Vísperas Navideñas || La Sorpresa || Dandré <3

Las primeras semanas del inicio de las vacaciones habían pasado ya y de una forma que no imaginaba. Tenía pensado pasarlo en casa con mi familia y amigos de la infancia. Vale, los días especiales de Navidad y Año Nuevo iba a pasarlos allí pero antes tenía una misión. Conseguí que André recapacitase en su decisión de acabar con su vida y ahora compartía mi casa con él. Los tres perritos estaban encantados de tener a un invitado al que acudían para que le diesen más de comer o los llevase al parque. Obviamente eran animales y no entendían nada aunque parecían comprender que algo pasaba porque estaban todo el día animándolo y jugando con él. Me alegraba ver como el rubio estaba cambiando su forma de pensar y comenzaba a mostrarse como aquel compañero de trabajo que conocí hace tiempo. Podía parecer un idiota pero me sentaba muchas veces a su lado para que hablásemos y se estaba soltando a la hora de expresarse, por lo que estaba volviendo a ser él mismo. Contacté con sus padres para comentarle la situación y ambos se portaron estupendamente llamando todos los días para preguntar por él y ofreciéndose para cuidarlo. No, lo mejor era que se recuperase aquí y ya luego podría volver a ver a sus padres e hijo como si nada; ellos no se merecían ver al André zombie que estaba viviendo aquí.

La navidad se acercaba y todo el mundo merecía felicidad, sobretodo alguien como el rubio que estaba pasando por algo tan malo. Tal vez fuese una locura lo que iba a hacer pero no me costaba nada ayudar a alguien. Con el dinero que me dieron en el club al dejarlo reservé un vuelo hacia Chicago de ida …y dos de vuelta.



Era la primera vez que estaba en esta gran ciudad y temía el perderme en el aeropuerto. Cientos de turistas iban de un lado a otro y ahí estaba yo solo buscando como salir de ahí. Preguntando logré llegar a la parada de los taxis, donde debían esperar. Los padres de André, de acuerdo en todo momento con la sorpresa, me ayudaron con los gastos del viaje y enviaron a una amiga de la familia a por mí ya que ellos no podían. Con un cartel que decía “Darren Archibald” y una mujer sonriente comenzaba mi aventura por aquí. Durante el camino estuvo hablándome de André, Mathías y su madre. La historia era bastante triste y toda la familia sufrió mucho , pero creían que con esto lograría que el chico fuese feliz de nuevo.

La casa de sus padres era muy bonita y estaba perfectamente adaptado para el pequeño Mathías , quien dormía. Pasamos un buen rato hablando sus padres y yo y entonces el bebé comenzó a lloriquear para que lo cogiesen. Era increíble como tenía unos ojos tan bonitos y parecidos a los de su padre. Había cambiado bastante pero seguía manteniendo esa belleza que lo convertía en el bebé mas hermoso que había visto. Mientras que hablaba con sus abuelos él se encargaba de enseñarme todos sus juguetes y hablar en ese idioma que solo los bebés entendían. Se notaba como la familia quería mucho a André y estaban emocionados con esta sorpresa. Dejaban que me llevase solo a Mathías y que André disfrutase de las fiestas con él para que pasasen tiempo juntos como padre e hijo. Luego ya podrían venirse cuando quisieran porque sus padres recalcaron que André podía volverse a vivir con ellos si lo deseaba.

El vuelo se iba a las 18:00 con la idea de que llegásemos a California sobre las 21:00 porque el viaje tardaba unas tres horas. Ahora sí fueron ellos los que me llevaron al aeropuerto y se despidieron de nosotros. Estaba preocupado por si el pequeño lloraba pero me puse a corretear con él antes de embarcar y no paró de reir. Luego le compré un peluche y nos sentamos a esperar. Gran parte del vuelo nos la pasamos con los auriculares puestos mirando una película en mi pc portátil sin soltar su peluche nuevo. Lloró una vez , lo normal , para pedir que le cambiasen. Aquello fue una gran aventura porque los baños de los aviones son más bien pequeños, pero volvimos a nuestro asiento y se bebió un biberón de leche para merendar.

Eran poco más de las 21:00 cuando llegamos a California y rápidamente fuimos a por las maletas y al coche. En el  camino a casa me puse a cantar para ver como el rubito se reía e intentaba imitarme. Era tan adorable…

Hicimos una parada antes para comprar algo de cenar nosotros y polvitos para la papilla de Mathías. Una vez en casa descubrí que André no estaba, supongo que estaría dando un paseo para relajarse y pensar. Los tres perritos comenzaron a chupetear al bebé y dejé a los cuatro jugando mientras preparaba la cena, luego me senté a jugar con los chicos. Estaba nervioso por la reacción de André y cuando escuché la puerta sonreí. -Hey, tío. ¿Qué tal?-pregunté aparentando normalidad mientras mirábamos todos fijamente el pasillo por el que iba a pasar ahora.

Me estaba comportando de una manera muy ... injustificable, me comportaba peor que imbécil.
Suspiré pesadamente, dando el último sorbo a la gaseosa que había pedido y proseguí caminando. Era ya tarde, había estado casi todo el día afuera porque quería tomar un poco de aire libre y eso es porque el ver una propaganda en la televisión me hizo ver lo muy mal en que estaba actuando y comportándome.
Y eso se debe a que por más que pasaban los días y horas en que vivía junto con aquel chico, Darren, solo veía lo negativo a la situación y eso la verdad, estaba muy mal. Nuestra relación era buena, nos llevamos bien, como amigos ... pero aún así en mi interior, yo no estaba ayudando mucho a la "rehabilitación" ... la verdad es que ya me estaba sintiendo un estorbo en su casa y, eso no me gustaba en lo absoluto.
El plan de dejar la casa ya estaba en mente, quería regresar a la pocilga que tenía como casa, que obviamente no era mi hogar y, continuar con la vida que llevaba antes ... Antes de aquel 13 de Noviembre. Aunque también existía la posibilidad de mudarme a otra ciudad, cambiar todo, absolutamente todo, el número de celular, de nombre ... ¡¿Qué estás pensando André?! ... Extendí mi diestra para darme una palmada hacia la frente y suspiré pesado.

-Soy un imbécil- Murmuré para mi mismo y continúe caminando con los brazos en los bolsillos, no debía pensar como hace segundos, sino mas bien, debía estar contento, alegre ... estaba viviendo con una persona maravillosa... con una persona realmente maravillosa, fantástica ... yo, ... Darren sabía que yo lo quería mucho y estaré en plena gratitud por todo lo que me ha soportado, pero principal por su ayuda, esa mano ayuda que pedí, estando a sus pies y suplicándole ...
Cada vez más estaba cerca, un paso menos mientras caminaba. Hasta que llegué y, la verdad que una sonrisa inconsciente salió a mi rostro, era la primera vez en que sonreía al llegar a una casa luego de un laaargooo tiempo ... ¿Acaso esa casa, la estaba considerando como mi hogar? ... No, no puedo pensar en ello, obviamente Darren tendría pareja y tal, una chica que lo valore y aprecie mucho por el gran ser humano que es.

Sonreí de medio labio y caminé, esta vez abrí con ayuda de la manija la puerta y entré, lo primero que escuché fue su voz, eufórica -Hola- Saludé normal con una pequeña sonrisa en mi rostro, estaba un poco sorprendido por el hecho de tenerlo en casa, habría jurado que no estaría hasta la noche...
-Disculpa es que salí a co...- Dejé de hablar porque había escuchado un "ta" demasiado familiar y, qué hacía un bebé aquí. Caminé un poco más y me adentré a la casa, a la sala y vaya sorpresa, ese pequeño estaba allí  -Ta ta ta- Lo escuché -Oh por Dios ... Darren... tú ... ¿es él? ... ¿Cómo lo hiciste? ...- Estaba con los ojos llorosos y lo miré aún mas detenidamente, aquellos dos ojos azules, lo delataron -¡Mathías!- Corrí para tomarlo en mis brazos y abrazarlo, mientras lloraba por la felicidad... -Pequeño, te extrañé mucho- Lo apreté suave contra mi cuerpo, mientras lo seguía abrazando.

El día de hoy había sido completamente loco porque había estado en Chicago durante unas horas, tomado dos vuelos y jugando ahora en mi casa con un bebé y mis perros. No sé pero para mí esto parecía sacado de una película de esas comedias románticas que ponían todas las navidades en la televisión el día que hacía mal tiempo y te sentabas a verla tapado con una mantita. Tenía que ser sincero y decir que lo hice porque me salió del corazón darle esa sorpresa a André y me asustaba creer que todo fue porque me gustaba realmente. Era innegable que el chico era físicamente perfecto y que esa sonrisa se merecía el puesto de una de las más bonitas que había visto. Además, cuando nos conocimos se comportó como alguien super amable, bromista y divertido; lo que le hacía aún más irresistible.  Sin embargo, no era capaz de asegurar si me gustaba o no pero el verlo tan destrozado y herido hizo que se despertase en mí ese instinto que hacía tanto que no sentía. ¿Me estaría volviendo de nuevo aquel romántico que una vez fui hasta que me rompieron el corazón varias veces?

Allí, tumbados en la caliente alfombra me encontraba jugando con Mathias y los tres perros que parecían encantados de tener a un bebé con ellos. -Mathías , dile que se estén quietos. Repite conmigo ¡quietos!-decía sonriendo y soltando alguna carcajada cuando el pequeño intentaba imitarme pero de su boca no salía la palabra. Era muy bebé aún, así que le quedaba un poco para aprender a hablar aunque ya sus ruiditos si que los hacía y eso era un gran paso. Recordé cuando yo empecé a hablar y lo cierto es que tardé bastante en hacerlo. Mi madre incluso pensó en llevarme a logopedas y ,de repente, empecé a hablar un día viendo una película en la televisión. Aquel momento hizo feliz a toda mi familia, igual de feliz que haría a André ver a su pequeño hablar, caminar y en definitiva, crecer.

Finalmente la puerta se abrió y todos nos quedamos impacientes esperando a ver la cara que ponía André al vernos. Me alegraba el cambio que estaba sufriendo para mejor y me sentía estupendamente sabiendo que yo fui parte de esa evolución. Los primeros días apenas se levantaba de la cama y ahora salía a hacer vida más o menos normal. Lo único que le faltaba para ser el André de siempre era tener a su hijo con él. Al verlo sonreí ampliamente y asentí con mi cabeza. -Sí, es él. -respondí viendo como se acercaba corriendo para abrazarlo. Ahora mismo la felicidad acababa de llegar a casa de una forma tan tierna como este reencuentro. Con una mano le acaricié el hombro al mayor sin dejar de sonreir. -Ya sabes lo que dicen; que en la Navidad ocurren milagros.-me encogí de hombros y me separé para quedar en un segundo plano porque este momento era entre ellos y no quería estropearlo. Esta escena sí que era digna de una película preciosa porque la historia de los dos era bastante dura y ahora ,en Navidad, volvían a unirse. No sabía bien hasta cuando estaría Mathías con nosotros, pero su abuelos fueron claros diciendo que no les importaba que estuviese junto a su padre si este estaba bien. Ojalá pudiesen vivir de nuevo juntos porque eso significaría que mi amigo se había recuperado, aunque me dolía un poco pensar en que mi casa volvería a estar sola.

" -Ya sabes lo que dicen; que en la Navidad ocurren milagros.- " Fue lo último que dijo Darren, una sonrisa en mi rostro se mantenía fija y constante por tener al pequeño en mis manos, mis ojos estaban húmedos por la emoción... Vaya, la verdad que esto nunca me lo hubiera esperado; Darren se había pasado de los límites con haberlo traído conmigo ...
Dejé reposar la cabezita del pequeño rubio que tenía conmigo, mientras le acariciaba la espalda, una lágrima no pude contener, la cual bajó por mi mejilla, una segunda pero que provenía del otro órgano -No sabes cuánto te extrañé, no sabes cuánta falta me has hecho ... si sintieras el dolor punzante y fuerte día a día tras revivir ese trágico pasado, el haber sido un mal padre en esos tiempos ... Mathías- Susurré lo último, todo l demás se notaba una voz quebrada, producto de que no pude contener la emoción y me dejé llevar por ésta, lo que atrajo al llanto ... las lágrimas de alegría se hicieron presente en aquella velada sin expectativa alguna.

El bebé se movió un poco lo que hizo que nos quedáramos viendo fijamente, una vez más. El pequeño había cambiado un poco, después de la última vez que lo vimos, pero allí en su rostro, se reflejaba la herencia que le dejamos tanto como Ileana y yo, esos ojos azules los había sacado de mí, mientras que el color de tez y el color del cabello, eran de ella ... el rostro, sin duda, una combinación de ambos ... -Papá-.
Mientras me quedé mirándolo fijamente, él se atrevió a hablar y lo que dijo, se colocó en la segunda sorpresa más grande de todas, negué suave con la cabeza, no podía creer que había escuchado eso, no ... era, era ... -¿Es... escuchaste lo mismo que yo?- Pregunté a Darren quien estaba detrás de nosotros y pareció que el pequeño me había escuchado, rió juguetón y agitó sus manitas, las cuales golpearon mi pecho -...Papá- Volvió a repetir con aquella voz infantil y en esta ocasión yo lo había escuchado ... ¿Era la primera vez que lo decía? ... No lo sé la verdad pero era la primera vez que me lo decía a mí ... ¿Acaso después de los seis meses que estuvimos alejados, el pequeño aún me recordaba? ¿Recordaba que yo era su padre? ...
... Ese niño no dejaba de causar sorpresas, no me dejaba de sorprender; pero lo que hice fue abrazarlo un poco más -Hijo- Dije en tono bajo, pasé mi mano por su mejilla y le acaricie suavemente, al parecer eso le produjo ciertas cosquillas porque se removió y rió en mis brazos. Me di media vuelta hacia Darren, cuando sucedió ello, Mathías se inclinó hacia abajo por ver a los cachorros de Darren, lo dejé en el suelo y éste empezó a gatear persiguiendo a uno, mientras otro parecía estarlo cuidando.
Me acerqué a Darren -Eres grande- fue lo único que dije para luego abrazarlo con fuerza, rodear al menor con mis brazos, apoyé mi mentón sobre su hombro -Muchas gracias por todo, bro- Bro, brother, Darren parecía un gran hermano... el hermano que me acogió en su casa y ahora que, trajo consigo a mi hijo ... Darren.

Aquello que había hecho para sorprender y lograr animar a André parecía que había funcionado tal y como planeé. Lo que para muchos podía ser un sacrificio para mí solo era una forma más de conseguir traer la alegría a alguien que no se encontraba en un buen momento. André había sufrido mucho y seguía haciéndolo, por lo que solo quería que se alegrase y dejase de lado esos problemas que tenían solución. No sabía con seguridad si todos sus problemas habían desaparecido, pero conseguí sacarle una sonrisa sincera al ver a su pequeño y con eso me sentía más que orgulloso. Se les veía a los dos que se extrañaron y el bebé parecía tener la conciencia de alguien más adulto porque no se separaba de su padre. Por un momento sentí esa envidia de que tuviese un padre, más luego recordaba que yo tuve una madre ejemplar que hizo a la vez de ambos progenitores mientras mi padre se dedicaba a seguir viviendo su vida.

Me separé unos metros para dejarles intimidad y Castiel comenzó a subirse en mi pierna. A pesar de ser un bulldog francés pude cogerlo bien y este comenzó a lamerme la mano. No era una buena comparación pero podía entender lo que sentía André porque a mí me ocurría igual con mis tres perros. Tenía que ser muy duro perder a tu pareja de esa forma tan trágica. Una vez me contó mi madre que le ocurrió eso a un hombre. Ella fue una de las enfermeras presentes en aquel parto que acabó con la vida de la madre. El bebé salió sano y salvo pero el padre no podía verlo con cariño porque le había arrebatado a su mujer. Estuvo asistiendo a visitas de un psicólogo mientras el bebé estaba en la incubadora y ,con tiempo, logró ver a aquel pequeño como su hijo y personita a la que amar.

Entonces se produjo algo que no creía que pasaría tan rápido. Mathías acababa de pronunciar aquella palabra que iluminó el rostro de su padre con una hermosa sonrisa. Asentí varias veces rápidamente cuando se dirigió a mí. -¡Claro que lo he escuchado!-exclamé con una gran sonrisa por este momento tan feliz. Cuando Mathias quiso ir al suelo, Castiel hizo lo mismo y los tres perros se acercaron a jugar con él. Entonces André y yo volvíamos a estar solos. Sentí su abrazo con fuerza y esas palabras agridulces para mí. Por un lado me agradaba ver que yo era alguien importante pero ,por otro lado, no sabía si estaba seguro de que me gustase ser su ”bro”. Correspondí al abrazo y suspiré. -No tienes que agradecer nada. Quise hacerlo y lo hice.-susurré.