Tell me what i want, now || <Athan>

—¡Estúpido mono, juro que vivo no terminas cuando te encuentre!—dije totalmente enojada al volver a recibir por quinta vez una nula respuesta del celular de Bastian, el maldito hacía más de una hora que debía haber regresado con mi encargo y ninguna señal de vida había dado. Me quede tirada en la cama de mi habitación tratando de no entrar en mis nervios y esperar a que él decidiera hacer acto de presencia o mínimo se reportara para saber si ya había cumplido con lo encargado, pero obviamente paciencia no es mi segundo nombre y la poca que tenía se había terminado en menos de cinco minutos, ya era suficiente no iba a esperarme más.

Me levante de la cama y me coloque mis zapatos, aferrándome a mi celular mientras me encaminaba a la puerta y salía de la habitación, teniendo como destino ahora la fraternidad de los monos. En el camino volví a marcar aquel teléfono que estaba segura el teclearlo tantas veces ya estaba dejando marca en la pantalla de mi celular, pero como en las diez, o quizá quince ocasiones pasadas la misma nula respuesta era la que recibía tras aquel repiqueo al otro lado de la bocina que nunca se cortaba—Más vale que tengas una muy buena excusa para no contestar, y por tu integridad física espero no tenga nada que ver con mi vestido, Rousseau—murmure en un tono demasiado calmado paro con una clara amenaza en mi voz mientras dejaba aquel mensaje en el buzón de su teléfono. Aquel día había estado saturada de trabajos que entregar y exámenes que presentar y había pedido a Bastian si podía recoger un vestido que hacía semanas había pedido y que hoy me habían confirmado que ya estaba en la boutique para su entrega, más el muy desgraciado ahora había desaparecido y no sabía si era porque había olvidado mi encargo o porque le había hecho algo a mi vestido y no aparecía para que no lo matara, esperaba que fuera lo primero porque si era lo segundo, su descendencia era lo primero que tendría que preocuparle—No sé como sigues confiando en ellos, Charleen—me regañe mentalmente justo cuando entraba a la fraternidad, en definitiva debía dejar de tener como amigos a los Deltas.

Al entrar agradecí encontrar a un par de monos que ni lentos me dieron la ubicación de mi idiota amigo, rodee los ojos al escuchar donde lo habían visto hacía poco y tuve que reprimir un suspiro de frustración al tener plena conciencia de ello, “Si los dos están metidos en esto, los mato a los dos” pensé encaminándome a paso rápido a la habitación que me habían dicho. Cuando llegue me mordí el labio inferior para no gritar al ver que la puerta estaba cerrada, sin siquiera perder el tiempo en tocar me agache a la perilla y con un ágil movimiento de mi muñeca junto con un broche de mi cabello la puerta cedió fácilmente su cerrojo—Al menos algo bueno les he aprendido—murmure y entre rápido. El encontrarme la pequeña sala vacía era algo que me esperaba así que localice la puerta que me interesaba y entre sin siquiera pedir permiso, encontrándome a cierto rubio tirado en su cama con un control de videojuegos en su mano totalmente ajeno a la vida—¿Dónde está? —exigí cerrando de un golpe la puerta, más ni siquiera le di tiempo de contestarme mientras yo ya hurgaba su habitación para encontrar mi objetivo—Si lo estas escondiendo, juro que tu vas a pagar por él—volví a soltar al no encontrar al susodicho—¡¿Dónde está?! —volví a preguntar esta vez en un tono más alto, parándome frente a él mientras me cruzaba de brazos, más le valía a Athan contestarme si no quería volver a conocer mi lado malo.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco….diez, cien, juro que podía contar hasta un millón y ni aun así este método me serviría para controla la molestia que ya traía conmigo. Maldije internamente al grupo de monos que me había encontrado afuera hace un par de minutos, los muy malditos me habían mentido o realmente Bastian estaba escondido en una de las esquinas de esto que trataba de llamarse habitación, eso o capaz ya había saltado por la ventana, aunque…alto, desvíe la mirada a la ventana ante mi loca hipótesis, topándome con estas cerradas de par en par debido al nulo movimiento de las cortinas, volví a regresar mi mirada al rubio que aún por mi entrada parecía muy quitado de la pena, pero que al deducir por su tono de voz sabía que había llegado a llegarle a los nervios con tan solo unos segundos que me había visto. Deje caer mis brazos de mi pecho y puse ambas manos sobre mis caderas, adoptando una postura claramente a la defensiva por sus palabras—Estoy totalmente segura que lo que busco lo voy a encontrar aquí—le debatí y deje mi cabeza vagara nuevamente por la habitación, pero esta vez sin siquiera moverme de mi lugar, maldito tarado, Bastian no estaba tan grande como para esconderse en una habitación pequeña de fraternidad—Bastian…¡Bastian! —grite el nombre de quien buscaba, repitiéndolo dos veces para hacer aun inclusive más énfasis que lo que mi grito ya le había dado—Ya sabes, ese idiota que tienes como amigo, alto, moreno, poco cerebro y futuro hombre muerto—hable con todo el sarcasmo del mundo, sonriendo un poco antes mis palabras y articulando un tanto con las manos cada palabra que decía como si tuviera que describírselo. Cerré la boca unos segundos mientras lo seguía escuchando hablar para después ignorarme olimpicamente con su estúpido juego. No me resistí más. Mi mano sin siquiera pensarlo fue a dar a su muñeca dándole un ligero manotazo,  apenas lo suficiente para que soltara el control y que a lo mucho le dejaría un enrojecimiento de cinco minutos—Veo sigues sin aprender modales, ¿Qué no te enseñe que ignorar a las personas es de mala educación? —solté de mala manera, brindándole la misma mirada de desagrado que él me estaba dirigiendo a mí.

Me quede en silencio unos segundo, solamente fulminándolo con la mirada y para que mentir, tratando de calmar un poco a mi ya alterada actitud, conocía demasiado bien a Athan y sabía que mientras más le gritara menos iba a contribuir con lo que necesitaba—Escucha, mientras más rápido me digas donde está el idiota de Rousseau, más rápido me voy a ir—le dije bajando de a poco el volumen en mis palabras, pero aun manteniendo el tono de molestia que se hacía presente en cada una de las letras que soltaba—Créeme cuando te digo que tu habitación es el último lugar en el que pensé estar el día de hoy—seguí hablando y volví a guardar silencio unos segundos, esperando a que cooperara. De un momento a otro, y arriesgándome a ensuciar mi pantalón nuevo, me puse de rodillas en el suelo y de un tirón levante la cobija que arrastraba al suelo y cubría parte de la cama, haciendo que las bolsas de fritos volaran por el colchón y parte de la cobija le cubriera la cara—¿Lo tienes aquí?—pregunte y juro que tuve que morderme el labio inferior para n gritar al no verlo ahí—Malditos de primero, juro que los matare—susurre entre dientes al caer en cuenta que quizá los idiotas Deltas de afuera me habían mentido.

Cuando la poca paciencia que había acumulado en estos segundos, recurrí a la primera amenaza que había soltado y que se me vino a la mente. Al notar que Athan se había “recuperado” un tanto de mi ataque con la cobija y los fritos, subí a la cama y me senté a horcajadas sobre él, aplicando un tanto de fuerza sobre sus hombros para detenerlo bajo mi cuerpo—Te dije que si él no salía tú pagarías—solté en un pequeño hilo de voz y tranquilo mi amenaza—¿Me vas a decir de buena manera donde esta o tendré que recurrir a otras tácticas? Y tú sabes bien de cuales hablo, Xinidis—

El escuchar los comentarios sarcásticos y fuera de lugar de Athan era algo a lo que ya estaba acostumbrada y para estas alturas poca ofensa me causaban, desde lo de la…ruptura, no había momento o situación en que ambos termináramos lanzándonos comentarios en plan burlón, sarcásticos y hasta un tanto ácidos el uno así el otro para molestarnos, para aligerar las tensiones que se venían en el momento o porque quizá no veíamos la mejor forma de soltar aquello que tal vez no podríamos decir en un comentario serio o sensato, la verdad ahora ya daba igual el porque realmente los decíamos pero el punto es que si de por si últimamente no era ya tan capaz de soportar sus tonterías, en estos momentos en los que tengo la paciencia al borde de querer cometer un asesinato mucho menos podía. —No me vengas con “Charleen…”, Athan—le conteste tajante copiando el mismo tono en cuanto las palabras de amenaza que salieron de su boca llego a mis oídos, ¿ahora él se creía capaz de querer controlar algo con aquel tono?, ¡para nada!—Te lo advertí desde un principio ¡y no quisiste cooperar! —recalque lo que ya era para mí obvio e hice un poco más de fuerza sobre sus hombros como si quisiera hundirlo más en la cama. A la vez que sus siguientes palabras iban saliendo poco a poco de su boca, era como un pequeño detonante para ir soplando cada vez más esa pequeña mecha que ya de por si tenía bastante corta y que él no hacía más que incrementar eso hasta llegar a la bomba que sería mi carácter si llegara tocarlo, le saque la lengua y moví mis labios como si arremedándole al hablar con palabras torpes y un tono bastante infantil repitiendo lo que había dicho para después soltar una sonora carcajada sarcástica, si, si, quizá quien me viera pensaría que parecía una niña o hasta algo loca por mis acciones, o bueno…sinceramente creo que nadie pensaría lo más inocente o divertido al verme en esta posición sobre Athan en su cama, daba igual la verdad—¡Já!, Athan, Athan…si realmente crees que aún tengo ganas de pasar mi tiempo en estas cuatro paredes estas muy equivocado—comencé a hablar en un tono bastante socarrón para hacerle molestar—Créeme que tengo en lista a muchos que quisiera tener debajo mío antes que a ti, ya no figuras en mi lista de prioridades, Xenidis—seguí hablando para restarle juego a sus burlas.

Su siguiente acción y los próximos cinco segundos que pasaron tras eso fueron el detonante para hacerme querer darle un buen golpe, tenía la posición perfecta y su rostro estaba en un perfecto ángulo en el que mi mano podría estamparse de lleno en su mejilla, pero a diferencia de eso, de cualquier posible reacción que sería la más “lógica” para un momento como este o por cualquiera que alguien “normal” pensara que haría, mi cerebro siempre se va por el lado de lo imprevisto, aquello que nadie haría y que siempre me daba ese grado de sorpresa para actuar. —Oh, créeme hay muchas cosas que podría hacer desde esta posición—dije cambiando el tono que venía manejando a uno un poco más tranquilo, bajándolo con cada palabra que soltaba de mi boca a la vez que una sonrisa burlona se posaba en mis labios al notar como ahora sus manos eran las que trataban de ejercer presión sobre mi cintura—¿No quieres hacerme daño?—pregunte arrugando un poco mi frente en clara señal de confusión como si no hubiera entendido del todo lo que acababa de decirme—¿Realmente serías capaz de ello, Xenidis? —pregunte a la vez que eliminaba la presión que venía ejerciendo sobre sus hombros, deslizando mis manos por sus brazos hasta detenerlas en sus muñecas donde mis dedos comenzaron a deslizarse de arriba abajo por sus piel de sus ante brazo hasta el punto de inicio de sus muñecas—Porque estoy segura que lo que realmente serías capaz de hacer en esta posición seria una cosa muy diferente—murmure y sin dar previo aviso a mis movimientos comencé a mover mis caderas de una manera sutil y bastante lento que sabía podía torturar a cualquiera, me había provocado mi mal humor y había sido clara en hacerlo pagar por ello, más claro…nunca había dicho de que manera y nadie mejor que yo sabía que esta era la venganza perfecta para hacerlo salir de sus cávales. —¿O me vas a mentir que ya olvidaste estuviera en esta posición? —