¿Que tienes para mi? [Broodist]

— Esta bien amor, iré cuando pueda. — Abro los ojos sorprendido por la insistencia de Brooke. ¿Que diablos sucede? Mi sentido se protector se activo y claro que pensé lo peor. ¿Y si me olvida otra vez? No puedo resistir vivir otra vez con sus constantes rechazos. — Bien, dime en donde estas y voy ahora ¿Si? — Digo intentando no sonar preocupado, perdiendo en mi podre intento. —¿Esta todo bien? ¿Que sucede? — Pregunto al tiempo que comienzo a tomar los libros y los apuntes repartidos a lo largo de la mesa de la biblioteca. Brooke no fue muy clara, solo me dijo que fuera a mi casa. Quede mas sorprendido aun. ¿Porque? ¿Que había pasado? Tuvo que pasar algo para ser tan insistente. Intento no pensar en nada, dejar la menta en blanco y llegar lo mas rápido a mi casa.

Salgo de la biblioteca con los libros en mano y la mochila colgando de mi hombro. Apresuro mi caminar hasta llegar al estacionamiento de UCLA, donde esta mi coche aparcado. Como siempre dejo las cosas en el asiento de atrás y tomo la ruta directa a mi casa. Las calles no eran muy transitadas debido a la hora, lo que facilita mi llegada. Luego de 15 eternos minutos logre llegar a mi casa. No puedo ocultar mi nerviosismo, no se que me puede esperar detrás de la puerta de entrada. Sin perder mas tiempo voy directo a la casa sin notar que deje mis cosas en el coche. Da igual, luego paso por ellas, del coche no se irán. Entro a mi casa, todo era silencio. Miro la sala en busca de mi novia pero no había nada. Mas nervios comienzo a sentir. — ¿Brooke? — Llamo a mi novia y quedo en silencio a la espera de una respuesta.

Desde que habíamos vuelto de Manchester tanto Zeta como yo habíamos estado bastante ocupados por lo que casi no teníamos tiempo para vernos, y la verdad que le echaba mucho de menos. Zeta y yo habíamos pasado por momentos muy difíciles, realmente difíciles, más de los que cualquiera pudiera llegar a imaginar. Para mí él significaba todo, significaba mi razón de ser, mi felicidad, mi vida. Y era por eso que hace unas semanas me había apuntado a clases de baile, sí, clases de baile. Hacía ya un tiempo que me rondaba por la cabeza la idea de prepararle una sorpresa, pero no sabía exactamente el qué, hasta que el otro día algo vino de repente a mi mente. Después de analizar la idea durante unos minutos y darle el visto bueno, me puse manos a la obra y comencé a moverme para tener todo preparado. Durante tres semanas estuve acudiendo a clases de baile por la tarde y uno de los pocos momentos en que ambos podíamos estar juntos era ese. Debido a eso comencé a inventarme excusas estúpidas para no quedar con él, cómo que tenía que terminar un trabajo, o que estaba en la biblioteca, o que no me apetecía salir en aquel momento, en definitiva, tonterías. Estaba segura que aquello le había llegado a mosquear un poco, pero la verdad no me importaba, y no lo hacía porque sabía que Zeta iba a amar lo que estaba preparando para él. Además, todo ese tiempo que no estaba pasando con él tenía una muy buena excusa y estaba segura que Zeta iba a saber perdonarme.

Y finalmente había llegado el día en el que la sorpresa iba a ser revelada, y la verdad que estaba bastante nerviosa. Me había pasado toda la mañana en su casa, preparándolo todo. De toda la mansión sólo me centré en la parte de arriba, allí sería dónde todo daría lugar. Llené su habitación de velas, no demasiadas, pero si las justas para crear un ambiente lo suficientemente romántico. Y el resto del piso lo adorné con pétalos de rosa , cómo indicándole un camino que llegaba hasta su habitación. Quería que todo fuese perfecto, que saliese a la perfección, Zeta se lo merecía, después de todo se lo merecía, más que nadie. Cogí el teléfono, tomé aire y marqué su número. En cuánto escuché su voz provenir del otro lado de la línea puse en marcha mis mejores dotes para la actuación. — Zeta por favor, ven rápido. No, no te puedo decir qué pasa por teléfono, necesitas venir. Estoy en tu casa. Sólo... no tardes, por favor. — Mi tono de voz era preocupado, probablemente demasiado, ¿quizás había sido exagerado? Quizás. Desde ese momento comencé a revisar todo, procurando que todo estuviese en orden. Pero lo estaba, todo estaba preparado según lo acordado.

En apenas diez minutos Zeta ya estaba en casa, pronunciando mi nombre, preocupado. Sonreí para mí y aclaré mi garganta. — ¿Zeta? Oh dios mío, gracias por venir tan rápido. Sube, por favor. — Me escondí rápidamente en una de las habitaciones que no estaba ni con pétalos de rosa ni alumbrada. Observé cómo subía, preocupado, no le había dicho ni siquiera lo que sucedía por lo que era normal que estuviese de esa manera. Cuándo subió pude sentir en su cara cierto desconcierto, a lo que yo sonreí ampliamente. Y cuándo ya estuvo dentro de su habitación, tomé aire y encendí la música, entrando en su cuarto y comenzando el espectáculo.

— ¿Brooke? — Comento por segunda vez, ahora con un tono mas preocupado que el anterior. ¿Porque siempre pienso lo peor? Luego del accidente me altero por simplezas que no significan la gran cosa pero que me despiertan mi lado de alerta. En otras palabras, me hago dramas por cosas que no valen la pena. Escuche la dulce voz de Brooke, no parece tan alarmada o asustada o preocupada. Brooke se escucha normal, a pesar de insistir que fuera hasta donde ella estaba. Sigo el camino hasta el primer piso, subiendo por las escaleras. Cuando llegue al primer piso me encontré con algo que no hubiera imaginado ni en los mejores momentos. Mi ceño se frunció de inmediato. Estaba desconcertado. Había un camino de rosas que apenas se puede notar por la tenue luz que proviene de mi habitación. Debo admitir que me tranquilice al ver eso, significaba que todo estaba bien y que se trataba de una sorpresa. O eso quiero creer. Camino siguiendo ese camino hasta mi habitación. Empujo la puerta y me encontro con la grata sorpresa de una habitación rodeada de velas como única iluminación. — Pero... que es...— Digo una incoherencia sin poder decir otra cosa mas. Estoy admirado, jamas lo hubiera imaginado de esa forma.

La música comenzó a sonar y Brooke hizo su aparición con un baile sumamente sexy. Oh por Dios. Me quedo de pie con la boca abierta, hipnotizado por su danza. Estoy que babeo, literalmente. Mis ojos no dejan de verla. Cada movimiento, cada gesto o mirada. Todo era tan ardiente. Lentamente la sonrisa apareció en mi rostro, demostrando lo bien que me hizo ver todo esto. Necesitaba un gesto como este, saber y creer de forma definitiva que Brooke era mía de nuevo. — Mirate amor... que sexy. — Camino hasta la morena cuando su baile termino, para mi desgracia. — ¿Que significa todo esto? — Pregunto con una sonrisa picara en los labios, teniendo una mínima idea de como terminaría este encuentro. — Mierda... No se que decirte.— Tomo sus manos y las jalo hacia mi. Brooke quedo pegada a mi con ese simple movimiento, tal y como me gustaba tenerla, muy cerca. Inclino la cabeza como si fuera a besarla pero me detuve en el ultimo centímetro. Lo suficientemente lejos como para no besarla pero tan cerca para sentir un timido roce de labios al hablar. — ¿Hay mas baile? — Pregunto contra sus labios.