But listen to your heart, Before you tell him goodbye | Jeremy T. Ledet

Otro sábado más aburrido sin tener nada que hacer. Ser nueva en la ciudad era un asco y aunque llevaba un par de meses seguía sin encontrar a un verdadero grupo de amigos. Tenía a las Sigmas que me trataban estupendamente y me invitaban a cada una de sus salidas para que fuese con ellas. Me sentía mal rechazando, pero peor me sentiría si fuese una intrusa. Estaba acostumbrada a ser el centro de atención y eso no siempre era bueno, la verdad. Así que siempre terminaba quedándome encerrada en esta increíble casa que parecía aún más grande cuando estaba sola. Aprovechaba para tirarme en la sala principal y leer un libro, luego preparaba una de mis cenas sanas que tanto amaba y terminaba viendo alguna película hasta que me entrase sueño. A veces incluso me iba a correr al jardín , hasta que un día oí algo raro y no lo hice más. No quería ser protagonista de una de esas historias en las que muere asesinada una chica de una fraternidad…

Ya me había duchado y tenía puesto el pijama más feo de mi armario. Estaba formado por un pantalón corto y una camiseta larga en cuyo centro estaba dibujado un reno. Sí, fue un regalo de una vieja amiga  que aún conservaba y usaba a menudo cuando estaba en casa. Algunas de las chicas hoy saldrían con sus parejas y amigos; prácticamente todas. Así que los pasillos eran un ir y venir de jóvenes maquillándose e intercambiando ropa. El ambiente en esta casa era perfecto para sentirse cómoda, aunque aún me costaba asimilar que esto era mío. Yo, acostumbrada a vivir sola o con poca gente me encontraba ahora con un grupo de chicas con miles de gustos diferentes. Sin duda era una gran aventura. Como era habitual, volví a decirle a todas que no me iría de fiesta porque estaba cansada de mi rutina de los sábados. Obviamente era mentira ya que mi rutina deportiva era los domingos, a excepción de cuando tenía exámenes que lo hacía mejor el sábado. Fuera lo que fuera, conseguí que no insistiesen mal. Seguro que dentro de poco lograba soltarme más con ella y acababa yéndome de fiesta cada día con una. Pero necesita un periodo de  adaptación.

Estaba frente al espejo colocándome una crema que tenía que usar luego del baño para tener la piel suave. Tener que subirme a escenarios y que los focos me alumbrasen me obligaba a usar un maquillaje especial que me hacía más daño que cualquier otro. Entonces oí como me llamaban y asomé mi cabeza por la puerta. Una ceja se me levantó al oir que alguien me estaba buscando fuera y ,rápidamente, bajé por la escalera teniendo cuidado de no caerme. Me volví a mirar en el pequeño espejo de la puerta. Todo perfecto a excepción de ese reno en la camiseta. Abrí la puerta y ¡sorpresa!

En el pc se encontraba ya pausada una película que una de las sigmas me recomendó nueva sobre amor. No era muy fan de las películas románticas sin fundamento, pero insistieron en que era muy bonita y acabé descargándola y dejándola preparada para verla. Esperaría a quedarme sola en la habitación y entonces apagaría la luz y me taparía para disfrutar de una sesión de cine. Quería hacerme palomitas y mala suerte de que no quedaban cuando eso era algo prácticamente imprescindible en nuestra casa. Cualquier excusa era buena para hacer un paquete en el microondas y ,sin embargo, el día que yo quería no teníamos. Así era mi buena suerte siempre que quería algo. Aunque mejor, así no me sentía culpable por comer más de lo necesario. No estaba obsesionada con mi físico, solamente me cuidaba para no sentirme mal luego.

Cuando vinieron a avisarme no tenía ni la menor idea de quien debía ser. Esperaba que fuese alguno de mis primos o alguien de clases que tuviese alguna urgencia en cuanto a los exámenes; no sería algo muy normal pero tampoco era lo más raro del mundo tampoco. Mi aspecto no era el de la chica que veían todas las mañanas en la universidad, pero tampoco iba a asustar a nadie por tener este pijama y la cara reluciente por esta crema.

Abrí la puerta y allí estaba Jeremy. ¡JEREMY! Nada más ver su sonrisa cerré la puerta rápidamente y tardé varios segundos en volver a abrirla. Oí su petición agarrándome a la puerta debido a los nervios que se acababan de despertar en mí. -¿Ahora? Pero…mira como estoy.-agaché la cabeza para indicarle que viese mi aspecto. Estaba horrorosa ahora mismo y él tan guapo que no podía creer que hubiese venido a buscar a mí y no a cualquier otra chica. ¿Cómo iba a decirle que no a esa carita? -Tendrás que darme tiempo para ponerme algo ¿vale?-sonreí y le agarré del brazo para que entrase. -Puedes ir a la cocina a comer algo o sentarte a ver la tele. Iré a ponerme algo mientras. No tardo.-dije y salí disparada escaleras arriba, entrando en mi dormitorio. Comencé a sacar todas las cosas prendas que me encontraba y a tirarlas sobre la mesa. Finalmente encontré algo simple para una ocasión tranquila como esta. No sabía cuanto tardé, yo no diría que más de quince minutos, aunque seguro que fueron más. Bajé lentamente por la escalera para no caerme y golpeé el marco de la puerta de la sala de estar. -Yo estoy preparada.-sonreí de manera tímida. Esto si que era una gran sorpresa para el fin de semana.

Look

Me hubiese gustado poderme arreglar un poco más y usar cualquiera de los vestidos que tenía en el armario, pero la sorpresa de venir sin avisar me quitaba el tiempo necesario para planchar el vestido, prepararlo, ponérmelo y luego sentarme a maquillarme. Por eso mismo elegí algo más casual y cómodo. Desde que llegué a California cambié mi forma de vestir porque aquí no era como  en New York , donde todos iban siempre perfectamente arreglados. Aquí descubrí un poco más  de comodidad a la hora de vestir y lo cierto es que se notaba cuando llegaba el momento de arreglarse porque lo hacía en la mitad de tiempo. Por no hablar de que era mucho más cómodo ir así que con cualquier otro traje.

Había sido una sorpresa enorme el encontrarlo aquí, algo que nunca imaginaría que pasase. Es cierto que habíamos estado hablando algunos días, pero el que se colase en casa sin avisar para que saliésemos era algo que no me hubiese creído. Sin embargo, tenía que admitir que me gustó y que estar con él era ,sin duda, mejor plan que quedarme viendo una película. Solo esperaba que las chicas no se molestasen luego al ver que sí salí y no con ellas. No quería que se enfadasen por eso. Tenían que comprender que me daba vergüenza ir en su grupo de amigos como la nueva y que necesitaba un poco más para adaptarme a todo y volver a ser la chica extrovertida que fui en New York y que tanto me estaba costando sacar aquí.

Al bajar lo busqué con la mirada hasta encontrarlo y sonreí al mismo tiempo que él. -Ya podemos salir.-comenté agarrando las llaves y guardándolas en el pequeño bolso. -Si me hubieses avisado me habría arreglado más.-me excusé porque no quería que pensase que no me vestí más elegante por él. Si por mí fuese le recibiría con uno de esos vestidos preciosos que tenía, pero el tiempo me obligó a esto. Antes de salir me fijé en si había alguna de las sigmas cerca para despedirme, pero todas estarían arriba vistiéndose , así que esperé a que Jeremy saliese y luego eché la llave. -Y dime…¿dónde quieres llevarme?-pregunté curiosa. No había salido mucho en California, por lo que cualquier cosa podía sorprenderme. Jeremy me sorprendía cada vez que nos veíamos porque me ayudaba a entrar en la universidad por una ventana y ahora venía a sacarme de aquí sin avisar. Yo era una persona que debía tener todo perfectamente planificado y esa forma en la que el rubio me rompía todos los esquemas era sencillamente increíble.

Era algo completamente nuevo para mí esto de estar viviendo en una casa rodeada de más chicas que no conocía de nada y teniendo que adaptarme a todas sus personalidades, pero no podía estar más contenta de las personas a las que estaba conociendo. Jeremy se había convertido en alguien importante en muy poco tiempo. Gracias a él estaba sintiendo que este podía ser mi lugar al menos hasta que encontrase el camino de vuelta a los escenarios. Estaba convencida de que volvería al escenario para continuar con mi futuro como cantante. -Es un halago que alguien así me diga que estoy preciosa.-aquello era un halago hacia él, aunque no sabía si él lo interpretó bien o no. Aquella visita inesperada me cogió completamente por sorpresa. Normalmente no solían gustarme las sorpresas pues era una persona muy metódica que llevaba todo perfectamente planeado, pero esta sí que me gustó. Este rubio hacía que todo cambiase, o eso parecía.

-Soy alguien bastante planificadora , pero una sorpresa como esta de vez en cuando me rompe los esquemas y me gusta.-confesé. Me encantaba la gente que era capaz de impresionarme con cosas tan simples como esta. No sé, esas personas se ganaban mi atención y expectación. -Así que me ha gustado esto.-sonreí ampliamente, agachando un poco la cabeza de forma inconsciente.  Las personas que más me habían marcado eran aquellas que me sorprendía diariamente con sus cosas. No necesitaba regalos ni nada por el estilo ya que una sola visita como esta lograba ponerme nerviosa.

Antes de salir me miré un poco en el espejo de la entrada para asegurarme de que estaba todo en su lugar. La temperatura en el exterior estaba bien por ahora, así que me emocionó más la idea de ir a cenar juntos. -Me gustan todos los restaurantes.-respondí riendo un poco. -Mis padres me han llevado por todo el mundo en sus viajes, así que no es complicado llevarme a cenar a cualquier lugar. Mientras que no sea comida china.-bromeé mientras caminaba despacio hacia donde se encontraban los coches.

No era una chica muy experimentada en el amor, pero tampoco una tonta más que no tenía ni idea. Sabía lo necesario del amor para poder mantener una conversación sobre el tema con cualquiera. En New York conocí a decenas de chicos que solo sabían lanzar piropos para conseguir acabar en la cama con las demás; algo que no consiguieron conmigo porque yo no era de ese tipo de mujeres. El sexo era divertido, no iba a negarlo, pero yo solo lo practicaba con personas por las que sentía algo, aunque había tenido alguna noche loca como cualquier persona normal. Jeremy parecía ser uno de los que también buscaba algo especial aunque pudiese acostarse con la que quisiera al tener ese físico espectacular. Sin embargo estaba invitándome a mí a salir. -Nunca me acostumbro a piropos. Soy un poco insegura en ese aspecto.-confesé encogiéndome de hombros para quitarle importancia a mi confesión.

-Mi familia siempre me ha inculcado que debo tener todo perfectamente planeado para no cometer fallos ni distraerme. Para alguien con los sueños que yo tengo no es sencillo evitar las distracciones, por lo que improvisar se convierte en un riesgo.-expliqué con tranquilidad. No podía permitirme distracciones en mi camino porque esas distracciones me llevaron a perder todo y encontrarme aquí tan lejos de donde quise estar. Por suerte contaba con pequeñas cosas que iban haciendo que me sintiese cómoda aquí y Jeremy era una de esas cosas. -Aunque eso no significa que no me gusta que me sorprendan. A todas las mujeres nos gustan las sorpresas , sobretodo si vienen de alguien especial.-sonreí un poco mientras caminaba hasta su coche.  Me gustó que no viniese en limusina ni nada por el estilo ya que detestaba a los hijos de papá que se creían superiores. Jeremy era tan sencillo que me parecía mágico; después de haber visto a tantos idiotas en New York agradecía encontrarme con un joven de verdad que tenía los pies sobre la tierra.

Sonreí ampliamente entrando en su coche. -Muchas gracias, caballero.-bromeé y esperé a que se sentase en su asiento para seguir hablando. -La comida china no sé que tiene pero no me llama la atención y prefiero no comerla. -expliqué. No tenía nada en contra de los chinos pero su comida nunca me atrajo y seguramente sería porque mi padre siempre decía que una vez comió y le sentó mal. Digo yo que el oir eso tantas veces me hizo asquear esa comida ¿no? -¿Puedo poner la radio? Me gusta saber lo que escucha cada persona para así poder conocerla mejor.-sugerí. Esa era una de mis manías porque estaba empeñada en que la música que uno escucha lo describe y hasta ahora no me había equivocado.

Viniendo de una familia comprometida con su trabajo no se podía esperar que yo fuese de otra manera. Desde que tenía uso de razón me enseñaron a luchar una y otra vez con la única finalidad de conseguir lo que me proponía sin la ayuda de nadie. Estaba bien aceptar de vez en cuando que los demás te ayudasen, pero primero había que intentar hacerlo de manera solitaria y entonces, solo en ese caso, pedir ayuda a otros. Levantarse por la mañana y tener todo el día planeado era otra de los normas implícitas en casa, para que todos supiésemos donde estábamos los demás y funcionase todo. Al mudarme a New York eso fue algo que dejé a un lado porque ya no tenía que ir contando a mis padres todo y ahora confiaban en mí para dejarme libertad. -En mi profesión, un fallo puede hacerte perderlo todo.-expliqué. Para la gente podía ser fácil dedicarse a la música, pero era algo sacrificado e importante a lo que enfrentarse. Aquella caricia en mi brazo no la esperé, pero mucho menos que subiese lentamente hasta colocarse sobre mi mejilla. El corazón se me aceleró un poco y luché para mantenerlo tranquilo.

A pesar del esfuerzo que me costó pude contenerme y tranquilizar mi corazón que se había acelerado por esa caricia. Duró unos segundos pero fueron suficientes como para saber que me había gustado incluso más de lo que hubiese creído. Ahora lo mejor era continuar con nuestra salida con normalidad para no obsesionarme con que me había tocado la cara, que seguro para él fue algo normal y para mí no sé ni lo que fue pero estaba aquí comiéndome la cabeza. Siempre había sido así, de esas chicas que por el mínimo motivo se quedaba agobiada y sin saber cómo comportarse. Al no tener apenas experiencia con los chicos era muy sencillo sorprenderme y hacer que el pulso se me acelerase. Para Jeremy parecía bastante más sencillo incluso puesto que me interesaba de verdad; no como otros a los que  simplemente rechazaba.

Aquel juego que propuso me pilló por sorpresa ya que no esperaba que propusiese aquello. No entendía bien de qué iba todo esto pero me puse a pensar en alguna pregunta. Miles rondaron por mi cabeza pero la que finalmente se quedó fue la de si yo le gustaba aunque fuese un poco. -¡Ya! Ahora enciendo la radio ¿no? -pregunté y solo vi como asentía, estiré la mano y di la botón del radio, esperando a ver qué sonaba.

La música era una forma de ganarse la vida bastante complicada. A menudo la gente tendía a pensar que subirse a un escenario y cantar no era complicado, pero detrás había una gran cantidad de trabajo. Las letras, la elección de la música , la puesta en escena y un sinfín de cositas que matizar y que quitaban bastante tiempo y requerían de mucho esfuerzo. Jeremy tenía razón en algunas partes porque en la industria musical necesitábamos arriesgarnos alguna vez y yo misma lo haría cuando fuese necesario, pero para empezar mi carrera no quería llamar más la atención. Demasiado lo hice ya cuando dejé el teatro por un estúpido impulso y acabé perdiéndolo todo. -Ya me arriesgué demasiado hace unos meses y aquí estoy, estudiando de nuevo porque perdí todo.-confesé encogiéndome de hombros. Fue complicado tener que irme de la ciudad de mis sueños para venir a California y seguir estudiando lejos de todos aquellos que me conocían como una joven promesa de Broadway.

Aquí en UCLA estaba intentando recuperar esas fuerzas de las que él hablaba y con la que me dispararía de nuevo al estrellato para quedarme. En Broadway conseguí hacerme un nombre y ahora tenía una gran mancha que debía borrar como fuese necesario. Tarde o temprano superaría todo aquello. Aunque tal vez podría aprovechar la cercanía con Hollywood y buscar nuevos caminos ¿no? No sé, tanta inseguridad iba  a acabar conmigo.

Aquel juego me parecía gracioso y no me lo pensé mucho a la hora de aceptar. Me parecía una buena idea hacer algo así mientras llegábamos y cuando encendí la radio me sorprendí por la canción que sonó. Todo el mundo la conocía porque era un clásico y mi corazón dio un vuelco. A ver, solo era una coincidencia pero si de verdad era cosa del destino me sentiría bastante afortunada. En cuanto él comenzó a cantar el estribillo decidí acompañarlo, dándome cuenta de que tenía una voz hermosa que quedaba bastante bien con la mía.-Es hermosa, todos la conocemos y la hemos cantado alguna vez.-sonreí ampliamente de manera sincera. No me di cuenta de que habíamos llegado a aquel restaurante, me lo estaba pasando tan bien que olvidé todo. Agarré su mano para salir del coche sin dejar de sonreir. -Pues si que estaba cerca. Parece un buen sitio.-miré de un lado a otro de forma curiosa por saber lo que nos deparaba esta noche.

Nuestras voces habían empastado a la perfección y no sé porqué pero ahora me pareció un chico aún más atractivo. Quiero decir, se podía ver que físicamente era algo cercano a un dios, que por dentro era un chico increíble y ahora ,además, buena voz. ¿Qué pasaba cuando un chico reunía todo lo que me gustaba? Pues que me parecía mentira y que debía controlarme para no acabar cayendo y perdiendo todo después. Estaba acostumbrada a que mis pocas relaciones o medio relaciones acabasen mal cuando me daba cuenta de que sentí algo no correspondido o cuando buscaban en mí algo que no podía darles. Y así era como acababa siendo una estúpida martirizada por los genes enamoradizos de mis dos padres. Solo esperaba que no se volviese a repetir nada de eso.

Fruncí levemente el ceño ante sus palabras, sobretodo con su pregunta. A simple vista podía parecer una chica segura, pero lo cierto es que dentro guardaba una inseguridad enorme en algunos aspectos de mi vida. Los chicos eran uno de esos aspectos. -La vida es un sinfín de dudas que ni todas las canciones del mundo podrían resolver.-me encogí de hombros, sorprendiéndome yo misma de lo filosófica que parecí con esa frase. La verdad es que el hecho de contarle que me gustaba un poco y ser rechazada no era lo que buscaba ahora mismo, por lo que lo mejor era callar y seguir con este buen rollo de amigos que teníamos. Tenía que dejar de ser tan enamoradiza como tanto criticaban mis padres. A continuación me quedé admirando su voz ahora en solitario, demostrándome que no necesitaba una acompañante para hacer una gran interpretación. -¿No has pensado en dedicarte  a la música? Al menos podrías unirte al club de música de la universidad. Creo que el mundo se está perdiendo un gran talento.-confesé y no era bastante habitual que admitiese que alguien era bueno cantando.

Estaba expectante con el restaurante al que me había llevado y ,efectivamente, parecía ser un lugar bastante acogedor.  Miré aquellas paredes repletas de pinturas y sonreí ampliamente. Parece ser que también entendía de pintura. -Eres toda una caja de sorpresas.-confesé adentrándome en aquel sitio y buscando una mesa vacía en una esquina, donde nadie molestaría. -Me gusta esa.-la señalé y me agarré a su brazo mientras caminábamos. -¿Tienes alguna sorpresa más? No sé. Cantas, te gusta la pintura…algo más esconderás.

Definitivamente, Elena tenía razón, y pese a lo filosófico de su frase, era algo que yo, en mí mismo me negaba a aceptar. Era cómo dejar nuestro destino en manos de lo desconocido... La miré con un gesto afirmativo. Estaba claro que había muchas cosas que escaparían a nuestro conocimiento, pero yo, quizás era una de esos soñadores que ya, a estas alturas, poco remedio tenían. —¿Conoces eso de la ley de la atracción y la fuerza?— Le pregunté —¿Esa que dice que si deseas algo con micha fuerza se acaba cumpliendo?— Le aclaraba. Luego medio reí. Estas cosas normalmente me las guardaba para mí pero ahora tenía la necesidad de compartir con ella lo que pensaba al respecto. —En verdad no creo que se trate de que simplemente lo desees.— La volví a mirar serio y me expliqué. —Si piensas en positivo atraerás las cosas buenas, y si lo haces en negativo será al revés, y estoy convencido de ello.— Sentencié. —Para ti la música jamás podría ser algo negativo... usa eso a tu favor y no habrá duda o problema que se te ponga por delante.— Le dije y toqué con cariño su barbilla a la vez que dejaba entrever una sonrisa leve. —Disculpa pero... estos pensamientos son algo utópicos pensarás... cómo seguramente pienses que espero demasiado de la vida... pero ...— sacudí la cabeza negando... —Te aseguro que no hay nada mejor que vencer los miedos, y llegar a tu meta dejando atrás los obstáculos, sean del tipo que sean.— La miré a los ojos —Cuando eso pasa, miras al pasado y lo único que puedes hacer es reírte por no haberlo intentado antes— Dije divertido. Sabía que quizás, la castaña era demasiado práctica en ese sentido y tenía sus propia manera de hacer y deshacer las cosas, yo no pretendía que lo cambiase, simplemente que tuviera en cuenta que la inseguridad no hacía mas que mantener un bloqueo constante y hacerla quizás que se sintiese estancada.

Me reí cuando me dijo que podría dedicarme a la música, que si no lo había pensado, o al menos apuntarme al club de la universidad. Apreté una sonrisa en mis labios, sobre todo me hizo estallar en una carcajada bastante grande cuando me dijo lo de que el mundo se estaba perdiendo un gran talento. —¿Tu crees? ... tan solo me has oído un poco ahora...— mantenía el gesto sonriente en la cara. —Lo pensaré— Le prometí.

Llegando al restaurante Elena me dijo que si aún guardaba alguna sorpresa más. La miré alzando una ceja, exagerando un gesto de sorpresa. —Por favor, Elena, yo en mí mismo soy una sorpresa... ya te lo demostré el día que nos colamos dentro del edificio aquél para rescatar tu tarjeta.— Le dije divertido y me reí. La castaña eligió el sitio y llegamos a el lugar. Era algo apartado, pero teniendo en cuenta lo tranquilo del ambiente, y sobre todo que había poca gente, estábamos a gusto. —Sí, pero lo irás descubriendo poco a poco— Dije poniendo un tono misterioso en mi voz y le sonreí echando un vistazo a las bebidas primero. —¿Te parece si pedimos una de estas botellas de vino para los dos?— Le sugerí. —Te contaré un secreto, no tengo ni idea de vinos. Todos me parecen iguales.— Le dije casi en un susurro para reírme después. El camarero llegó a tomar nota del pedido —El plato aún lo tenemos que pensar.— Le dije a este, y con un gesto amable se retiró. —Yo creo que pediré Gallette, es la variante salada de los crepes de toda la vida.— Le expliqué aunque probablemente ella ya lo sabía. Tomé un buche de aire y la miré —¿Decidiste ya qué querrás tomar?— Le pregunté con curiosidad.

Escuchaba atentamente las palabras de Jeremy que parecían tener bastante razón o al menos seguridad a la hora de pronunciarlas. Era importante para mí el llegar a ser alguien en la música, pues era mi sueño y se me fue arrebatado por un momento mío de ambición desmedida. Era consciente de que me encantaba tener más y luego más aún, pero a veces pisaba donde no debía y todo se desmoronaba, justo como me pasó hace unos meses. -Tal vez ese sea mi fallo. Deseé con mucha intensidad algo y perdí la cabeza por ello. Hice tanto que acabé quedándome sin nada…y por eso estoy aquí. Ya que en New York no me fue bien , al menos , esperaba que en California encontrase otro camino.-expliqué resumidamente porque tampoco creía que le divirtiera saber toda la historia.  Sonreí un poco con aquella caricia en mi barbilla puesto que me gustó bastante que lo hiciera. -En eso te voy a dar la razón. He vencido mis miedos poco a poco y ahora solo  me veo patética en el pasado por temer cosas así. -me encogí de hombros. De la Elena del pasado quedaba mas bien poco, pero nunca era tarde para volver a ser así, aunque esperaba que no sucediese porque estaba segura siendo así con esta nueva seguridad que me caracterizaba. El problema es que realmente seguía siendo tan insegura en algunos aspectos. Bueno, nada que fuese palpable, por lo que podía ocultarlo fácilmente.

No sé si era yo o más personas opinaban lo mismo, pero para mí no había nada más atractivo que un chico con buena voz que era capaz de improvisar en cualquier momento sin hacer el ridículo. Esos pequeños detalles hacían que alguien llamase mi atención. -Un poco ahora y luego que me cantarás de nuevo.-aseguré con una sonrisa y esperaba que fuese así y me cantase en la cena  o de camino a casa.

La verdad es que sí, no dejaba de sorprenderme desde el primer día en el que nos conocimos y eso solo hacía que mantuviese el interés en él. -Eso si que fue una sorpresa. No sabía que eras familia de spiderman.-bromeé riendo un poco. Hacer lo que hizo no era algo que todo el mundo haría, por lo que no tenía más remedio que valorarlo de forma especial. -¿Poco a poco? ¿Pretendes tenerme muerta de curiosidad hasta saberlo todo?-pregunté utilizando un tono coqueto que rara vez me había escuchado a mí misma. Asentí a su petición del vino pues, aunque no era una gran admiradora, sabía que era primordial en ocasiones importantes como esta. -Tranquilo, yo sé menos aún. Uno de mis padres es fanatico del vino, tanto que tiene hasta una pequeña bodega. Mi padre Loras siempre anda diciendo por casa “Nathaniel ¿Cuándo te vas a beber todo eso? Quiero la habitación para un estudio de arte”-imité la voz de mi padre. No me avergonzaba decir que mis dos padres eran gays ya que para mí eran el matrimonio perfecto. -Me parece genial, pero con crema de Frangipane. Ese toque a almendras está delicioso. -sugerí con una gran sonrisa.

La escuchaba dando cuenta cómo, a cada gesto y a cada palabra suya, había un halo desmedido aún de frustración y eso... Eso no era para nada bueno. La frustración ahogaba y simplemente servía para acabar por arruinar las fuerzas que, de un modo más o menos difícil, pudiéramos llegar a conseguir para acabar realizando lo que realmente queríamos. Puede que Elena pensara, que su historia me aburría, pero al contrario, me interesaba, y me interesaba porque cualquier mínima cosa que estuviese a mi alcance para echarle el cable necesario que la ayudase, lo haría, aunque creo que eso quedó lo suficientemente claro cuando me colé en el interior del edificio principal para ayudarla con su tarjeta.

Sonreí de medio lado cuando ella me dijo que quizás, ahí había estado el fallo, es decir, en desear aquello con tanta fuerza que acabó desmoronando todo. —Bueno, hay que tener también cuidado con lo que se desea, pues a veces al hacerse realidad no sabemos cómo sobrellevarlo, nos abruma y pfffffff acabamos perdiéndolo.— Le dije de forma sencilla pero reconfortante. Dijo lo de que en California esperaba encontrar otro camino. —Seguro que lo encontrarás.— Le aseguré tocando su mano sin ningún tipo de reparo, yo era así, si sentía que quería hacer algo simplemente lo hacía. —Siempre, absolutamente siempre, existen cientos de caminos alternativos para un mismo destino. Unos quizás nos lleva más tiempo recorrerlos, o quizás nos dan más de un quebradero de cabeza.— Dicho esto no pude evitar sonreírle ampliamente y mirándola a los ojos. —Pero siempre llegan a su destino, y... merece la pena transitarlos— Confesé al final. —Además, cuanto más largo es el camino, más cosas se aprenden al fin y al cabo, ¿no te parece?— le dije de forma tranquila.

Negué en rotundo cuando me confesó que al echar la vista atrás y verse ahora, se sentía patética... Quizás pudo ver mi mueca de desagrado ante esa palabra tan desagradable. Porque lo reconozco, era una palabra que no me gustaba nada, y ahora, acababa de descubrir que aún menos me agradaba si ella la pronunciaba refiriéndose de esa manera sobre sí misma. 

Aun seguía negando firmemente con mi cabeza cuando decidí hablar —Eso son palabras muy duras, Elena.— Le dije serio —Escucha... no... no puedes seguir engañándote a ti misma, recordando lo que alguna vez fuiste y sintiendo la pesada losa de que no podrás volver a ser igual — añadí. —Claro que no será lo mismo— dije poniendo en mis labios una especie de sonrisa nerviosa que dejaba claro, que yo creía en lo que le estaba diciendo, y sobre todo, en la capacidad de la castaña para dejar los miedos de lado y atreverse a superar cualquier tipo de obstáculo que se le pusiese por delante. Me acerqué a ella un poco más y, hablándole con mi mirada fija en sus ojos se lo dije por fin. — Y no será lo mismo, porque será mejor— Le sonreí —solo tienes que creer en lo mucho que vales.— le dije con completa convicción.

Reí en una carcajada cuando me dijo que luego le cantara de nuevo. Casi un gesto de timidez algo extraño en mi, me hizo apretar esa sonrisa en los labios, para simplemente bajar la mirada antes de volver a buscar la suya. —Trato hecho— le dije convencido y alcé mi mano para chocarla con la de ella en un gesto bastante improvisado y divertido.

Negué con una sonrisa cuando dijo, que no sabía que era "familia de Spiderman" —En verdad no soy familia de el hombre araña, pero al menos, de lo poco bueno que me dieron mis padres fuese lo de ser ágil, entre otras buenas cualidades que tengo, espero.— Dije haciéndome un poco el "presumido" ante ella, pero con tono bastante gracioso.

La conversación con Elena era de lo más agradable, más aún cuando noté que su curiosidad a saber mas de mí aumentaba. No me resultaba extraño el hecho de que esa curiosidad por saber más del otro fuese recíproca. — Puedes preguntar lo que quieras— le adelanté, antes de sorprenderme por el hecho de que, tuviese dos padres, aunque reconocía que eso, no me parecía tan extraño cómo escucharla hablar tan bien de ellos, sin duda, debía haber crecido con una familia maravillosa. Eso era de admirar —Tus padres son ...— no sabía cómo terminar la pregunta correctamente, pero si que no podía disimular que aquello me sorprendía un poco. —Quiero decir, ¿tienes dos padres...?— repetí la pregunta pues no estaba seguro si había escuchado bien, y al hacerlo, tan sólo sentía que lo empeoraba. Noté que me empezaba a poner un poco nervioso por mi ... ¿aparente metedura de pata? No lo sabía. 

En eso que respiré tranquilo, cuando el vino que el camarero nos había prometido llegaba.
Elena hizo su pedido al fin y la miré con una sonrisa. —Ya me muero de hambre.— confesé. 
Luego continué sin poder dejar de lado mi explicación a aquella pregunta anterior que ahora, sin ninguna duda me daba cuenta que la había formulado mal, quizás. —Quiero decir, que no conozco a nadie con dos padres, hombres... eres la primera.— Una voz mental me decía que no lo intentase más, que parase. Negué algo avergonzado por mi  presunta metedura de pata. —Olvida mi comentario.— reí divertido y tomé mi copa para chocarla con la suya —¡Por lo que será una buena noche!— Dije completamente feliz de poder estar compartiéndola con ella.

El fracasar solo hizo que desease con más fuerza que nunca el volver a triunfar y demostrar quien era. Subirme a uno escenario plagado de gente que aclamaba mi nombre era una sensación increíble ,pero sobre todo el verlos emocionarse conmigo significaba que mi trabajo estaba bien hecho. La música estaba para transmitir un sinfín de emociones a los demás y mi futuro quería que fuese así; en un escenario haciendo felices a todos ellos que me oyesen. Ya tuve la oportunidad y ahora volvía a la nada , a no tener lo que tanto ansiaba. Sin embargo, mi padre siempre decía lo mismo:”Dicen que tienes que perderlo todo para ser capaz de encontrarte a ti mismo”. Eso haría hoy y mañana hasta volver a donde merecía estar.

-Alguien me dijo que tenía que perderlo todo para encontrarme a mí misma y creo que estoy consiguiéndolo. No sé, toda esta experiencia me está recordando a esa Elena que era hace unos años y pensé que estaría mal dar un paso atrás, pero no, tal vez esto no sea un paso atrás como creía.-no pude continuar hablando puesto que su mano en la mía me sorprendió y me dejó callada. Tenía razón porque si el camino no hubiese sido este ahora mismo no estaríamos juntos cenando y sabe dios con quien estaríamos, si estábamos con alguien,claro. -Por ahora este camino no me está desagradando. Al principio así y ahora, poco a poco, estoy encontrándole su encanto también.-confesé sin alejar nuestras manos. A mí no me molestaba estar así, de hecho me reconfortaba, asi que no sería yo quien lo soltase.

Hacía poco que lo conocía y sin embargo sus palabras me daban una tranquilidad increíble. Sentía que tenía razón en todo lo que decía, tenía que creer en mí y en lo que podía conseguir porque solo así llegaría al final del camino elegido. -Sé que valgo mucho, no es por ser egocéntrica ni nada así. Siempre he sido consciente de que valgo, pero hay algo que siempre se interpone en mí y en mis metas. Es como si una sombra me siguiese.-me encogí de hombros. No quería que se llevase una imagen de mí errónea creyendo que era una diva, pero siempre me ocurrieron cosas que me llevaban al inicio. Choqué mi mano con la suya en una gran sonrisa, sellando el trato de que me cantaría mas adelante. Luego seguimos con la broma de Spiderman, lo que me demostraba que con él podía hablar de algo serio y luego echarme a reir. -Pues tienes una buena genética.-sonreí ampliamente. -Seguro que te dieron muchas cosas buenas más.-comenté al oírle algo que no me gustó , eso de “lo poco bueno que me dieron”. Sin embargo, no estaba en mi personalidad preguntarle por sus problemas familiares.

La verdad es que no me importaban sus problemas porque era una de nuestras primeras veces juntos y quería conocer todo lo bueno de él y hacerle olvidar esas cositas que le preocupaban. Con la confianza seguramente me interesaría por lo demás para ayudarle y aconsejarle. Comencé a reirme a carcajadas al ver su reacción sobre mis padres. Estaba acostumbrada a ver esa reacción en la gente porque aún costaba asimilar que existan matrimonios homosexuales con hijos de mi edad. Asentí varias veces y entonces apareció de nuevo el camarero.  Tras hacer nuestro pedido este se marchó y el rubio volvió a sacar el tema de mis padres. -¡Tranquilo!-exclamé riendo a carcajadas. -La gente suele reaccionar de la misma forma que tú.-le acaricié un poco su mano. -Sí, tengo dos padres que alquilaron un vientre para tenerme a mí. ¿Verdad que parezco normal? Pues dicen que cuando una pareja homosexual cría un hijo este sale raro o infeliz. Yo me veo una chica normal.-me encogí de hombros. Agarré mi copa y la choqué con la suya. -¡Por esta gran noche!-exclamé.


OFF: No sabía que habías respondido

Algunas personas se hundían tras un fracaso, otras simplemente lo intentaban una y otra vez hasta que consiguieran lo que deseaban. ¿Cuál de esos dos tipos de personas era ella? quería pensar que lo segundo estaba bien, pero a veces el desencanto era lo que acababa con nosotros y nos dejaba bajo límites... Y, seguir aguantando lo mismo llegaba a ser una mierda.

Sonreí con mi mano en la suya y la miré —Claro que no pasa nada, dar un paso atrás puede significar ir hacia atrás tan solo si tú tienes esa idea en tu cabeza.— Dije con seguridad. —Quiero decirte... Cuando una persona sabe lo que quiere conseguir y va a por ello, no importa lo que haya por delante pues salvará esos obstáculos de la mejor manera que le sea posible, y al final todo, y repito, todo, acaba en el lugar que debe estar. Con mas o menos esfuerzo... —Le explicaba y encogí mis hombros asintiendo. —Todo depende de uno mismo, y las barreras mentales siempre son peores que las físicas—. Añadí.

Cuando dijo que sabía lo que valía pero que notaba que entre ella se interponía algo, fruncí el ceño y la escuché con atención —¿A qué te refieres?— Pregunté con interés y aún manteniendo el mismo gesto anterior.
La conversación se desvió un poco a partir de la broma de Spiderman, pero en cuanto ella dijo que seguramente me habían dado muchas cosas más a parte de una buena genética, mi rostro puede que cambiase y ella lo notara. No quería contarle que mi infancia fue una mierda y que mis padres no me querían... que por eso cuando crecí y decidí largarme mi padre casi organiza una fiesta, pues estaba deseando desterrarme... Negué con la cabeza justo al escuchar su pregunta. Pero no puse palabra alguna a mis pensamientos, tan solo dije algo que siempre había pensado —Bueno, para ser padre hace falta algo más que dar un apellido a los hijos... Lo de el tema de llevar la misma sangre es algo obvio, pero no por eso algunas personas merecen ser llamados "papá"—. Opiné sin hacer referencia alguna a mi historia pasada pero dejando entre ver quizás, un tono amargo en cada palabra que salía de mis labios.

Ella me habló de su familia después, y a mi "presunta" metedura de pata, que quedó en una anécdota graciosa, reí divertido y al final asintiendo. —¿Ves? eso me refería con lo de antes— Dije algo nostálgico. —Vale... Cambiemos de tema por que me voy a poner sentimental ... Así que... ¡disfrutemos de este momento y no nos vengamos abajo por nada!— L
a miré con un gesto gracioso y alcé ambas cejas, —La verdad, es que prefiero ver tu sonrisa a cualquier otra cosa esta noche— Confesé y le sonreí soltando su mano para agarrar mi copa y brindar con ella otra vez.

Era consciente de la presión que yo misma me ejercía sobre  mí. Quería ser la mejor, que reconociesen mi talento y todo el mundo me admirase, y eso estaba claro para todo aquel que me conocía. Por eso mismo tendía a exigirme demasiado a mí. A veces obtenía resultados, pues llegaba a dar lo que quería, pero otras solo lograba que me hundiese y no fuese capaz de levantar  la cabeza. Jeremy tenía razón en que todo era debido a los bloqueos que lograba ponerme a mí misma y que solo me retrasaban más. Ya había tenido mucho obstáculos en mi vida y ,sin embargo, llegué a protagonizar una obra. Si podía superar las piedras que me ponían los demás ¿por qué no podía hacer lo mismo con las que me ponía yo?

-Es solo que me he esforzado tanto en mi vida por demostrar quien era, que ahora es como si no tuviese fuerzas para ello. Tengo ganas de volver ,por supuesto, pero esa seguridad de siempre se ha perdido un poco con tantos problemas que me han ido ocurriendo. Y lo peor es que no soy capaz de estar parada, sino que tengo que estar luchando permanentemente y así el desgaste es mayor.-entendía que era algo difícil de entender ; a mí me costaba hacerlo, pero no podía describir de otra forma lo que se supone que me ocurría. -Yo misma, yo soy la que me interpongo en mi propio camino.-confesé con un largo suspiro luego. No era bueno que abriese todas mi inseguridades con alguien que apenas conocía, más algo dentro de mí me decía que el rubio se merecía mi confianza. Solo esperaba no equivocarme.

Supe que había dicho algo que no debía en cuanto vi como su cara cambiaba al hablar de sus padres. No todo el mundo había tenido una infancia feliz, aunque yo no podía quejarme porque tenía los mejores padres del mundo. Ahora fui yo la que acarició su mano. -Tranquilo, no hace falta que no hables de eso si te hace daño. Estamos aquí para divertirnos ¿no?-sonreí un poco. Normalmente la gente reaccionaba extrañada ante mi historia, pues no era muy habitual ese tipo de familia. Sin embargo, para mí era lo más normal del mundo. -Algún día te los presentaré.-acordé. Mis dos padres eran encantadores  y no cumplían eso de ser más femeninos que las propias mujeres. De hecho la gente que no los conocía no podía decir que eran pareja. Me sonrojé un poco por su halago y brindamos de nuevo. -¿Mi sonrisa? No suelen decirme eso, la verdad.-dije avergonzada porque este chico me estaba haciendo sentir mejor en unas pocas horas más que cualquier otro chico en años.

Bueno, ya había llegado nuestro pedido por suerte no tardaban mucho en servir la comida en este lugar. Creo que se daban mucha más prisa que en muchos de esos locales de "fast food"
Tomé un sorbo del vino habiendo escuchado cada palabra de la castaña, aunque creo que mas que sus palabras en sí, era la manera en las que las decía. —¿Sabes Elena?, creo que eres una persona demasiado fuerte cómo para que te hagan pensar en la posibilidad de que seas o no seas lo suficientemente buena en algo que, a la vista está, y trataré de ser objetivo, es un Don que te ha sido concedido—. Hice una pausa y dí un sorbo al vino, después de eso la volvía a mirar y proseguí hablándole. —Lo peor de todo, son las barreras... pero las que uno mismo se pone, y creo que tú ya lo sabes de sobra—. La miré alzando una ceja y le sonreí ampliamente. —Bueno... para eso te estas esforzando, ¿no? para que las cosas salgan bien— Dije convencido de que así era.

Tomé un buche de aire, —Mira, solo quiero que sepas, que cualquier cosa en la que pueda echarle el cable que necesites ahí estaré —. Confesé de forma seria y asentí con la cabeza. —Y aún con todo y eso... Date el lujo de fallar de vez en cuando, porque en verdad, no pasará nada si ante nosotros se abre un camino lleno de posibilidades nuevas—. Le dije sin perder ese gesto empático con el que quería transmitirle cariño y credibilidad en ella.

La miré sonriendo un poco, —Bueno, ¡espero que tengas hambre!— Dije divertido y observé la salsa esa de "Frangipane" pensativo —¿Nunca la he probado, es de almendras. dices?—. No era muy "fan" de las almendras, a decir verdad, pero... el olor que desprendía ese "mejunje" extraño era demasiado bueno como para no sentir la curiosidad de probarlo.
Con respecto al comentario sobre mis padres, simplemente preferí no hablar, no por nada, era solo que no permitiría que ni estando presentes me jodieran este momento con Elena, aunque a decir verdad... Cuándo habían estado presentes en algo concerniente a mi persona a parte de... ¿Nunca? Efectivamente, no quería hablar de ello.
Reí encogiendo mis hombros mientras tomaba un bocado. —Es que realmente no tiene por que ser diferente, es una forma más de hacer una familia, y ya está—. Dije con total seguridad .—Claro que me encantaría conocerles —. Yo era bastante abierto en lo que conocer personas nuevas se trataba... 

Seguramente y por mi pasado podía haber caído en el arquetipo de ogro huraño y tal, y bueno, aunque amigos, amigos... Tenía muy pocos, ninguna persona a la que tan solo pudiese catalogar como "conocido" tendría algo malo que echarme en cara, y si lo hacían a la espalda no merecían mi tiempo, pero eso era algo que nunca me había pasado, así que, estaba bastante tranquilo por esa parte.
Sonreí y la miré —Claro, tu sonrisa— Recalqué —También podría haber dicho tu mirada, tus ojos, tu pelo, o tu presencia entera entre muchas cosas buenas que veo en ti, pero, tampoco era plan de que saliésemos de aquí mañana por que creo que no acabaría—. Dije sin más. La miré alzando una ceja y me recliné hacia atrás agarrando una de las servilletas que disponíamos. —Y... ¿Qué es lo que estás acostumbrada a que te digan, si puede saberse?—pregunté quedando a la espera de lo que me respondiese.

Llevábamos poco tiempo hablando y esperaba seguir así durante un buen rato más hasta que llegase la comida. Me sorprendí bastante al ver como nuestro pedido llegaba. Sin duda este lugar tenía cinco estrellas en rapidez , lo cual era algo que agradecer porque no era raro esperar cerca de una hora. -Que velocidad.-solté sorprendida. -Así dan ganas de venir más veces. Una vez me hicieron esperar una hora y veinte minutos en un restaurante. Obvio que mis padres pusieron una reclamación. Bueno, uno de ellos. El otro solo quería irse.-expliqué sonriendo de forma nostálgica. Nathnaiel siempre con su temperamento y Loras calmándolo. Eran una pareja entrañable, no solo porque fuesen mis padres.

Me había considerado fuerte desde que tenía uso de razón por muchas cosas y últimamente creía que esa parte estaba debilitándose. -Tuve que ser fuerte desde pequeña. Ser criada por dos padres hizo que oyese muchas cosas feas en el colegio, súmale que luego en el instituto no era precisamente la chica más popular, ni la más guapa. Y cuando alcancé lo que quería lo perdí todo por ser tonta. Pero bueno, como has dicho, me estoy esforzando. Ya irás conociendo que soy la persona más cabezota y testaruda que existe.-me encogí de hombros con una sonrisa. -Muchas gracias, de verdad. Eres una de las personas que mejor me ha acogido en California. Lo mismo te digo, puedes contar conmigo para lo que necesites…habla sin miedo.-confesé. Uno de mis rasgos más notorios es que siempre estaba ahí para mis amigos y si alguno me necesitaba no dudaba en dar el paso que fuese para estar a su lado. No tenía muchos amigos de verdad, pero con los que tenía era asi. -Está bien, fallaré mas a menudo.-bromeé riendo un poco.

Relamí mi labio inferior al ver el plato frente a mí y olerlo. Era una amante de la comida y me encantaba, luego hacía un poco de deporte y todo compensado. -¡Si! Claro que tengo.-dije acercándole el plato. -¿Quieres un poco?-pregunté de manera amable. Tenía mucha hambre ,la verdad, y estaba deseando hincarle el diente a mi pedido. Recordé  esas comidas que prepara mi padre y se me hizo la boca agua más aun. -Y, deja que te diga una cosa. No los cambio por nada.-asentí muy segura de mí misma. -Loras es un amante de la música y Nathaniel se pasa el día viendo todos los partidos de todos los deportes que existen. Imagina las peleas que se forman en casa cuando están en Inglaterra y Eurovisión coincide con un partido. ¡La guerra!-comencé a reirme. Parecería tonta, pero es que hablar de ellos siempre me hacía reir.

De repente, Jeremy comenzó a formular aquella lista de cosas que le gustaban de mí y el rojo de mis mejillas empezó a ser más notable. -Basta, basta…deja de decir cosas así.-negué agachando un poco la cabeza. Lo cierto es que las cosas así no solían decírmelas los chicos, aunque tampoco había tenido muchas parejas. -Pues nada, solo he tenido un par de parejas y no fueron así. Al principio todo muy bonito, pero luego se mostraron como eran de verdad.-me encogí de ojos con simpleza. -Y gracias…tú tienes unos buenos…brazos.-quise decir otra cosa, alguna que sonase más bonita como “tu sonrisa, tus ojos” o cualquiera de lo que él me dijo. Pero no, me salió aquello que ,sin duda, me hizo sonrojarme más aún. Aunque era cierto que tenía un físico increíble, por lo poco que había visto.