Talk Dirty to Me | Privado

Trabajar de noche en el club era parte de mi vida y tenía que decir que no estaba nada mal aquel trabajo que tantas puertas me abrió. Cada vez tenía más dinero para poder vivir sin abusar de mi familia, me divertía bastante y conocía a muchísima gente. No había nada de malo en esto. Con las vacaciones de verano asistían cada noche personas que no solían venir por aquí, además de los turistas. Gracias a eso, teníamos más trabajo y ,por tanto, más dinero. No sabía bien cuando comenzó, pero en un momento de la noche ,mientras servía copas, me di cuenta como un chico me miraba bastante. Bueno, de chico tenía poco porque parecía ser un hombre adulto ya con sus treinta años cumplidos.  Era bastante guapo , nadie podía negarlo, y me sonrió una vez. No iba a ser tonto, así que le correspondí a su sonrisa con otra mía y seguí con mi trabajo. Nuestras miradas se encontraron un par de veces más y cuando acabé mi turno, él seguía ahí con su copa y su semblante misterioso.

Estuvimos hablando un poco y veía clara sus intenciones de querer pasar lo que quedaba de noche juntos. La verdad es que hacía un tiempo que no tenía nada con nadie y pasar un buen rato con un hombre así no se podía rechazar, además seguramente sería un turista y no lo vería más en mi vida. Desde que tenía casa contaba con la libertad de poder hacer lo que quisiera y eso iba a hacer hoy. Le invité a casa y no se negó, de hecho hubiese sido raro que se negase.

Le dije que me siguiese con su coche mientras yo conducía el mío delante de él. Tras estacionar el auto estuve esperándolo y así fue como lo agarré del brazo y entramos en el edificio. Al legar a casa lo miré con una sonrisa. -Pues este es mi hogar.-sonreí. -¿Quieres tomar algo? -pregunté un poco nervioso. Siempre que coqueteaba estaba relajado , luego me ponía nervioso y cuando comenzaba lo demás me dejaba llevar. Ahora estaba en la fase de los nervios.

No sabía nada de aquel hombre, solo que se llamaba Manuelle y que le gustaba ir al club algunas veces, de hecho una de mis compañeras dijo que era verdad eso porque lo había visto más y siempre intentó coquetear con él, aunque no le respondió. De hecho, cuando le dije cambiándome que conmigo había coqueteado se enfadó en plan broma. Era guapo y bajo esa ropa parecía estar bastante bueno , así que no pasaría nada por pasar un buen rato y luego cada uno por su lado y si nos volvíamos a encontrar repetiríamos si queríamos.  Sonaría a locura o lo que quisieran, pero tenía ganas de echar un polvo y descargarme de tanto agobio con el trabajo.

Mi casa estaba ordenada y limpia, como siempre, ya que aprovechaba los fines de semana para hacer una limpieza a fondo. Los dos pequeños perritos estaban en la terraza descansando bajo las estrellas, por lo que nada molestaría. -¡Claro! Voy a por ella. -dije yendo a la cocina. No era amante de las cervezas pero siempre tenía algunas por si recibía a algún amigo o por si, rara vez, me apetecía alguna. Tras agarrar dos de ellas volví hacia mi acompañante, con una sonrisa por lo que dijo. Me atrajo hacia él y no hice nada separarme, solo quedarme allí. -¿Yo soy esa pieza?-pregunté con una sonrisa pícara después de su beso. Con una de mis manos acaricié su brazo, comprobando que sí estaba bueno y fuerte, entonces ganaba puntos.

La fase del coqueteo entre dos personas me resultaba divertida. Eso de soltarnos halagos y algunas caricias sin llegar a besarnos era la mejor forma de darse cuenta de la tensión existente. Entre nosotros tenía que existir mucha de esa tensión y solo hacía falta vernos. Sonreí cuando sentí como tensaba sus músculos para tener un brazo más fuerte y ¡joder! Si que estaba fuerte aquel hombre. Con ropa parecía ser alguien que se cuidaba, pero solo eso. En cambio ahora parecía que iba a llevarme una grata sorpresa.  Notaba como una de sus manos se paseaba despacio por mi espalda hasta llegar a mi trasero. Aquello no me sorprendió porque sabía que era un hombre directo que no se andaba con tonterías y si quería decir algo lo hacía.  Además , era justo que si yo le tocaba algo él me tocase a mí también.

Me encogí de hombros ante su pregunta y entonces sus labios se posaron sobre los mios, mordiendo luego mi labio inferior. Aún no nos habíamos besado de verdad, sino pequeños besos como este y eso lo que hacía era calentarme más. Mi trasero estaba recibiendo una buena dosis de manoseo , la misma que sesión que estaban recibiendo sus brazos y costados con mis manos. Asentí cuando dijo que le siguiera y así nos dirigimos hasta aquel sofá con vistas a la ciudad. Esperé a que sentara y me acomodé sobre su regazo, colocando las rodillas una a cada lado de su cuerpo. Ahí fue cuando nos dimos el primer beso de verdad.  Me rozaba lentamente con su entrepierna, jugando con sus labios. Mis manos se adentraron en su camiseta y acabé por quitársela. -¿Cuántos años dijiste que tenías? -pregunté como si fuese algo que ya sabía y volví a besarlo.