Movie Time [D. Maren Kozlov]

Mi organización escolar era excelente, también así la de mi habitación; sin embargo, no podía decir lo mismo sobre mis compañeros de cuarto. Mi parte de cuarto estaba perfectamente limpia, pero la de ellos era un asco. No se me haría nada raro si, de la nada, saliera una rata corriendo debajo de las camas de aquellos chicos. Y aunque me molestaba un poco, no podía decirles que se pusieran a limpiar cuando sabía que eran unos completos vagos. Y si, son más vagos que yo y eso ya es decir mucho. Desde la tarde, mi único trabajo fue tomar las cosas que estuvieran en el suelo y meterlas a los armarios de cada uno de ellos. Con esto quería hacer una habitación un poco más presentable y claro, no parecer el sirviente de esos vagos. No iba a limpiarles su mugrero, solo iba a reunirles todas sus cosas en su armario, para que en momento que lo abrieran les cayeran todas sus pertenencias encima. Sin embargo, esa no era la idea principal.

¿Por qué estaba tan obsesionado con la limpieza de la habitación? Bueno, desde hace unos días había planeado, junto a mi amiga Maren, que ese día iba ser día y noche de películas. Ella estaba al tanto de que tenía una fuerte obsesión con las películas, en especial con las de suspenso y terror. Aunque también me gustaban las históricas, ya fueran de la 2da Guerra Mundial o sobre la  guerra de Vietnam.  No estaba muy seguro de que películas le gustaran a ella, por lo que decidí poner algunas comedias y otras de distintos géneros. También, y esperando que la chica no fuera una de esas mujeres que dicen engordar con solo una papa, llevé algunas de mis reservas de frituras, cervezas y refrescos. No era la gran cosa, pero sabía que Maren no era de las chicas que esperaba grandes escenarios o cosas costosas para poder pasarla bien.

Mi trabajo duró bastante tiempo que, al ver el reloj, me di cuenta de que estaba a punto de ser la hora acordada. Con toda la tranquilidad del mundo, caminé hasta la entrada de la casa Delta y esperé a que la chica llegara. No iba a dejarla subir sola a ese lugar lleno de depravados y raros monos. Mi sonrisa se amplió al ver a mi amiga llegar y solo cuando se acercó, le acaricié la cabeza tal y como lo hacía con Elvis. – Hola mi chica arcoíris, ¿Cómo estás? – la saludé con mi típica y extraña alegría.

Termino de leer aquel original, había pasado la mitad de la noche leyendo sobre aquella chica que iba a morir y la cual no murió, el que termino muriendo fue su novio. Me había sentido decepcionada, más por el hecho de que en la parte erótica no habían sido muy explícitos, aunque sobre el resto iba a estar bien. La pregunta era ¿Por qué yo en el mundo estaba leyendo un libro juvenil-romántico? era tan fácil de explicar aquello. Estaba trabajando medio tiempo en una editorial como correctora de edición, el trabajo era desde casa así que no se me hacía difícil, eso de ir a trabajar a una oficina con un prendas de vestir se me hacía incomodo y además no era mi estilo. Dejo la pila de hojas sobre la mesita de noche al lado de mi cama y tomo el teléfono para mandarle un mensaje al jefe de edición: He acabado, mañana comienzo con las correcciones. Le doy a enviar y luego reviso mi mensajería, sin querer darme cuenta observo la hora y abro los ojos sorprendida, tiro el teléfono a la cama y me levanto de forma rápida mientras corro al armario a cambiarme. Unos leggins plomos, una polera de color negro y unos botines polares, hacen que este lista en tiempo récord. Paso mis manos por mi cabello desordenado y estiro mis greñas pintadas, tomo mi almohada más suave y mi teléfono para poder salir de allí, rumbo al lugar donde había quedado con Jesse.

No iba a decirle que lo había olvidado, porque no lo había olvidado solo había pasado desapercibido el tiempo. Me detengo en una tienda y dudo un poco, me encojo de hombre y entro, tomo una canasta y noto que el dependiente me mira raro, quizá es por la almohada. Le guiño un ojo y sigo mi camino hacía el área de dulces, si íbamos a ver películas era obvio que íbamos a comer mucho, bueno en mi caso sería así. Tomo una gran variedad de caramelos y una bolsa de frituras y claro, mis infaltables gomitas y una cajetilla de cigarrillos por si las dudas. Estaba segura de que las bebidas no harían falta, la nevera Delta debía ser un altar para las cervezas, regreso a la caja y pago todo lo comprado, el dependiente no deja de mirar la almohada y ruedo los ojos - Si no terminas de empacar eso rápido te voy a asfixiar con esto - levanto la almohada y lo amenazo, él termina de empacar todo en una bolsa de papel y me lo entrega - Así todos felices - le sonrió y salgo de allí para caminar lo que me queda hasta la casa de mi amigo. No fue mucho hasta que visualice la casa y fuera de ella a Jesse, esperándome. Pienso por un momento correr pero luego niego al imaginarme corriendo con la bolsa saltando y las cosas cayendo por todo el camino hasta allá, me rió por la gran imaginación que tengo, llego junto al poste que es mi amigo porque cabe decir que es unos centímetros más alto que yo.  - Hey Jesse - saludo y ruedo los ojos ante la caricia en mi cabeza, sabía que no me había peinado pero eso no era motivo para despeinarme más, suspiro - Estoy bien, espero que eligieras buenas películas, debería de haber algo de los vengadores por allí - amenazó en son de broma y sonrió.

Por mi cabeza pasaban las películas que podríamos ver. Se suponía que era noche de películas, por lo que era toda la noche; sin embargo, mi estilo de película duraba más de tres horas. No tenía ni la más mínima idea de que le gustara a Maren, solo esperaba que no me saliera con que le gustaba aquella estúpida cosa de Crepúsculo y la cual, de manera bochornosa, la llamaban película. No era por decir que era más listo que los demás, o que las personas tenían gustos comunes y corrientes, simplemente que yo era muy especial en ese tema. Me gustaban las películas que tenían buena trama, que las actuaciones fueran soberbias y que el guion fuera una merecedora al Oscar. Muchos me habían mostrado películas que, aunque eran buenas, simplemente no llenaban mis expectativas. Todas las películas habían sido palomeras, de las que te dejan un buen sabor de boca pero no tanto para verlas más de dos veces. Mis amigos me decían que era un poco exagerado en ese tema, pero era algo que no podía cambiar. Mi gusto por el cine de culto era algo que no podía dejar de la noche a la mañana, además de que no era algo que afectara mi vida diaria ¿Cierto?

Mi sonrisa se acentuó al ver a Maren, quien llevaba unas bolsas y… una almohada. No pude evitar reír y negué con la cabeza al ver su semblante cuando la despeino. Sin embargo, mi sonrisa se apagó rápidamente cuando habló sobre el tipo de película que nombró. – ¡No me hagas esto, Maren! – me quejé sonoramente y esperé que la chica me dijera que era una broma. – Yo no tengo de ese tipo de películas… no digo que sea mala, pero no es mi tipo – fruncí levemente el ceño. Mis películas, a los no conocedores, les podría parecer cosas aburridas o sin sentido (las cuales si lo tenían, solo tenías que verlas más de cinco veces para entenderles). Tomé la bolsa que traía en las manos y reí levemente. – ¿Quieres engordarme? Cuido mucho mi atlético y perfecto cuerpo, deberías de saberlo. – mentira y seguía pensando que era un milagro estar delgado.  

– Por aquí, señorita. – le indiqué que pasara y me siguiera. Pude observar que algunos de mis hermanos monos se nos quedaban viendo… bien, se le quedaban viendo a ella. Sabía las porquerías que estaban pensando, por lo que, al llegar a mi habitación los miré mal. – ¡A trabajar, vagos! – les dije un tanto molesto, haciendo que los chicos se volvieran a meter en sus habitaciones. – Adelante – dejé que pasara para después cerrar la puerta detrás de mí. – Ponte cómoda y disculpa lo limpio que está el lugar – fruncí levemente el ceño. Tomé mi caja de películas y las puse en la cama. – Tengo películas Italianas, Francesas, Inglesas y claro, de aquí. Kubrick es mi favorito, aunque Coppola no se queda atrás. – saqué la del Padrino y la del Resplandor. Esperaba que la chica encontrara algo ahí que le fuera interesante.