Good Night || O'Archi || +18

-¿Crees que somos buenos padres?- Pregunté a mi chico, observándolo de lado, le pregunté en un tono sincero puesto que habían ocasiones en que me preguntaba ¿Éramos buenos padres? ... No sabía el porqué preciso de aquellas veces en que me preguntaba, estaba claro que yo hacía lo que podía y Darren hacía el doble de lo que yo podía, parecía que él, el menor, mi pequeño gran amor, era un mejor padre que yo, porque vamos a mí nunca se me habría ocurrido la idea de incentivar al pequeño rubito a que empezara a colorear y mucho menos a cantar... habían veces que hasta mi propio hijo, con quien se supone que paso la mayor parte del tiempo, era una caja completa llena de sorpresas para mí, lo cual consideraba super bueno pero a la vez un poquito malo.

Solté una pequeña risa al ver una escena cómica en la televisión. Así es, ya era de noche, una noche de sábado, Pegaso, Stitch, Ella y Mathías ya estaban descansando luego de haber pasado un agradable día, porque jugamos con Ella a patear la pelotita y se mostraba mucho que a la nena le gustaba mucho lo que estaba haciendo, esas risitas que soltó en ese momento la delataban.
En mi caso, yo estaba con la sábana de la cama debajo de mi cuerpo, la luz del dormitorio estaba apagada, solo el televisor a un bajo volumen es lo que estaba encendido. Sonreí a mi chico luego de escuchar su respuesta a aquella pregunta ¿Paranoica? que le hice, me encantaba mucho la forma en que mi chico se manejaba con las palabras y técnicamente me levantaba el ánimo, me daban más fuerzas de seguir con más energías por un gran y mejor futuro para nuestros, sí, nuestros hijos. -Te Amo- Susurré y acerqué mis labios a los suyos para dejar un corto beso allí. Pasé a moverme un poco de la cama para así poder pasar un brazo hacia el hombro lejano del castaño para así brindarle un abrazo de lado dejándole total libertad para que se acomodara en mi pecho desnudo, pues como ya es de costumbre, al momento de dormir y casi todo el tiempo que pasaba dentro del hogar, pasaba en bóxer.
Fijé nuevamente mi mirada en la pantalla, empecé a acariciar su brazo con suavidad, sentía los músculos que tenía mi chico, lo cual me sacaba una sonrisa del rostro porque su musculatura parecía haber crecido en estos últimos meses, no sabía a qué se debía pero me gustaba.

El día parecía estar llegando a su fin y no podía estar más contento por ello. Estaba agotado de todo un día ajetreado haciendo mil cosas. Últimamente todos los días eran así y por eso llegar a la cama y abrazarme a André era algo reconfortante y hermoso, como todo él. Ya había dicho más de una vez lo cómodo que se estaba durmiendo sobre el pecho de André, sintiendo su calidez y notando su pulso. Normalmente los sábados me dedicaba a salir con mis amigos y pasarme toda la noche fuera bailando y bebiendo un poco. Ahora, las noches de sábado se resumían en ver la televisión en casa, aunque la verdad es que no me desagradaba la idea; de hecho, estaba feliz.

La pregunta de André me cogió completamente por sorpresa y lo miré con el ceño fruncido. -No lo sé, no he hecho aun el examen del buen padre.-bromeé riendo un poco, en un tono leve para no despertar a los niños. -Pues claro que lo creo. Hemos sacrificado muchas cosas para que estén bien. Velamos siempre por la felicidad de ambos y creo que lo son.-me encogí de hombros. No podía meterme en las cabezas de ambos niños, pero si podía ser capaz de decir que parecían unos niños felices. -Yo más, rubio.-susurré abrazándolo y apoyando mi cabeza en su pecho como siempre hacía. Con una de mis manos comencé a acariciarle suavemente el abdomen.

Solté una ligera risa por su respuesta genuina, sonreí de medio labio, el castaño siempre tan dulce y viendo lo positivo. Aunque su argumento me dejó un poco extrañado porque bueno, fue tan dulce y correcto con sus palabras. Moví la cabeza de forma suave hacia arriba y abajo, asintiendo por sus palabras, siendo cierto de que hemos sacrificado mucho por los pequeñines, todos los lujos que podríamos tener y cosas que ambos queríamos pasaban a un segundo plano porque lo primordial eran nuestros pequeñines a quien cuidar y proteger.
Dejé que Darren se acomodara en mi pecho, sentía sus cabellos sobre el nivel de mi hombro, más o menos por ahí esos cabellos suaves y rubios quedaron. Puse un gesto de mueca pensativa porque no sabíamos ambos como medir el amor mutuo entre nosotros, desconocíamos de quien era el que más amaba al otro pero bueh... siempre habían pequeñas peleitas medias locas pero nada importantes por quien quería más el uno u otro. Sonreí y asentí con la cabeza -Está bien, tú me amas muchísimo más que yo- Comenté en un tono divertido, dándole la razón a mi novio.

En el paso de unos minutos, sentí la mano de mi chico acariciar mi vientre, la zona baja, sonreí de medio labio por eso, dejando que continuara porque disfrutaba mucho de ello, la verdad. Mi mano derecha que acariciaba su brazo con suavidad se fue moviendo un poco a través del cuerpo del menor llegando hasta su pectoral derecho, por lo tanto, con mis manos, tomé su pezón derecho y empecé a acariciarlo con suavidad y pellizcar con cierta sutileza. Una pequeña sonrisa pícara se posicionó en el momento en que en mi entrepierna empecé a sentir algo duro, solté una pequeña risa y continúe viendo la televisión sin comentar nada al respecto del bulto que se andaba formando, sin dejar de mover mi mano, sin dejar de jugar con el pezón de Darren.

Algo tan simple como echarme sobre el hombro de André y ver la televisión se convirtió en un hábito que amaba. Después de que los niños se durmiesen teníamos solamente este momento para hablar y desconectar de todo el trabajo del día. Poníamos la televisión y nos acurrucábamos hasta que caíamos muertos por el sueño. Aquello podía parecer algo alarmante, pero ambos teníamos claro que la prioridad eran los niños y que nosotros podíamos buscar tiempo para nosotros aunque solo fuesen dos segundos. -Al fin me das  la razón.-dije riendo un poco por el hecho de que André dijo que yo le amaba más. Yo no creía que ninguno amase más al otro; ambos nos amábamos y haríamos lo que fuese por el otro, aunque eso no quitaba que de vez en cuando tuviésemos nuestras competencias tontas por ser “el que más quería”. Tonterías típicas de nosotros para pasar el día a día.

Me podía pasar horas acariciándole porque su piel era tan suave, con ese aroma indescriptible, que me resultaba adictiva. Bajo mi mano podía sentir los músculos de su duro abdomen trabajado horas y horas para mantener su  empleo de modelo. Estaba orgulloso de tener a un novio tan perfecto por dentro, pero también por fuera.  Mordí mi labio al notar su mano jugando con mi pezón y su siguiente risa fue lo último que necesité para ver que estábamos cansados de todo el día, pero necesitábamos este ratito para demostrarnos todo ese amor. Bajé la mano hasta colocarla sobre su bulto y alcé un poco la mirada , sonriéndole. -Veo que estás muy necesitado ¿no?-reí acariciándole la entrepierna. Me separé de él y le di un beso en los labios. -Voy a ayudarte para que te desahogues.-le guiñé un ojo. Normalmente era él quien hacía esto y hoy me tocaría a mí. Me posicioné en los pies de la cama y bajé lentamente la tela que le cubría la entrepierna. Su miembro se encontraba bastante duro ya, lo agarré con decisión y lamí un poco su punta. -Puedo ¿verdad?-pregunté con una mirada inocente a la par que mi mano subía y bajaba, masturbándolo despacio.

Una ligera risa terminó saliendo de mis labios por el comentario que dijo mi chico, porque ambos sabíamos que no era cierto, nos solíamos dar la razón cuando siempre la teníamos y así, eso no aplicaba en aquel jueguito porque ambos terminábamos refutando el uno al otro pero conscientes de que la verdad era nada más que otra y una verdad que me encantaba porque entre los dos nos amábamos al mismo nivel, nuestro amor es grande, eso sí debíamos reconocerlo y lo hacía.

Mi mano había pasado por debajo de la prenda superior del chico para acariciar su pezón que entre mis dedos se tornó duro, dejándome a ver que le gustaba y poco a poco se estaba excitando lo cual me gustaba porque su caricia en mi vientre, sentir su mano suave en esa zona provocaba que mi miembro vaya "despertando" de poco a poco debajo del bóxer que traía puesto. Unos minutos después lo miré de lado con una sonrisa pícara en el rostro, segundos después de que su mano bajó hacia mi entrepierna y me empezó a acariciarme de esa forma que solo él podía. Sentía su mano sobre mi miembro, que quería salir y ser atendido por él, me acerqué un poco a sus labios. -Le gusta sentir sus caricias- Comenté en un tono divertido, mordiendo y tirando de su labio inferior por un par de segundos, soltando con sutileza para no producirle ningún daño. -Vale- Le sonreí y dejé que se moviera, mientras se ubica cómodo para hacer lo que tenía en mente yo me acomodé en la cama, esperando ansioso a que empezara.
No fue hasta unos cuantos minutos cuando con sus manos empezó a bajar de poco a poco mi bóxer, de inmediato vi como mi miembro salió e impactó con suavidad la mejilla del chico, sonreí de medio por ello. Su lengua húmeda provocó que por mi cuerpo sintiera una correntada pero no dejé de sonreír en ningún momento, quería que mi castaño lo hiciera. Por un momento me deslicé hacia adelante y buscar sus labios -Hazlo amor- Respondí, durante el beso. Después volví a mi posición anterior mientras me iba masturbando con la diestra, apoyaba mi cuerpo con mis codos, extendí mi diestra y empecé a acariciarle la cabeza con suavidad, esperando a que la situación se tornara más caliente y empezar con todo.

Saber quien amaba más al otro era algo complicado porque ambos habíamos hecho cosas increíble por el otro y ,sin duda, haríamos lo que fuese por su bienestar. Éramos una pareja ejemplar y no lo decía simplemente por presumir. No llevábamos mucho tiempo juntos , pero habíamos superado cosas bastante fuertes como el encontrarnos con dos niños de repente, el tener que cambiar toda nuestra vida, perder nuestra libertad y pasar a vivir por y para esos dos niños. Cualquier pareja no superaría eso fácilmente y nosotros lo habíamos hecho siendo uno el apoyo del otro y siempre, siempre, con optimismo. Una clave también era que cada vez que teníamos un rato libre nos lo dedicábamos a nosotros y nuestra intimidad.

No era difícil calentar a André, igual que a él tampoco le costaba calentarme a mí. Eso significaba que la pasión entre nosotros era palpable , al igual que el deseo que sentíamos uno por el otro. La primera vez que vi a André desnudo me costó muchísimo esconder mi excitación, sobretodo porque lo pillé en el baño cuando se mudó aquí y solo éramos dos amigos. Era normal que me ocurriese aquello teniendo a un chico tan increíblemente perfecto conmigo. Ahora ya no me avergonzaba de ello y estar con poca ropa delante de él era normal. -Ya veo que le gustan mis caricias.-reí un poco al notar como iba creciendo bajo mi mano. No había nada mejor que hacer gozar a la persona que querías y ese era mi regalo de hoy. Bajé hasta aquella parte de su cuerpo que tanto conocía y que tanto placer nos daba. Nada más bajarle el bóxer sentí como impactaba contra mi cara. Sabía que iba a suceder, pero también sabía que era algo que hacía sonreir a André. Cuando recibí su aceptación comencé a meterme en la boca su duro miembro, intentando tragarlo entero. Era bastante grande y gordo, pero con la práctica habría logrado metérmelo entero ya. Hice que flexionara las rodillas para poder lamerle también sus testículos y la raja de su trasero.-¿Te gusta? -pregunté ya que normalmente era él quien hacia esto y quería aprender para darle el mismo placer que él me daba a mí.

-Sí le gustan...- Respondí de una forma suave y lasciva, sintiendo como mi miembro terminaba de crecer bajo la mano mi chico, aquella suave mano que me encantaba cuando pasaba por todo mi cuerpo, acariciándome. Al momento en que bajó mi bóxer, su rostro se vio impactado por mi erección, sonreí un poco por ello. No esperaba que se usara su boca para metérsela en este momento, esperaba a que empezara con cortas lamidas o tomándola con su mano pero no, esto resultaba ser super bueno porque a pesar de haberlo hecho millones de veces desde el mes de Diciembre, ninguno de los dos sabíamos qué es lo que iba a hacer el otro, es decir, no se había vuelto nada rutinario y predecible... por lo tanto, la chispa se mantenía intacta como ese veinte y cinco de Diciembre pasado. En pocos segundos, sentí la humedad de su boca por toda la extensión de mi miembro, por petición de él y para una mejor libertad a mi chico, flexioné las rodillas. Al sentir su lengua recorrer por mis testículos, no pude evitar curvear un poco mi espalda y tirar mi cabeza para atrás, dejándola reposar sobre el colchón en el momento que hizo contacto con aquella zona que mi chico sabía que era uno de mis puntos "vulnerables". Dejé de escapar un gemido de mis labios, mis manos se desplazaron con suavidad y por inercia hacia los cabellos del menor -Me gusta, me gusta- Respondí en un tono entre cortado por los jadeos que mis labios soltaban de forma constante, mis manos fueron acariciando sus cabellos de una forma suave y cariñosa, mientras sentía la forma en que su lengua danzaba por aquella zona intermedia de mi cuerpo y de una forma que me encantaba e iba volviendo loco.

Acabar la noche haciendo algo así era lo más simple pero al mismo tiempo lo más placentero del mundo. Estaba locamente enamorado de André, tanto que si me dejaba acabaría volviéndome loco; no era fácil acostumbrarse a una vida solitaria después de haber vivido la felicidad desde hacía casi un año ya. Nos demostrábamos que nos amábamos mil veces al día y ,a veces, dejábamos salir nuestra faceta mas lujuriosa con el fin de gozar del cuerpo ajeno. Éramos animales con impulsos y es cierto eso porque tener que convivir con alguien así que se pasaba el día con poca ropa no era tarea sencilla. Por eso aprovechaba estos momentos para disfrutar. Su miembro estaba erecto, pero eso no cambió el hecho de que creció un poco más en mi boca hasta alcanzar su máximo tamaño que me dejó sorprendido. Ahora sí que no cabría en mi boca. -Ya, ya veo que te gusta.-comenté dejando su ano para volver a su miembro. Ahora empecé la mamada de verdad, subiendo y bajando con velocidad y fuerza en su entrepierna que parecía necesitar atención urgente. Si algo nos caracterizaba como pareja era la capacidad de reinventarnos día tras días  para ir haciendo cosas nuevas que nos mantenía con esa llama del amor despierta y expectante por lo que ocurriría. Tenía miedo de quedarnos algún día sin ideas para sorprendernos, pero seguramente buscaríamos una forma de seguir innovando porque así éramos los dos. Yo por mi parte estaba dispuesto a hacer lo que fuese con tal de conseguir que esto nunca acabase, pues había encontrado a la persona perfecta con la que compartir mi vida. Además, me dio a dos hijos hermosos e increíbles.

Tener mi miembro dentro de su boca, simplemente es una sensación indescriptible porque abarca un sin fin de sensaciones y todas ellas dirigidas al placer, que iba creciendo poco a poco como la llama dentro de mi cuerpo, en querer seguir y continuar con lo que ambos sabíamos que iba a suceder. Terminar un día de esa forma, dándonos mimos y hacer el amor es simplemente una fantasía porque encontrar el amor de tu vida, ser correspondido y tener aquellos privilegios... si no es una bendición o fantasía pues dime ¿Qué es?... ¿Un sueño?... No lo creo, porque lo sentía, sentía sus caricias, escuchaba sus palabras, sentía ese amor que me daba así como esta mamada y la forma en que usaba su lengua para recorrer todo la extensión de mi miembro... Joder, como me encanta. Extendí mi mano y pasé a acariciarle la cabeza de una forma sutil, no podía desaprovechar estas oportunidades, ambos sabíamos cómo nos gustaba para así disfrutar al máximo. Por lo que encorvando mi espalda, solté un ligero gemido ronco y pasé a mover mi pelvis hacia adelante y atrás con el fin de que mi miembro entrara y saliera de su boca con mucha más rapidez e intensidad. -Me gusta- Una vez más volví a afirmar con un tono bajo, él me pudo escuchar por la cercanía que compartíamos y el estar en una habitación, desnudos y empezando a disfrutar de nuestros cuerpos como solíamos hacer cada vez que el día terminaba.

Podía pensarse que el estar haciendo el amor diariamente con tu pareja podría llegar a convertirse en algo aburrido y monótono. Vale, tal vez ocurriese a algunas parejas, pero nosotros llevábamos un año  y cada día era diferente, como si fuese una primera vez constante. Ver su cuerpo desnudo seguía causándome un cosquilleo en mi vientre y con cada beso y caricia mi piel se erizaba como la primera vez. Amaba centímetro de él y no había nada que me disgustase porque era perfección lo mirase por donde lo mirase. -Tranquilo, no acabes aún.-bromeé al notar como movía su pelvis con cierta velocidad. -¿Solo tú vas a sentir placer? -pregunté con la ceja alzada. Acto seguido empecé a subir de nuevo por su cuerpo, dejando un rastro de besos por su abdomen, torso, cuello y finalmente sus labios. Mi cuerpo estaba sobre el suyo, acariciándole lentamente sin dejar de besarlo. Me separé y lo miré a los ojos. -Eres tan guapo.-dije tiernamente. Agarré su miembro y con decisión me fui penetrando a mí mismo con él. estaba sentado sobre él y era el momento perfecto para hacerlo. Me fui incorporando hasta quedar sentado y así fui ejerciendo más y más presión para metérmelo más aún. Dolía un poco, para qué mentir , pero el dolor siempre se acababa yendo en algún momento para dejar paso al mayor placer.

Llegar a hacer esto con la persona que amas, además de fortalecer la relación y aumentar la confianza mutua, generaba que tanto él como yo nos conozcamos del todo. Y, eso fue lo que me demostró mi chico, al decir aquellas palabras que fueron en broma pero aún así pudo acertar a lo que estaba a punto de suceder y es que sí, el mover la pelvis de forma tal que le estaba haciendo sacar y meter mi miembro de su boca con rapidez, hacía que aumente el placer en mí y que llegar a ese punto de soltar chorros de semen. -Planeaba hacerte lo mismo, una vez que acabase- Respondí con sinceridad pues eso estaba en mis planes, pero no importaba cambiarlos. Además, el hecho de que se haya sacado mi miembro de su boca, hizo que naciera una pequeña curiosidad e incertidumbre por lo que seguiría después, cada día y momento mi castaño era impredecible, eso sí... esto no caía y tenía la corazonada que no caería en rutina. Sus labios empezaron a caer sobre diferentes partes de mi cuerpo, mi cabeza ladeé para dejar que besara mi cuello y mordí mi labio inferior para no permitir que un gemido ronco alguno saliera de ellos, lo tomé por detrás del cuello cuando tuve la oportunidad y procedí a besarlo con pasión -Tú eres lindo, precioso... perfecto- Respondí con una sonrisa al ver aquella ternura que reflejó su rostro. Sin embargo, aquella sonrisa desapareció por unos segundos cuando por su propia cuenta tomó mi miembro con decisión y empezó a penetrarse así mismo. En el momento en que mi glande llegó a invadir sus entrañas no pude evitar que un gemido entre dientes saliera, se sentía apretado allí y me gustaba... nos gustaba a ambos. Sitúe las manos sobre su cintura para ayudarlo en la posición y al sentir que la mitad de la extensión de mi miembro estaba en él, poco a poco empecé a mover mi cadera hacia adelante, de tal forma que lo iba embistiendo suave y a la vez metiendo la otra mitad que faltaba para estar totalmente dentro.