Una noche para dormir [Jackie]

Al salir tarde del trabajo, me pensé por un rato la idea de quedarme a dormir en mi trabajo, no porque este muy cansado, sino porque no quiero llegar a mi casa que esta completamente sola y siempre me la recuerda a ella, y en la fraternidad queda la posibilidad de que la vea salir o llegar con ese chico con el que ha estado saliendo. Pero se supone que ambos seguiríamos con nuestras vidas. Yo me he sumergido en mi trabajo y la escuela y ese curso de fotografía que estoy dando. Aun así me armo de valor para ir a la fraternidad, al menos podría haber alguien para platicar un poco.
Luego de guardar mis cosas subí a mi motocicleta, manejé un poco por la ciudad, tomando el camino mas largo y rebuscado para llegar a la fraternidad. Dejé mi motocicleta donde siempre, al entrar coloqué mis cosas a un lado de la entrada para subirlas después y fui como de costumbre directo a la cocina.

Abro el refrigerador, y luego comienzo a buscar por toda la cocina para ver que cenar sin necesidad de ponerme a cocinar. Soy bueno en ello, pero justo ahora solo quiero algo rápido. En mi búsqueda encuentro aquel olvidado sobre de avena y lo tomo como si de un gran tesoro se tratara. Busco un pequeño tazón en el que sirvo la avena con un poco de agua. Me siento sobre uno de los bancos y me doy cuenta de que he olvidado la cuchara, así que me estiro tanto como puedo para tomar aquella pequeña pieza que me falta para comer. Siento como mi banco se tambalea, así que pongo mi pie a medio camino, me levanto con mi pierna y alcanzo al fin la cuchara y regreso a mi lugar.
-me estoy volviendo bastante flojo- comento al aire para luego sumergir la cuchara en la avena y comenzando a cenar.
Termino aquel pequeño plato y luego de lavar los trastos, me levanto, aun tengo hambre, así que me asomo a la escalera, pero no subo y solo grito.
-voy a pedir pizza, ¿alguien quiere?- pregunto de manera general para cualquiera que se anime - tal vez cuando me vuelva un gordito simpático alguien se enamore de mi- digo esto en voz baja solo para mi. La verdad no me interesa salir con nadie, sigo perdidamente enamorado de Zoe, pero supongo que empiezo a hacerme a la idea de que estúpidamente la he perdido.

Ya se iba haciendo tarde y mi turno en el trabajo estaba llegando a su fin. Estaba saliendo más temprano de lo usual debido a que la semana anterior había tenido que suplantar a uno de mis compañeros, pasando la noche entera en el bar. Estaba de buen humor, había recibido buenas propinas y había logrado tocar un poco, por lo cual tenía algunas monedas más. Me puse la campera y una bufanda después de despedirme de mis compañeros y salí del bar, con algo de frío. Comencé a caminar hacia la fraternidad mientras revisaba si había recibido llamadas perdidas o mensajes mientras trabajaba, pero no encontré nada; bueno, de todas formas no se quién trataría de contactarme, mi madre no lo haría a no ser que necesitase algo, y era prácticamente imposible que Blair o Henry decidieran hablarme... Inspiré profundamente y solté un gran suspiro, tratando de no pensar en ello. Llevaba mi guitarra colgada en mi espalda, dentro de su funda, junto con las monedas que me habían dejado en la misma mientras tocaba en el bar, junto con la propina que gané atendiendo la barra. Por un segundo pensé en pasar por un mercado a comprar algo para hacerme la cena, pero, por las dudas, me puse a repasar qué cosas me quedaban en la fraternidad. Estaba segura de que tenía harina, margarina, sal, otros condimentos, una lata sin abrir de paté, algo de cebolla, algún huevo y un poco de queso... Capaz que con lo que quedaba podía hacerme una tarta o algo, y no tener que ir a comprar cosas ya a esas horas de la noche.

Luego de una larga caminata llegué a la fraternidad, siendo que quedaba un poco lejos del bar... Tenía bastante frío, pero me daba fuerzas pensando que cada vez faltaba menos. Entré y, sin sacarme el abrigo ni nada, fui directo a la cocina, esperando que tenga una buena temperatura. A decir verdad no tenía nada de ganas de ponerme a cocinar, pero tampoco quería pasar hasta la otra mañana sin comer. Me saqué la bufanda y la campera, quedando vestida con una remera blanca, una tolerita negra y unos jeans del mismo color, además de que todavía llevaba todo el maquillaje del trabajo. Justo abrí la heladera cuando escuché que alguien decía algo de  ordenar pizza. -¡Yo!- Exclamé sin pensarlo dos veces.

Escuchó una voz entusiasta salir de la cocina.
-supongo que no soy el único con hambre- de arriba de las escaleras escuché solamente un par de “no, gracias”. Así que me encogí de hombros busqué mi celular mientras regresaba a la cocina.
Primero me asomé para ver de quien se trataba, no soy el mejor amigo de todos los omega, de hecho creo que realmente he dejado de integrarme desde hace un par de meses, pero al menos aun tengo buena memoria, y los recuerdo a todos y cada uno de ellos, y aunque no solemos tener platicas demasiado distendidas, nunca me ha sido problema hablar con nadie de la casa.

-Jackie- digo su nombre para llamar su atención -¿de que se te antoja la pizza?- le pregunto mientras busco el número de aquella pizzería que no queda tan lejos de la casa -¿pepperoni esta bien? ¿o mejor pedimos mitad y mitad? - Después de que ella me ha dicho lo que quiere, regreso sobre mis pasos a la sala y me dejo caer en uno de aquellos sillones de la casa. Marco a la pizzería y comienzo a hacer nuestro pedido -¿quieres algo de tomar?- elevo un poco mi voz, poniendo en mi pecho para que la persona que me esta tomando la orden no le vaya molestar.
Termino la llamada cuando la orden ha quedado lista, y me acomodo de manera desgarbada en mi lugar mientras enciendo la televisión. Algo muy extraño en mi, pues no suelo ver series o películas a menos que Zoe me lo pida. Bueno, supongo que eso no pasará muy seguido ahora que hemos terminado.
-¿hay algo que quieras ver?- pregunto a la chica ofreciéndole el mando - o si prefieres te aviso cuando la pizza llegue- ofrezco la siguiente opción, porque el que hayamos pedido una pizza no significa que pasemos todo el rato juntos. Tal vez tiene que hacer deberes, o solo quiere estar sola. Después de todo no soy el omega mas carismático del lugar. Algunas veces me dicen misterioso, otras veces, solo que soy amargado.

Mientras marcaba el número me di cuenta del olor que tenía a tabaco y alcohol al tirarme el cabello por delante de los hombros. Arrugué un poco la nariz, siendo que no me gustaba para nada llevar ese aroma, aunque si ya iba a pedir la pizza iba a esperar a cenar antes de meterme a la ducha.
–Ehh… Nah, pepperoni está bien- Le dije, torciendo un poco la boca. Armé  una trenza con mi cabello por delante de mi hombro izquierdo, para que no me molestara, ya que tenía mis colines en la habitación y me daba un poco de flojera subir para buscarlos. –Nono, gracias, estoy bien- Respondí a lo de la bebida, estaba bien con tomar agua nomás. Era agradable algo así, convivir con gente con la que puedes cenar sin que haya reclamos, discusiones o un “Si quieres comer, cocínate”, típico de mi madre.
Tomé mi guitarra y fui hasta la sala, junto con Paris, a sentarme “como indio” en uno de los sillones. Saqué el dinero de la funda y comencé a contarlo sobre mis piernas, mientras él prendía el televisor. A decir verdad no era mucho de ver la tele, ya que nunca había tenido cable ni nada, pero era entretenido ver algo de tanto en tanto. Vi cómo me tendía el mando, dejándome elegir, a lo que negué levemente con la cabeza. –Me da igual- Le dije con una sonrisa –Siempre y cuando no sea el enfermo ese que come insectos- Agregué, riendo un poco. Sí que me daba asco ese tipo. Escuché su otra oferta, pero no tenía ningún problema en quedarme por ahí con él, no me vendría mal hacer un poco de sociales tampoco. –No te hagas drama- Le contesté, sonriendo un poco, para luego seguir contando todas las monedas que tenía. Se me dibujó una sonrisa de satisfacción en el rostro al darme cuenta de que había juntado bastante dinero (en comparación con otras veces, claro), casi lo que me pagaban por hora de trabajo. Suponía que con eso podría pagar mi mitad de pizza, de última tendría que completar con algo de mi billetera.
Guardé el dinero en uno de mis bolsillos y dejé la guitarra dentro de su funda a un lado del sillón. -¿Y? ¿Todo bien?- Le pregunté, con una sonrisa, buscando tema de conversación. Sé que no éramos los mejores amigos ni nada por el estilo, pero nunca era tarde para conocer a gente nueva, ¿No?

Si hay algo que me gusta de la fraternidad además de su ambiente relajado y el hecho de que no se prestan tanto para juzgar de manera severa a las personas, es que las mujeres que están aquí son realmente agradables, no son el estereotipo de chicas que se ponen delicadas con la comida, calorías y todas esas cosas que al escucharlas me dan dolores de cabeza. Bueno creo que hasta ahora la única “exigente” en la fraternidad es Thea, pero ya que es una medida de salud es comprensible.
No agrego bebidas a la orden, yo me tomaré un par de cerveza que me ayudarán a relajarme un poco del día que he tenido.

-¿pasan algo como eso en televisión?- cuestiono un poco incrédulo -si nunca he sido fanático de ver televisión, definitivamente ahora menos -comento mirando como ella saca su guitarra y sonrío un poco -¿desde hace cuanto tocas?- pregunto sonriendo de medio lado, mi guitarra esta descansando en aquel lugar junto a mi cama. La música luego de la fotografía se volvió una de mis grandes pasiones, supongo que debo agradecer a mis padres adoptivos por siempre querer que fuera bueno en todo y por querer que aprendiera de música, gracias a eso tengo manejo un poco amplio sobre mas de un instrumento, y al menos canto sin desafinar. Aun así no tuve precisamente una infancia que recuerde con felicidad, solo era el niño adoptado que tenía que ser perfecto para que no lo volvieran a abandonar, sin correr donde no debía, sin gritar, sin hacer travesuras.
Suelto una risa cuando dice que no me haga drama y solo me acomodo para quedar recostado en el sofá apoyando mi antebrazo en mi frente.

-estará mejor cuando llegue la pizza- explico mientras giro un poco mi cabeza para mirarla -¿por que lo has preguntado?- cuestiono curioso, pues por lo general las preguntas empiezan con un ¿como has estado? ¿que tal el trabajo o las clases?

Reí un poco al escuchar su comentario acerca del programa de televisión, siendo que yo tuve su misma reacción cuando vi por primera vez un capítulo; me resultó bastante asqueroso, a decir verdad. –Sí, pero al parecer a la gente le gusta-. Me acomodé un poco en el sillón, quedando como “tirada” sobre él, con una flojera descomunal. No tenía sueño ni nada, pero, por decirlo de alguna manera, me hubiese encantado tener cloroplastos para echarme a hacer fotosíntesis y ya. -¿Eh? –Dije, al notar que me había preguntado algo, sin estar muy atenta, aunque creía que me había preguntado por la guitarra. -¿Esta chica?- Pregunté, mientras ponía una mano sobre el instrumento –Pues, la tengo desde… no se… ¿Unos 10 años?- Agregué, dubitativa. Miraba al techo, tratando de relacionar los hechos de cuando era niña, a ver si lograba deducir bien en qué año me la habían regalado, pero no estaba segura. –No te prometo nada, pero creo que es algo así- Reí un poco, dándome por vencida. –Hace ocho años seguro, recuerdo que a esa edad había decidido irme de mi casa y vivir en la de una amiga, y recuerdo haber dejado la casa a la hora de la siesta, solo con mi guitarra- Le comenté, con una media sonrisa –Aunque hay que tener en cuenta que no duré ni 24 horas, bueno, hasta que mis papás hablaron con los papás de mi amiga- Agregué, riendo un poco. –Y pensar en las cosas que hacía uno a esa edad, era toda una rebelde- Dije con un tono sarcástico.
Vi cómo se recostaba en el sofá, pareciendo bastante cansado. “Bravo Jackie, ya lo molestaste” Pensé, sintiendo que estaba abriendo la boca de más y contándole anécdotas que seguramente ni le interesaban. Me quedé callada durante un momento, mirando al suelo, pensando que ya sería hora de que dejara de hablar, ¿Y si quería descansar?
Solté una risita cuando dijo que estaría mejor cuando llegara la pizza, pero me llamó un poco la atención cuando me preguntó el porqué de la pregunta. –Pues, no se… En realidad te ves como cansado o decaído- Le comenté, pero me mordí la lengua. Suspiré, un poco enojada conmigo misma, otra vez metiéndome en temas que no incumbían. –Perdón, seguramente te estoy molestando- Le dije con una risa débil.

-no se ni porque me sorprendo- durante mi vida he conocido demasiada personas algunas muy interesantes, otras demasiado predecibles y aburrida, algunas muy estúpidas rayando en lo absurdo y otras inteligentes... así que supongo que debe haber cosas en la televisión para todo tipo de personas, aunque considero que hay mas contenido para las personas estúpidas. Aunque gracias a Zoe he conocido películas realmente buenas, pero aun así no me he convertido en un cinéfilo, aunque he desarrollado un poco de gusto por ello.

Sonrío al escuchar la manera en que se expresa de la guitarra y luego aquel relato suyo. Una sonrisa efímera aparece mi en rostro.
-ya veo, yo apenas llevo tocando un par de años... y jamás fui rebelde- cuando era pequeño y podría darme ese supuesto lujo estaba demasiado asustado de que los Blanchet decidieran hacerme regresar al orfanato y luego simplemente me acostumbre al ser el siempre prudente y perfecto hijo adoptivo -creo que por salud mental me habría venido bien hacerlo al menos alguna vez

-tranquila, si me molestarás ni siquiera desperdiciaría mi tiempo esperando que solo te fueras, yo mismo sería el que tomaría la iniciativa- explico de manera sincera curvando mis labios en una sonrisa que dudo que ella vea, aun cuando la he puesto en mi rostro para tratar de que ella no se sienta incomoda conmigo -la verdad es que estoy cansado y decaído-admito dándole la razón - he tenido mucho trabajo además de que mi ex ahora sale con alguien mas y se le ve bastante feliz... y yo... bueno, solo no puedo dejar de lado esa etapa de mi vida, creo que tiene mucho que ver el hecho de que jamás me había enamorado hasta que la conocí- guardo silencio un par de segundos -ahora debo ser yo el que esta molestando o al menos aburriéndote.

Me llamó un poco la atención lo que dijo acerca de que él nunca había sido un rebelde y lo de su salud mental. Se me pasaron dos posibles formas de vida por la mente cuando el chico mencionó eso: su vida era perfectamente tranquila, monótona, y aburrida, o bien era lo suficientemente reprimido para no poder hacer algo como eso. Bueno, tampoco era que yo podía hacer lo que quería y salir ilesa, solo que al final me bancaba las consecuencias… y bueno, lo que las mismas atraían. Si me hubiese mantenido al margen de todo posiblemente no le tendría tanto pánico a tantas cosas, me hubiese ahorrado muchísimas lágrimas. “No seas estúpida”, pensé. Si no hubiese discutido tanto seguramente seguiría trabajando en una cafetería en ese pequeño pueblito, mantendría a mi madre y bueno, supongo que mi padre aun así estaría muerto a estas alturas… A lo largo de mi vida tuve algunas bocanadas de libertad y alegría, si siempre hubiese complacido a mis padres, ni habría probado esas condiciones.  
No estaba segura a cómo reaccionar a lo que dijo después. “¿Gracias?” pensé, por un lado me alegraba saber que no le molestaba estar ahí conmigo, y que lo hacía porque quería, pero la sinceridad a ese nivel también era como que dolía un poco. Antes de que llegara a decir nada él volvió a hablar, refiriéndose a la pregunta que le había hecho inicialmente. Torcí un poco la boca, al escuchar lo de su ex y, bueno, sabiendo lo que era pasar por algo así. -¿Sabes? Creo que te comprendo más de lo que me gustaría- Le dije, soltando un bufido. Si ya venía pensando un poco en Henry, ahora tenía la imagen de su rostro grabada con fuego en mi mente. Apoyé el codo sobre un brazo del sillón, y a su vez la cara sobre mi mano, mirando a la nada. –Entiendo lo que es extrañar a alguien con tanta intensidad que es como que te falta una parte de ti mismo, o esas noches en las que simplemente no puedes dormir arrepintiéndote del momento en que todo terminó… y si, sobre todo cuando se trata de la única persona a la que has amado- Agregué, un tanto nostálgica. No sabía de dónde había salido todo eso, que parecía salido de una novela de amores imposibles… pero era lo que sentía, casi diariamente. –No te preocupes, créeme que no lo haces…-