Poker face || Privado

Poco a poco el neutral rincón desocupado volvía a cobrar la familiar apariencia de antes. Libros, fotografías, cosméticos, papeles, postales, todo comenzaba a devolver la vida a la parte de la habitación de Emma que componía su mundo dentro de aquellas paredes.  Sus maletas descansaban sobre la cama desnuda con la identificación de la aerolínea intacta, le pareció más urgente personalizar aquel que fuera su espacio tiempo atrás, dejar el tablón vacío le daba la sensación de estar de paso. Una vez terminada la decoración, observó su espacio con una amplia sonrisa de suficiencia y se dejó caer en la cama para proceder al siguiente punto en su lista. Mientras abría la maleta, el sonido del cierre abriéndose violentamente inundó la silenciosa habitación, fijó su atención en un rostro familiar al otro lado de la habitación.

Aún se le hacía raro que Jacko y Lili estuvieran oficialmente juntos, no le molestaba en absoluto y por el contrario, se sentía muy contenta sabiendo que Lili era la elegida, le daba tranquilidad. Jacko sonreía en la fotografía, Emma también sonrió mientras tomaba una de las fotos de su tablón y cruzaba ligera la habitación para cubrir la imagen que su amiga había colocado con una propia (una de tantas fotografías sin fecha en la que aparecía con su hermano). Observó unos segundos las tan parecidas sonrisas soltando una carcajada, esperaba estar ahí cuando Lili viera el cambio. Un cosquilleo travieso anticipaba la emoción de aquello y la expectativa con un rastro de maldad.

No fue hasta que acomodó la mitad de sus pertenencias que se dio cuenta que en todo ese tiempo reinaba el silencio. A veces el silencio era lo ideal cuando la situación que se vivía era abrumadora. Con la primera nota de la primera canción, la habitación entera pareció cambiar de apariencia, era impresionante el efecto que la música tenía sobre uno, “no es la cuchara lo que se dobla, eres tú” no era la habitación lo que cambiaba era ella, con la música cambiaba su humor. Minutos después se encontraba bailoteando de un lado a otro mientras los puntos de su lista se acababan y la puerta se abrió. Se congeló, sabía lo que se le venía encima por no contarle a nadie más que a Jacko que volvía. Cara de póker.

Había sido un día de locos, tanto en la Universidad como en el taller. La noche anterior había sido un atado de nervios, pues había anotado mal el día de una entrega, y pensando que tenía cuatro días más, me había relajado. Pero no, había sido hoy, y anoche pase en vela intentando montar todo el proyecto,  con la ayuda de Amelie que solo por ser tan buena amiga se quedo en pie haciéndome café y dándome sus opiniones como si no tuviera nada que hacer, sabiendo su día estaba tan ocupado como el mío. Luego de lograr hacer la entrega, mi trabajo en el Taller Mecánico Castillo’s  fue de locos, como buen principio de mes había demasiado que ordenar, y para colmo casi no pude acercarme a ningún auto, sino ver boletas y facturas que debían ser ordenadas, canceladas y pagadas. No era un día liviano y por eso la idea de  volver a casa y dormir resultaba tan atractiva. Subía la escalera hablando con Amelie al teléfono.- No sé como no estas tirada en el suelo durmiendo, yo estoy muerta… ¿Qué tal si hoy pedimos pizza y dormimos temprano?- pregunté por teléfono a mi mejor amiga.- Gracias por todo, te amo, Ame - me despedí al mismo tiempo que cruzaba la puerta de la habitación 100, y no pude evitar dar un grito cuando veo a quien estaba allí.

Emma Rochtman. Pero eso era imposible, ella estaba en Ámsterdam, y vaya que la extrañábamos. Pero no podía ser cierto. Mire de inmediato su lado de la habitación, que volvía a verse  como era cuando ella estaba aquí. No, no era un engaño de mi mente producido por el cansancio. Y me dirigí a ella a paso presuroso.- ¿Sabe tu hermano de esto? Si lo sabe morirá lentamente…- dije bromeando  acelerada mientras la estrechaba con demasiado  cariño entre mis brazos. Solté  una risa nerviosa, estaba tan feliz.- ¿Qué significa esto? ¿Te quedas? Que linda y sabia te ves, Emma- dije mientras acariciaba su rostro con mis manos, delicadamente. Cuando entre a Sigma, Emma se había convertido rápidamente en la dulzura de mi ser, ella podía calmarme y tranquilizarme, era una excelente amiga, si había un apellido que me daba felicidad, de seguro era Rochtman. La abracé nuevamente sin dejarla casi responder con emoción, era tan reconfortante ver a alguien que quieres y no has visto en un largo tiempo.

Podrían haber sido los expresivos ojos oscuros de Brooke o el rostro de princesa de Ame, incluso hasta la fea cara de Zeta buscando a su novia, pero no, se trataba de Lili y siendo sincera consigo mismo la castaña era su roomie favorita, la relación que ésta tenía con su hermano poco tenía que ver con el afecto que le profesaba. El grito de su hermana sigma logró que Emma diera un respingo en su lugar antes de correr a corresponder el abrazo. Se dejó rodear como si fuera un gato, disfrutando la sensación de plenitud y estabilidad que brindaba ese tipo de gesto con los ojos cerrados. Era, pues, en ese momento en el que se daba cuenta de cuanto la había extrañado – No lo sabe – mintió antes de depositar un sonoro beso en la mejilla de la castaña, ella había obligado a Jackson a guardar el secreto.

No podía dejar de sonreír, simplemente era feliz de verla. Era un sentimiento extraño, una familiaridad tan arraigada que de pronto parecía como si no se hubiera ido jamás, asintió sin decir nada afirmando que ya no volvería a Amsterdam por el momento (al respecto se sentía un poco frustradas porque las cosas no salieron como planeó pero estaba feliz de estar en casa) sin embargo las siguientes palabras de Lili la desconcertaron un tanto. La miró con la confusión invadiendo toda su expresión - ¿qué significa eso? – preguntó mientras soltaba una risa cantarina. Se quedó allí abrazando y siendo abrazada, cosa que Emma consideraba uno de los gestos más reconfortantes del mundo. Suspiró profundamente, había tantas cosas que quería contarle a Lili y tantas cosas que quería preguntarle, no sabía siquiera por dónde empezar. Pero por el momento, bastaba con abrazarla y saber que estaba bien, aunque lucía cansada.

Al cabo de unos instantes se separó de ella aún sonriendo – Te extrañé Lilo – confesó, recordando en ese instante el regalo que le había traído, no era mucho pero era algo  - Tengo algo para ti – se volteó hacía donde estaba su maleta para tomar uno de los paquetes, que contenía un par de suecos holandeses – Toma… ¡¿Feliz cumpleaños?! – exclamó sin seguridad – No es mucho, pero bueno pensé en todos ustedes – se mordió el labio, con anticipación – así que… - levantó una ceja antes de hacer la pregunta – ¿cuidaste bien a mi hermano? – la sonrisa era mayor en ese instante, la picardía estaba reflejada en la totalidad de la expresión de Emma.

No le creía una sola palabra de lo que me decía respecto a Jackson, de seguro el delta sabía Emma volvía. Era obvio ¿no? Era su hermano, la persona más importante del mundo el uno para el otro. Obviamente sabía, pero claramente lo protegía ante todo y entrecerré los ojos poniendo cara de incredulidad mientras la abrazaba aún con cariño. – No te preocupes, no podría matarlo… pero no te creo una sola palabra- le molesté. Emma tenía esa forma de ser que tanto había extrañado, esa inocencia unida a un toque de malicia sin mala intención. Una chica traviesa que para enterarse si yo estaba con su hermano planto una salida donde el uno no sabía que el otro iba, y con esa sonrisa y su ternura, nadie podía decirle nada, nada de nada. De hecho cuando me pregunto que significaban mis palabras acaricie su cabello oscuro con cariño sin soltarla un momento, tenía esa necesidad de ser cariñosa con mis seres queridos, quizás motivadas por la idea de que cada vez que los veía podía ser la última, y me hubiera gustado haber abrazado a mi hermano una última vez sabiéndolo. – Que se nota que creciste allí… no sé… es algo difícil de explicar, pero te ves más sabia… dicen es una de las ventajas de los viajes- sonreí encogiendo los hombros, no sabía demasiado detalles más que las conversaciones por redes sociales que a veces teníamos, y de verdad quería saber sus aventuras.- ¿Me contaras que conociste en Amsterdam? ¿Te bajaste de la bicicleta en algún momento?- Tanto como ella amaba las bicicletas yo amaba los motores.

Me mordí el labio cuando me dijo me había extrañado, algo emocionada. Yo también, y no podía ella medir cuenta.- Sé que quizá no soy quien más te extrañé- dije, era obvio quien ocupaba el primer lugar.- Pero te prometo he hecho una fiera competencia- dije volviendo a abrazar a mi hermanita hasta que se separo y apareció segundos mas tardes con un par de zuecos para mí, lo que me hizo reir, recibiéndolos.- Estan hermosos… gracias, ojos cielo- le dije agradecida, que me haya recordado tan lejos de casa.

La pregunta me hizo sonreír, simplemente por su gesto de levantar la ceja y actuar como la hermana celosa. La entendía, yo con mi hermano era celosísima, pero veía que lo hacía más graciosamente que para interrogarme o porque creyera que le pudiera hacer daño a Jackson. Ella me conocía, sabía que sería incapaz.- ¿Se ha quejado?- bromee alzando una ceja como cuestionando sus palabras.- Lo he cuidado bien… Bueno, ya sabes que… estamos oficiales…- me dio algo de vergüenza, y era ridículo pero era su hermana, y mi amiga, dos cosas muy extrañas de combinar.- Y mira… para que no desapareciera de la 100- dije animada para mostrarle la foto de su hermano sobre mi mesa de noche, y es ahí cuando veo la foto de Emma con el rey mono haciéndome soltar una carcajada de inmediato.- Vaya que he cambiado mi aspecto… - dije mirándola con una ceja levantada.

Decir que no tenía remordimiento alguno por mentirle, o más bien, intentar mentirle a Lili, era ridículo, ya que la amistad que tenían era lo suficientemente fuerte como para que bastaran gestos para comunicarse y sin embargo, era cuando Jackson entraba en la ecuación el único momento en que era fácil omitir y hasta incluso ocultarle cosas a la castaña. La lealtad y el amor que le profesaba a su hermano era la cumbre de su pirámide de sus afectos, nadie lo superaba y para su suerte, eso no era un secreto por lo que no representaba un dilema. Sonrió encogiéndose de hombros, no había nada que hacer al respecto – Haces bien – confesó entre risas – lo siento – aquello también fue sincero, así eran las cosas, inevitables. La ventaja era que Lili parecía comprender a la perfección la forma en que la mente de Emma funcionaba, y tenía una facilidad sin precedentes para volverse confiable. Pero aún así a la joven sigma se le hacía un poco raro cuando Lili se demostraba afectuosa con ella, no es que le molestara, sino que al crecer sin una hermana presente en su vida (aún esperaba retomar el tiempo perdido con Melanie) le era raro ser consentida por otra mujer de su edad.  Sonrió mientras la confusión se negaba a abandonarla pero si, se sentía distinta – Creo que si me lo pongo a pensar, te entenderé – musitó algo pensativa, para volver a la realidad al oír las interrogantes a las que respondió con una carcajada jovial - ¡Sí! Te contaré todo… ¡fue épico! – en ese punto no hubo nada que pudiera hacer para controlar la emoción – Y sí, me bajé de las bicicletas, con pesar pero lo hice – bromeó, fingiendo un pesar como si se hubiera tratado de la peor tortura medieval sufrida alguna vez.

¿Cómo responder a sus palabras? Nuevamente culpa, los había extrañado pero el sentimiento de falta era amortiguado por la emoción de los descubrimientos, aunque tenía que admitir que hubieron momentos en que deseó con ahínco que compartíeran la dicha que conoció. Se mordió el labio, sonrojandose un tanto ante el agradecimiento de Lili pues la forma en que se referió a ella, “ojos de cielo” era una frase que para Emma abarcaba la inmensidad y ella estaba lejos de ser inmensa – De nada – la timidez se coló en su voz y de nuevo era la Emma de sus primeros días en sigma, cuando apenas y hablaba.

Fingió considerar la respuesta unos instantes – Si lo hizo, no lo noté – su voz era seria, aunque la expresión de su rostro delataba el intento de broma ya que era más transparente que el agua, añadiendo rápidamente una frase que no pudo terminar a causa de la risa que cortó la broma – Está más gordo, eso es bueno – no era cierto, pero no importaba,  y entonces la cosa se puso seria, pero no podian extenderlo más, ambas se sentían incomodas pues no pudieron aprender a interectuar entre ellas evolucionando a medida que lo hacía la relación de la pareja y resultaba un tanto complejo, terreno que a Emma le daba un poco miedo profundizar ya que desconfíaba de sí misma y no quería correr el riesgo de liarlo todo por su falta de madurez y egoísmo. Asintió ante las vacilantes palabras de su hermana al mismo tiempo que ésta notaba el cambio de fotos, no pudo más que estallar en carcajadas también – Esa es probablemente tu mejor foto – bromeó para sonrojarse inmediatamente – no pude evitarlo, fue más fuerte que yo– se encogió de hombros y aprovecho para mirar el suelo mientras le decía las palabras más sinceras desde su regreso – No creo que haya nadie mejor para Jackson que tú – confesó con seguridad.

–  Y ahora estás siendo completamente imposible. –  Afirme ante el felino como si realmente pudiese entender mis palabras.  Lo había estado siguiendo desde la punta del pasillo, regañándolo por no prestarme ni un poco de atención incluso cuando decía su nombre ¿Esta es la independencia de la que tanto hablan? Crucé ambos brazos sobre mi cintura, observando atentamente cada uno de sus movimientos ¿Acaso nunca se cansaba de recorrer el lugar? Quizá los gatos no tenían ese sentido que compartían los perros del poder apoderarse de un lugar como un fin patrimonial.  A los 15 años, en primavera, me enamoré por primera vez de un felino. Fue un amor violento como un tornado que barre en línea recta una vasta llanura, él allí indefenso, con los ojos verdes como una laguna. Un amor que lo derribó todo a su paso,que lo machacó todo por completo.  Ese pequeño individuo supo hasta sacarme de mis momentos de peores pesadillas y pesé a que no tenían demasiadas similitudes, de alguna manera el extraño actuar de Tigre me recordaba a él.Se acerco hasta la puerta del dormitorio, apoyando sus pequeñas garras en ella como si tratara de empujarla y no pude evitar dejar escapar una pequeña carcajada de mis comisuras. Tenía ese síndrome extraño de creerse enorme y yo verdaderamente lo envidiaba.– ¿Encontró su cuarto, señor? – Murmuré con gracia mientras tomaba la perilla y la giraba, permitiendo su paso con pequeñas zancadas. Escuche en el interior dos veces femeninas y no pude evitar abrir la estructura de manera del todo para ver de quienes se trataban.

¡Emma estaba allí! y había llegado sin más, ni un previo aviso. No pude evitar emitir un grito efusivo y salir corriendo en su dirección. La aplaste sobre mi peso dándole un fuerte abrazo y llene su rostro de  pequeños besos. Una bienvenida muy a lo argentino, demasiado yo. – No sabía que vendrías ¿Vos sí? – Interrogue a Lili con mis ojos entrecerrados como si realmente ella hubiese estado planeando todo. – Te hemos extrañado muchisimo. – Admití mientras me levanta, sin intenciones de dejarla sin aire. Me senté sobre las piernas de mi castaña favorita, manteniendo la cercanía que habían estado teniendo hasta hace un momento atrás. – ¿Qué tal ha ido todo? ¿La has pasado bien? – Interrogue ahora un poco más calmada mientras llevaba un mechón de cabello hacia la parte de trasera de mi oreja diestra. Aunque millones de sigmas se pudieran unir a nuestra habitación las tres restantes sabíamos muy bien que ninguna ocuparía el lugar que Emma se había ganado en nuestro corazón, por lo que tenerla una vez más en la residencia era un gran motivo para celebrar.

Tomé al pequeño animal que aún jugueteaba por sí solo en nuestros pies y lo acerque a la morena para realizar las presentaciones correspondientes. – He aquí el quinto integrante de la habitación. – Murmuré enternecida al ver la forma en que el gatito dejaba escapar un pequeño bostezo. Aunque internamente sentía un tanto de alivio ¡por lo menos lo vería dormir unas horas! Mi trabajo de madre se ha completo.

Abrí la boca como ofendida, claramente en broma.- Hey, no es mi culpa eso- dije riendo, la verdad es que Jackson tenía como hobbie n°1 comer, y aunque ahora a veces cocinara para que no todo fueran tacos y cervezas, parecía más que mi ingesta de esa comida se había elevado en vez de la de él bajar, pero afortunadamente  Jacko se veía igual de bien como siempre. Gracias bendita genética. Pero la forma en la que hablábamos, pese a ser en broma, delataba algo de incomodidad, no porque el tema fuera incomodo, éramos nosotras enfrentándonos a algo nuevo, que no habíamos tenido tiempo de vivir cuando Emma estuvo aquí.  Había conocido primero a Emma, y luego de haberme hecho su amiga comenzó todo con Jacko. A veces me preguntaba hasta que punto de verdad lo aceptaba y hasta que otro punto simplemente no decía anda o intentaba llevarlo bien simplemente por ser Emma, una de las mejores personas que había conocido en su vida, y la más tierna y dulce. Tenía miedo de que si no lo aceptaba, eso nos mermara en nuestra relación de amistad, y me daba terror porque mi afecto por ella era fuerte y real, tanto como me estaba enamorando de su hermano. Pero entonces su voz timida y sus ojos mirando al suelo soltaron esas palabras que hicieron que mis dudas se dispiran y los ojos se me quebraran un poco, de verdad agradecía tanto eso. No sabía si era una gran persona, sabía que tenía mis defectos, como todos; pero de verdad, de verdad estaba tan feliz con Jackson que por él, intentaba ser mejor a la vez que yo misma cada día un poco más. Baje la vista unos segundos y suspiré, no sabiendo que decir hasta que de un impulso me lanzo a abrazar a mi amiga escondiendo mi  rostro en su hombro.- Gracias, Emms…- musité tímida para separarme de mi arrebato.  

El saber que ella genuinamente estaba bien con esto me hacía demasiado feliz, y ahora esbozaba una sonrisa cuando siento  la puerta moverse para primero entrar el felino más tierno de la casa, seguido por mi rubia favorita, lo que hizo que mi incipiente sonrisa se tornara más grande y alegre. -  ¡Ahí estás, Tigre!- exclamé, no había visto a este bebe todo el día y de seguro andaba paseando por todos lados y molestando a los perros, porque era un loco, no en vano quienes lo criábamos éramos Brooke, Amelie y yo. Reí feliz de la vida cuando Amelie y Emma se fundieron en un abrazo, la dinámica de aquella habitación era mágica y única, y nos faltaba una patita de la mesa con Emma tan lejos.-  Yo no sabía nada, pero el que sabía y va a tener que explicarse es otro- dije riendo y pensando en algo que no quise nombrar por miedo a que no lo supiera Emma aun. Jacko hace semanas venía diciéndome de un proyecto y yo había estado ayudándolo, lo que sería una gran sorpresa cuando la castaña volviera. Y ahora entendía a la perfección porque me apresuraba tanto siendo que quedaba demasiado tiempo.  Observé como el bebe es tomado en las manos de porcelana de mi mejor amiga y sonreí.- Lo vas a amar, es todo un encanto- dije feliz a Emma, yo amaba tanto los animales que solía pensar todos eran igual que yo.

Por primera vez en lo que llevaban de amigas, el juego estaba invertido y en lugar de ser Lili la que sostenía a Emma en sus brazos, era Emma la que sostenía a Lili. Fue ese gesto de la californiana de apoyar su cabeza en el hombro ajeno, lo que le dejó claro una cosa que Emma había pasado por alto y finalmente comprendía, su opinión respecto a la relación de esos dos influía mucho y supo que tenía que apoyarlos porque aún siendo celosa como era por su hermano, los amaba a ambos y sólo quería verlos felices. Apretó el abrazo y depositó un beso en la cabeza de su amiga, su hermana.

El abrazo fue interrumpido por otro chillido, cuya emisora era otra voz a la que amaba de sobremanera y sin más se vio atacada por una lluvia de afecto que sólo podía provenir de la rubia que a Emma le parecía estar construida con rayos de sol, la abrazó con fuerza enterrando la cabeza en su cuello ya que Ame la superaba un buen palmo en estatura - ¡Yo también te extrañé muchísimo! – exclamó dejando fluir todo el afecto que le tenía a través de sus palabras.  No fue hasta que vio a Lili y Amelie en un mismo sitio y que la emoción por el primer reencuentro se disipara que el pequeño movimiento en el suelo llamó su atención casi al mismo tiempo en que Amelie lo introducía como el quinto integrante de la habitación - ¡¿QUE?! – gritó con los ojos abiertos por la sorpresa, el asco y el sinfín de sensaciones que le ocasionaban los gatos.  “Tigre” el pensamiento se escupió en su mente, odiaba los animales, los quería lejos en el jardín en su casita de madera con su plato de comida y el plato de agua, la casa era para los humanos ¿Por qué había un gato en la habitación? Lo miró con recelo, porque sabía que eso no era una guerra, tendría que convivir con él pero definitivamente le daría una buena pelea por la lucha de poderes. Negó con la cabeza, sentándose en su cama que de pronto le pareció estar llena de pelos – Nosotros dos… no hay amor aquí – dijo señalando con el dedo al gato y a ella misma.

Se hizo una bolita en la cama, juntando las rodillas contra el pecho y rodeando la pierna con los brazos, mientras miraba a sus amigas, ni siquiera ese gato podría arruinar el momento. Apoyó el mentó en las rodillas unidas – ¿y bien qué me cuentan? – preguntó – Ya sé lo de Jacko – añadió mirando a la rubia con una sonrisa – y aprendí a tejer en el vuelo… les haré bufandas, elijan el color – tejer era un eufemismo para decir que había aprendido a hacer bufandas porque no podría hacer nada más y con eso recordó la bufanda verde de su hermano y todo lo que sucedió en el aeropuerto. De un salto abandonó la cama y comenzó a bailar en círculos con los brazos levantados - MI HERMANO ES EL ZEUS DE LOS HERMANOS - canturreó antes de detenerse frente a las chicas con la emoción erizando su piel - ¡¡¡ME REGALÓ UN COCHE!!! - estalló antes de volver a bailar su baile de la victoria.

Pude percibir casi de manera instantánea que a la muchacha no le gustaba demasiado la presencia del felino. Sus ojos habían reflejado hasta cierto rechazo, pero decidí ignorarlo. No todos nacemos para amar lo mismo y eso es lo divertido en cuanto a la diversidad. Se marcho a su cama, dejando suficiente espacio como para que me sentara arriba del colchón y deje al pequeño animal sobre la cama para que pudiese hacer sus expediciones habituales. — Ya verás que puede caerte bien... — Aclaré prácticamente segura de mis palabras. Él tenía un cierto aire misterioso y juguetón que podía hasta ablandar el corazón del más duro, podía dar mi palabra, porque lo había comprobado con mis propios ojos. Acaricie lentamente su cabeza, en forma de mimo y centré nuevamente mi atención en la morocha. — Aquí te hemos echado de menos. Hasta nos dolió cuando una de las muchachas se tuvo que quedar... pero no digas nada — De manera cómplice puse  uno de mis dedos sobre mis labios, indicando un "secreto". Aunque la cruel verdad era que ninguna otra persona podría remplazarla, no podíamos ser ingratas con las nuevas compañeras y mucho menos tratarlas mal. Pero esa cama siempre olería y sería de Emma.

—Bueno, personalmente siento una gran atracción hacia el rosa. — Murmuré como si fuese mi elección hacia la lana, aunque simplemente estaba bromeando - o quizá no, el color me gustaba, pero desde que había ingresado a la universidad sentía un cierto rechazo por razones básicas-. — No, solo bromeo... un color azul oscuro me encantaría. Apenas vaya al centro de la ciudad me encargaré de las compras. Aunque deberías enseñarnos tus cualidades ¡te has vuelto toda una especialista! Por cierto... he perdido otra vez mis llaves. — Agregué mientras dejaba mis ojos en blancos. Era un comportamiento demasiado-Amelie, dejar las llaves en cualquier lugar. Aunque probablemente se encontraban dando vueltas por la residencia, lejos de mi ojos.

Me paré rápidamente para tomar unos caramelos, colocados en unos pequeños tarros en un mueble y arroje unas pequeñas provisiones hacia mis amigas. No pude evitar dejar escapar una pequeña carcajada, divertida por el festejo de mi compañera.  ¿Verdaderamente le había regalado un auto? Vaya, ese si era un gran hermano. — ¡Fabuloso! Ahora podrás poner en juego las técnicas que te ha enseñado la señorita Hernández. — Susurré con una de mis cejas en alto, un tanto entusiasmada por ella. Siempre me había gustado la idea de un automóvil, aunque por el momento me sentía bastante cómoda con la motocicleta y la bicicleta. El viento sobre el rostro me daba cierta adrenalina que nunca podría conseguir en un lugar cerrado. Volví nuevamente a mi lugar, jalando del tubo rojo con mis dientes. — ¿Y bien? ¿Son los lindos los alemanes? — Cuestioné, cambiando un poco el rumbo de la conversación. Aunque la mera verdad es que solo trataba de sacarle información ¿Sería Alemania un lugar propicio para enamorarse? No lo sé.

La reacción de Emma ante Tigre era épica, porque jamás la esperamos. Claro que sabia que no era amante incondicional de los animales como podía serlo yo, ni quizás tenia ese instinto maternal tan a flor de piel como era Amelie con Tigre, lo que fue un descubrimiento que tuvimos Brooke y yo cuando recién llego el minino. Brooke por su parte lo consentía, jugaba con él, se complementaban en el desorden, por eso mi primera impresión ante la llegada de Emma es que lo amaría y lo mantendría limpio y ordenado, como el gato decente que debería ser. Pero no, gritó con sorpresa y yo la verdad me reí llevando mi boca a taparme mi boca, divertida. Después de todo era un gatito minúsculo y Emma ya aprendería a amarlo.- Emm, ya le verás el lado bueno… entre este macho y Zeta… prefiero a Tigre mil veces en la habitación durmiendo con Brooke- molesté divertida, ya que el felino se turnaba para dormir con alguna de sus madres. Y cuando digo turnarse, me refiero a que lo tomábamos al gato desprevenido y lo metíamos a la cama abrazándolos hasta quedarnos dormidas y el pudiera escapar. Era un encanto su independencia.- Y sabe limpiarse solito…- exclamé animada mientras acariciaba la pequeña cabecita del felino, esperando esa diferencia que tenia un perro a un gato le animara pues no es que estuviera sucio, éramos buenas madres.

No quise reír, pero la verdad una nueva carcajada salió de mis pulmones cuando Amelie habla de la cama, más conocida como la cama maldita de Emma, que era un juego que habíamos iniciado ya que nunca duraban las nuevas chicas en la habitación, y prometíamos que las habíamos tratado bien a pesar de que en realidad solo una persona podía estar allí, y era quien estaba frente a nosotras.- Estoy segura Amelie ponía agujas en la cama para que se fueran- dije bromeando mientras abrazaba a mi rubia y dedicaba una mirada llena de amor a la pequeña Rochtman.- Yo elijo azul con verde, no sé por qué…- y era honesta, podían revisar mis fotos de niña, esos eran mis colores favoritos desde antes, mucho antes.

Y fue entonces cuando Emma grita, no exclama, que tenía el auto que bien sabía yo quien había sido el de la idea. Su querido hermano no diciéndome en que fecha llegaba me había hecho ayudarle, aunque siendo honesta el hizo la mayor parte del trabajo. Es que no había mejor vista que ver al líder delta arreglando un auto, de verdad no había.- ¿esta lindo no?- dije bastante emocionada, lo único que quería es que tuviera un auto y pudiera poner en acción las clases que le había dado.- ¿Ya lo manejaste?¡Como te sentiste?- dije acercándome a Emma mientras me ponía en cuclillas y le tomaba las manos.- No te pusiste nerviosa, ¿cierto? – hablaba rápidamente, es que ella había sido mi primera y única alumna y estaba de verdad orgullosa, sobre todo porque el auto había quedado realmente bien.- El Zeus de los hermanos me debe una explicación.- rodé los ojos bromeando, mientras esperaba la respuesta de Emma a la pregunta de mi mejor amiga.

Observó con recelo la manera en qué Amelie dejaba que el gato subiera a la cama, no entendía como las personas podían concederle ese tipo de privilegios a las mascotas, en su mente aquello estaba simplemente mal. La rubia, en una actitud muy típica de ella que intentaba conciliarlo todo cual hada madrina, insistía en un pronóstico sumamente altruista en el cual Emma y Tigre serían un par con un solo corazón, mientras que Lili, como la chica pragmática que era aceptó de buenas a primeras con buen humor, la repulsión de la Rochtman hacia el minino. Miró a su cuñada (no se acostumbraba del todo a esta concepción de la misma) con los ojos entrecerrados cargados de sospecha y precaución – Hasta donde yo sé no se permiten los machos en Sigma – dijo con un tono frío muy inusual en ella, entraba en un estado de niña caprichosa, que ni bien escuchó sus palabras comenzó a expulsar de su interior pues no quería arruinar el reencuentro por un estúpido gato y un desubicado Zeta. La sola mención del gato limpiándose produjo en Emma una sensación de asco tan palpable que su piel se erizó y su cara dejó entrever el asco – Cambiemos de tema – susurró.

Fijó su atención en las palabras de la rubia, decidida a intentar ignorar el asunto del gato momentáneamente obviando conscientemente su constante ir y venir en los brazos de la argentina.  Soltó una carcajada a la supuesta maldad de Amelie y aunque era consciente que sin mucho esfuerzo se había hecho un lugar en el maravilloso corazón de cada una de sus roomies, sabía que serían incapaces de hacer semejante maldad, no eran alphas despiadadas – Menos mal lo hicieron – musitó divertida, sonrojándose con anticipación a su siguiente comentario – Porque estaría como Hulk ahora haciendo un escándalo para recuperar mi cama aquí – aunque intentó que fuera una broma, no fue del todo posible ya que había mucha verdad en sus palabras.  Suspiró y las miró renovando todo el afecto que tenía por ellas, era demasiado fácil, eran únicas. No dudaba que el rosa fuera el color de Amelie, probablemente cualquier cosa le quedaba bien – No pienso tejer nada rosa – bromeó mientras anotaba mentalmente el color que eligió la rubia – No son tantas mis cualidades – volvió a sonrojarse – se limitan a la oferta, una bufanda… es todo lo que sé hacer – dijo entre risas – Azul oscuro para Ame con un portallaves incluido y… - bromeó dejando la frase sin terminar mientras movía las cejas mirando a Lili  - Sigma y Delta para Lili – sentenció con tono divertido – O debería decir, Hernández y Rochtman… o Lili y Jacko – mientras más asociaciones buscaba, más raro se le antojaba pero lejos de estar mal. Le gustaban esos dos juntos.

Asintió a las palabras de Amelie – Ya lo conduje… Llevé a Jacko a comer alitas – comentó contenta - ¿qué tan loco suena eso? Yo Emmita, llevé a Jackote a comer algo  - dijo con emoción mientras apretaba las manos de Lili para luego saltar sobre ella en un abrazo, terminado las dos en el suelo, mientras le daba un beso en la mejilla – No te debe explicaciones, te incluyó en los créditos de mi maravilloso coche – comentó con emoción mientras apretaba más el abrazo, un tanto incomodo en esa posición – Gracias… Les quedó espectacular y sí, fue la mejor sensación del mundo – comentó mientras bajaba de su hermana. Levantó la vista hacia Amelie, un tanto confundida por sus palabras – Ame.. ¿Alemania? – preguntó – Holandeses… Amsterdam está en los Países Bajos – aclaró un tanto confundida para luego encogerse de hombros – Son lindos y hablan gracioso…. ¡Demonios!  - exclamó con el acento holandés que tanta gracia le causaba – Son buena gente, sólo que son… -  se quedó pensativa – no son amables ni abiertos, pero tampoco son antipáticos, los definiría como corteses a distancia – sentenció sin estar muy segura de que sus palabras fueran comprensibles.