¿Que pasó ayer? -Mosqueteros-

Un rayo de luz pega sobre mis ojos, por mas resistencia que pongo, los termino abriendo mientras intento bloquear los rayos con mi mano derecha.¿ Quién carajos dejo las cortinas abiertas? al parecer ya es mas del medio día, juzgando por la altura e intensidad del "hermoso" sol, el cual en estos momentos no lo pensaría dos veces si me preguntaran por unirme a un plan para tapar a el sol por siempre. Pero por el momento tengo otro problema.., siento unos pulsos horribles en mi cabeza, llevo una mano hasta la sien para darme un pequeño apretón como si con esto terminara mi tormento. Finalmente despego mi espalda de la cama mientras con una mano jalo de un tirón la cortina para que los rayos ya no pasen. Observo mi habitación, y al parecer soy el único en el, seguramente todos ya están haciendo actividades. No es normal en mi estar dormido a estas horas, ni despues de una noche de fiesta, y vaya que fiesta. Nota mental: Coñac eres mi nemesis y te respeto por eso.

Salgo de mi cuarto solamente con el pantalón puesto y con mi penosa cara de derrota. Bajo las escaleras con lentitud y apoyandome en el barandal, como si en estos momentos hubiera un terremoto. Finalmente llego hasta la cosina, la cual afortunadamente esta vacía, no quiero que me vean así. ¿ A esto le dicen resaca?, la única ves que estuve serca de eso, fue a los dieciséis años, obviamente antes no tomaba como ahora. Pero la culpa fue del coñac. Generalmente ni me enfermo, pero si alguien preguntara el por que su dios esta así, les dire que me enferme.

Tengo hambre, pero pensar en comida me dan ganas de vomitar, también tengo una sed horrible, pero incluso el agua me provoca asco. Aun asi me voy hacia el refri, lo abro para sacar una botella de agua. Me siento en una de las sillas, coloco con brusquedad la botella sobre la mesa, al mismo tiempo que dejo caer mi cabeza sobre la misma, como si fuera un maldito cadaver. ¿Pero que carajos paso ayer?

Tobías despertó exaltante, no era para menos, la noche anterior había tenido la suerte de estar con Gahel cuando el otro par de amigos que tenía, llamaron al épsilon para que los rescatara de una penosa situación en la que se habían metido, y la cosa no hubiera sido ni la mitad de divertida de no ser porque  premeditadamente habían intentado que él no se entere. El destino le sonrió esa noche. Tomó una ducha como todas las mañanas, revisó su agenda y luego bajó a desayunar.

Una enorme sonrisa se dibujó en su rostro cuando divisó a un Bladimir en un estado lamentable, aferrado a una botella de agua como si la vida se le fuera al soltarla. Soltó una sonora carcajada - ¡BUEN DÍA HERMANO! –gritó con una energía desmesurada, sabiendo que eso desencadenaría una sensación nada agradable en la cabeza de su hermano, se la pagarían el haber querido excluirlo de su pequeña aventura pero no los culpaba del todo ya que era probablemente esta situación la que querían evitar. Error, las represalías serían mayores. Abrió el refrigerador, tomó un poco de jugo para luego verterlo en un vaso antes de sentarse frente a su hermano - ¡Es un hermoso día! ¿No lo crees así Fiona? – preguntó divertido, estaba de un humor excelente, le había dado el nombre de Fiona a Bladimir en el instante en que piso la comisaría para rescatarlo, tanto juntarse con las gornies terminó por llenar su mente de referencias de Disney – o… debería decir ¿señor Rochtman? Luces algo enfermo Bladimir, es raro en ti estar tan callado sin deleitarnos con tus habituales filosofías sobre ti mismo – volvió a soltar otra carcajada recordando la ocurrencia de aquel par, no lo aceptaría jamás pero había sido una jugada graciosa. Hablaba a un volumen de voz más alto de lo normal sólo para molestar a su hermano, su acento se hacía más evidente.

Bebió un poco del jugo, era simplemente refrescante, era genial ser el sobrio del grupo viendo como los demás intentaban disimular la miseria en la que estaba sumidos - ¿Dónde está tu amigo? – preguntó por el líder quien probablemente no estaría en mejor forma – Les recordaré toda la vida esto, aprenderán a no querer dejarme afuera – susurro mirando a Blad con mirada amenazante, lo decía en serio, él los dejaba entrar a su vida y esperaba que hicieran lo mismo, pasaría mucho tiempo antes de que olvidara o por lo menos dejara estar el hecho de que quisieron excluirlo. Estaba algo molesto y no quería esconderlo, pero ver la miseria de Bladimir era suficiente para alegrarle el día.

Siento mi cuerpo roto, como si alguien me hubiera aventado desde un piso muy alto para despues saltarme ensima, de verdad juro no volver a confrontar al coñac, tiene mi respeto. La cabeza me palpita a una velocidad casi insoportable, la cual se acelera mas cuando escucho el estruendo de una voz bastante familiar , maldigo en mis adentros mientras levanto mi cabeza para tratar de ponerme seguido en la silla, al ver su rostro confirmo de quien es esa voz, Tobías. -Se que pedirte que baje tu voz, sera inutil-le digo con cara de pocos amigos.-Se que lo disfrutas-le acuso a regañadientes, y no lo culpo, por lo general soy yo el que hace eso cuando los demás están crudos por las mañanas. ¿"Fiona"? escucho un poco extrañado eso mientras alzo mi ceja izquierda, creo que ya le esta afectando juntarse tanto con chicas. Me quedo un poco pensativo cuando nombra el apellido del chango mayor, no se de que habla, cuando un pequeño destello de memoria me llega y no evito sonreír con mi cinismo de siempre.-Si estoy enfermo, tengo la enfermedad de los mortalesdigo casi en queja.

Por fin destapo la botella de agua y me la bebo casi de un solo trago, sintiendo algo de alivio. -Buena pregunta, quizás aun este en su cuarto en peor estado que yo, aun que el ya tiene mas experiencia con esto, no todos tienen mi habilidad para evitar crudas, bueno no con el coñac. Escucho con atención su queja con tono de amenaza-precisamente queriamos evitarnos algo asi, es algo que podrías usar en nuestra contra siempre-me defendí con mirada acusatoria.-Relajate princesa-paso mi mano entre mis cabellos-Ademas no fue tanto por dejarte fuera, no te hablamos por la misma razón que no le hablamos a ni uno de nuestros familiares, y sabes perfectamente que gahel no nos iba a reprochar ni a usar esto en nuestra contra-quizás si nos diría algún sermon siempre, pero nunca vuelve hablar del tema.-No te perdiste de nada..espera, de echo no recuerdo mucho-digo un poco asustado queriendo hacer memoria, no tengo mucha idea de lo que paso la noche anterior, malditas lagunas mentales.-¡Mi moto!,¿donde carajos quedóexclame con preocupación casi levantandome de ,la silla, era nueva, ya que la otra los changos la habían arruinado.

Ver la manera en que Bladimir bebía de la botella le causó aún más gracia y decidió sacarle un fotografía, en ese momento no tenía ningún fin específico pero por el sólo hecho de existir la volvía valiosa. Sonrió con malicia en la expresión, decir que sentía una pizca de culpa o siquiera por asomo algo de solidaridad por su amigo, sería mentir; por supuesto que apreciaba a Bladimir y en cierta manera lo consideraba alguien un tanto importante en su vida, sin embargo los parámetros habituales que definían la amistad no se aplicaban para formar la definición que Tobías tenía de amista y sí como había dicho el toro antes, estaba disfrutando eso. Bebió otro trago de su jugo.  Por un efímero instante frunció el ceño al escuchar las palabras de su hermano, quien lo dejaba a él como un dramático, eso no le gustó por lo que rodó los ojos – No importa… déjalo estar – musitó levantando una mano ante la mención de Gahel y luego sonrió de lado mirando directamente al rostro del épsilon – No pienso recibir algo similar a un sermón de parte de un ebrio como tú – bromeó estallando en carcajadas a continuación.

Una carcajada más fuerte fue la respuesta a la reciente descubierta amnesia temporal de Benedetto, esto era simplemente demasiado genial, todo lo que podría inventarle ahora mismo sólo para divertirse un poco. No dejó de reír ni siquiera cuando un alarmado Bladimir recordó a su “desaparecida moto” que estaba segura en el garaje, cortesía suya y de Gahel por supuesto. No lo tranquilizó enseguida, simplemente se regordeó en su desgracia con una expresión algo perversa llena de diversión, hasta que finalmente decidió que estaba cansado de aquel drama – ¿Por quién nos tomas? Trajimos tu preciada moto y está a salvo – rodo los ojos antes de beber otro sorbo de su jugo – Además, no le veo el lío, sólo te compras otra y ya – habló en tono despreocupado – De todos modos, hay una cosa que no entiendo, ¿por qué diablos sigues bebiendo coñac si sabes que es lo peor que puedes hacer? – preguntó con curiosidad.