Habitación 100 || Privado

Curiosa era la forma en que las cuatro sigmas, cada una con su universo particular e irrepetible, congenieron rápidamente. Si bien Emma y Amélie se conocían ya desde antes por medio de esas casualidades de la vida que no tienen explicación alguna, para la joven Rochtman no fue dificil adorar casi de forma inmediata a Brooke, dueña de esa chispa de picardía y actitud segura, y lo mismo con Becca, con ese aire bohemio tan armonioso y esa leve torpeza suya que la volvía una persona a la que uno adoraba abrazar. Sí, esas chicas eran sus hermanas y eso no cambiaría bajo ningún sentido. Observó la personalidad de cada una plasmada en el pedazo de dormitorio que le tocaba, ya se habían acostumbrado a esa locura limpiadora de Emma y ya no le decían nada al respecto. Había sido día de limpieza profunda y la castaña estaba agotada, acostada boca arriba en su cama, escuchando uno de los discos de Brooke, esperaba que no le molestara aquel atrevimiento.

Pensaba en todo lo que le había sucedido en`las últimas semanas. El reencuentro con Melanie, enterarse de lo de Derek, esa alpha despiadada rompiendo el corazón de su hermano una vez más, o tal vez era tan sólo uno de esos días grises, en que las heridas de su corazón dolían un poco más, y los recuerdos parecían más intensos. Suspiró, no era buena idea pensar en Freddy ahora, sólo la hundiría en abismo, no, no estaba desanimada sólo cansada físicamente, ¡si! Eso era lo que le daba la impresión de ser un mal día. Se sentó en la cama y vio en la mesa de luz, los collares para la llave que habían hecho con Ame, habían quedado bonitos después de todo. Decidió ver que libro comenzaría, había terminado el último la noche anterior, era momento de empezar uno nuevo, tenía una lista y un par comprados sin leer. La puerta se abrió y vio a una de sus hermanas - ¡Ayuda! Tengo que tomar una decisión - dijo, era la típica expresión de una adolescente que no sabía que vestido elegir, pero en este caso eran libros - Opción uno - sacó los dos libros de la caja de libros que tenía bajo su cama - "Ruiseñor, deseame suerte" o.... - levantó el otro libro - Opción dos : "La insoportable levedad del ser" - anunció - no preguntes de que va elije por el título, los elijo así siempre - admitió encogiéndose de hombros.

Juraba que aquel día estaba siendo agotador. Había pasado toda la maldita mañana en la biblioteca estudiando para los exámenes finales, los cuales estaban más que cerca. Lo único que conseguía animarme era pensar en las vacaciones de navidad donde por fin me liberaría de toda esta tensión que poco a poco estaba acabando conmigo. Comencé a caminar a lo largo de todo el Campus y justo cuando aún me quedaba un poco para llegar a Sigma el cielo empezó a oscurecerse de la nada y gotas de lluvia comenzaron a caer, genial, dije para mi misma. Coloqué los libros encima de mi cabeza y salí corriendo hacia la casa a una velocidad a la que muy pocas veces había ido, pero ¡Joder, es que estaba lloviendo a cántaros! Después de más de cinco minutos corriendo acabé llegando, empapada, eso sí. Mi ropa estaba perdida de agua por todas partes, por no hablar de mi pelo el cual estaba completamente mojado.

Pero nada más entrar a la casa una ola de calor me reconfortó, y dabra gracias por ello. Pude observar como varias Sigmas se encontraban colocando algunos adornos de navidad e instantáneamente una sonrisa se posó sobre mis labios. Para mi la navidad era una época maravillosa y llena de luz, que era capaz de poder animar a cualquiera sobre cualquier cosa, incluso me atrevería a decir que era una de mis épocas favoritas del año. Varias Sigmas se me quedaron mirando al observar mis pintas y yo solo me limité a encogerme de hombros y reir, y es que ellas eran capaces de sacarme una de las más grandes sonrisas en el peor día de todos, eran mis hermanas al fin y al cabo.

Subí las escaleras y fui directamente hacia mi habitación, donde podría darme una calentita ducha y ponerme ropa seca o si no me iba a enfermar, y eso era lo último que quería. Nada más entrar la efusividad y la espontaneidad de Emma me inundó, y no pude evitar sonreír ampliamente mientras que la escuchaba. Emma era una de las personas más dulces y agradables que había conocido en mi vida, siempre sacándote una sonrisa cuando estas mal y por no mencionar que siempre está dispuesta a ayudarte en lo que sea, aunque ni siquiera te conozca, a eso ella le da igual.  Para mi era una persona muy valiosa e importante. — Mmm... — Torcí los labios, pensativa. — ¿Qué tal... Ruiseñor, deséame suerte?  El título es bonito. —Dije riendo. Y entonces me paré a escuchar la música que estaba sonando en aquellos momentos en toda la habitación. Levanté el dedo y fruncí el ceño de forma divertida. — ¿Ese no es uno de mis discos? — Sonreí, observando también lo ordenada que estaba toda la habitación, si, hoy había sido el día de limpieza de Emma. — No sé que haríamos sin tus limpiezas, ¿eh? — Dije bromeando.

Sonrió al escuchar la elección de Brooke - Gracias, decidido entonces - fue entonces que notó que su hermana estaba empapada de pies a cabeza, no había una parte de su anatomía que no estuviera mojada, la miró con sorpresa y preocupación, ni siquiera había notado que afuera llovía, su mirada fue automática a la ventana donde el paisaje que se colaba por ella estaba gris. Las palabras de su hermana perdieron importancia – Sí, lo tomé… perdón, me gustan tus gustos musicales – confesó sonrojándose un poco mientras dejando los libros a un lado, iba por una toalla – No es nada, es decir es una locura mía lo de limpiar – admitió, sí, ella era algo como una maniática de la limpieza y no había nada que pudiera hacer al respecto.

Tomó una toalla que creía era de Brooke – Te agarró la lluvia – era estúpida aquella frase, era algo obvio – Anda sécate – le tendió la toalla – Te enfermarás y Dios sabe que no es un buen momento para hacerlo – dijo mientras se debatía entre ir o no a preparar un té, finalmente decidió que sí - ¿Té o café o chocolate? Tienes que tomar algo para entrar en calor hermana – dijo con ternura – Ya vuelvo, así puedes cambiarte tranquilamente – Emma sabía que a las demás chicas de la casa no les molestaba cambiarse frente a sus hermanas pero ella aún lidiaba con ello, por lo que siempre otorgaba privacidad.

Salió de la habitación, preparó las bebidas para ambas. El clima en la casa era extraño, todas estaba  estresadas y a la vez emocionadas por las cercanías de las fiestas, Emma aún no sabía si volvería a Louisianna, no quería ver a su padre, pero sí a su abuela y a su madre, pero también tenía que ahorrar para ayudar a Jacko con el estudio, igual aún le quedaba tiempo para decidirse al respecto. Volvió a la habitación, le tendió su taza a Brooke y se acomodó en su cama para beber un sorbo del té que se había preparado - ¿Qué tal tu día? ¿Viste a tu chico? – preguntó con picardía, le gustaba mucho Zeta para Brooke, era una buena persona y se notaba que la quería.


off: Becca, Amelie solo entren, respondí porque tenía tiempo XD

Había decidido tomar una ducha a primera hora. No tener que cursar durante la mañana me daba un cierto tipo de libertad que disfrutaba al máximo. Deje escapar una pequeña sonrisa cuando Emma se encontraba lo suficiente ocupada acomodando el cuarto como para no percatarse de mi presencia. Preparaba mi ropa a un costado de la bañera y  puse mi iPhone junto con las auriculares para deleitarme con las voces del conjunto  Abba; probablemente para la mayoría de las personas escuchar música de los 80 no tenía sentido, pero para mí sí…quizá hasta me hacía sentir mucho más segura que la música moderna. Movía mi cabeza al ritmo de la música mientras cerraba mis ojos y dejaba que toda mi columna vertebral se relajara con el agua caliente. Miré el reloj… ya había pasado más de media hora allí adentro, era hora de salir, a menos que quisiera quedar como una pequeña pasa de uvas blanca.

Tomé dos toallas, una para enroscarla en mi cabello y otra para el cuerpo. Tomé rápidamente la ropa interior y por arriba de mi cabeza luche con el sweater rojo que mi tutora me había enviado el mes anterior, aún tenía su aroma característico. Jeans y unas zapatillas color bordo eran suficientes como para pasear alrededor de la pequeña ciudad universitaria ¡No olvide mi collar con la llave! De lo contrario la perdería otra vez y no podría ingresar a la ciudad universitaria si no era por una ventana.

Pase un poco de crema hidratante con aroma a limón por mi piel y asentí con mi cabeza, afirmando que no sería necesario maquillarme en absoluto. El frío en sí hacia que todo mi rostro se tornara rojizo. Escuche algunas voces de mis compañeras por medio de la puerta y no me preocupe en darle un nuevo vistazo a mi cuerpo cuando salía, de lo contrario podría pasar la mañana completa buscando defectos de mi anatomía. Embocé una gran sonrisa en cuanto vi a Brooke totalmente empapada al lado de Emma.- ¿Tenemos otro baño en el interior de la habitación?-Dije en un pequeño tono de burla, mientras me agachaba apenas un poco y observaba la gran tormenta que se avecinaba ¿Por qué sería que llovía tanto durante ese mes?

Fruncí mi ceño y acomodé mejor la toalla en mi cabeza para que no se caiga. Tomé asiento cerca de mis hermanas y deje escapar un pequeño suspiro de alivio, estaba de lo más relajada. Lleve mi vista hacia uno de los títulos de los libros que se encontraban sobre la cama de Emma y musité por lo bajo.- "Ruiseñor, deseame suerte"… gran elección.- Asentí con mi cabeza, orgullosa de que esas elecciones literarias se encontrarán dentro de mi habitación. Definitivamente necesitaba dar un aplauso de pie, pero me limite a sonreír.