La carta || Las consecuencias de mis actos del ayer || Dandré & Mathías & Andrelie

-Domingo 3 de Mayo de 2015 - Por la mañana
-¿Eh? ¿Qué es esto?- Me pregunté tomando aquel sobre que yacía bajo el marco de la puerta a nuestro hogar, la familia O'Sean-Archibald, aunque bueno, aún no lo éramos legalmente, la idea del matrimonio se me había pasado por un par de ocasiones, sí, pero sentía que era un poco temprano aunque también tenía que verlo por el punto de vista económico y pues habían muchos otros planes interesantes y divertidos como el viaje a Argentina, el cual, en su totalidad estaba definido, ya había empezado en buscar empresas que brinden especies de "combos" por la cantidad de pasajeros, mis compañeros de trabajo también me ayudaban, ellos eran comedidos.

   Este Domingo yo me había anticipado a levantarme primero, antes que Darren y Mathías, me había propuesto a hacer algo sencillo como sanduches con huevos revueltos y tocino pero aquel sobre manila me llamó la atención, poco a poco lo fui abriendo, me sorprendí demasiado al ver algo extraño, se trataban de ecografías -¿Qué rayos?- Susurré un poco con el ceño fruncido pues no entendía absolutamente nada, dejé las ecografías a un lado y me topé con lo que era una carta para dejar en adopción, hizo que echara un poco pero de manera brusca la cabeza para atrás, debido a la sorpresa, aquella mueca de sorpresa no desaparecía porque no entendía qué pasaba aquí. Sobre las ecografías dejé aquella acta y me topé con lo que se trataba de una carta, la cual estaba escrita a puño y letra por quien se trataba de una mujer. Al finalizar de leer la carta, aquellos que antes eran borrosos recuerdos llegaron en picada.

Flashback - 9 meses antes
Estaba completamente destruido, no tenía a absolutamente nadie, ya había perdido a su novio en el día en que nació aquel pequeño rubito al cual perdió luego de ocho meses, el plan del suicidio había pasado por su mente por muchas ocasiones, no quería saber nada de este mundo y como un hombre débil, que era así como se siente, quería huir, nada más, solo huir.
-Cielo, ¿qué te sucede? ... Ven, vamos a divertirte- Una chica castaña de ojos cafés, rasgos físicos latinos se acercó a un chico devastado, cabello rubio pero corto, muy corto, tipo militar, quien se encontraba sentado en una de las mesas esquineras de aquel bar en que se encontraba, quería beber para apartarse un poco de la pesadilla por la que estaba viviendo.
[...]
Dentro de una habitación, dentro del bar pero en la zona vip se escuchaban una combinación de gemidos entre aquella castaña que laboraba del lugar y de aquel chico rubio que solo quería beber, aunque claro, André no estaba más que ebrio.
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Sentí como el papel se resbalaba de mis manos es que simplemente no podía creer que halla hecho eso, desvié la mirada hacia donde estaba la habitación, donde Darren y Mathías estaban durmiendo -No, no. Ahora no- Comenté en un tono bajo pero completamente desesperado, no entendía absolutamente nada el por qué justamente ahora, cuando ya había encontrado toda mi felicidad, esto me venía a arruinarla. ¡Que horror! ...
"Vamos, vamos, André tranquilo. OCultas la carta y no te presentas, haces como si no hubiese pasado nada" Me dije en mi mente y la verdad es que era muy pésimo "No André, eso está súper mal. ¡Mierda! ... firmo la hoja y la entrego, no quiero una bebé aquí... no demonios, no... ¿Por qué ahora?" ... Sentí mis piernas débiles, la verdad que iba a caer de rodillas al suelo sino fuera por los sonidos que alcancé a escuchar -Bien, solo firmo la hoja y haré como si nada. Aquella nena terminará en adopción y Darren junto con Mathías nunca se enteraran de esto, no tienen el por qué enterarse, esto no ha sido nada- Con esas palabras, estaba por demás que ya me había tornado paranoico pero no sabía como llevar aquellas situaciones, estas situaciones jamás en mi vida me la había imaginado "¡Mierda!"
[...]
Junto con Darren y Mathías pasamos toda la tarde jugando a la pelota, enseñándole a Mathías a patear y a dar pequeños pases, correteamos con los perritos que aún estaban en el departamento, todo era felicidad, bromas y risas. Yo, a aquel sobre con todos los papeles, lo había escondido en la cocina, puesto que en la mañana antes de pensar en un buen lugar para esconderlo, tenía que darme prisa con el desayuno y eso fue lo que hice. Aunque, a Darren lo notaba ciertamente extraño, aquellas risas no las sentía naturales, escondía amarguras ... pero ¿Por qué? ... ¿Qué es lo que no me ha comentado?

-Por la noche-
Mathías se durmió, Darren y yo estábamos terminando de cenar, aunque él se había entrado a la cocina a por un pequeño condimento mientras que yo, permanecí comiendo, consideraba que la comida que mi castaño hizo estaba perfecto -¿Sucede algo malo?- Le pregunté curioso, sin mirarlo, disfrutando de la comida -Te he notado un poco diferente desde hace un par de días ¿Qué pasó que no quieres que Mathías y yo no sepamos?- [André se había olvidado por completo de la existencia de aquel sobre, cuyo plazo límite para responder era de 5 días].

Habían pasado solamente dos días desde que me enteraba de aquella fatídica noticia y aún no era capaz de asimilarlo. Reed había sido amiga mía desde mi inicio en la universidad, allá cuando la conocía en Harvard y ya nos caimos bien. Sin embargo , en UCLA fue donde nos conocimos bastante más al pasar tiempo en el club de música. Era una amiga diferente a todas las que tenía porque era una descarada, sincera y con ese aire de nigga tan gracioso que siempre me sacaba risas, una tras otra. Jamás habría pensado que su vida acabaría de esta jodida forma sin ni siquiera cumplir sus metas ni sueños. ¡Era tan joven! Tenía toda la vida por delante y ,sin embargo, su historia ya estaba acabada.

El momento en el que recibí la noticia me encontraba solo con Mathías porque André estaba en el trabajo. Las piernas me temblaron y tuve que sentarme durante un buen rato hasta que sentí el momento de llorar y entonces me fui al baño para que el bebé no me viese. Pese a eso no pude llorar como debía porque solo me apetecía gritar y golpear todo por una vida así perdida. Ahora lo que tenía era que sacar fuerza e intentar superar esto. Siempre me dijeron que tenía un problema y es que me guardaba las cosas malas para mí con el fin de no preocupar al resto y eso, obviamente, me pasaba factura. Intentaba siempre luchar contra aquello pero era superior a mí. Odiaba ver a los demás preocupados por mí y ahí se encontraba el motivo para que me lo tragase todo y superase el duelo en soledad. Eso era sencillo antes, más ahora con André y Mathías en casa era mas complicado y tenía que fingir más que nunca. Hablar de muertes con André solo haría que pensase en Ileana y entonces volvería a sufrir por algo que no tenía solución ya.

Hoy no tenía excusa de clases ni ensayos, así que tocaba enfrentarme al día de hoy junto a mis dos chicos favoritos en el mundo. Nos pasamos horas jugando con una pelota y enseñándole a patear el balón de buena forma y que se convirtiese en todo un deportista como éramos nosotros. Tenía que admitir que en algunos momentos se me olvidaba la tragedia de mi amiga y al menos era feliz, pero luego volvía todo y de nuevo a sentirme con ganas de llorar. Ganas que debía controlar para no dañar a dos de las personas que más amaba.

Cuando llegó la hora de cenar preparé una papilla de cereales para el niño y unos filetes de ternera para nosotros dos con una salsa de especies que había leído en un libro de recetas. Siempre me gustó la cocina y estaba aprendiendo cada día más desde que tenía mi casa lejos de mamá. Ahí estábamos los dos cenando a solas debido a que el tercer acompañante ya estaba dormido en su cuna. Mi mente se encontraba pensando en Reed de nuevo y así estaría durante mucho tiempo. La pregunta de André me pilló por sorpresa. Demostró que me conocía muchísimo al decirme aquello. -¿Pasarme a mí? Nada, solo agobiado por los exámenes y eso.-respondí volviendo a sentarme para comer rápidamente. Cuanto antes acabase, antes me iría a dormir sin tener que decir nada. -Mañana podríamos ir a pasear a la playa con los perros también.-cambié de tema.

La tarde en sí fue movida por todas las actividades que realizamos entre los cincos. ¡Sí! Incluso hasta los dos cachorritos de Darren: Pegaso & Stitch participaron en nuestros juegos, habíamos jugando tanto que el pequeñito rubio luego de haber comido la papilla que le preparó su papi castaño apenas fue llevado a la cunita y cayó dormido con la boquita abierta, jajaja, al menos un poquito abierta la tenía y fue gracioso ver al pequeñín de esa manera, además me resultaba gracioso, un poco, que terminara cansadito luego de la tarde familiar dentro de nuestro hogar... no hubo necesidad de que Darren le halla cantado cerca de su oído para que durmiera.

Darren y yo, llévabamos de novio cuatro meses, pero empezamos a vivir bajo un mismo techo un mes y medio antes, desde ese trece de noviembre en que nos volvimos a ver, había aprendido un poco sobre la manera en que él se comportaba ante el mundo, su personalidad como cualquiera de las demás personas era un rompecabezas al que construir para poder descifrar cómo era; y, aunque mi castaño era especial, aquel rompecabezas de su psicología aún no lo había completado, estaba pensando que sería algo imposible conocerlo perfectamente, pero sí, lo sabía en su mayor parte. Lograba diferenciar los momentos en el que el chico se encontraba en su cien por ciento de felicidad y cuando lo estaba fingiendo y, creánme pero sospechaba, tenía una enorme y punzante corazonada de que mi chico estaba fingiendo con aquellas risas, por lo menos, la mayor parte del tiempo, no todo, pero sí fue la mayor parte de la tarde, lo cual era de preocuparse.

Negué suavemente con la cabeza ante la respuesta que llegué a escuchar, me había mentido, no solo los exámenes, pues de lo que había llegado a sacar como deducción, aquellas pruebas de la universidad no eran nada para mi chico, nada, él sabía como manejar aquella situación. Solté un suspiro pesado y empecé a masticar con un poquito más de agilidad para tragar lo que tenía en la boca -Amor, siento una leve corazonada de que me mientes, pues los exámenes no suelen serte un gran problema, no tanto para que te muestres como estuviste mientras jugábamos... tengo ojos, Darren- Nuevamente dejé escapar un suspiro -...pero te creeré- Le dediqué una suave sonrisa brindándole confianza, utilizando un poco la psicología inversa, aunque en el caso de que no comentara nada al respecto, dolería mucho como si me clavaran una estaca en el corazón.
Levanté la ceja por lo que dijo y asentí suavemente -Por supuesto, disfrutaríamos mucho de ese día- Agregué y continué comiendo con cierta intranquilidad, sabiendo que algo le pasaba a mi chico. -Lavaré los trastes cuando terminemos- Sonreí amplio y seguí comiendo, adoraba la comida de mi muchacho y hoy... hoy se había pasado mucho, le daría las gracias un poquito más tarde, ahora nos distanciaba un poco la mesa ... y, quizás su mente.

Tener que despedir a una buena amiga no era plato de buen gusto para nadie y menos si es de esa forma tan trágica. Ya no había vuelta atrás y esa persona que tantos queríamos se había ido para siempre, privándonos a todos de sus miles de risas y esa forma de ser tan característica de ella. La vida seguía ,decían, y ante estos palos lo único que se podía hacer era continuar con fuerza y apoyarse en los seres queridos. Yo lo tenía claro; estos dos rubios iban a ser mis pilares para superar esto. La verdad es que sin ellos me habría amargado mucho en estos días porque mi hermano estaba con sus estudios, mi familia lejos, Zeta tenía suficiente con lo de Brooke y no quería agobiar a nadie con mi pena. Con que menos mal que tenía a dos rubios a mi lado a los que amaba con mi vida.

Sin embargo, André me conocía bastante bien y no iba a ser sencillo engañarlo con algo como esto.-De verdad que son los exámenes. Te recuerdo que soy disléxico, creo que eso es suficiente para que los estudios me agobien.-dije de forma un poco distante. No quise sonar así, pero no tenía capacidad para controlarme debido a toda la ira que tenía guardada dentro de mí. Esperaba que me comprendiese porque no estaba siendo unos días sencillos y ya había confesado que lo sabía, por lo que deseaba que no se enfadase ni mucho menos. -Tranquilo, yo los lavo.-comenté cuando ya había terminado y me levanté con plato para llevarlo a la pila de agua. Comencé a fregar lo poco que teníamos porque estábamos acostumbrado a fregar después de comer para no encontrarnos con montañas de platos. Cuando había terminado los sequé y los fui guardando todos en sus correspondientes sitios. Acto seguido hice lo mismo con un paquete de galletas que había quedado por ahí encima y entonces encontré unos papeles en el mueble.

Con el ceño fruncido, y de espaldas a mi novio, los agarré y abrí para leer de que se trataba. Al principio no entendía nada porque solo leía fechas, nombres extraños hasta que llegué al de André. Presté atención y entonces rápidamente en mi cabeza se formó una idea que no podía creer. ¿André? ¿Otro hijo? ¿Adopción? Las manos me temblaban y quise hablar, más no pude. Las letras de la carta comenzaron a darse la vuelta y ese jodido dolor de cabeza apareció. No , ahora no podía joderme la dislexia de esta forma. Volví al encabezado de la carta y ya no era capaz de identificar las palabras que segundos antes había leído. Aclaré mi garganta y me giré lentamente, apoyándome en la encimera porque estaba hasta mareado. -¿Se puede saber que es esto? Debe de ser algo serio debido a que lo tenías escondido. ¿Lo estabas escondiendo?-di unos pasos hasta llegar a la mesa y solté la carta sobre esta. -Por favor, dime que es esto.-tenía muchísimo miedo y se notó en la voz cuando se me quebró. Creía que André nunca sería capaz de serme infiel como mis otras dos parejas, hubiese puesto la mano en el fuego por él y ahora me demostraba que había hecho exactamente lo mismo. -Habla.-ordené sentándome en una de las sillas porque lo hacía o acabaría en el suelo.

Su respuesta me dejó con un sabor amargo en la boca, sabía que mi castaño me mentía, que él me estaba ocultando algo y que a por su estado de ánimo, la verdad, es que era algo super doloroso, lo podía ver en sus ojos que cada vez que antes me transmitían nada más que seguridad, amor, felicidad, sobre todo éstas dos últimas. Pero como se lo había dicho creeré en sus palabras aún así con ese dolor en mi pecho e intriga en mi mente. Conocía de su enfermedad, de la dislexia que el poseía pero también que la podía controlar, aunque se le hacía mucho trabajo, lo podía controlar pero bueno ... le creeré.
Aunque ... ¿Acaso Darren me dejó de amar? ... No, no, eso no podía estar pasando ¿Qué estaba haciendo para que mi chico me dejara de amar y empiece a odiar? ¿Qué? [André, en su interior, se puso paranoico por el hecho de pensar que Darren lo había dejado de amar, dando paso a la idea de un corte a su relación]. Continué comiendo un poco inquieto por esa idea que de la nada se me había pasado por la mente, le mencioné que lavaría los platos, lo cual me extrañó porque generalmente yo lo hacía, aquello me hizo sospechar un poco más de que algo malo le sucedía. Solté un suspiro pesado -Está bien, te dejaré lavarlos- Comenté aparentando un tono tranquilo, con una pequeña sonrisa [falsa] en mi rostro.

Al par de minutos terminé de comer lo que mi castaño había hecho para cenar, estaba lleno y satisfecho. Él por su lado se levantó y tomó los trastes para llevarlos a la cocina y empezar a lavarlos, me quedé por unos segundos sentado sobre la silla, pensando en qué podía estarle pasando a Darren, no le creía que los exámenes le generaran aquel comportamiento que hoy había optado, me encogí de hombros y empecé a acomodar un poco la mesa, aquello que teníamos allí.
Estaba pensativo en saber lo que le pasaba a mi castaño que ni siquiera me había percatado de que me estaba tardando mucho en limpiar la mesa, cuando todos mis sentidos "aterrizaron" en el presente, mis ojos se toparon con un Darren petrificado, bajé un poco la mirada a sus manos y ví aquel sobre, el sobre que había llegado hoy en la mañana y en el cual me citaba para después de dos horas para el nacimiento de la pequeña ... no puede ser que halla sido tan imbécil por haberme olvidado de la existencia de aquellos papeles, hasta ahora.

Tragué saliva con fuerza y di un paso hacia atrás mientras él se acercaba y hablaba, sentí que la respiración se me estaba agitando producto del momento, negué suavemente con la cabeza a su primera pregunta. "No, no lo estaba escondiendo, amor" Dije en mi mente puesto que de mi boca no salían palabras coherentes, no podía hablar ... me sentía incapacitado de ello en aquel momento. Su grito de orden, aquel "habla" fue como un golpe directo en el rostro, bajé la cabeza y negué de nuevo con mi cabeza, dejando escapar un pequeño suspiro. Di un par de pasos hacia él, acercándome a su físico, yacía sentado sobre la silla cerca de la mesa. -Amor... Darren, eso no es lo que tú crees...- Que estúpidas palabras había dicho, obviamente estaba escrito lo que había hecho y de qué se trataba. -Y...yo no estaba escondiendo esos papeles...- Le mentí y el peso de ello me golpeó directamente al corazón por lo que de nuevo negué y pasé mis manos por el rostro, frustrado por la incompetencia de no poder hablar bien -... Bueno, sí. Te voy a ser sincero y esos papeles los iba a esconder porque temía por la manera en cómo ibas a reaccionar... Yo... yo...- ¿Qué más puedo decir? ¿Qué digo? -Darren lo siento- Extendí mis manos pasando en mi rostro una mueca de arrepentimiento, me acerqué a él para darle un abrazo, mis ojos se habían tornado llorosos.

Normalmente mi humor siempre era el mejor, pudiéndome llevar meses sin enfadarme o despertando con mal humor. En caso de que despertase de mal humor se me pasaba cuando llevaba dos minutos y es que mi personalidad no era así de oscura; en mi casa siempre se respiró un buen ambiente en el que todo se solucionaba hablando y nada influía en el normal desarrollo del hogar. Ahora que ya medianamente adulto llevaba grabado a fuego eso de que estar enfadado no servía de nada porque solo traía rencores y problemas a la casa. Sin embargo era imposible controlarse cuando sucedía algo tan malo como perder a una buena amiga de una forma trágica. Juro que intentaba comportarme como el de siempre, pero no era capaz de echarlo todo a un lado y estar alegre. Aquel duro golpe iba a ser muy complicado de superar y necesitaba mis días de luto para amueblar toda mi cabeza de nuevo.

Por si fuese poco, los malos tragos no llegaban solos y ahora me encontraba con una carta que indicaba la paternidad de André. No fui capaz de asimilar que hace ocho meses no estábamos juntos porque los nervios me impidieron captar correctamente la información. Maldita dislexia. Por si no fuese poco que mis dos únicas relaciones hubiesen acabado conmigo con dos cuernos enormes, ahora me encontraba con que el hombre con el que creía que acabaría toda mi vida también me fue infiel e incluso iba a tener un hijo. ¿Qué clase de persona era yo para atraer para tan mal vibra? Algo debía haber hecho en otra vida yo para sufrir todo lo que sufría. Intentaba ser un buen novio con mis parejas y no quería ser egocéntrico, pero era un gran novio. Nadie podía tener quejas de mí para que luego me hiciesen esto.

-¿No es lo que yo creo que es? Vamos a ver, aquí viene todo muy clarito.-dije usando un tono de voz que no era el más propio de mí; sonaba duro y borde. Iba a decirle que si no quería esconderlos no entendía porqué estaban guardados donde nadie podría verlos. Sentí sus brazos rodearme y yo, en cambio, no pude hacer lo mismo que él. -¿Cómo ibas a querer que reaccionase?-lo empujé un poco por su cintura para separarlo de mí. -¿Crees que me merezco que me hagas eso y encima me mientas? -di unos pasos hacia atrás. -Tenía entendido que esta relación se basaba en la confianza, pero veo que lo entendí mal. Gracias por abrirme los ojos. -sonreí y dejé la carta sobre la mesa para irme al baño a lavarme los dientes. Hora de dormir…

Todo pasó demasiado rápido, sentí que en ese momento Darren empezó a hablar rápidamente y cuando quería interrumpirlo mi voz no salía por el temor, por haberle fracasado como pareja a mi chico, aunque no era como el creía que era la situación todo eso había ocurrido hace ya nueve meses. Era cierto que hasta ahora luego de haber leído aquella carta describiendo aquellos actos de esa noche lejana, no sabía lo que había hecho, el acto de leer aquel documento fue que aclareció un poco mi memoria ... No tenía la culpa, no era como mi ¿novio? ... no era como él pensaba.

-Darren no- Apenas pude decir en un tono bajo, me quedé con los brazos un poco extendidos puesto que él se había separado de mí, decidió abandonar la habitación para irse a otra. Mi cuerpo sentía que estaba a punto de colapsar pues no soportaría el hecho de perder a mi chico, no lo quería perder. Me senté sobre la silla, con los ojos llorosos, mirando aquel escrito, maldiciendo una y otra vez a aquella chica, quien me acababa de arruinar la felicidad. Por un par de minutos estuve así, con las manos sobre el lado de mi rostro no sabía que hacer pasando a pensar un poco mejor la situación.
Puesto que había sido un egoísta al pensar en solo mi felicidad y con ese pensamiento de ignorar a la carta y dejar a la bebé sola, a su suerte, no quería darla en adopción pero tampoco la quería tener, esa idea tenía en la mente desde la primera vez que leí aquella acta de adopción. Solté un suspiro pesado pues a la final la pequeña nena tendría mis genes y por aquel desliz que había iniciado desde que al rubito me lo arrebataron de las manos, aquel período oscuro que viví porque no tenía por quién seguir luchando en este cruel mundo.
Tomé los papeles y los metí en aquel sobre que había venido desde un inicio a nuestro hogar, pasándome una mano por los ojos me limpié las lágrimas que estaban por salir, nuevamente suspiré para después ir sigilosamente al cuarto y empezar a alistarme para salir ¿A dónde iba? ... Pues al hospital, en el camino llamé a Guss para que me ayudara en ello, no podía solo, no contaba con el apoyo de mi castaño, desgraciadamente, necesitaba de un gran amigo y ese era él -Guss por favor, encontrémonos en el hospital en menos de diez minutos. Disculpa y un millón de gracias- Fue lo único que le dije, antes de salir de mi hogar eché por una última vez en el día una mirada general esperando a que esta no sea la última vez que lo vea así.