Acompáñame a estar solo || Giah

¿Conoces el sentimiento que te da cuando quieres mandar todo a la mierda? ¿Cuando solo tienes ganas de escuchar música muy muy fuerte, tan fuerte que no puedas escuchar ni tus propios pensamientos, y simplemente olvidarte de todo? Bueno, así es cómo me sentía. No era una sensación desconocida para mí, debía admitir que mi temperamento no era el mejor, y que de vez en cuando me pasaba la cuenta. Normalmente cuando esto ocurría, solo tenía ganas de hacer dos cosas, golpear a alguien o algo, o estar solo… Y ciertamente no iba a golpear a Ruby, no cuando él no tenía la culpa de lo que me pasaba. Bueno, no del todo.

Así que decanté por la segunda opción, siempre me venía bien un poco de tiempo para mí mismo, para pensar, para simplemente apagar el mundo y olvidarme de todo. Salí de mi habitación dando un portazo, y muy en el fondo, sintiéndome mal por mis compañeros de fraternidad, porque a pesar de que aún no era hora de dormir, seguramente algunos debían estar estudiando y un portazo no era el ruido más agradable para concentrarse. Pero no había pensado antes de actuar, y lo hecho ya estaba hecho.

Sabía de un solo lugar donde podría estar completamente solo, porque no mucha gente tenía las agallas de visitarlo… Y no, no era la casa Kappa Psi, sino ahí mismo, en la residencia Omega. Era mi querida azotea, probablemente el lugar más subestimado de toda la casa; por lo que, sin mucha dificultad subí a esta, aunque me encontré con alguien que había tenido la misma idea que yo - Oh, lo siento. No pensé que habría alguien más aquí - Dije, afirmándome del marco de la ventana por la cual había salido, para no caer desde un tercer piso. Cuando logré encontrar una posición cómoda que me permitiera mantener el equilibrio, volteé a ver a la chica que se encontraba junto a mí, y me alegré al ver que se trataba de Giah. Aunque solo un poco, porque seguía molesto. Pero la presencia de Giah siempre lograba reconfortarme - ¿Te molesta si me quedo? No estoy de muy buen humor, así que no debo ser la mejor compañía, pero… En serio necesito alejarme de todo por un rato.

La mirada seguía posada en un punto fijo, inclusive cuando pude sentir que alguien se unía -de manera tosca- a mi visita semanal a la azotea. No mentiré diciendo que  me sorprendía el ver que alguien irrumpía la calma total en la que estaba, puesto que, sabía que el único al que se le podía ocurrir venir a la azotea era a Mr. Rowe.

Y, oigan, no me equivoqué.

Ladeé el rostro y le mostré un a pequeña sonrisa que se había formado en mis labios al oírlo. -Bienvenido, Ken. -  di un par de golpes al suelo en el que estaba sentada indicándole que se sentase a mi lado. Notaba un continuo ceño fruncido en Kenneth, algo muy raro en él. Segundos después y cómo si hubiese leído mi mente, siguió con su declaración haciéndome saber que su humor no era de los mejores.  - Creo que me viene bien tu presencia ahora mismo -  le dí una vista general al lugar  como una niña que no quiere ser atrapada en su mayor travesura y del bolsillo central  del overall que llevaba puesto ese día, saqué una bolsa plástica muy chiquita que contenía unos 35 gramos de marihuana.   - no me gusta encenderlos sola.-   En la milésima de segundo en la que procedía a armar el porro, me pregunté a mi misma el por qué no lo había fumado antes; remecí la cabeza eliminando esas ideas ya que, ahora,  era el momento perfecto: tanto a Ken como a mi  nos haría bien un poco de felicidad provocada, mejoraría su día en definitiva. No recordaba haber fumado con él anteriormente y siendo sinceros, no me importaba hacer el ridículo frente a Rowe así que no tenía problema al compartir esa experiencia juntos.

Al terminar el proceso, coloqué uno de ellos entre mis labios y lo encendí, inhalando profundamente; acto seguido le ofrecí uno a mi compañero de azotea. -Vamos, grandote,  no me lo puedes negar a mi.- le susurré al terminar de exhalar todo el humo dentro de mi, formando una sonrisa en mis labios.