Welcome a your House{Jesse}

-Esto es una mierda- pensé mientras veía todas las cosas que había dejado en casa de mi madre cuando me fui al extranjero y que, ahora, tendrían que pasar a mi nueva habitación de la casa Omega. Desde que llegué a esta universidad, la fraternidad Omega había sido la que se me había hecho más interesante y, por supuesto, con la que más encajaba. También tenía que contar el que mi prima, y casi hermana, estuviese en esta fraternidad. Después de la perdida de nuestra madre (se que ella la veía de esa forma), sabía que tenía que apoyarla al máximo y no quería dejarla sola mucho tiempo. Solté otra maldición al pensar el cómo tendría que decirle aquello, sin embargo negué con la cabeza e intenté olvidarme de aquello. Ahora mi problema era acomodar todas estas cosas en la dichosa habitación.

Caminé por la casa sin llamar mucho la atención y me dirigí hasta donde estaban las habitaciones. Cuando por fin di con la mía, toqué la puerta por si había alguien dentro, no quería llevarme una sorpresa poco agradable. Esperé un momento hasta que una chica me abrió, alegrandome de que me abriera rápido. Estudié con más detalle a la joven y no pude evitar fruncir el ceño. -Carajo, ¿Ella es mi compañera de habitación? ¿Quieren que joda todo?- pensé mientras miraba de abajo hacia arriba a la chica. Le dediqué una sonrisa y asentí — Eso parece... espero ser tratado de buena manera — le guiñe un ojo y entré a la habitación.

Sonreí de lado cuando vi que la hermosa morena se sentaba en mi cama y se presentaba. — El gusto es mio, Mia — le contesté. -Vaya que si- pensé instantáneamente. — Mi nombre es Jesse — me presenté y en dediqué a sacar mis pertenecías cuando la chica se bajó de mi cama. La seguí discretamente con la mirada y sonreí al ver que cerraba sus libros. La volteé a ver. — Creo que he frustrado alguna tarea ¿Cierto? Tranquila, prometo no molestarle... por ahora. — dejé ahí la frase y le volví a sonreír.

No pude evitar ladear una sonrisa divertida con la primera respuesta de mi nueva compañera de cuarto. Parecía que tenía mucha suerte pues se notaba que no había nadie más habitando ese cuarto, sin embargo ese no era el motivo para hacer algo indebido con la chica. Yo no era así. — Bueno, eso me hace sentir más tranquilo. No creo que haya problema alguno entre los dos, o eso espero… — le volvió a sonreír para luego dedicarme a ver el lugar. -Parece que por ahora tendré más espacio… y Elvis también- me acordé de mi pequeño perro a quien tenía que recoger de la casa de mi madre. Sonreí de lado al ver que intentaba cubrirse — Espero que yo no haya sido el causante de tu falta de inspiración —le comenté con un poco de confianza sobre mí mismo. No era así pero no pude evitar hacer ese comentario. — Y sobre las maletas… no te pondría a trabaja. O bueno, puede que por alguno que otro motivo… — le dije mientras ladeaba una sonrisa divertida para luego empezar a abrir mi maleta.

Fruncí un poco el ceño cuando opinó sobre mi nombre y volví a ladear una sonrisa bastante confiada — ¿En verdad? ¿Y por qué crees que va conmigo? — le cuestioné un poco curioso y de inmediato contesté la pregunta que me había hecho. — Estudio una maestría en Economía… si, sé que es algo raro para un Omega — evité poner los ojos en blanco — ¿Y tú? — le cuestioné mirando solo a mi maleta. Cuando escuché el último comentario de la morena hice una mueca de forma involuntaria. — No sé si quiera que veas lo que hay dentro de aquí… quizás te decepciones de mi — le comenté con un tono medio divertido y medio serio. Me había dado cuenta de cómo me había visto al llegar, era algo que todo mundo lo abría podido notar. Sin embargo, no impedí que viera mis pertenencias, era lo último que había llegado de Alemania. La mayoría era ropa y productos de cuidado personal… los boletos de los partidos del mundial de Sudáfrica, libros de terror psicológico, unas películas de culto y una figurita de Mario Bros. Solté una carcajada y miré a la morena — Puedes juzgarme — le comenté divertido mientras empezaba a guardar mi ropa.

Me tranquilicé al conocer a mi compañera de habitación. Parecía que nos íbamos a llevar bien y que no tendríamos problema alguno. Solo esperaba que no la jodiera, como era costumbre en mí. Si, era hermosa, quizás la más hermosa que había visto en la casa Omega, pero eso quería decir que me le fuera a aventar como idiota. Tendría que llevar las cosas con tranquilidad y así no asustar a la chica. Pero vamos, no iba a hacer nada que la fuera a asustar, no soy de ese tipo de hombres. Solté una carcajada cuando la chica me respondió e hice una fingida mueca de disgusto. — Vaya, acabas de joder mi ego — le comenté como si estuviera herido — pensé que te había dejado impresionada y todo lo que habías estudiado se esfumó al ver mi rostro — dije con una seguridad bastante anormal en mi. Mi tono de voz le hacía entender a la morena de que estaba bromeando, yo no era así, para nada.

Una sonrisa se formó en mi rostro cuando me habló sobre lo que opinaba de mi nombre. — Bueno, mi ego ha subido un poco gracias a ese comentario, ¿Quieres enmendar tu error? — le cuestioné de forma picara para luego seguir viendo mis pertenencias. No podía creer que los hijos de puta de mis compañeros alemanes me aguardaran todos los boletos que habíamos comprado. Fue una suerte que no guardaran condones, ya que habría sido un mal espectáculo para Mia. Y ahora, más que nada, quería quedar bien con la chica que tenía junto a mí. Me sorprendí un poco al saber sus gustos por el cine y literatura de terror, haciendo que mi interés por la morena se hiciera más grande. — ¿En verdad? Bueno, mis películas y mis libros están a tu disposición cuando quieras — le guiñé el ojo y tomé la figura de Mario Bros, la cual se la di — Y te puedes quedar con Mario, seguramente lo harás más feliz que yo — le sonreí a la chica y seguí con mi trabajo. Las sorpresas no acabaron para mí, pues la chica estudiaba algo parecido a lo mío — Vaya, creo que esto es el destino ¿No crees? — le comenté al respecto de su carrera. La chica me estaba agradando y aún no pasaba ni media hora de que la había conocido.

Sonreí de lado con sus cometarios acerca de mi nombre y los “chicos guapos”. Nunca me había detenido a pensar que en verdad era ¿Atractivo? Desde chico había sido el tipo de persona que no le importaba el físico de los demás. Claro, sabía cuando una chica era atractiva, como la que tenía junto a mí, pero eso no me hacía perder la cabeza. — Puede ser… el problema empieza cuando se es feo por dentro. — comenté con media sonrisa — No creo que eso guste a las chicas — mi sonrisa se perdió un poco y seguí con mi tarea. No creía que fuera una buena compañía con lo huraño que estaba en estos últimos días. Todos me decían que eso cambiaría, que superaría esa culpa, pero no estaba muy seguro.

Me olvidé de todos aquellos malos recuerdos y me concentré en las palabras de la morena. No pude evitar sonreír cuando me habló sobre las películas de terror. Puse una de mis manos en su cabeza y me agaché un poco para quedar frente a frente con la chica. Le sonreí — Claro, cuando quieras vemos una y sobre lo del agarre… yo no tendría ningún problema, también podría cuidar tus sueños. — le guiñé el ojo antes de alejarme un poco de ella y seguir en mi tarea, la cual se estaba retrasando gracias a la plática que tenía con Mia. Las sorpresas no se acabaron ahí, ya que cuando le regalé el muñeco la chica me abrazó y me dio un beso, dejándome anonadado. ¿Qué estaba pasando aquí? Salí de mi trance después de unos segundos y no pude evitar sonreír. — Bueno, acabas de hacerme el día — le comenté con sinceridad, no me esperaba aquello. La seguí con la mirada y sonreí cuando vi que dejó el muñeco en su sobremesa. No pude evitar soltar una risa cuando habló sobre las almas gemelas — No sé si existan las almas gemelas, pero… ¿Por qué no? — le dije mientras tomaba los boletos y los guardaba en un cajón. — Y sobre ayudarnos, de eso puedes estar segura… te puedo ayudar cuando quieras. — miré de nuevo a la morena y le volví a sonreír. — No, el cansancio ya pasó… solo es que, todo lo encuentro muy distinto. Hace 7 años que me fui, y bueno, todo es extraño para mí — le conté, sabiendo que algún día lo iba a saber.

No pude evitar ladear una ligera sonrisa cuando respondió a mi misterioso comentario. Era verdad que no le había dicho o hecho nada de lo que me pudiera arrepentir o hacer que ella me odiase, estaba claro que nunca lo haría, Mia se me hacía una chica bastante especial aún cuando apenas la estaba conociendo. Sin embargo, esto no quería decir que fuera un hombre bueno, era bastante huraño y poco serio, eso podría molestarle a la morena. Aunque en verdad eso no quería decir que fuera malo, quizás podría dar a entender eso con el paso de los días. — Creo que aún no me conoces lo suficiente, bonita — levanté la mano y le acaricié la mejilla con suavidad.

La verdad, me sorprendí bastante cuando Mia me comentó que le gustaban las películas de terror psicológico. Aquellas películas eran sus favoritas y se le hacía muy grato conocer a más personas que tuvieran los mismos gustos que yo. Solo había conocido a una y era la líder de la fraternidad. — Vaya, me alegra conocer a más personas con mis mismos gustos, ¿Cuáles son tus películas favoritas? — le pregunté un poco más curioso, pues esta chica me estaba gustando cada vez más, para desgracia de la chica. No era muy buena compañía. — Quizás tenga la película y la vemos, no tengo nada que hacer hoy — le comenté, aunque estaba seguro de que era obvio. Estaba por acabar de instalarme en la habitación y sería un poco absurdo el que tuviese otra actividad, sabiendo lo cansado que era aquello. Le sonreí de vuelta cuando habló sobre que ella también cuidaría mis sueños y asentí — Serás mi atrapasueños — le comenté con diversión.

Me sorprendí bastante cuando la chica se dio cuenta de que había algo mal en mí. ¿Realmente era tan notorio? Bajé un poco la mirada y sonreí como si no le diera importancia, sin embargo, al ver que la chica no le había sido muy difícil descifrar que algo iba mal, decidí no negar aquello. — Puede que algún día te lo cuente, aunque no es nada que me quite el sueño — le volví a sonreí solo que esta vez un poco más apagado. Acababa de decirle una mentira y aquello no me agradó, pero es que no podía ir por el mundo contando mis desgracias. Eso no iba conmigo.

No pude evitar soltar una carcajada ante el comentario de las materias. — Yo no tengo problema alguno… si quieres pasar el tiempo conmigo y aburrirte, bueno… ya estás prevenida. — le comenté en tono bromista, aunque estaba seguro de que se iba a aburrir y, extrañamente, aquello me daba un poco de miedo.

-¿Conocerme a profundidad?- pensé un poco desconfiando, sabiendo lo problemático que podría ser aquello. No era una persona problemática, pero era más bien serio, alguien poco sociable, y aunque no fuera un adicto, muchas veces caía en las drogas como cuando estaba en Alemania y eso sería bastante caótico para la joven. Si ella pensaba en una amistad, sería bastante difícil la relación un poco más profunda entre los dos. Pero vamos, no iba a quejarme por si ella quería relacionarse conmigo, solo tendría que alejarme cuando a ella le afectara bastante. Mia parecía una chica dulce y me agradaba bastante, por lo que sería más difícil. — Quizás te de miedo lo que descubras… — comenté en un tono un poco bajo. Dejamos, para mi suerte, el tema y seguimos con un tema un poco más amable. — No sé nada sobre surf si te soy honesto — le dije con media sonrisa. — mi deporte es el futbol soccer, aunque creo que ya lo notaste — dije mientras recordaba lo de los boletos del mundial que había guardado.

Escuché atentamente sobre las películas que le gustaban y ladee un poco la cabeza al darme cuenta de que, en sí, no teníamos los mismos gustos. Quizás la chica adoraba más el terror que el suspenso y de eso me di cuenta al escuchar los nombres de las películas. — Ya veo… nunca las he visto, lo siento — comenté con una risa divertida. Parecía que la líder de la  fraternidad y yo, éramos los únicos anormales en esta casa. — pero bueno, podemos buscar las películas y las vemos. Yo soy un poco más de suspenso. — me expliqué rápidamente. Me gustaba que las películas tuvieran algo de coherencia entre las incoherencias que pasaban ahí.

No pude evitar poner una sonrisa tonta ante la caricia de la morena, por lo que tomé su mano y le di un beso, algo bastante caballeroso. Estaba seguro de que las chicas no estaban muy acostumbradas a eso. — Me gusta eso — le comenté con la idea de tener mi propia atrapasueños. Solté una carcajada con su siguiente cometario, a lo que solo negué con la cabeza. — ¿Guapo? Vaya, no es muy normal escuchar eso — dije con gracia. — Y no creo que me aburra — dijo mientras tomaba el mechón de cabello que la chica tenía entre sus dedos y lo puso detrás de su oreja, guiñándole el ojo y siguiendo sus trabajo, el cual estaba a punto de acabar.

Solté una carcajada cuando la chica empezó a “intentar” descifrar lo que era. ¿Asesino serial? No, Aquello no era lo mío, aunque las malas personas no tenían que hacer ese tipo de cosas para ser malas en verdad. Era verdad que no era de ese tipo de personas “malas” pero también era verdad que no era la persona más agradable del mundo o la más amable. Ladee un poco la cabeza y le sonreí a la morena. — No, no soy asesino… soy algo peor — le dije de forma divertida y le guiñé el ojo. — Espero que con eso se te quite un poco la curiosidad — ladee una sonrisa un poco triste y acabé de acomodar mis cosas, intentando evitar su mirada. Sonreí con el cambio de tema y asentí, volviendo a mirarla. — Me gustaría, solo dime qué día y reservo ese día solo para ti — le dije de forma seria pues lo haría por ella, la morena me agradaba y si, también me estaba gustando. Quizás, por ahora, solo físicamente pero parecía una chica bastante agradable y tranquila, cosa que me gustaba en las mujeres. — Te invitaría a jugar fútbol soccer, pero me olvido de todo cuando juego y podría lastimarte, que es lo último que me gustaría que pasara. Y no estoy en un equipo para que puedas verme… así que… — dejé ahí la frase y sonreí de forma melancólica recordando los días que había pertenecido al equipo de fútbol soccer en Alemania.

Volví a sonreír ante la idea de la chica, a lo que asentí y saqué las películas que había llevado ese día; Cementerio de Mascotas, Pulp Fiction, It y Ojos Bien Cerrados. La última se me hacía un poco fuerte para que la viera la chica, pero si ella la quería la veríamos. — Puedes elegirla, yo iré por las palomitas y por lo que quieras, así que aprovecha, ¿Qué deseas? — le pregunté a la chica. Sonreí de manera alegre al sentir que me hacía cosquillas, a lo que, rápidamente, tomé sus manos y las coloqué frente a ella al mismo tiempo que rodeaba su cuerpo con mis brazos, quedando una especie de abrazo. — Eso no se hace, pequeña — le susurré al oído y le solté.

Sonreí por sus palabras y al sentir que se apoyaba en mi hombro, a lo que le rodee la cintura con mi brazo. — Mi ego ha crecido el tripe gracias a ti — le dije bromeando. La solté y me dirigí a la puerta. — Elige, ya vengo… — salí de la habitación y me dirigí a la cocina para tomar todo lo que podríamos necesitar esa noche. Con los brazos cargados, regresé a la habitación y al entrar le sonreí. — Bueno, que empiece la noche de películas — comenté con cierta emoción. Amaba las películas.

No pude evitar soltar una carcajada ante la idea de tener novia. ¿Yo? ¿Tener novia? Incluso eso sonaba bastante bizarro en mi cabeza. Hace mucho tiempo que no salía formalmente con una chica, es más, nunca me había interesado tanto por una chica. Nunca me había enamorado, o no a tal grado de perder la cabeza. Mi vida sentimental se había tornado de estar en cama en cama, tanto de mujeres como de hombres. Quizás mis gustos no eran tanto hacia los hombres, pero había algunos bastante interesantes. Me encogí de hombros y negué con la cabeza. — No, no se enoja… no es celosa — le dije mientras le guiñaba el ojo nuevamente. Tomé una de mis pelotas de fútbol soccer y la abracé como si fuera mi amor eterno — ¿Verdad que no eres celosa, amor? — le pregunté a la pelota, al mismo tiempo que soltaba una carcajada y veía a Mia. — ¿Me creerás si te digo que soy virgen? — le pregunté, para luego poner el balón en su lugar. — No tengo novia y creo que eso se quedará así hasta que llegue alguien especial… muy especial — dije algo pensativo.

Asentí ante la idea que el fin de semana me enseñara a surfear, realmente no tenía nada que hacer y vaya que me gustaría ver a Mia en acción. — Claro, este fin de semana sería perfecto —  le comenté. Nuestra plática siguió entorno a los deportes, lo cual me hizo reír cuando escuché que quería que fuera su profesor de fútbol. — Creo que si lo soy, me veré patético… contigo en la cancha haré tonterías. — le comenté con tono divertido, aunque había algo de cierto en aquello. La última vez que una chica se había plantado en la cancha me dieron un balonazo en la cabeza… aunque, aquella vez la chica solo iba a reclamarme del porqué la había dejado plantada ese día. Si, a veces era algo bastardo en esas cosas.

Cuando regresé a la habitación, me sorprendí bastante cuando la chica había elegido la película más extraña de Kubrick. — Mia… ¿En verdad quieres ver esa? — le pregunté algo desconfiado. No es que diera miedo, nada de eso… solo que en clímax de la película había ciertas escenas poco recomendables de ver cuando estabas con una chica como Mia. Vamos, sigo siendo hombre… — No te impediré verla, eres una mujer, pero… bueno, es catalogada como +18  y niña, soy un varón virgen — le comenté con cierta gracia.

Una sonrisa se formó en mi rostro cuando la chica interpretó mis palabras exactamente como lo había esperado. Una pequeña pregunta se formó en mi cabeza rápidamente… ¿Por qué le afectaba tanto? Vale, a mi me estaba gustando la chica pero eso no quería decir que me molestara si tuviese novio, es más, se me haría normal. Mia era una chica hermosa, simpática y alegre, algo que podía atraer a cualquier hombre. No pude evitar reír cuando la chica se dio cuenta de mi broma, por lo que solo pude cubrirme un poco ante el pequeño golpe de la chica — Oye, ¿Por qué la agresividad? — le pregunté de forma divertida. — Vamos, vamos, solo fue una broma — le dije alegremente mientras veía que tomaba su tabla de surf y me la mostraba — Pues me parece muy guapo — le dije con seriedad mientras examinaba la tabla. Con una sonrisa divertida le devolví la tabla y me sorprendí ante el comentario de la morena, haciendo que me sintiera un poco incomodo. Bueno, parecía que la chica no tenía novio, o eso me daba a entender con esas palabras. Le sonreí fugazmente y me alegré de nuevo que el tema cambiara.

Sonreí tranquilamente y asentí cuando la chica notó que, por obvias razones, no tenía una tabla de surf. Me encogí de hombros y puse mi mano sobre su cabeza, dándole palmaditas. A veces mi forma de dar afecto era bastante patética… no se me daba eso de demostrar cariño. — Tranquila, cuando puedas — le dije amablemente. Mi sonrisa se perdió ante la pregunta de la chica, a lo que solo pude responder: — Es lo que hacen ellas… ellas son las culpables — comenté mientras en mi cabeza pasaban algunos recuerdos: Chicas en bikini, la chica que se plantó en la cancha solo para reclamar y darme un bofetón, una loca que se quitó la ropa mientras gritaba mi nombre… y bueno, la lista sigue y sigue.

Como pude le quité la película y mientras maldecía por haberla puesto entre las que podíamos ver. Esto no se veía con una chica y menos con una chica como Mia. — Mejor vemos Cementerio de Mascotas, es un poco más ¿Tranquila? — dije algo dudoso. Ninguna película tenía escenas de terror, eran de un gran suspenso. Me hice el ofendido cuando la chica dijo que no me creía y negué con la cabeza. — Aún espero a mi verdadero amor para perder la virginidad — le comenté con sarcasmo mientras ponía la película para luego sentarme junto a ella. — Mia, no me tientes — ladee una sonrisa cuando comentó que hacía calor y fijé mi mirada en la pantalla para ver el inicio de la película.

No pude evitar sonreír al escuchar la risa de la chica ante lo ocurrido. Bien, era verdad que tenía que sacar alguna tontería después del comentario de la morena, por lo que me alegré al ver que no tomaba mal mi cambio de tema. ¿Qué podía haberle dicho? Soy un completo idiota en esos asuntos, así que si decía algo, lo más seguro es que acabaría jodiendo todo y no sería muy agradable estar en la misma habitación con ella después de eso. Reí de forma divertida ante la idea de que esa era una forma de dar cariño, a lo que fruncí el ceño alegre. — No quiero saber cómo eres cuando te cae mal alguien… — dije divertido mientras negaba con la cabeza. Sonreí nuevamente al ver que la chica jugaba con su cabello y tomé su mano para que dejara su cabellera. — No me hiciste daño, no soy de papel — le dije con cariño. La seguí con la mirada cuando fue a colocar la tabla de surf en su lugar y empecé a reírme cuando habló sobre mi estado físico, a lo que me encogí los hombros y miré divertido a la chica — ¿Qué quieres decir con eso? — le pregunté de forma picara. Sabía que ella no lo había dicho con mala intención, pero sería divertido ver cómo reaccionaba. — ¿Quieres ver como estoy? Sabes Mia, eres muy inteligente para pedírmelo de esa forma. Si quieres me quito la camiseta — comenté mientras empezaba a tomar la parte baja de mi camiseta con una sonrisa divertida. Por supuesto, no lo haría si la chica se negaba…

Ladee una sonrisa ante su pregunta, por lo que solo me encogí de hombros y decidí decirle la verdad. — Si te apetece ver una orgía, entonces vemos Ojos Bien Cerrados… lo dejo en tus manos. — comenté con media sonrisa. Era por eso que no quería verla, no en ese momento… no quería joder todo. Todos sabían como éramos los hombres y no quería acabar haciendo una idiotez la primera noche que conocía a una chica. Me giré un poco preocupado al escuchar las palabras de la chica, a lo que rápido puse mi mano sobre su frente. No, aún no se sentía caliente y no se veía mal. — ¿En verdad estas bien? — le pregunté un poco preocupado, olvidando la película.

No pude evitar ladear la cabeza cuando Mia me comentó que no solía enfadarse, y aunque realmente no le creía (todos nos enfadamos), dejé ahí la plática. Lo último que quería era ponerme a pelear con la morena, aquello no era lo mío. — Nunca te guardes nada, Mia —   le comenté cuando dijo que normalmente se guardaba el coraje para ella. Si, quizás yo hacía lo mismo cuando se trataba de Breya o de mi hermano, pero sabía lo malo que era. Sobre todo para la salud de la persona en cuestión. Solté una ligera carcajada cuando me dijo que no podría enojarse conmigo, a lo que solo pude negar con la cabeza, Mia era muy noble y tierna, cosa que no era muy bueno en las personas. —  Nunca digas nunca, Mia… puede que sea un gran bastardo —  hice un gesto medio incomodo, lo era y no podía negarlo.

No pude evitar soltar una carcajada ante la respuesta de la morena y fruncí levemente el ceño, cuando la chica dijo que podría hacerlo. Bien, no lo dijo así, pero aquello quería dar a entender ¿No? Negué con la cabeza y volví a poner mi mano sobre su cabeza — Oye niña, eso no se dice —   le dije pícaramente — Suena muy raro eso de que lo disfrutaras mucho, pero no comas ansias… —   quité mi mano de la cabeza de la chica y le sonreí levemente —  El fin de semana los dos sabremos cómo estamos, ¿Verdad? —  volví a estudiar el cuerpo de la morena y sonreí —   Aunque ya me lo imagino —  comenté con seguridad y dejé el tema ahí, no quería joder todo en un solo día.

Intenté no preocuparme por la morena, pero aún así no pude evitarlo — Confio en que me dices la verdad —  le dije con un poco de seriedad y fijé mi mirada de nuevo a la pantalla. Aquella noche sería larga.

Off: Te mando MP