dejar a Cherry en su almohada. — Les dije que no quería tanto ruido y ve… — soltó una suave risa y negó con la cabeza. Soltó un suave suspiro y miró a su amiga. — ¿Bajamos? — le preguntó.

Antes de entrar por la ventana miró hacia abajo para ver cuanta distancia había hasta el suelo, no tenía miedo a las alturas, pero quería ver a cuanta distancia estaba del suelo. Terminó de andar sobre el tejado mientras que recordaba que todo aquello era por darle una sorpresa a la cumpleañera, ya que si entraba por la puerta principal irrumpiría en la fiesta sigma y aquello era lo último que quería. En aquel momento vió que la persona que acababa de encender la luz era Imogen y rió ante su reacción-Venga Imo, que Athan es más feo y precisamente no gritas cuando le ves. Pero ni siquiera sabía si la rubia había escuchado, parecía que se había vuelto loca moviéndose de un lado a otro de la habitación.

Terminó de entrar en la habitación y miró desconcertado todos los paseos que se estaba dando la sigma, ¿en qué estaría pensando?-¿Por la puerta de la cocina? Demasiado visto... además por el tejado es más divertido...-dijo encogiéndose de hombros antes de que la rubia empezase otra vez a moverse rápidamente. Lo que pasó a continuación pasó tan rápido que no supo cómo terminó metido en uno de los armarios. ¿Pero qué fuerza tenía Imogen? Por lo que fue en ese momento en el que decidió que nunca se metería con ella, no quería que de un golpe lo mandase al hospital. Segundos después la puerta se abrió era Circe, pudo reconocerla por la voz, ya que desde el armario no podía ver nada. Se movió un poco intentando no hacer ruido, ya que en aquél lugar faltaba espacio, había demasiada ropa como para que él estuviese cómodo. Notó que alguien se acercaba al armario, y se tapó la cara con uno de los vestidos que había en el armario, como si el resto del cuerpo no se le fuese a ver, pero por suerte aquel sonido de pasos se volvió a alejar. Durante ese tiempo empezó a intentar pensar en la forma de salir con dignidad de aquel armario, pero no había ninguna forma de salir de allí sin parecer una persona que estuviese en sus cabales, era una misión imposible.

En la habitación no se oía más que silencio, por lo que pensó que las dos chicas se habían ido hacia abajo, pero decidió quedarse por si alguna de las dos volvía a subir por algún motivo. Así que decidió mover un poco la ropa que colgaba para que no le molestase, aunque hizo algo de ruido no le importó porque si estaba solo, ¿quién iba a saber que estaba allí? Mientras lo movía intentaba pensar que iba a hacer nada más salir de aquél mueble...

La griega frunció el ceño al escuchar lo que había ido a buscar a la habitación y soltó un pequeño suspiro, pensando en todas las fotos que Imogen querría tomar aquella noche. No es que le molestara, sino que siempre había sentido que las fotos y ella no iban de la mano. No era una belleza y no era muy fotogénica para estar saliendo el fotos, y menos cuando sabía que ese día ella era en centro te atención. Negó con la cabeza y le sonrió a su amiga. — No debiste abandonarme solo por eso — la regañó gentilmente y cambió de tema cuando la rubia explicó el porqué de su grito. Soltó una pequeña risita y ladeó un poco la cabeza, mirándola fijamente. Circe notaba algo extraño en la rubia, como si estuviera nerviosa por algo, sin embargo no dijo nada y se dedicó en acariciar a su pequeña Minnie, quien estaba molesta por tanto ruido. — Me di cuenta que no estabas y fui a buscarte a la cocina… — se encogió de hombros y puso a su gatita sobre su regazo — Cuando pasaba por las escaleras escuché tu grito y subí a ver qué pasaba — le explicó mientras veía como Minnie se levantaba y se iba a su almohada, indignada por haber interrumpido su descanso.

Después de dejar a Cherry en su lugar, Circe le sonrió a su amiga y junto con ella empezó a caminar de regreso a la fiesta. Antes de que la chica empezara a bajar, escuchó las palabras de Imogen y se quedó parada en el penúltimo escalón, mirando a su amiga con preocupación. — ¿Te duele mucho? — le preguntó mientras miraba su rodilla. Ladeó una pequeña sonrisa y asintió — Voy por ella, baja con cuidado — le dijo con una dulce sonrisa y se encaminó hacia su habitación, pensando que todo aquello estaba siendo muy raro. Imogen decía que le dolía la rodilla y aún así tenía una sonrisa bastante extraña dibujada en su rostro, como si estuviera ocultando algo divertido o si su dolor fuera gracioso. -Quizás no quiere preocuparme- pensó con un pequeño suspiro y se quitó esos pensamientos mientras entraba a la habitación.

Al entrar, la castaña buscó aquella cámara con la mirada y sonrió triunfalmente al encontrarla donde Imogen le había indicado. Al tenerla en sus manos, dio media vuelta para salir de ahí. Mientras giraba, notó que su pequeño Cherry seguía insistiendo en entrar al armario de Imogen, por lo que, con una pequeña risa, Circe se acercó a su gatito y lo tomó entre sus brazos. — ¿Qué tanto buscas aquí? — le preguntó con cariño a su “bebé” —¿Quieres probarte la ropa de Imogen? Sabes, esto me hace dudar un poco — soltó una pequeña risa y se decidió por abrir el armario para dejar que Cherry entrara un rato, luego lo sacaría o Imogen acabaría perdiendo toda su ropa por culpa ese pequeño demonio.

Al abrir, lo primero que hizo fue gritar al ver una persona dentro del armario, haciendo que Cherry se ocultara debajo de su cama. Luego de aquel susto, Circe pudo ver quién era y entrecerró los ojos al ver a John escondido entre la ropa de Imogen. — ¡¿John Walker?! — habló en voz alta, sabiendo que por el ruido de la fiesta, nadie la escucharía. Con más fuerza de lo necesario, lo tomó del brazo y lo sacó del armario. Cerró la puerta del mueble y, un poco más calmada, se giró para poder ver a John. No pudo evitar ladear una sonrisa divertida al ver que una prenda de Imogen se le había atorado en la oreja, la cual le quitó con tranquilidad y la dejó en su cama. — Muy lindo, Walker ¿Ahora eres asalta armarios? — lo miró con diversión y negó con la cabeza. — ¿Qué estabas haciendo? — le preguntó con tranquilidad y lo miró, esperando su respuesta.

No pudo evitar reír ante las palabras de Imogen,  ninguna de las personas que estaba en aquella habitación se podía considerar una persona normal, pero eso a John no le importaba, pensaba que la vida así era más divertida. Escuchó la conversación entre las dos sigmas, era increíble lo mal que podía mentir Imogen, seguro que se estaba muriendo de ganas de señalar al armario, pero parecía que ella no le iba a descubrir, si no uno de los gatos de Circe, que por el sonido parecía que estaba arañando la puerta del mueble intetando entrar.

Una pequeña franja de luz se colababa entre las puertas del armario, y cuando notó que se había ido la luz intentó buscar un comentario rápido, fácil, gracioso, ya que iba a ser descubierto; pero parecía que su mente se había bloqueado, seguramente hasta hubiese balbuceado unos segundos. Por suerte la puerta no se abrió, y al dejar de escuchar los arañazos del gato pensó que la castaña lo había recogido. Su cuerpo se relajó algo pero tenía que pensar algo rápido; pero tuvo poco tiempo de pensar algo ya que se volvieron a escuchar unos pasos por la habitación, por suerte sería Imogen. Fue a salir de su escondite pero algo le paró, no era la voz de la persona que se esperaba, era Circe, cosa que confirmó al ver el pelo de la chica . "No abrás, es una mala idea". Pero la puerta se abrió, haciendo que la griega se asustase.-No hace falta gritar, tan espeluznante no soy-comentó riendo mientras la chica lo sacaba del armario como buenamente podía.-Pues aunque no te lo creas... Acabo de llegar de Narnia, es increíble, entras por un armario en la casa Delta y cuando vuelves terminas en la casa Sigma... ¿en que año estamos?. Seguramente el pensamiento de ella en aquel momento era que John era un demente, ¿por qué tenía que decir todas las cosas que se le pasaban por la cabeza?

Por lo menos ella parecía divertida, sobretodo cuando le quitó la prenda que tenía en la oreja, ¿de donde había caído eso? y ¿por qué no se había dado cuenta de que la llevaba colgada? "Por suerte no es la casa delta y no es un calzoncillo". No se me ocurriría ser un asaltador de armarios, pero te voy a decir la verdad, pero solo por ser tú.- se acercó a la chica, agachó un poco la cabeza y la miró fijamente.-Aunque te parezca mentira... No vengo de Narnia, ni siquiera está demostrado que exista-rió despues de decirle aquello, y fue a sentarse sobre una cama-La verdad es que Erase una vez un inocente chico, que un día decidió colarse en una habitación determinada, con un motivo especial, terminó metido en el armario por una chica con una fuerza sobrenatural y fue encontrado por un gato. Después la miró fijamente y sonrió-Si, sé que ahora mismo te parece más  real la historia de Narnia... Aunque te puedo asegurar que la segunda parte tiene algo de verdad-comentó guiñándole un ojo.

Todo era muy raro para la castaña, quien veía extraña la actitud de Imogen. ¿Por qué parecía tan nerviosa? ¿Ocultaba algo? Ella sabía que no podía sacarle la información a la fuerza, ella no era así. Pero, si algo malo estaba pasando se lo contaría ¿Cierto? El grito que había dado la chica y que, según la rubia, se había tratado de un golpe, había sido una historia bastante extraña. Circe se quejaba cuando se golpeaba, mas no gritaba. Además de que su grito había sido de espanto y no de dolor. También, la forma en que había hablado no era la común en ella, quien siempre parecía segura de sus palabras. Esta vez, la chica se había encontrado nerviosa, balbuceando pequeñas palabras sin sentido alguno. Mientras caminaba por el pasillo, todo esto se le vino a la mente a Circe; sin embargo, se encogió de hombros y se olvidó de aquello, intentando  concentrarse en encontrar aquella cámara de video.  

Sus sospechas de que algo raro pasaba fueron realidad cuando abrió el armario de Imogen, en donde Cherry intentaba entrar a como dé lugar. Después de haberse calmado, la chica pudo pensar bien y entrecerró los ojos al darse cuenta de que Imogen había estado detrás de todo eso. Ahora entendía el porqué estaba tan nerviosa la rubia. – Eres horrible, John… es normal gritar – le dijo con un tono divertido. Después de quitarle aquella prenda de la oreja, la chica se cruzó de brazos y escuchó atentamente lo que tenía que decir John.  Ella no se conformaría con una mentira patética y John tenía que explicarle con detalles si no es que se quería ganar un buen golpe.  No pudo evitar poner los ojos en blanco y soltar una risita cuando escuchó la gran historia de John. – ¡Vaya! Seguramente viviste aventuras increíbles… – dijo en tono sarcástico pero no pudo evitar soltar una risa. Nunca podría enojarse con John, aun cuando hacía ese tipo de locuras. – Estamos en el año 2030 y mi nombre es Adara, soy la hija de Circe. Ella estuvo también en esta habitación cuando era estudiante… ¿Tú quien eres? ¿Mi padre? – preguntó en tono sorprendido. Volvió a reír y le dio un pequeño golpe a John. – Muy gracioso, John. – negó con la cabeza y soltó un suspiro aburrido, dando a entender que quería la verdad.

No pudo evitar sentirse nerviosa al ver que el chico se acercaba a ella y la miraba fijamente. Sus mejillas enrojecieron en su totalidad. Soltó una ligera risa nerviosa cuando habló. – Créeme, me sorprendería mucho que no existiera. – comentó un poco nerviosa. Soltó un poco de aire cuando el chico se alejó y se sentó en su cama. Circe se sentó junto a él y de reojo lo veía mientras hablaba. Sus mejillas volvieron a ponerse rojas cuando escuchó las palabras: ”Colarse en una habitación” y “Motivo especial”. Cuando terminó, la chica lo miró – ¿Cómo entraste? – le preguntó dudosa. Su mirada dio con la ventana que había creído cerrada y que, de forma extraña, había estado abierta. Lo miró sorprendida y sacudió un poco la cabeza. – ¡Entraste por la ventana! ¡John, eso fue una tontería! ¿Y si te hubiera pasado algo? – lo regañó con sus mejillas aún sonrojadas. Le dolía la idea de verlo herido.  – ¿Por qué? ¿Un motivo especial? ¿Qué quieres decir? – le cuestionó nerviosa. Era el día de su cumpleaños, pero ¿Por qué haría algo así solo por una amiga?