Friends? [Caleb Mortmain]

Estiré mi brazo fuera de la cama y mi mano inmediatamente se puso en busca de aquel aparatéjo electrónico multifunción, para ver la hora, no había escuchado la alarma pero supuse que aún faltarían varios minutos para que tuviera que despegarme de mis sábanas y encaminarme a clase. Sin abrir mis ojos mi diestra se desplazó por la mesa de luz hasta localizarlo y con un ligero toque de la pantalla esta se iluminó dejando al descubierto unos grandes números que decían: 14:30 PM.
¡¡Maldición!! Me incorporé prácticamente con un brinco, acababa de quedarme dormida y hoy era el día de la entrega del proyecto de historia de la música. Rayos... sino llegaba mis compañeras de grupo me asesinarían, porque nuestra aprobación dependía de esa entrega.
A toda velocidad me vestí, poniéndome lo primero que encontré, tomé mi saxo, mis cuadernos y comencé a teclear nuevamente en mi celular, para enviarles un sms. No llegaría a tiempo ni aunque fuese en helicóptero pero quizá si las mantenía informadas ellas lograrían entretener al profesor hasta que discretamente me escabullera dentro del aula. El móvil entre mis manos vibro en cuestión de segundos, anunciando la llegada de una repuesta que inmediatamente leí:


Le sonreí a la pantalla con júbilo, al fin el destino se ponía de mi parte podía entregar mi proyecto y mejor aún tenía toda la tarde libre. Lancé el celular hacia mi cama, me acomodé el saxofón en mi espalda, cogí una pequeña caja que tenía escondida bajo mi cama con chocolates y una botella de jugo de naranja y marché hacia uno de mis lugares preferidos de la casa Omega, a dónde iba en cada vez que deseaba tranquilidad, el jardín. Aprovecharía mi tarde entre música, chocolates y aire puro. ¿Que más podía pedir?

Estar en una nueva universidad era igual que estar en una ciudad diferente, y el asunto es que yo estaba pasando por ambas cosas. Había asistido a mis primeras clases del día con toda la puntualidad posible de mi parte, que no es mucha en realidad, pero tampoco llegaba tarde para considerarme impuntual. Después de las primeras cinco clases , se me había informado que no tendría mas ese día, creo que había olvidado anotar el horario de clases, según yo si lo había anotado, pero no tenia ni la menor idea de donde había terminado el pobre ingrato. Al salir del campus había ido un rato a la playa !Como me encanta el océano!, estuve apunto de estudiar biología marina, pero descubrí mi meta, de todos modos me pasaba a veces por libros sobre eso.

Después de pasar un rato agradable en la playa con algunas personas que había conocido ahí, era hora de regresar a la fraternidad. En la mañana, muy temprano antes que el sol estuviera por salir ,me había unido a un grupo de hermanos para arreglar un poco el jardín, y ahora quería ir solo a echarles un vistazo a las plantas. Al entrar a la casa, deje mi mochila en el suelo aun lado de la puerta y me dirigí al jardín. Me quite mis sandalias para sentir el pasto entre mis dedos, el jardín era hermoso por tantas plantas y flores, pero también por que mis ojos habían reconocido inmediatamente esa melena castaña. Breya. Me acerqué detrás de ella con cautela hacia ella, casi de puntitas, como si estuviera acechando a la presa. -¡Te atrape!- exclame mientras la rodeaba por detrás con mis brazos. Breya había sido mi novia, que ya no fuera mi novia, no quería decir que no la quisiera, pero ahora después de algo de tiempo, sonreírle era lo mas intimo y profundo que podía haber entre nosotros.

Al llegar a esa sección del  jardín donde muchas veces los Omega nos reuníamos a prender una pequeña fogata, disfrutando del pasto, de las flores y aquellos faroles multicolores que colgaban de los árboles, me sentí plena. Inmediatamente procedí a quitarme las sandalias, dejé los chocolates en una de las sillas que otros hermanos habían colocado allí, desenfundé mi saxo y colocando su correa al rededor de mi cuello me acomodé lista para tocar un poco. No había nada mejor que hacer música sintiendo la particular textura de la tierra bajo tus pies. Respiré profundamente y exhalé segundos después moviendo mis dedos para que ese aire que salía desde mis pulmones y pasaba por la boquilla del instrumento, se volviera un ligera escala. Adoraba el sonido potente y consistente de mi saxo, era fuerte, profundo, y cada vez que lo tocaba me remontaba a las épocas donde la gente se reunía es escuchar a esos monstruos musicales en los clubes de jazz y blues, yo debía haber nacido en esa época.
Pensar en eso me hizo recordar una canción de Ben Webster,  uno de los saxofonistas que más admiraba, porque además de su genialidad como músico era una estupenda persona según cuentan.
Nuevamente inhalé e imaginé las primeras notas de esa canción en mi cabeza pero antes de que pudiera emitirlas, algo sucedió. Mi saxo resbaló de entre mis manos debido a la impresión, pero por suerte la correa estaba bien sujeta a él y lo sostuvo colgando desde mi cuello. -¡Dios Caleb! ¿Quieres matarme de un infarto? -Volteé mi rostro para observarlo con ofuscamiento sin embargo fue una mala idea, ya que estaba demasiado cerca de mi.  -Oh, no, no. -Giré nuevamente me cabeza y tomé sus manos que rodeaban mi cuerpo. -¿Que haces por aquí? Digo, ¿No se supone que tendrías que estar en clase o algo así? -Murmuré procurando controlar mi ritmo cardíaco que se había disparado enormemente debido a la inesperada sorpresa y también al contacto con aquel muchacho. Liberé mi cuello y dejé el instrumento en el suelo, sencillamente para poder voltear por completo y darle un abrazo. Era irónico que estar cerca de él me pusiera nerviosa y a la vez me agradara como algo inevitable. -Por cierto, hola.