|| Una tarde de... ¿jueguitos? <Benjamín H. Mortmain>

Y lo dicho, si que me estoy divirtiendo en América. Cada día conozco un poco mas de Los Angeles y lo que es mejor, cada día conozco a mas personas. En realidad creo que tengo cierto... imán... para conocer chicos demasiado guapos y agradables, hasta ahora no me he encontrado con ningún pedante o grosero. Me fascina el hecho de que aquí el calor ayuda a que la mayoría andemos con poca ropa y me he estado echando un "taco de ojo" con la mayoría de las personas, pues tampoco es que me fije en todo lo que se mueva, soy selectiva. Hace unos días salí a pasear a la plaza comercial, e irremediablemente acabe buscando la tienda de videojuegos.

Lo que me encontré ahí fue lo clásico, mas chicos que chicas, en realidad la única chica además de mí era la acompañante de un chico, pero se le veía evidentemente aburrida por estar ahí. Me pase y entre que buscaba un buen juego terminé chocando con un chico castaño claro y con unos ojos que me dejaron muda un segundo, pero sonriéndole de lado. El asunto es que... el chico en cuestión es un universitario de la UCLA, de una de las fraternidades masculinas, los Toros. Zsad ya me había contado a groso modo sobre las fraternidades pero la verdad es que el castaño de ojos lindos no era tan arrogante, o por lo menos a mi me cayó muy bien, tanto así que acepté su invitación a jugar el videojuego que ambos compramos, nos dimos 3 días para practicar, se ve que tiene mucho espíritu competitivo.

Por todo lo anterior ahora mismo estoy en camino a la UCLA, con mi atuendo habitual de jeans cómodos, playera sin mangas de The White Stripes, tenis y sudadera. Se que podría pasar por chico si no tuviera las curvas que tengo pero eso no me importa, yo voy a pasarmela bien con Benja. Luego de caminar y preguntar llego a la casa y le mando un mensaje al celular para que sepa que estoy afuera. Espero pacientemente, recargada a un lado de la puerta.

La verdad es que desde que he llegado a California he tenido una vida social prácticamente nula. Mi novia, la universidad, visitas esporádicas a mis hermanas y el gimnasio han sido toda la diversión que he obtenido por el momento. Fue así hasta que un día se me ocurrió ir rumbo al centro comercial, en busca de un que otro videojuego nuevo. Pesé a mi cantidad de años, uno nunca puede considerarse demasiado joven como para probar nuevas aventuras electrónicas. Recorrí toda la tienda con bajas esperanzas hasta que encontré el adecuado, fue en esa elección cuando mis ojos se toparon con una señorita. No podía engañar a nadie, estaba completamente atónito de que una jovencita tan guapa como ella dedicara parte de su día a este tipo de hobbies. Incluso me costaba convencer a Victoire de que entrara conmigo a las tiendas, no tenía buenas experiencias con el resto de las miradas masculinas y yo me volvía todo un guardabosques.

La cuestión es que la conexión surgió de inmediato. Irremediablemente puedo llevarme a la perfección con una muchacha que comparte mis gustos y que además rompe cada escrúpulo de la adolescente contemporánea que mi cabeza tenía estipulada por la mayoría de las mujeres que me rodeaban. Definitivamente mis hermanas no accederían a competir conmigo frente a un televisor por sus horarios y su moralidad selectiva.

Nos dimos tan solo un plazo de tres días para hacer una revisación del juego y citarnos para poder competir. Durante las últimas tres noches me he quedado aproximadamente hasta las cuatro de la madrugada haciendo ruido con los controles, definitivamente mis compañeros de habitación no estaban demasiado contentos. En cuanto todo estaba listo y me sentía lo suficientemente preparado, le envié un mensaje con la dirección de la residencia.  Me había comentado que ya conocía de la existencia de Ucla por uno de sus amigos y siquiera tuve que molestarme en dar explicaciones de la ubicación, ella sabía llegar por sí misma.

Despeje la sala de juego y advertí a la mayoría de mis hermanos que hoy tendría una visita. Al principio ellos no creyeron que vendría tal mujer, y hasta creyeron que era producto de mi imaginación. Solo esperaba que llegase el momento para que todos se pudiesen quedar callados. Jamás me había agradado demasiado que me tratasen de mentiroso. Descuide bastante mi presentación física, ya que… estaba en casa y cómodo. Una camiseta negra, con unos pantalones en su combinación bastarían como para recibirla. Coloque todas las frituras que reducirían de a montón nuestra calidad de vida en un gran tazón y llene dos vasos con cerveza.
Miré mi reloj de muñeca para verificar la hora y mi teléfono sonó como si todo estuviese perfectamente coordinado. Abrí la puerta de la mansión Epsilon y le hice un pequeño ademan con una de mis manos a Hanna para que se acercara.    — ¿Cómo está, señorita Parks? ¿Lista para perder? —Musité con algo de gracia mientras dejaba espacio para su triunfal entrada.

Me gusta que las personas sean puntuales, pues yo soy así desde siempre, y Benja resulta serlo y mucho. No tarda ni 1 minuto en abrirme la puerta luego de que le mandé el mensaje - ¡Hey! ¡Hola Benja! - digo sonriendole y me acerco besando su mejilla antes de pasar - Estoy muy bien pero para nada vengo a perder... vengo a ganarte en tu propia casa ¿qué te parece eh?- digo sonriendole con cierta maldad y burla, mas bien como retándolo pues si de por si los hombres ya son competitivos por naturaleza, no me imagino cómo se podría él si yo llego a ganarle. Espero a que cierre la puerta para seguirlo pues no conozco su enorme casa de fraternidad como para mandarme sola - Me alegra que no me recibieras con traje o esmoquin... porque yo para nada vengo vestida para una fiesta - digo riendo y señalando mi vestimenta tan casual y algunos podrían decir masculina - Me han contado ciertas cosas de tu fraternidad, no puedo decir quién ni qué pero creo que por lo menos en tu caso te han prejuzgado un poco - digo con una sonrisa sincera.

- Bueno iba a traer algo de comer pero ¿qué te parece si pedimos mejor una pizza o unas alitas o algo asi? - pregunto mientras lo sigo hasta lo que creo que es una sala de juegos. En en camino nos encontramos con varios de sus hermanos de fraternidad a los que solo saludo con una sonrisa, un "hola" muy escueto pero amable, y un movimiento de cabeza. La verdad... la mayoría están muy guapos, pero se les nota a leguas esa actitud mamona o creída y la verdad los chicos así me dan mucha flojera. A parte... hoy vengo en plan de amiga con Benja y quiero divertirme sin rollos de otro tipo.

Fruncí mi nariz ante su comentario y deje escapar una pequeña carcajada. Vaya que tienen una impresión bien marcada de nosotros en esta una universidad. Pesé a que la muchacha lo decía en forma burlona, no podía negar que la mayoría de las veces o por lo menos durante las rutinas semanales debía de llevar mínimamente un pantalón de vestir. Mi padre decía que la persona está llena de apariencias, solo basta con ver qué tipo de zapatos utiliza como para saber si es de fiar o no. Jamás había sido demasiado cuidadoso con mi imagen personal, sin embargo el esmoquin era parte de una identidad… la élite mayor.  — Que va… tampoco es que nos metemos a la piscina con esmoquin ni nada por el estilo. Pero en casa es preferible estar cómodo. — Musité mientras me hacía a un lado para cerrar la puerta y daba un pequeño ademan con una de mis manos para que la muchacha me siguiera en dirección hacia la cocina.

—Solo ignóralos. — Sugerí mientras veía la mirada de los Épsilones posadas en la figura masculina. Eran muchachos que estaban acostumbrados a obtener cualquier cosa, sin importar los medios, por lo que no podría impedir que me robaran a mi pareja de juegos si se esforzaban un poco. Lo mejor era alejarla para evitar que fuese una posible presa de cualquiera. Arrime una butaca a su cuerpo para que tomara haciendo y negué en cortesía mientras sugería traer algún aperitivo. — No te preocupes, aquí debe haber todo… solemos hacer compras grandes al mes, prácticamente suficientes para invernar aquí adentro. — Susurré con algo de gracia mientras había los muebles repletos de alimentos ante mis ojos. Al principio había costado una eternidad, pero ahora podía admitir con completo orgullo que sabía el lugar en que iba cada cosa y más de una vez me tomaba el atrevimiento de ordenarlos. Tomé unos cuantos snacks, de los cuales Victoire no hubiese estado orgullosa en absoluto por verme consumirlos y coloque una pizza en el horno con unos cuantos trozos de queso encima.
Abrí la puerta de la helada, posando mi vista sobre la muchacha. — ¿Qué te gustaría tomar? ¿Coca-cola, 7up, Fanta, agua, cerveza? —Interrogue mientras miraba alrededor buscando todo tipo de variables por si la muchacha no le apetecía ninguna de las anteriores. En ese preciso instante me sentí como un maldito ama de casa, pero … solo se trataba de hospitalidad.

Me ganan las carcajadas al ver la cara que pone cuando hago ese comentario sobre que me recibiera con un precioso esmoquin y zapatos italianos recién boleados.... bueno eso de los zapatos se quedo en mi mente pero hubiera estado bien agregarle eso la verdad - La verdad que eso de entrar a la alberca en esmoquin suena divertido, deberían hacerlo alguna vez Benja ¿no crees? - digo sonriendo, sintiendo como el ambiente entre él y yo es muy ligero, como si nos conociéramos de hace años.

Lo sigo hasta lo que veo es la cocina de esa hermosa casa. Es enorme, muy razonable si se tiene en cuenta que esta llena de hombres que en su mayoría suelen ser muy comelones - Me será muy fácil si hago esto - digo poniendo mis manos tapando los costados de mis ojos, riendo divertida pues son muchos los chicos en esta casa en este preciso momento, y seré sincera... la mayoría son muy guapos, pero yo vengo con la idea de divertirme jugando videojuegos y eso es lo que haré. Muy caballeroso me acerca una butaca y le sonrío sentándome - Muchas gracias gentil caballero - digo con una sonrisa divertida, pero no en burla ni mucho menos, en realidad me agrada que los chicos sean caballerosos - Y me imagino que la carne reina en esa enorme reserva de comida ¿o me equivoco? - pregunto con una risita divertida. Desde donde estoy miro como va sacando varias cosas que hacen que se me despierte el hambre un poco - ¿No quieres ayuda? - pregunto recargando los codos en la barra que esta frente a mi. Miro lo que hace con la pizza y río - ¡Tú si que sabes Benja! queso y mas queso - digo guiñándole pues adoro el queso.

- Mmmm... quiero un 7up por ahora pero creo que después la cerveza me llamará, lo se - digo convencida de eso pues me encanta la cerveza en la mayoría de las circunstancias - Si así de bien tratas a las visitas creo que vendré a verte muy seguido Benja - digo riendo, checando un mensaje de Zsad que me acaba de llegar, contestándole que sí llegue bien, es un hermano mayor postizo muy preocupón pero así lo adoro.

Benja...: