I woke up like this [Alexa]

Miré mi rostro fijamente en el espejo, maldiciendo a todo lo que se encontraba mí alrededor porque la alarma no había sonado. Posiblemente las muchachas habían pensado que me tomaría la mañana libre luego de una larga noche de estudio, pero estaba equivocadas, hoy era el día crucial. Coloque algo de pasta de dientes en el cepillo, para limpiar mi cavidad bucal frenéticamente mientras que con la mano opuesta trataba de acomodar a la fuerza con uno de los peines las alborotadas ondas que se habían formado en mi cabeza. Cuando quise verter algo de agua en mi boca, el vaso se cayó de mis manos, formando un charco bajo mis pies. “No te muevas demasiado, te vas a caer”. Pero ya era demasiado tarde, me estampe con todas mis fuerzas contra el piso, quien me acuno por unos cuantos segundos al creer que mi columna vertebral podría estar rota. Afortunadamente no era nada, aunque todo mi cuerpo comenzaba a sentir las consecuencias. Limpié rápidamente para que otra no se topara con mi desastre y me dirigí hacía el armario, donde jalé de varias prendas hasta que di con el atuendo indicado.  El atuendo prácticamente podía describir mi estado de ánimo. Dejé caer algo de mi perfume favorito sobre las partes indispensables y até mi cabello en lo alta con un moño para que no me estorbara.

Antes de bajar por las escaleras, tomé mi bolso y guarde los libros que necesitaría a lo largo del día. Verifiqué la hora en mi reloj de muñeca, corroborando que aún tendría tiempo para desayunar algo para no llegar con el estomago vacío. Podía trotar hasta la universidad si era necesario. Me limité a dirigir una pequeña sonrisa hacía las muchachas que me cruzaba por los pasillos, no estaba de muy buen humor como para entablar una conversación.  Apoyé aquel libro enorme de anatomía sobre la mesada, con la finalidad de hacer algunos apuntes para no llegar a la clase en blanco. Serví algo de café en una taza y posicioné un tarro de cereal en mi cercanía para poder comer los pequeños granos sin ningún tipo de dificultad. Una muchacha ingreso rápidamente al lugar, pero siquiera levante mi vista mientras me acomodaba en una de las butacas. — Buen día. — Susurré por cortesía mientras concentraba el pulso en aquel resaltador para que la línea surgiera pareja. — Allí hay café recién hecho. — Afirmé, como un pequeño dato mientras llevaba un nuevo pequeño puñado de cereales a mí boca y lo masticaba con paciencia.

Sentí aquella silueta femenina acercarse y de repente un liquido caliente invadió mis sentidos. Me sobresalte rápidamente y me apresuré a retirarme para que no cayera sobre mi ropa. Afortunadamente mis reflejos habían sido lo suficientemente rápidos como para alejar mi teléfono móvil del líquido.  Lleve la parte interna de mi muñeca debajo del fregadero para el agua fría aliviara el dolor. Cerré mis ojos por unos segundos, tratando de acumular la mayor parte de la paciencia que se encontraba en mi cuerpo. Me giré, topando con el libro de prácticamente mil dólares empapado. Lleve mis manos hacía mis mejillas, con la boca entreabierta sin poder expresarme por unos cuantos segundos. — ¡No, no, no, no! Es una de las últimas ediciones que hay en la universidad. Van asesinarme. — Musité mientras llevaba una de mis manos hacía mi cabeza, jalando mi cabello hacía atrás con cierta frustración. — ¿Acaso no prestas atención a lo que haces? — Dije con un rencor que era poco peculiar en mi persona, puesto que me caracterizaba por ser amigable y dulce con mis hermanas. Mordí mi labio inferior con severidad.  —“¡Puta madre! “— Dejé escapar en mi idioma natal , sin esconder ni un poco de mi enojo.

Cinco minutos más, solamente cinco o diez mejor,  piensa al sentir como la gata camina por su espalda  ni que fuera una montaña su espalda. Cierra con fuerza sus ojos, esconde su rostro en la almohada moviendo lentamente el rostro,  oye una voz a lo lejos que la llama aunque no le hace falta estar en sus cinco sentidos para saber a quién pertenece, con su mano tantea la colcha, la agarra y se tapa hasta la cabeza, logrando que la gata pierda el equilibro, esta pega un pequeño grito para luego irse de cama, ahoga su risa porque sino la harán levantar pero de la nada siente como la destapan por completo. —¡No! ¡Esto es una crueldad!—Se queja mientras se hace un ovillo como si fuera a desaparecer o convertirse en invisible, la esperanza permanece unos segundos pero rápidamente se da por vencida, no le queda otra que comenzar el día. Se gira para quedar boca arriba, se estira por completo, bostezando, de golpe se sienta, con su mano izquierda se despeina el cabello aun mas, mira al suelo buscando sus pantuflas, al no verlas se acuesta otra vez pero deja su cabeza colgada hacia el suelo, observa debajo de la cama, la ve en un rincón, extiende su brazo pero no llega, vuelve a intentarlo con fuerza pero pasa para el suelo. —Se me fue la mano de fuerza—Murmura para si misma.—Buen dia hermosas—Saluda en tono bajo, se levanta tambaleándose, caminando descalza se va hacia al baño, dejando de lado por completo las pantuflas e ignorando el dolor del golpe que se dio ya que esta acostumbrada que le pase eso.

Luego de diez minutos sale del baño, se acerca a su placar, pasa como cinco veces las perchas de un lado a otro, no tiene ni la menor idea de que puede ponerse, se muerde el labio inferior mirando todas las prendas de diversos colores que hay hasta que al fin se decide por algo cómodo, se aplica un poco de maquillaje básico para disimular su cara de sueño pero lo mismo se nota, se hace una trenza para el costado,  agarra su bolso con todos los libros adentro, se lo acomoda bien porque luego le anda doliendo el hombro, con su mano derecha toma el celular para poder salir de una buena vez de la habitación. —Buenos días a todas—Saluda a todas con una sonrisa pero lo dice en un tono bastante alto para que incluso las que no se encuentran en el pasillo escuchen, varias voces lejanas y cercas le responden su saludo excepto una que también la saluda pero con un tono extraño, se encoje de hombros restándole importancia. —Oh, gracias—Le responde tranquila al escuchar como le avisa que hay café preparado, hace puntitas de pie para llegar a la repisa y sacar su taza, esta se encuentra al fondo de todo porque en este último tiempo venía utilizando tazas ajenas porque tenía vagancia de buscar la suya. Cuando la agarra, se sirve el café que ya estaba preparado, toma un sorbo mientras se dirige hacia la mesa para sentarte pero en ese lapso sin querer empuja a alguien derramando todo.

Abre sus ojos, mira como la chica rápido se levanta para mojarse la mano, justamente es la chica extraña. Maldición. Rápido deja la taza, busca unas servilletas para secar el pobre libro y no se arruine mas, esta concentrada haciendo eso, que cuando oye cómo le habla, se apresura aun mas, obviamente le va a comprar el libro porque fue su culpa pero con los siguiente que escucha, deja de limpiar el libro. —¿Disculpa?—Le pregunta confundida, se tiene que haber equivocado, es imposible que la rubia le haya dicho eso a ella— Primero que nada, cambiame ese tono. Segundo, por si no te diste cuenta estamos en la cocina ¿Entiendes? C O C I N A —Le deletrea— Es para comer aquí, no estar a la apuradas haciendo cosas con los libros, no es mi culpa que hayas comenzado con el pie izquierdo. —Le dice molesta cruzando sus brazos, alza una ceja al oír otro idioma. —¿Qué dijiste?—Le pregunta seria. No se necesita ser una adivina para saber que lo que dijo no fue nada agradable pero si va hacia su persona, merece saberlo aunque haya sido mandada a la mierda en otra lengua. Realmente se está controlando para no montar un espectáculo.

— Espera, espera ¿Ahora me regañas? Lo que me faltaba. No tengo una madre Sigma asignada. — Mencioné con una evidente falta de serenidad mientras tomaba varias servilletas de papel y las apoyaba sobre el libro para que comenzara a absorber su contenido. Aún no sabía con exactitud como era el nombre de aquella morena, pero no era de extrañarse, luego de tanto tiempo fuera de la casa una se acostumbrada a las nuevas ingresantes. Dejé escapar un suspiro pesado de mis comisuras, sintiendo como mi rostro se acaloraba. Las mejillas habían adoptaba un color rojo carmesí que solo se podían de identificar con Blanca Nieves. — Es una convivencia, no puedes estar dictaminando a donde debo de hacer mis actividades o no. Puedo estar donde se me de la gana. — Afirmé, mientras apoyaba el pie sobre el cesto de basura para que la tapa se abriera. Lancé los primeros papeles empapados procurando que ninguno cayera afuera del mismo, de lo contrario sería un trabajo extra. — No tiene importancia, no fue un insulto para ti. — Agregué sin mirar directo hacía sus ojos. Si me hubiese apetecido insultarla entonces podría haberlo realizado en cualquiera de los tres idiomas que hablaba y escribía. Pero no era así, no era mi estilo, no era mi forma de ser.

Lleve hacía atrás uno de los mechones rubios que recaía sobre mi rostro y dí un pequeño bufido mientras llevaba el pesado libro en dirección hacía la ventana de la cocina. El plan sería dejarlo reposar por lo menos por un día entero hasta que nuevamente tuviese su forma natural. Ahora debía de conseguir una buena escusa para no tener el material durante clases. Lavé mis manos rápidamente en el fregadero para que el azúcar de la bebida no se impregnara en mi piel. — Solo procura que no seamos una molestia la una para la otra. — Musité, mientras sacudía las últimas partículas de agua. No estaba dentro de mis intenciones ser grosero, pero sabía que mi temperamento no era el mejor como para poder llevar acabo una nueva conversación durante el resto del día.

La melodía de mi teléfono me desconcentro por completo. Apareció en la pantalla de aquel aparato tecnológico la foto de mi tutor legal, prácticamente como un padre, pero que aún así no tenía ningún tipo de lazo de sangre. Dejé escapar una suave sonrisa ante su comunicación y no perdí tiempo en extender mi mano para poder atenderlo. — Hey, hola... también te extraño ¿Has intentando llamarlo al celular?—  Ese bendito Sebastian y su loca manía de quedar incomunicado.—¿Te molesta si te llamo luego? De acuerdo, te quiero. — No había nada personal, pero quizá no era la mejor situación para hablar de forma amena cuando estaba en medio de una discusión. Centré mi vista una vez más en la muchacha y estudie tan solo un poco las facciones de su rostro. — ¿Como te llamas? — Interrogué, para poder asociar aquel rostro con un nombre.

—No te estoy regañando solamente que si vienes a tratarme de esa forma mientras yo estaba limpiando tu libro, tengo todo el derecho del mundo a remarcarte que no solamente es mi culpa. Ojala tuvieras una madre Sigma asignada, la necesitas urgente. —Le dice como si nada, restándole importancia a lo que antes la rubia le había dicho. La manera en que está reaccionando la chica que tiene en frente es de una completa niña, simplemente fue accidente ni que se fuera a morir o la mataran por un libro arruinado, se nota realmente que tiene un carácter muy asqueroso o el día de la rubia no comenzó para nada bonito o quizás ambas cosas, así mismo no es un justificatorio para que se lo agarre de esa forma con ella, hasta le estaba por pagar el libro cosa que ahora esta dudando porque no moverá ni una uña. —Se exactamente lo que puedo o no hacer. Simplemente me molesto demasiado tu tono de voz o ¿Acaso me viste que me riera de lo que te paso? ¿O crees que gastaría mi tiempo haciendo algo como esto? Pues déjame decirte que no, antes de esperar unos segundos o por lo menos mirar lo que estaba haciendo, reaccionaste como si te acabara de cortar una pierna. Niña malcriada. —Le termina diciendo, buffa molesta. Junta  las servilletas que antes había estado utilizando para limpiar el libro, las mete en una bolsa que hay en la mesa, lo deja en un costado porque no quiere pasar cerca de la chica y para tirar los papeles al tacho de basura debe pasar cerca de la innombrable. Se vuelve a servir a café en su taza como si nada hubiera pasado, se apoya en el mármol de la mesa, manteniendo una distancia. —Esta bien porque de ultima si lo has hecho, me gustaría saber que me dijiste. —Agrega tranquilamente para beber un sorbo de café.

Ella no suele comportarse así, en realidad ya tendría que haber salido corriendo a buscar ese bendito libro pero no le interesa en lo mas mínimo ahora, no puede evitar sentir aunque sea un poco de culpa pero con el solo hecho mirarle la cara a la chica, ese sentimiento desaparece por completo. Si su madre la estuviera viendo en este preciso instante ya hubiera sido regañada en privado pero primer hubiera muerto ya que las miradas que su madre manda, son imposibles de salir con vida, cree que hasta la persona que no tiene nada que ver con lo que está pasando moriría. Lamentablemente ha heredado el carácter horrible de su padre, lo cual es irónico porque lo detesta pero así mismo es una versión en femenino de el, obvio siempre y cuando se enoja por que en todo lo demás no lo es, gracias a al cielo. —Oh, por supuesto chica mala. —Le dice divertidamente para rodar sus ojos. ¿Procura que no seamos una molestia para la otra? ¿Qué es eso? ¿Quién dice eso? Por favor ni que se pelearan todos los días, lo cual debe agradecer porque sino alguna de las dos ya hubiera terminado bajo tierra, oh, mejor dicho la rubia ya hubiera terminado así, nada ni nadie le gana. Sigue bebiendo su café tranquilamente esperando que su acompañante termine de hablar por teléfono, saca una rosquilla de la caja que hay en la mesa, la come despacio, saboreándola porque esas son sus favoritas, una vez que termina de comer, sigue con su café. Al escuchar como la última pregunta es hacia ella, le sonríe de lado de manera falsa. —Alexa, Alexa Arnzent  ¿y tu?—Le pregunta sin borrar esa sonrisa. Por lo menos luego de tanto escándalo  merece saber el nombre de la ¨chica mala¨.