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This is not a date | Lulu
This is not a date | Lulu
Había tenido un sueño bastante interesante, y aquello le había dado una idea. Normalmente, cuando tenía algunos sueños en donde lograba reconocer lugares o situaciones, solía pensar que eran premonitorios y le gustaba llevarlos a cabo en los días próximos… Solo para poder decir que él había soñado con que aquello pasaría. En esta ocasión, había soñado con Lulu, la chica que había conocido gracias Sarah, y de quién se había hecho bastante amigo. No lograba entender como dos personas tan diferentes, como lo eran Lulu y la Alpha, podían llegar a ser amigas, y tan cercanas. Tampoco es que Kenneth fuese perito en comportamiento y relaciones femeninas, cabía decir que aún le quedaba mucho por aprender para entender cómo funcionaba la mente del sexo opuesto.
Esa misma noche, marcó el número de la casa de Lulu, recordando que la chica le había confesado que no siempre cargaba su teléfono celular con ella, y sabiendo que lo más previsible es que para entonces ya lo hubiera perdido nuevamente dentro de su casa. Sabía que por la hora era probable que ya hubiera salido del trabajo y la pudiera contactar, pero no podía evitar estar algo nervioso al respeto. Si no estaba, o si le contestaba otra persona, ¿Se echaría para atrás o continuaría, con tal de salir con la rubia? Para suerte suya, después de varios pitidos, levantaron el teléfono y una voz familiar se escuchó a través de este - ¿Lulu? Hey, soy Kenneth - Esperó a escuchar la respuesta desde el otro lado de la línea, mientras se paseaba inquieto por su habitación - Este, uhm… ¿Estás ocupada mañana? - Mordió el interior de su mejilla, sintiéndose el perdedor más grande del mundo. Bueno, siempre se sentía bastante estúpido cuando se refería a Lulu - Me preguntaba si tal vez querrías salir, ya sabes, conmigo - Cerró sus ojos esperando su respuesta y deseó con todas sus fuerzas que dijera que sí, que no tenía planes para el domingo.
Al día siguiente, el día en que saldría con Lulu, no podía evitar sentirse nervioso. No durante todo el día, por supuesto; pero por momentos recordaba que restaban solo unas horas para ver a la rubia, y una agradable ansiedad le embargaba, una emoción algo nueva para él. Había pasado la noche en casa de su madre, con la excusa de que las extrañaba a ella y a Grace, su hermanita menor; pero la verdadera razón era que pensaba pedir prestado el auto familiar, porque no sabía si Lulu se sentiría cómoda andando en moto, y prefería asegurarse. Además, ir en auto les permitiría mantener una amena conversación en lo que llegaban a su destino. Y cuando llegó la hora de ir por Lulu, Kenneth se dirigió en la Chevrolet Tahoe color arena de su madre hasta la dirección que le había dado la chica, y después de aparcar fuera, se bajó y sin despegar la mirada de la casa, marcó el número de Lulu, avisándole que ya se encontraba fuera.
Esa misma noche, marcó el número de la casa de Lulu, recordando que la chica le había confesado que no siempre cargaba su teléfono celular con ella, y sabiendo que lo más previsible es que para entonces ya lo hubiera perdido nuevamente dentro de su casa. Sabía que por la hora era probable que ya hubiera salido del trabajo y la pudiera contactar, pero no podía evitar estar algo nervioso al respeto. Si no estaba, o si le contestaba otra persona, ¿Se echaría para atrás o continuaría, con tal de salir con la rubia? Para suerte suya, después de varios pitidos, levantaron el teléfono y una voz familiar se escuchó a través de este - ¿Lulu? Hey, soy Kenneth - Esperó a escuchar la respuesta desde el otro lado de la línea, mientras se paseaba inquieto por su habitación - Este, uhm… ¿Estás ocupada mañana? - Mordió el interior de su mejilla, sintiéndose el perdedor más grande del mundo. Bueno, siempre se sentía bastante estúpido cuando se refería a Lulu - Me preguntaba si tal vez querrías salir, ya sabes, conmigo - Cerró sus ojos esperando su respuesta y deseó con todas sus fuerzas que dijera que sí, que no tenía planes para el domingo.
Al día siguiente, el día en que saldría con Lulu, no podía evitar sentirse nervioso. No durante todo el día, por supuesto; pero por momentos recordaba que restaban solo unas horas para ver a la rubia, y una agradable ansiedad le embargaba, una emoción algo nueva para él. Había pasado la noche en casa de su madre, con la excusa de que las extrañaba a ella y a Grace, su hermanita menor; pero la verdadera razón era que pensaba pedir prestado el auto familiar, porque no sabía si Lulu se sentiría cómoda andando en moto, y prefería asegurarse. Además, ir en auto les permitiría mantener una amena conversación en lo que llegaban a su destino. Y cuando llegó la hora de ir por Lulu, Kenneth se dirigió en la Chevrolet Tahoe color arena de su madre hasta la dirección que le había dado la chica, y después de aparcar fuera, se bajó y sin despegar la mirada de la casa, marcó el número de Lulu, avisándole que ya se encontraba fuera.
Kenneth A. Rowe
Fecha de inscripción :
09/08/2015
Re: This is not a date | Lulu
Descansaba los pies en la mesita de café que estaba frente a ella, un tazón lleno de diminutas galletas con chispas de chocolate y el mando del Wii Ü en sus manos, Lulu tarareaba la cancioncita de fondo, sabiendo que en cualquier momento su madre saldría de su cueva a tomar su té de la tarde y la regañaría por el estado en el que tenía la sala, posiblemente lanzándole lo que estuviese a su alcance. ¿Por qué no se preocupaba? Pues, Raphaela carecía de puntería y, aunque tuviese a su hija a dos pasos frente a ella, nunca podría atinarle. Sin embargo, también estaba la posibilidad de que sus intenciones fuesen exactamente esas, fallar el blanco pero imponer una advertencia. Una advertencia a la que haría ojos ciegos y oídos sordos, no por rebeldía sino por simple despiste. Eventualmente, lo previsto sucedió y la rubia casi se lanzó a llorar al suelo cuando sus mini galletas fueron atacadas por una mamá azul y enojada.
A regañadientes, apagó la consola no sin antes guardar su partida y dejó el sofá como lo había visto. Con los cojines (que había tirado al suelo por su irracional desprecio hacia ellos) esponjosos y en sus respectivos lugares. "Está como nuevo. Ni siquiera se nota que me senté ahí." Su tono de voz era el de una niña pequeña y malcriada, incluso pateando al suelo y cruzándose de brazos como tal. "¿Puedo tener mis galletas de vuelta?" Pero en respuesta sólo tuvo la mirada entornada de su madre y menos galletas en su tazón. Chilló en queja y antes de que pudiera abrir la boca para reclamar, el teléfono sonó. Ni siquiera tuvo que mirar a su madre para saber que esta no tenía interés alguno en tener un pequeño duelo por su merienda y quiso gritar por eso, pero prefirió morderse la lengua e ir a contestar su móvil que casi lanza contra la pared cuando vio quién la estaba llamando.
No contestó, en cambio, se dirigió a la puerta y asomó la cabeza. "Espera un segundo." Le avisó al chico, levantando su índice para indicar el tiempo y corrió de nuevo adentro. ¿Tenía que cambiarse? Sólo llevaba una camiseta de alguna banda de rock que a su padre le gustaba y shorts. Fuck it, pensó mientras casi se va de boca subiendo las escaleras para ir a su habitación en busca de sus botas. Nunca se las había colocado tan rápido. Echó otra carrera hasta la cocina, en donde su enemiga todavía se encontraba, tomando su té en paz, completamente ajena a la presencia de su hija. Ágil como un felino, robó su tazón de galletas y volvió a la entrada, avisando que volvería luego. "Ahora sí." Su sonrisa se ensanchó y cerró la puerta se cerró detrás de sí. "Muchas cosas pasan ahí dentro, es una suerte que no nos quedemos." Dijo de manera atropellada a la par que un suspiro se le escapaba y con su mano libre peinó el flequillo que casi le cubría los ojos. De repente la idea de ver cómo reaccionaba Kenneth ante las ocurrencias de Raphaela le pareció atractiva.
"¿Galletas?"
A regañadientes, apagó la consola no sin antes guardar su partida y dejó el sofá como lo había visto. Con los cojines (que había tirado al suelo por su irracional desprecio hacia ellos) esponjosos y en sus respectivos lugares. "Está como nuevo. Ni siquiera se nota que me senté ahí." Su tono de voz era el de una niña pequeña y malcriada, incluso pateando al suelo y cruzándose de brazos como tal. "¿Puedo tener mis galletas de vuelta?" Pero en respuesta sólo tuvo la mirada entornada de su madre y menos galletas en su tazón. Chilló en queja y antes de que pudiera abrir la boca para reclamar, el teléfono sonó. Ni siquiera tuvo que mirar a su madre para saber que esta no tenía interés alguno en tener un pequeño duelo por su merienda y quiso gritar por eso, pero prefirió morderse la lengua e ir a contestar su móvil que casi lanza contra la pared cuando vio quién la estaba llamando.
No contestó, en cambio, se dirigió a la puerta y asomó la cabeza. "Espera un segundo." Le avisó al chico, levantando su índice para indicar el tiempo y corrió de nuevo adentro. ¿Tenía que cambiarse? Sólo llevaba una camiseta de alguna banda de rock que a su padre le gustaba y shorts. Fuck it, pensó mientras casi se va de boca subiendo las escaleras para ir a su habitación en busca de sus botas. Nunca se las había colocado tan rápido. Echó otra carrera hasta la cocina, en donde su enemiga todavía se encontraba, tomando su té en paz, completamente ajena a la presencia de su hija. Ágil como un felino, robó su tazón de galletas y volvió a la entrada, avisando que volvería luego. "Ahora sí." Su sonrisa se ensanchó y cerró la puerta se cerró detrás de sí. "Muchas cosas pasan ahí dentro, es una suerte que no nos quedemos." Dijo de manera atropellada a la par que un suspiro se le escapaba y con su mano libre peinó el flequillo que casi le cubría los ojos. De repente la idea de ver cómo reaccionaba Kenneth ante las ocurrencias de Raphaela le pareció atractiva.
"¿Galletas?"
Lulu N. Lentz
Fecha de inscripción :
05/04/2015
:: Muelle
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