Bobbie M. Di Angelo.

Gracias a los malos entendidos, Bobbie ha puesto muros invisibles a su alrededor, dejando mostrar lo que sólo ella quiere que vean, haciéndola ver como algo que no es. Sólo por usar vestidos, heredar un hermoso cabello rubio, llevar siempre un libro en mano y tener un padre que le envía su mesada cada semana, la tacharon como una niña mimada que todavía no ha conocido los pantalones. Sus rizos dorados, su amor por las letras y el dinero de su padre no la definen ni siquiera un poco. La muchacha es mucho más fascinante que eso.

Más inteligente y valerosa de lo que cualquiera pudiera creer, Bobbie es el intento frustrado y patético de la hija que todo padre quisiera tener.  Perfeccionista y bastante autoricita; quiere que todo salga como ella quiere y cada día intenta hacerse valer, pero no para de cometer errores. Camina como si fuera a comerse al mundo, pero la mayoría de los días, el mundo se la come a ella. Llega a torturarse demasiado, pero la pequeña sonrisa nunca se le borra, pretendiendo que el daño que hace no la hiere tanto como los hiera a los demás.

Quien una vez dijo que Bobbie Di Angelo era débil mintió, porque a pesar de su apariencia de flor, podría patearle el trasero a cualquiera si así lo quisiera. Chica de palabras y acciones concisas, dice y hace lo que los demás no se atreverían. Lleva el nombre problemas tatuado en la frente, sólo que nadie sabe notarlo. Sólo sabe hablar el idioma del sarcasmo y no hay nada más peligroso que su honestidad. Llega a ser descarada, incluso cínica si así se lo propone. Con su tenacidad, no le tiene miedo a desafiar a las personas que la rodean, porque al observar tanto, sabe usar las palabras como armas y dar justo en el blanco. Su calculadora mente puede llegar a verse a través de aquella mirada gélida, sin embargo, no hay nada más cálido que su sonrisa. Puede matar con sus palabras como también podría devolverte a la vida con un abrazo. De alma valiente y aventurera, que se esconde debajo de los millones de apodos que los demás le echaron encima. Por más que intente destacar por algo más que su apariencia, no tiene ninguna posibilidad de ser el centro de atención con sus palabras o forma de pensar, así que prefiere ocultar a la verdadera Bobbie en uno de sus dibujos y horas en la ducha, donde nadie pueda encontrarla.

Cuando la tristeza la golpea, sólo trata de ocultarlo, porque odia que la vean llorar. Trata mostrarse como una persona dura, pero tiene un corazón demasiado grande como para mentirle a todo el mundo todo el tiempo.

Digamos que es una buena chica, intentando ser una especie de mala persona, de temperamento cambiante y miles de facetas escondidas detrás de esa cara bonita.

El fruto más pequeño de la familia fue llamado por primera vez por su nombre un día de verano; Bobbie Maeve Di Angelo.

Crystal y Barry, padres de Bobbie, se habían conocido en una fiesta universitaria, en la que se hicieron muy buenos amigos. Ambos no sentían nada por el otro, más que una encantadora amistad, pero una noche entre varias copas y coqueteo, se tropezaron con una cama y el resto fue historia. Al enterarse de que Crystal iba a dar luz a su hijo, Barry se hizo cargo de él, haciendo que ambos confundieran la paternidad con el amor. Se casaron antes de que el niño naciera y meses después Chandler Di Angelo ya decía sus primeras palabras.

Relativamente, Bobbie tuvo una familia. Algo disfuncional, pero una familia al fin. Pero su vida no comenzó hasta que después de dos años, un niño apareciera en su puerta, quien al parecer era su hermano.

Barry, tres años atrás en un viaje de trabajo, había tenido una aventura con una chica llamada Loren, la cual había amado más de lo que amó a su propia esposa. Loren había muerto en un accidente de tránsito, dejando huérfano a Carter, el pequeño intruso de los mismos ojos azules de Bobbie. La noticia dejó devastado a Barry y con un corazón roto y su esposa pidiendo el divorcio, tuvo que criar a tres niños por su cuenta; Chandler, de siete años y los dos más revoltosos, Bobbie y Carter, de cuatro.

A pesar de la ausencia de Crystal, su infancia fue de las mejores, ya que, al ser el tesoro de su padre, éste le compraba todo lo que quería. Su madre fue la que la persuadió a leer desde pequeña y desde entonces, Bobbie tiene su biblioteca llena de libros. La relación con sus hermanos siempre fue de las mejores, pero sobre todo con Carter, quien al tener la misma edad, no se separaba de su hermana y la trataba como si fuera su mejor amiga.
Bobbie siempre estuvo rodeada de sus seres queridos, pocos amigos, pero los necesarios y por supuesto, rodeada de amor y cariño. No tiene muchos recuerdos de la primera etapa de su vida, pero los que recuerda, todos son felices. Llegó a la adolescencia y empezó a notar los primeros cambios en su cuerpo, no paraba de crecer y su estatura la acomplejó, era más alta que todos en su clase. Nunca le hizo caso a las burlas, simplemente, no le importaba lo que personas como ellos dijeran o dejaran de decir.

Cuando acabó la secundaria, supo que hizo todo lo correcto. Besó a chicos guapos, estuvo en las mejores fiestas, lo suficiente para no tener tantos problemas, escuchó música demasiado alta, fumó y probó un poco de alcohol, o casi nada en lo absoluto. Pero la vida a veces puede jugarnos en contra y eso es exactamente lo que pasó con la familia Di Angelo.

Al cumplir los veintidós años, al día siguiente de la graduación de Bobbie, Chandler no soportó las mentiras de sus padres y se fue de casa, dejando sólo una carta como despedida. Su admiración, su orgullo, su ejemplo a seguir ya no estaba con ella y Bobbie no podía soportarlo.

Así que tomó su maleta, sus libros y su disco favorito y se dirigió a California, con la esperanza de encontrar a su hermano mayor y empezar de nuevo.

A penas empezó, intentó unirse a una de las fraternidades sólo porque le gustaba su ideología, pero luego de una semana como prueba, se dio cuenta de que no pertenecía allí ni de chiste. No supo hacer amistades, no se sentía comoda y está de más decir que odia que le digan como debería actuar,  que cosas no hacer, con quien estar y con quien no. Odiaba la forma en la que las fraternidades se enfrentaban, ya que nunca soportó las rivalidades sólo por pensar diferente. Al ser tachada como algo toda su vida, está en completo desacuerdo con las etiquetas y cree fervientemente que la única etiqueta que las personas deberían usar es su nombre. Se encuentra más comoda en su habitación de paredes turquesas, en donde puede cantar, bailar, saltar, pintar y esconderse, como siempre lo hizo en la casa que dejo atrás en Australia.

Mascota: -
Pertenencia más preciada: El viejo album autografiado de los Beatles que su hermano le regaló.
Mayor miedo: Perder a las personas que quiere.
Pareja: -
Canción que te describe: Control // Halsey.
Otras cosas: Es alergica a las naranjas.