Adrien T. Beckett | ID

Adrien fue forjado como un hombre de aspecto duro e inexpresivo, su rostro de neutra expresión rara vez delata los pensamientos que están gestándose en su mente cuando sus ávidos y analíticos ojos recorren todo a su al rededor. Si bien en apariencia es frío y su inamovible seriedad le da aires de antipatía, dialogar con el joven Beckett es agradable ya que debido a los refinados modales con los que fue educado, es sencillo para él generar un ambiente ameno para sus interlocutores, que al interactuar con él obtienen más atención que información acerca del desconfiado joven inglés al que no le gusta hablar demasiado de su pasado.
En lo referido a las actividades profesionales y estudiantiles, sus desempeño es altamente satisfactorio, prácticamente desde la adolescencia el cultivarse a si mismo mediante conocimiento, ocupa un lugar de gran importancia en su vida debido a sus ambición de progreso y anhelo de construcción de un camino propio, donde puedan regir sus propias reglas y no las estipuladas por su figura paterna.

Por otra parte,  fue esa figura, la de su padre la que lo llevó a ser como es hoy en día y que obligó al castaño a disociar la máscara que muestra al mundo exterior, de su universo interno.
En su interior hay varias características que contrastan con lo que los demás ven, por ejemplo “su antipatía” que más que antipatía es tosquedad, causada únicamente por la falta de contención y afecto por esa persona pilar de su crecimiento; y también su aspecto duro que refleja una calma, inexistente en su interior muchas veces reina un caos de dolor, resentimiento e incluso furia por su vida familiar.

Adrian Timothy Beckett fue concebido como fruto de una infidelidad de parte de Jhasmin Green, joven hija de un reconocido banquero inglés George Green y a su vez prometida con Adam Purcell futuro heredero del periódico más importante de todo Londres.
Cuando el “pequeño inconveniente” fue revelado a su prometido, este no pudo hacer más que reconocer a aquel hijo ajeno como propio ya que por una cuestión de preservación de su buena imagen frente al mundo y sobre todo la necesidad de un trato financiero con los Green para poder perpetuar el negocio familiar, debía continuar con aquella futura boda.
Únicamente por esas dos razones un mes después, Adam Purcell desposó a aquella infame mujer, que incluso portaba el abominable hijo de otro hombre en su interior.

Desde que su mirada se encontró por primer vez con los obscuros ojos de Adrien, fue como recordar la vívida imagen del estudiante de clase media que trabajaba como chofer en la casa de los padres de su esposa y con el cual la misma, había roto ese prefecto trato que sería su matrimonio. A medida que el niño crecía sus semejanzas con su procreador  se acrecentaban sumiendo más y más a ese supuesto padre en el rencor generador por lo frustrante que era su vida.

Por su parte, para un Adrian niño, que su progenitor  no lo aceptara no era una cosa fácil y pese a las excusas que solía inventar su madre en su interior él solo sentía dolor por los desprecios de esa figura que tanto necesitaba. Esos malos tratos se hicieron más notorios cuando los Purcell trajeron al mundo a su hermano, a el cual ambos colmaban de afecto e incentivos.
La infancia fue quizá la etapa más difícil para el mayor de los Purcell, ya que él no podía comprender cual era el motivo que generaba ese enojo en su padre cada vez que lo observaba, sin embargo con el lento transcurso de los años el muchacho llegó a pensar que simplemente quizá él no le agradaba.
La adolescencia se hizo presente y con ella ese impulso de rebeldía característico de esta edad, abrió nuevos intereses en el castaño que gradualmente fue tornándose menos susceptible a los comentarios despectivos de su familia y comenzó a desear un futuro donde sus propias reglas controlaran su vida. Para él ese anhelado porvenir de éxito, llegaría cultivando su educación y siendo más astuto que el resto de los jóvenes e incluso hombres que lo rodeaban. Por lo cual, una de las tantas tardes en las que se adentró en la biblioteca en busca de un libro con el cual culturizarse, hurgando en las estanterías se topó con un antiguo cuaderno de hojas amarillas, en su tapa, con cuidadas letras negras se encontraba un nombre desconocido “Edward Beckett”. Curiosamente lo abrió y de entre sus páginas cayó una maltratada foto en la que se mostraba el rostro de un joven hombre cuyo cabello y ojos extremadamente obscuros le recordaron a los propios.  “¿Quién sería aquel individuo?” “¿Por qué el parecido entre ambos era tan grande?” son incógnitas que hoy en día luego de haber estado frente a esa persona ya no posee. Edward Beckett era su padre biológico, Adam Purcell nunca lo fue.

Actualmente Adrien se trasladó a Los Ángeles junto a Edward quién le ofreció un puesto administrativo en una de sus revistas luego de terminada su maestría en la UCLA. Pese a que cortó toda relación con los Purcell e incluso cambió su apellido a Beckett, a Adrien no le agrada recordar sus días en Inglaterra y mucho menos hablar sobre ellos.

Cuando llegó a UCLA estudió cada una de las descripciones de las fraternidades y luego de meditarlo durante un tiempo no muy extenso optó por matricularse en Epsilon Mu. ¿El por qué? Sencillo, ellos son seres individualistas cuya única meta es la adquisición de un futuro prometedor, calculadores, excesivamente ambiciosos y analiticos, cada una de estas características era sencilla de hallar en su propia personalidad, por lo cual supuso que sería sencillo para él adaptarse a la vida en aquella hermandad, donde crear vínculos o lazos con los demás no era una cosa primordial. En ese lugar podría pensar solo en él  y fijarse en sus metas ¿Que más podía pedir?

Mascota: No posee.
Pertenencia más preciada: Un reloj de pulsera heredado de su abuelo materno.
Mayor miedo No conseguir alcanzar sus metas y vivir una vida atrapado en esa casa de la infancia.
Pareja:  No posee.
Canción que te describe:
Otras cosas: