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Reencuentro de ingleses en California [Claire D. Brooks]
Reencuentro de ingleses en California [Claire D. Brooks]
Escasos días habían pasado desde la llegada del muchacho a Los Ángeles y si bien él se consideraba a si mismo como una persona adaptable a los cambios (en especial cuando estos eran buenos) aún continuaba procesando el encontrarse allí en un lugar tan lejano a Londres, la ciudad que lo vio nacer. En su mente, él relacionaba ese estado de ánimo principalmente a las diferencias culturales que pese a no ser tan grandes (como sucedería en caso de trasladarse a un país con diferencias idiomáticas y políticas intensas) de igual forma eran notorias y algo apabullantes.
Soltando un ligero suspiro Adrien, tomó su celular para observar la hora, sin embargo su mirada se detuvo en la imagen utilizada como fondo de pantalla que tan solo consistía en una foto tomada de él junto a Jhasmin Purcell (su madre) en el pequeño patio delantero de la casa londinense; detrás de ellos podía vislumbrarce la fachada de cubierta de ladrillos de aquel chalet, donde se encontraban insertas dos ventanas, una de ellas perteneciente al estudio del Señor Purcell. No sabía si era su imaginación pero ahora que sus ojos se encontraban fijos en aquella fotografía podía jurar que había una sobra detrás del cortinado ventanal.
Su gesto se frunció ligeramente ante ese pensamiento y sin detenerse a meditarlo siquiera un segundo, optó por escoger una imagen predeterminada como nuevo fondo de su móvil, no tenía idea porque no había eliminado esa fotografía antes, era absurdo conservarla odiando tanto ese lugar y más aún a sus habitantes, que hoy por hoy ya no formaban parte de su presente.
De manera algo temperamental deseoso de rehuirle a los amargos recuerdos vividos con esas personas, se puso de pie y se dirigió hacia el armario de su nueva habitación en busca de un atuendo adecuado para una tarde en el mulle, junto a su amiga Claire.
Pese a que su comienzo fue un tanto accidentado, (ya que la primera vez que se vieron, Beckett quien en ese entonces no era más que un simple adolescente controlado por las hormonas se acercó a la joven rubia con intenciones “más que amistosas” que desde luego acabaron en un inminente rechazo) Adrien y Claire llevaban varios años de amistad, una amistad que para el joven era considerada como algo extremadamente valioso, debido a la gran y particular confianza que poseía depositada en la muchacha.
Inmerso en todas esas cuestiones su estado de ánimo cambió dejando a relucir una gran ansiedad únicamente generada por la expectativa de volver a ver aquella joven amiga, así que finalmente después de vestirse se montó en su automóvil y condujo velozmente rubo al lugar pautado para el reencuentro con ella.
Soltando un ligero suspiro Adrien, tomó su celular para observar la hora, sin embargo su mirada se detuvo en la imagen utilizada como fondo de pantalla que tan solo consistía en una foto tomada de él junto a Jhasmin Purcell (su madre) en el pequeño patio delantero de la casa londinense; detrás de ellos podía vislumbrarce la fachada de cubierta de ladrillos de aquel chalet, donde se encontraban insertas dos ventanas, una de ellas perteneciente al estudio del Señor Purcell. No sabía si era su imaginación pero ahora que sus ojos se encontraban fijos en aquella fotografía podía jurar que había una sobra detrás del cortinado ventanal.
Su gesto se frunció ligeramente ante ese pensamiento y sin detenerse a meditarlo siquiera un segundo, optó por escoger una imagen predeterminada como nuevo fondo de su móvil, no tenía idea porque no había eliminado esa fotografía antes, era absurdo conservarla odiando tanto ese lugar y más aún a sus habitantes, que hoy por hoy ya no formaban parte de su presente.
De manera algo temperamental deseoso de rehuirle a los amargos recuerdos vividos con esas personas, se puso de pie y se dirigió hacia el armario de su nueva habitación en busca de un atuendo adecuado para una tarde en el mulle, junto a su amiga Claire.
Pese a que su comienzo fue un tanto accidentado, (ya que la primera vez que se vieron, Beckett quien en ese entonces no era más que un simple adolescente controlado por las hormonas se acercó a la joven rubia con intenciones “más que amistosas” que desde luego acabaron en un inminente rechazo) Adrien y Claire llevaban varios años de amistad, una amistad que para el joven era considerada como algo extremadamente valioso, debido a la gran y particular confianza que poseía depositada en la muchacha.
Inmerso en todas esas cuestiones su estado de ánimo cambió dejando a relucir una gran ansiedad únicamente generada por la expectativa de volver a ver aquella joven amiga, así que finalmente después de vestirse se montó en su automóvil y condujo velozmente rubo al lugar pautado para el reencuentro con ella.
Adrien T. Beckett
Fecha de inscripción :
11/07/2015
Re: Reencuentro de ingleses en California [Claire D. Brooks]
Si bien podía atinar a decir que nunca había tenido "amigos", mis pensamientos me contradecían al recordar la relación con Adrien, y es que, según yo lo veía, nuestro reencuentro en California era una auténtica novedad para mí. Pensar en mi amigo me devolvía recuerdos algo tristes de hacía años, pero todo eso tan solo formaba parte de una asociación de acontecimientos que me recordaban a ello sin poder evitarlo, después estaban las cosas buenas que habíamos vivido, y sin lugar a dudas eran bastantes. ¿Cómo comenzó todo? de una manera bastante tonta, a decir verdad, puede que tuviese mis 14 años recién cumplidos cuando un chico de presencia bastante agradable según las compañeras de colegio trató de acercarse a mí con intenciones algo sospechosas. Claro que Adrien era guapo, eso no lo negaría, pero mis emociones no daban para mucho y la frialdad que mostraba mantuvo a raya todo intento de acercamiento del joven hacia mí. Su persistencia me hacía gracia, y al final encontramos algo que aunque no sabría muy bien definir que era, nos conectaba de algún modo. (?)
Después de aquel encuentro, todo sucedió solo, y forjamos una buena relación de la que aun a día de hoy podíamos presumir, pero... Adrien no es un amigo, no. Para mí esa palabra está mal usada en los tiempos que corren, Adrien se convirtió en la figura protectora que no había tenido. Acabar en California ambos fue toda una sorpresa que no pude negar y tenía ganas de verle. Ni sabía que ropa me pondría. Iríamos a dar un paseo por el muelle, a tomar algo supongo y a recordar lo tonto que es el ser humano cuando está en plena adolescencia. Reí pensando en ello y caminé hasta el lugar acordado. Había llegado antes que mi amigo por lo que me quedé por un rato mirando el mar y observando a la gente que pasaba. Familias que eran felices y yo no sentía pesar por lo que había sucedido en mi vida desde edad temprana, por no saber quien era mi padre, por recordar al asqueroso de Lynden, o por pensar en el fallecimiento de mamá.
Sentía todo eso cómo si un agujero dentro de mi pecho lo absorbiese todo, y una expresión impasible se formaba en mi rostro dejando entrever en la curva de mis labios una pequeña sonrisa que le dediqué a una niña pequeña, de unos 2 o tres años, que caminaba torpemente hacia un hombre que supuse sería su padre.Miré mi reloj. Esperaba que Adrien no tardase demasiado. Visualicé un banco vacío en el cual me senté esperando a mi amigo.
Después de aquel encuentro, todo sucedió solo, y forjamos una buena relación de la que aun a día de hoy podíamos presumir, pero... Adrien no es un amigo, no. Para mí esa palabra está mal usada en los tiempos que corren, Adrien se convirtió en la figura protectora que no había tenido. Acabar en California ambos fue toda una sorpresa que no pude negar y tenía ganas de verle. Ni sabía que ropa me pondría. Iríamos a dar un paseo por el muelle, a tomar algo supongo y a recordar lo tonto que es el ser humano cuando está en plena adolescencia. Reí pensando en ello y caminé hasta el lugar acordado. Había llegado antes que mi amigo por lo que me quedé por un rato mirando el mar y observando a la gente que pasaba. Familias que eran felices y yo no sentía pesar por lo que había sucedido en mi vida desde edad temprana, por no saber quien era mi padre, por recordar al asqueroso de Lynden, o por pensar en el fallecimiento de mamá.
Sentía todo eso cómo si un agujero dentro de mi pecho lo absorbiese todo, y una expresión impasible se formaba en mi rostro dejando entrever en la curva de mis labios una pequeña sonrisa que le dediqué a una niña pequeña, de unos 2 o tres años, que caminaba torpemente hacia un hombre que supuse sería su padre.Miré mi reloj. Esperaba que Adrien no tardase demasiado. Visualicé un banco vacío en el cual me senté esperando a mi amigo.
Claire Style
Claire D. Brooks
Fecha de inscripción :
09/07/2015
Re: Reencuentro de ingleses en California [Claire D. Brooks]
La brisa acrecentada por la velocidad con la cual conducía su Austin Healey despeinó su cabello, haciéndolo danzar con movimientos aleatorios, mientras a su vez impactaba en su rostro cubriéndolo de un leve frescor que aplacaba la insistente vitalidad de un sol enérgico de media tarde, este cierto equilibro entre los dos fenómenos resultó verdaderamente agradable para el castaño que aún intentaba acostumbrarse al cálido clima de California.
Mentiría cruelmente si dijera que no extrañaba la templada temperatura de su Inglaterra, pero poco a poco comenzaba a disfrutar de los beneficios de vivir en una ciudad donde los días soleados eran cosa frecuente. Una de las cosas que más lo complacía de esta afirmación era el poder gozar todo el tiempo de la playa, amplia, abierta y cuya arena extremadamente clara y fina resultaba sumamente grata al tacto.
Al manejar junto a ese mar tan azul, el aroma salitre cubrió su entorno volviendo a aquel momento más exquisito y liberador de lo que ya era. Adrien sonrió estirando ligeramente su cuello para apreciar más intensamente aquel aire mezclado con sal que lo hizo sentirse libre. Ya no estaba en Inglaterra cada vez era más sencillo asimilar este echo y darse cuenta que las ataduras a las cual estaba expuesto en aquella casa de la infancia habían desaparecido. Ahora era un adulto capaz de vivir su vida sin remordimientos, tomando sus propias elecciones y siguiendo su destino.
Con todos estos pensamiento tan internos aparcó en uno de los puestos desocupados junto a la acera del muelle y su obscura mirada no tardó en toparse con la imagen de aquella rubia de rostro extremadamente familiar por lo cual, sin titubeo alguno se acercó a ella. -Claire, Buenas tardes. - Una sutil y algo adusta sonrisa, apareció entre sus facciones mientras estudiaba a aquella amistad luego de transcurridos varios años sin verse. -Siento la demora, aún no consigo adaptarme a la diferencia de horarios. -Expresó permitiendo que un dejo de diversión se trasluciera en su voz, al reflexionar lo irónico que podía resultar estar frente a un hombre de su nacionalidad desmedidamente impuntual.
Off: mil disculpas por la demora.
Mentiría cruelmente si dijera que no extrañaba la templada temperatura de su Inglaterra, pero poco a poco comenzaba a disfrutar de los beneficios de vivir en una ciudad donde los días soleados eran cosa frecuente. Una de las cosas que más lo complacía de esta afirmación era el poder gozar todo el tiempo de la playa, amplia, abierta y cuya arena extremadamente clara y fina resultaba sumamente grata al tacto.
Al manejar junto a ese mar tan azul, el aroma salitre cubrió su entorno volviendo a aquel momento más exquisito y liberador de lo que ya era. Adrien sonrió estirando ligeramente su cuello para apreciar más intensamente aquel aire mezclado con sal que lo hizo sentirse libre. Ya no estaba en Inglaterra cada vez era más sencillo asimilar este echo y darse cuenta que las ataduras a las cual estaba expuesto en aquella casa de la infancia habían desaparecido. Ahora era un adulto capaz de vivir su vida sin remordimientos, tomando sus propias elecciones y siguiendo su destino.
Con todos estos pensamiento tan internos aparcó en uno de los puestos desocupados junto a la acera del muelle y su obscura mirada no tardó en toparse con la imagen de aquella rubia de rostro extremadamente familiar por lo cual, sin titubeo alguno se acercó a ella. -Claire, Buenas tardes. - Una sutil y algo adusta sonrisa, apareció entre sus facciones mientras estudiaba a aquella amistad luego de transcurridos varios años sin verse. -Siento la demora, aún no consigo adaptarme a la diferencia de horarios. -Expresó permitiendo que un dejo de diversión se trasluciera en su voz, al reflexionar lo irónico que podía resultar estar frente a un hombre de su nacionalidad desmedidamente impuntual.
|| Aspecto de Adrien
Off: mil disculpas por la demora.
Adrien T. Beckett
Fecha de inscripción :
11/07/2015
Re: Reencuentro de ingleses en California [Claire D. Brooks]
La escena que podría tenerse de mí justamente antes de la llegada de Adrien era algo melancólica si me paraba a pensarlo. Pero aunque no lo demostrase muy abiertamente, estaba tan emocionada de volver a encontrarme con él qué podía notar como mis piernas temblaban un poco. ¿ Qué si admitía que él era lo más parecido que me quedaba a una "familia"? Ciertamente era así, por eso me emocionaba ante la idea de volver a verle y casi tener que contener mis ganas de saltar sobre él y regalarle un merecido abrazo.
Fue entonces cuando obtuve consciencia plena de cuanto había extrañado su presencia, y lo mucho que le había necesitado en los momentos más difíciles que se me presentaron. No podía evitarlo, era algo superior a mí. Miraba hacia el infinito sin fijar la mirada en un lugar concreto, supongo cuando una voz del todo familiar vino a sacarme del ensimismamiento que yo misma había creado en relación con los recuerdos que tenía de Adrien, su cabello y ojos oscuros eran algo que no pasaba desapercibido, así cómo ese tono de voz que de la nada volvió a envolverme con un halo de protección invisible.
Me giré hacia él y curvé mis labios dejando entre ver una sonrisa ligera, caminando despacio hacia su dirección y después algo más rápido para regalarle un abrazo lleno de cariño. —No importa, ya sabía eso de que pese a ser inglés, la puntualidad no era tu punto fuerte, por lo que veo, eso es algo que no cambia— Le dije siguiendo el tono divertido con el que él me había hablado. —A decir verdad yo tampoco llegué a la hora justa— confesé y me encogí de hombros separándome de él un poco tras el abrazo que le había dado para observarle mejor —Estás casi igual que la última vez que te vi— dije alegremente y casi con un gesto de sorpresa, era cierto, Adrien mantenía el mismo gesto de serenidad que le caracterizaba años atrás.
Fue entonces cuando obtuve consciencia plena de cuanto había extrañado su presencia, y lo mucho que le había necesitado en los momentos más difíciles que se me presentaron. No podía evitarlo, era algo superior a mí. Miraba hacia el infinito sin fijar la mirada en un lugar concreto, supongo cuando una voz del todo familiar vino a sacarme del ensimismamiento que yo misma había creado en relación con los recuerdos que tenía de Adrien, su cabello y ojos oscuros eran algo que no pasaba desapercibido, así cómo ese tono de voz que de la nada volvió a envolverme con un halo de protección invisible.
Me giré hacia él y curvé mis labios dejando entre ver una sonrisa ligera, caminando despacio hacia su dirección y después algo más rápido para regalarle un abrazo lleno de cariño. —No importa, ya sabía eso de que pese a ser inglés, la puntualidad no era tu punto fuerte, por lo que veo, eso es algo que no cambia— Le dije siguiendo el tono divertido con el que él me había hablado. —A decir verdad yo tampoco llegué a la hora justa— confesé y me encogí de hombros separándome de él un poco tras el abrazo que le había dado para observarle mejor —Estás casi igual que la última vez que te vi— dije alegremente y casi con un gesto de sorpresa, era cierto, Adrien mantenía el mismo gesto de serenidad que le caracterizaba años atrás.
Claire D. Brooks
Fecha de inscripción :
09/07/2015
Re: Reencuentro de ingleses en California [Claire D. Brooks]
Cuando los ojos del castaño se toparon con aquellos celestes que tanto conocía, la adusta sonrisa poco a poco comenzó a transformarse en una más amplia, más honesta, pero sobre todo más abierta.
Era imposible no sentir aunque sea un ápice de alegría al ver a aquella muchacha que pertenecía el reducido grupo de las personas que el rotulaba como “amigos”; aunque el reencontrarse con ella trajera consigo muchos recuerdos complejos que le generaban un cierto pesar como los que había experimentado desde que se levantó de su cama aquel día.
Si bien Adrien había llegado a Los Ángeles ya hacía unos cuantos días el por qué de la tardanza para contactar a Claire, era sencillo, el temor (inconsciente) a toparse con esas memorias tan tormentosas que muchas veces lo hacían transportarse a Inglaterra tiñendo su humor de una amargura excesivamente onda que le recordaba aún más a aquel pasado. Durante varias tardes debido a ese motivo, él titubeó en llamarla sin embargo, luego de aquel encuentro imprevisto con Kathy (otra de sus amistad de años, que milagrosamente también se encontraba en Los Ángeles) supo que postergar aquella cita empeoraría la situación enormemente porque era mejor ser directo a toparsela un día accidentalmente como le había ocurrido con la Sigma, además con esa rubia las explicaciones acerca de su presencia allí tampoco eran demasiadas, ella conocía su historia, había llegado a su vida justo en el momento más complicado cuando el descubrimiento del lazo ficticio de sangre con un padre que no era el suyo salía a la luz por una mera jugarreta del destino que había dejado ante la mirada café de aquel muchacho la fotografía de un hombre con ese mismo mirar.
En toda esa etapa, sin darse cuenta Claire Brooks se volvió en muchos momentos su bastón de apoyo, su confidente una de las pocas personas con las que podía pasar horas sin pensar en nada e incluso sonreír cuando la vida dentro de las paredes de que aquella casa que debía llamarse “hogar” no eran más que un infierno; por otra parte, no previéndolo, en simultaneo él se convirtió en lo mismo para ella tornándose un joven sumamente sobre protector en cada tema que la involucraba, su relación inesperadamente y también inimaginablemente se volvió en más que una sencilla amistad, en una hermandad, basada en la necesidad de afecto familiar.
Al oír su voz, todas y cada una de sus reflexiones se esfumaron quedando latente únicamente el sentimiento positivo de agrado al estar frente a ella. -Tampoco cambia el echo de no ser capaz de engañarte... -Musitó soltando una discreta risa mientras correspondía su abrazo esforzándose por no lucir demasiado tosco ante este gesto que no le resultaba para nada habitual. -Vaya, así que no soy el único inglés impuntual aquí, esos es un gran consuelo. -Se alejó levemente de ella no sin antes detenerse a despeinar su claro y largo cabello afectuosamente. Jamás entendería el por qué pero a su lado solía comportarse como todo un niñato, quizá era porque ella despertaba su faceta lúdica una de las características presentes en todo hermano mayor. -¿En serio? ¿Debería tomarme eso como un halago o un insulto? -La interrogó con diversión mientras estudiaba su aspecto. -Tú sí luces distinta, te ves más madura, incluso puede que hayas crecido un par de centímetros, bueno... pensándolo bien creo que no. -Le dedicó una nueva sonrisa esta vez con algo de burlona que duró un diminuto segundo antes de que sus facciones volvieran a su estado de calma y tranquilidad habitual. -Hablando en serio... Te ves fantástica Claire. -El semblante de ella verdaderamente irradiaba algo distinto, una sensación que antes en Londres no transmitía y que a su vez evidenciaba que California con su calor y sus playas le estaba brindando una buena vida.
Era imposible no sentir aunque sea un ápice de alegría al ver a aquella muchacha que pertenecía el reducido grupo de las personas que el rotulaba como “amigos”; aunque el reencontrarse con ella trajera consigo muchos recuerdos complejos que le generaban un cierto pesar como los que había experimentado desde que se levantó de su cama aquel día.
Si bien Adrien había llegado a Los Ángeles ya hacía unos cuantos días el por qué de la tardanza para contactar a Claire, era sencillo, el temor (inconsciente) a toparse con esas memorias tan tormentosas que muchas veces lo hacían transportarse a Inglaterra tiñendo su humor de una amargura excesivamente onda que le recordaba aún más a aquel pasado. Durante varias tardes debido a ese motivo, él titubeó en llamarla sin embargo, luego de aquel encuentro imprevisto con Kathy (otra de sus amistad de años, que milagrosamente también se encontraba en Los Ángeles) supo que postergar aquella cita empeoraría la situación enormemente porque era mejor ser directo a toparsela un día accidentalmente como le había ocurrido con la Sigma, además con esa rubia las explicaciones acerca de su presencia allí tampoco eran demasiadas, ella conocía su historia, había llegado a su vida justo en el momento más complicado cuando el descubrimiento del lazo ficticio de sangre con un padre que no era el suyo salía a la luz por una mera jugarreta del destino que había dejado ante la mirada café de aquel muchacho la fotografía de un hombre con ese mismo mirar.
En toda esa etapa, sin darse cuenta Claire Brooks se volvió en muchos momentos su bastón de apoyo, su confidente una de las pocas personas con las que podía pasar horas sin pensar en nada e incluso sonreír cuando la vida dentro de las paredes de que aquella casa que debía llamarse “hogar” no eran más que un infierno; por otra parte, no previéndolo, en simultaneo él se convirtió en lo mismo para ella tornándose un joven sumamente sobre protector en cada tema que la involucraba, su relación inesperadamente y también inimaginablemente se volvió en más que una sencilla amistad, en una hermandad, basada en la necesidad de afecto familiar.
Al oír su voz, todas y cada una de sus reflexiones se esfumaron quedando latente únicamente el sentimiento positivo de agrado al estar frente a ella. -Tampoco cambia el echo de no ser capaz de engañarte... -Musitó soltando una discreta risa mientras correspondía su abrazo esforzándose por no lucir demasiado tosco ante este gesto que no le resultaba para nada habitual. -Vaya, así que no soy el único inglés impuntual aquí, esos es un gran consuelo. -Se alejó levemente de ella no sin antes detenerse a despeinar su claro y largo cabello afectuosamente. Jamás entendería el por qué pero a su lado solía comportarse como todo un niñato, quizá era porque ella despertaba su faceta lúdica una de las características presentes en todo hermano mayor. -¿En serio? ¿Debería tomarme eso como un halago o un insulto? -La interrogó con diversión mientras estudiaba su aspecto. -Tú sí luces distinta, te ves más madura, incluso puede que hayas crecido un par de centímetros, bueno... pensándolo bien creo que no. -Le dedicó una nueva sonrisa esta vez con algo de burlona que duró un diminuto segundo antes de que sus facciones volvieran a su estado de calma y tranquilidad habitual. -Hablando en serio... Te ves fantástica Claire. -El semblante de ella verdaderamente irradiaba algo distinto, una sensación que antes en Londres no transmitía y que a su vez evidenciaba que California con su calor y sus playas le estaba brindando una buena vida.
Adrien T. Beckett
Fecha de inscripción :
11/07/2015
Re: Reencuentro de ingleses en California [Claire D. Brooks]
Negué de forma divertida. ―¿Engañarme?― Hice un gesto pensativo ― Inténtalo, pero si te pillo, atente a las consecuencias― . ¿Lo mejor de todo? ¿Podrían haber pasado tantos años sin habernos visto y que las cosas no hubiesen cambiado nada? Podían. De hecho era algo que estaba pasando ahora con Adrien. Él respondió a mi abrazo aunque eso de los gestos de afecto no eran lo suyo... Creo que nunca lo fue, seguramente era algo que mejoraría con el tiempo, supongo. ―No, no lo eres, y ya estoy yo para acompañarte en eso si es necesario― Reí. ― En verdad solo fueron unos 5 minutos o así... Aún te llevo ventaja, Adri― Le miré ―Aquí el más tardón es el que llega el último―. Bromeaba.
Su gesto de despeinarme era algo característico años atrás... Pero ahora no me hacía tanta gracia. ―Hey, hey... Por si no te diste cuenta ya cumplí 21 años, eso me deja fuera de tus repentinos ataques de cosquillas, y ni que decir de esa manía tuya de despeinarme, sé que te gusta mi pelo, sobre todo por lo "despeinable" que es, pero ya soy una "señorita"― Dije exagerando una pose de chica "estirada" que ni yo misma me creía, de esas que parecían una caricatura de ellas mismas, no necesariamente Alphas, pues creo que de ese tipo, las había en todos lugares. Le miré de nuevo con ilusión... ―Por fin estamos juntos como antes...― Dije de forma apreciativa, casi sin creerlo.
Le miré alzando una ceja ―Creo que es mas como un alago― Acerté a decir con seguridad. ―Tampoco soy una enana, con eso debe valerme― Le respondí de forma divertida meneando la cabeza. ―Tienes mucho que contarme, y supongo que yo a ti también...― Encogí mis hombros. Vaya si había mucho que contar... Y no eran cosas precisamente sencillas.
Todo formaba parte de una de las etapas más complicadas y dolorosas de mi vida, pero antes prefería saber de él, su realidad actual, vamos, todo... ― ¿Por qué no caminamos mientras?― Sugerí ― Podríamos buscar algún lugar cercano para tomar algo―. Tomé un buche de aire y apreté una sonrisa delicada en mis labios. ―Supongo que estás estudiando, o apunto de acabar...― Preguntaba, casi adelantándome de forma atropellada a sus respuestas, pero me sentía realmente emocionada de volver a verle.
Su gesto de despeinarme era algo característico años atrás... Pero ahora no me hacía tanta gracia. ―Hey, hey... Por si no te diste cuenta ya cumplí 21 años, eso me deja fuera de tus repentinos ataques de cosquillas, y ni que decir de esa manía tuya de despeinarme, sé que te gusta mi pelo, sobre todo por lo "despeinable" que es, pero ya soy una "señorita"― Dije exagerando una pose de chica "estirada" que ni yo misma me creía, de esas que parecían una caricatura de ellas mismas, no necesariamente Alphas, pues creo que de ese tipo, las había en todos lugares. Le miré de nuevo con ilusión... ―Por fin estamos juntos como antes...― Dije de forma apreciativa, casi sin creerlo.
Le miré alzando una ceja ―Creo que es mas como un alago― Acerté a decir con seguridad. ―Tampoco soy una enana, con eso debe valerme― Le respondí de forma divertida meneando la cabeza. ―Tienes mucho que contarme, y supongo que yo a ti también...― Encogí mis hombros. Vaya si había mucho que contar... Y no eran cosas precisamente sencillas.
Todo formaba parte de una de las etapas más complicadas y dolorosas de mi vida, pero antes prefería saber de él, su realidad actual, vamos, todo... ― ¿Por qué no caminamos mientras?― Sugerí ― Podríamos buscar algún lugar cercano para tomar algo―. Tomé un buche de aire y apreté una sonrisa delicada en mis labios. ―Supongo que estás estudiando, o apunto de acabar...― Preguntaba, casi adelantándome de forma atropellada a sus respuestas, pero me sentía realmente emocionada de volver a verle.
Claire D. Brooks
Fecha de inscripción :
09/07/2015
Re: Reencuentro de ingleses en California [Claire D. Brooks]
Además de dirigirse hacia los turbios recuerdos, la mente de Adrien trajo a coalición otras memorias de carácter más ameno, y cada una de ellas se relacionó con Claire y aquel vinculo que durante tantos años había estado “adormecido” por la distancia espacial en la que se encontraban, pero sin embargo, asombrosamente poco a poco comenzaba a despertar mostrando que ese lazo de amistad que los unía seguía intacto y los sentimientos de afecto gestados en su interior respecto a la muchacha continuaban inalterables al paso del tiempo. -No gracias prefiero no intentar. -Respondió manteniendo el tono jocoso de aquella conversación. ¿Cómo no bromear? ¿Cómo no sonreír? ¿Cómo no mostrarse un poco más humano estando junto a alguien tan familiar y querido? -Por supuesto, llegas tarde únicamente para que no me sienta tan culpable por ser uno de los pocos ingleses impuntuales... Que buena amiga eres. -Una sonora risa se escapó de entre los labios del moreno, pero a diferencia de usualmente no fue contenida ni disimulada, esta vez rió con ganas y sus facciones generalmente carentes de expresión alguna, dejaron al descubierto un sentimiento que no solía caracterizar su humor: alegría, en su forma más pura y cristalina, ya que con ella no era necesario fingir ser un hombre serio, mesurado y responsable, con ella podía ser Adrien.
En parte por eso su faceta más lúdica y también algo sobre protectora salía a coalición y he ahí alguno de sus gestos como el de despeinar su cabello. -Es cierto ya eres toda una “señora adulta” no puedes lucir despeinada y mucho menos reír como una histérica debido a un ataque de cosquillas en público. -La sonrisa dibujada en sus labios permaneció intacta aunque sus ojos dejaron entrever una cierta nostalgia al recordar aquellos días de adolescencia en los que él realizaba cualquier tipo de “ocurrencias” para molestarla. -Aún no parece cierto ¿Verdad? -Cuando ella se fue de Inglaterra el inglés se obligó a hacerse a la idea que quizás no volverían a verse a menos en esporádicas visitas vacacionales o algo así, por tanto estar viviendo los dos en la misma ciudad era algo extraordinario y algo difícil de creer.
-Gracias entonces. -Masculló encogiéndose de hombros, sin saber si realmente era cierto que lucía exactamente igual que la última vez que se vieron o no, por su parte, Claire se veía muy similar tan solo sus facciones reflejaban el paso del tiempo al mostrar una cierta madures de la que antes carecían. -Sí, han pasado muchas cosas... Es lo lógico después de tanto tiempo. -Se encogió de hombros imitando su gesto sin querer. Las conversaciones de ese talante no eran algo que se le dieran bien y sabía que para la rubia tampoco era realmente sencillo expresarse así que en su mente Beckett se comprometió a ser honesto y a tomarse con calma la charla que estaba a punto de surgir. -Estoy de acuerdo, cuando venía hacia aquí me pareció ver un puesto de refrescos y helados. -Algo frío no le vendría mal para sobrellevar el calor de aquella tarde y a la vez distraerse mientras hablaban. -Segundo año de maestría en administración de empresas, por suerte a punto de terminar. ¿Tú? Estudias en Ucla ¿Cierto? -La interrogó con verdadero interés mientras comenzaban a caminar.
En parte por eso su faceta más lúdica y también algo sobre protectora salía a coalición y he ahí alguno de sus gestos como el de despeinar su cabello. -Es cierto ya eres toda una “señora adulta” no puedes lucir despeinada y mucho menos reír como una histérica debido a un ataque de cosquillas en público. -La sonrisa dibujada en sus labios permaneció intacta aunque sus ojos dejaron entrever una cierta nostalgia al recordar aquellos días de adolescencia en los que él realizaba cualquier tipo de “ocurrencias” para molestarla. -Aún no parece cierto ¿Verdad? -Cuando ella se fue de Inglaterra el inglés se obligó a hacerse a la idea que quizás no volverían a verse a menos en esporádicas visitas vacacionales o algo así, por tanto estar viviendo los dos en la misma ciudad era algo extraordinario y algo difícil de creer.
-Gracias entonces. -Masculló encogiéndose de hombros, sin saber si realmente era cierto que lucía exactamente igual que la última vez que se vieron o no, por su parte, Claire se veía muy similar tan solo sus facciones reflejaban el paso del tiempo al mostrar una cierta madures de la que antes carecían. -Sí, han pasado muchas cosas... Es lo lógico después de tanto tiempo. -Se encogió de hombros imitando su gesto sin querer. Las conversaciones de ese talante no eran algo que se le dieran bien y sabía que para la rubia tampoco era realmente sencillo expresarse así que en su mente Beckett se comprometió a ser honesto y a tomarse con calma la charla que estaba a punto de surgir. -Estoy de acuerdo, cuando venía hacia aquí me pareció ver un puesto de refrescos y helados. -Algo frío no le vendría mal para sobrellevar el calor de aquella tarde y a la vez distraerse mientras hablaban. -Segundo año de maestría en administración de empresas, por suerte a punto de terminar. ¿Tú? Estudias en Ucla ¿Cierto? -La interrogó con verdadero interés mientras comenzaban a caminar.
Adrien T. Beckett
Fecha de inscripción :
11/07/2015
Re: Reencuentro de ingleses en California [Claire D. Brooks]
Adri y yo habíamos llegado a la relación casi fraternal que nos unía a raíz de muchísimas vivencias y recuerdos que pese a la distancia considerable nos unía con una especie de hilo invisible. Él para mí, era un hermano mayor un protector el cual ahora sabía cerca y todo este tiempo había extrañado. No podía mas que alegrarme de volver a tenerle a mi lado. Le recordaba muy parecido a la actualidad, quiero decir, sus rasgos apenas y habían cambiado ligeramente. Debió pensar mejor cualquier intención de "mentirijilla, incluso alguna que fuese piadosa para utilizar conmigo en cuanto le advertí y posteriormente dí una carcajada amplia. Sabia que no lo haría, Adrien era reservado y eso, pero no era un chico mentiroso, y menos en cosas sin demasiada importancia. ―Buena decisión, Beckett ― Dije poniendo un gesto que fingía seriedad y alzando el indice de mi diestra. ― Llevas razón, para ser inglés lo de ser puntual nunca lo llevaste demasiado bien― Recordé ya que a veces, no siempre, si que solía tardarse mas de la cuenta, eran otros tiempos. Di un suspiro algo profundo.
Recordaba a Adri con un chico bastante serio de cara a los demás, no conmigo, conmigo era divertido, pero solía guardarse esa cara divertida para los que formaban parte de ese reducido grupo de personas en el cual había tenído la suerte de sentirme dentro desde que casi nos habíamos conocido. Aún y con esas, ahora podría ver a Adrien como un auténtico caballero inglés, eso sí, dejando a un lado lo de la puntualidad. Reí abiertamente con mi pensamiento. ―Me alegro que estés aquí por fin... es cierto que hay michas cosas que me gustaría compartir contigo― Le explicaba agarrando su brazo y comenzando una caminata por aquel muelle. El aire de la tarde comenzaba a traer un ambiente bastante agradable.
Se podría decir que ambos, o al menos yo, consideraba a Adri como una de esas personas con las que, no importaba el tiempo que pasara ni las vueltas que diese la vida, pues al fin todo era siempre lo mismo. La confianza y esa sensación de que todo estaría genial sabiendo que contaba con él era lo que mas había extrañado. ― ¿Vas a contarme que hiciste hasta que por fin te decidiste a venir?― Le inquirí, era curiosa por naturaleza y la mirada que ya le había dedicado y que aún le mantenía, era clara en el intención de que seguiria preguntando hasta que al fin me contase. ―Bueno... Hay cosas que aunque crezcamos se pueden seguir haciendo... A veces creo que cuando se crece la gente se corta sus propias alas para seguir soñando... ― Le di una mirada de soslayo... ― Ya.. ya sé lo que dirás... no es bueno estar siempre con la cabeza en las nubes...― Repetí haciendo presente una especie de memorandum que bien podría decir o haber dicho Adri en un pasado. El era algo mas racional, yo en cambio, prefería evadirme del mundo y todo lo que concernía a este, creando mi propia 'película' y eso... cuando se llega al mundo real, te hace dar de bruces contra el suelo y no es una sensación, lo que se dice... "agradable"... Sea cómo fuere, daba igual, ahora estaba contenta.
Le miré dudosa ante su pregunta... ― ¿Cierto el qué? ¿Que volvamos a vernos justo en otro continente, o que despues de haberme fastidiado durante tanto tiempo seas a la persona que mas admiro en todos los sentidos?― Reí. ― Te has hecho un hombre Adrien...― Dije con gesto solemne ― Estoy orgullosa de ti― Le dije sincera.
Asentí en cuanto el mismo reafirmó mis palabras. Asentí ante ellas. ― Aunque si lo prefieres podemos empezar hablando de lo mucho que echo de menos las tardes de lluvia de Londres...― Bromeé. Al hacer referencia sobre el puesto de helados recordé que yo también lo conocía y además, no quedaba demasiado lejos de donde nos encontrabamos. ― Claro, vamos― . Dije y continué la caminata agarrando su brazo. ― Sí, al final pude seguir los pasos de mi tía y quise acabar lo que ella no pudo... Antropología..., nada que ver con lo tuyo...― Dije con obviedad y sonreí un poco, realmente no sabía si Adri recordaría a la tía Julia... Quizás un gesto de tristeza que quise solapar con el pensamiento de un helado cruzó mi rostro, pero difícilmente ese gesto se le habría pasado inadvertido a él. ― ¿De qué querrás tu helado?― Pregunté con las intenciones de ser yo quién invitase ahora.
Recordaba a Adri con un chico bastante serio de cara a los demás, no conmigo, conmigo era divertido, pero solía guardarse esa cara divertida para los que formaban parte de ese reducido grupo de personas en el cual había tenído la suerte de sentirme dentro desde que casi nos habíamos conocido. Aún y con esas, ahora podría ver a Adrien como un auténtico caballero inglés, eso sí, dejando a un lado lo de la puntualidad. Reí abiertamente con mi pensamiento. ―Me alegro que estés aquí por fin... es cierto que hay michas cosas que me gustaría compartir contigo― Le explicaba agarrando su brazo y comenzando una caminata por aquel muelle. El aire de la tarde comenzaba a traer un ambiente bastante agradable.
Se podría decir que ambos, o al menos yo, consideraba a Adri como una de esas personas con las que, no importaba el tiempo que pasara ni las vueltas que diese la vida, pues al fin todo era siempre lo mismo. La confianza y esa sensación de que todo estaría genial sabiendo que contaba con él era lo que mas había extrañado. ― ¿Vas a contarme que hiciste hasta que por fin te decidiste a venir?― Le inquirí, era curiosa por naturaleza y la mirada que ya le había dedicado y que aún le mantenía, era clara en el intención de que seguiria preguntando hasta que al fin me contase. ―Bueno... Hay cosas que aunque crezcamos se pueden seguir haciendo... A veces creo que cuando se crece la gente se corta sus propias alas para seguir soñando... ― Le di una mirada de soslayo... ― Ya.. ya sé lo que dirás... no es bueno estar siempre con la cabeza en las nubes...― Repetí haciendo presente una especie de memorandum que bien podría decir o haber dicho Adri en un pasado. El era algo mas racional, yo en cambio, prefería evadirme del mundo y todo lo que concernía a este, creando mi propia 'película' y eso... cuando se llega al mundo real, te hace dar de bruces contra el suelo y no es una sensación, lo que se dice... "agradable"... Sea cómo fuere, daba igual, ahora estaba contenta.
Le miré dudosa ante su pregunta... ― ¿Cierto el qué? ¿Que volvamos a vernos justo en otro continente, o que despues de haberme fastidiado durante tanto tiempo seas a la persona que mas admiro en todos los sentidos?― Reí. ― Te has hecho un hombre Adrien...― Dije con gesto solemne ― Estoy orgullosa de ti― Le dije sincera.
Asentí en cuanto el mismo reafirmó mis palabras. Asentí ante ellas. ― Aunque si lo prefieres podemos empezar hablando de lo mucho que echo de menos las tardes de lluvia de Londres...― Bromeé. Al hacer referencia sobre el puesto de helados recordé que yo también lo conocía y además, no quedaba demasiado lejos de donde nos encontrabamos. ― Claro, vamos― . Dije y continué la caminata agarrando su brazo. ― Sí, al final pude seguir los pasos de mi tía y quise acabar lo que ella no pudo... Antropología..., nada que ver con lo tuyo...― Dije con obviedad y sonreí un poco, realmente no sabía si Adri recordaría a la tía Julia... Quizás un gesto de tristeza que quise solapar con el pensamiento de un helado cruzó mi rostro, pero difícilmente ese gesto se le habría pasado inadvertido a él. ― ¿De qué querrás tu helado?― Pregunté con las intenciones de ser yo quién invitase ahora.
Claire D. Brooks
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