I'm so excited || Jeremy T. Ledet

El viaje de Argentina estaba a la vuelta de la esquina y no podía estar más emocionada por pasar unos días fuera con los que se habían convertido en mis amigos. Había oído que tal vez mi primo Zsadist fuese, aunque lo que más me emocionaba era que Jeremy había aceptado venir. No podía decir lo que pasaba entre él y yo porque no era capaz de entrar en su cabeza para ver lo que pensaba. Yo ,por mi parte, tenía confundidos mis sentimientos hacia él. Por un lado lo veía como uno de los chicos más atractivos que había conocido y por otro lado me empujaba a mí misma para no coger demasiada confianza y hacerme daño al ilusionarme con cosas que no eran. Sin embargo, luchar contra eso era difícil y las piernas me temblaban cada vez que pensaba en todo. Me veía tan tonta ahora mismo…

-¿Crees que debería llevar ropa de invierno o de verano. Amelie dijo que atravesaríamos una zona en la que incluso habría nieve. Y ahora que lo pienso, debo comprarme algo de abrigo porque no tengo nada lo suficientemente gordo.-cuando estaba nerviosa hablaba mucho y muy rápido, como ahora. Troté hacia una de las estanterías para abrir la cajita fuerte con una llave que llevaba  en un colgante. -Vale, tengo dinero para ir mañana a comrpar algo.-volví hacia la cama, donde tenía todo lleno de ropa, excepto por un trozo que estaba libre para que Jeremy se sentase cuando quisiera. -Es mi primera vez. Mi primera vez en ir a Argentina digo.-rectifiqué y le di la espalda, frunciendo el ceño luego al no entenderme ni yo misma.

A decir verdad a mí, también me emocionaba la idea de viajar hasta argentina. No sólo me lo había dicho Elena, ya, mi hermano se había encargarlo de referirlo y, pese a que aún teníamos temas pendientes por resolver, las cosas marchaban bastante bien entre nosotros. Se podía decir que habíamos llegado a cierto "entendimiento" con lo que habíamos quedado en viajar hasta Canadá a pedir parte y explicaciones a nuestros padres. Ya, más que por mí se trataba de Joshi, al fin y al cabo yo estaba curado de espanto y sabía a la perfección lo que habían hecho y lo que se habían dedicado a hacer todo este tiempo, y la cosa pasaba en buena parte por poner a Josh en mi contra, a saber por qué motivo.

Fuese cómo fuese, ahora mi mente estaba puesta en el viaje a Argentina, tampoco sabía exactamente de quién había sido la idea pero me importaba poco. Estaba con Elena, yo ya había casi preparado el equipaje, pero ella aún no, y a cada momento que pasaba me ponía un poco más nervioso. Reía a causa de su nerviosismo, me hacía gracia porque ciertamente al ponerse en ese plan era relativamente fácil saber que su estad de nervios pasaba altas cotas de nivel. La miré apreciativamente y puse una mueca mientras me acomodaba en el poco espacio que me había dejado en la cama, pues estaba atestada con su ropa. —Y... que tal si metes algo básico y si tienes que comprar algo... ¿Lo compras allí y te despreocupas?— Sugerí tranquilamente. No, definitivamente yo me lo estaba tomando todo con mucha más calma. Reí con su último comentario —Es genial, así tendremos nuestra primera vez en Argentina juntos— Solté sin pensar el doble sentido de esa frase, luego caí en mis propias palabras.Torcí una mueca en mis labios con algo de confusión y sacudí la cabeza.—Quiero decir, yo tampoco he ido antes a Argentina—  Me apresuré a rectificar mientras jugaba sin mucho cuidado con lo que venía siendo una especie de gorrito de lana. —Será bastante divertido, y por lo que sé conoceré a tu primo, ¿cierto?— Añadí y estirando de un calcetín se lo lancé de forma divertida. Elena me había hablado algo de Zsadist, pero no le conocía.

Cuando vine a vivir a California estaba muy nerviosa porque no era capaz de tener controlado todo. Era una persona que debía tener planeado cada camino que tomaba y al venirme aquí demostré que me había desviado completamente de lo que tanto esfuerzo me costó asimilar. Sin embargo, poco a poco iba encontrando un nuevo camino por el que llegar a lo que deseaba, aunque tardase más. Lo bueno era que ,por ahora, tenía un grupo de personas que me habían acogido de manera que me sintiese como en casa. Además, Jeremy se había convertido en el mayor descubrimiento de todos. El rubio se comportaba conmigo de una forma que hacía mucho que no veía en un hombre y se había ganado mi cariño.

Alcé una ceja y me giré para mirarlo, manteniendo en mi mano una camiseta que no sabía si guardar o no. -¿Ir a Argentina y meterme en sus tiendas? ¿Qué pasa si no encuentro nada? ¿Y si no hay mi talla? No puedo arriesgarme a eso.-negué con la cabeza invadida por los nervios. Era consciente de que me ponía irritada cuando estaba nerviosa y Jeremy ya me había visto así cuando sacamos mi tarjeta de la universidad. Por tanto, no era nada nuevo que me viese así. Sonreí mirando a mi compañero cuando dijo lo mismo que yo había dicho. Esos pequeños detalles de meter la pata era lo que me hacía sentirme más unida a él. -Tenemos a Amelie que es una buena guía, dicen.-asentí guardando aquella camiseta y luego un pantalón más. No sabia con seguridad si mi primo iría, yo esperaba que sí porque tenía ganas de pasar unos días con él y presentarle a Jeremy a pesar de que no éramos nada. -Espero que vaya. Tengo entendido que lo han invitado, pero no sé si estará libre y con ganas de ir. Últimamente ha pasado por mucho.-me encogí de hombros pensando en lo vivido con Brooke.

Jeremy ya se había dado cuenta de mi nerviosismo y lo mejor era callarme ya porque no quería asustarlo. Aunque ya me había visto en un estado peor aún cuando tuvimos que meternos en la universidad por una ventana y esquivando las cámaras que podían destrozarnos las vidas si nos grababan. No sé si llegaron a enfocarnos pero no revisaron las grabaciones o si solo pensaron que éramos dos jóvenes buscando cualquier rincón para hacer cualquier guarrada. ¡Ojalá no pensasen eso! -Vale, vale. Me calmo ya, aunque prefiero no arriesgarme. Además, vamos con el tiempo suficiente para ver todo y si obligo a todos que me esperen…me matarán.-reí.

Habíamos dicho los dos la misma tontería y nos avergonzamos. Me parecía divertido verle así después de esas capas de seguridad que demostraba a todo el mundo que estuviese a su alrededor. Sin duda, era una caja de sorpresas. -André dijo que Amelie conoce mucho, por lo que no tendríamos porqué perdernos.-me encogí de hombros. -Si no, te tenemos a ti.-bromeé por el comentario de su sentido de la orientación. Yo también quería que viniese Zsadist y así poder animarlo un poco de la forma que pudiese. -Les he hablado mal, como debe ser.-dije muy seria y luego comencé a reir. La verdad es que no había tenido conversaciones profundas sobre Jeremy con nadie, pues no quería que comenzasen a creer cosas que no eran y acabasen lanzando hipótesis locas de algo que no existía. -¿Acaso tú le hablas a alguien de mí?-pregunté curiosa.

Íbamos de viaje, a disfrutar de unos días en compañía de amigos y lo que menos normal veía era el tener que meterlos a todos en tiendas. No, quería llevar todo preparado para poder pasar el máximo tiempo posible rodeado de ellos. Tenía que llevar todo preparado porque no quería llamar la atención; demasiado agradecida tenía que estar ya por haber sido invitada a tal viaje entre amigos, lo que significaba que me consideraban una de ellos. -Si se tienen que meter en tiendas acabarían odiándome y eso no me gustaría. Ser odiada es feo.-reí un poco. Asentí a su ofrecimiento. Sin duda Jeremy se sacrificaba por mí sin esperar nada a cambio. Primero por encontrar la tarjeta y ahora ofreciéndose para acompañarme a comprar. -El primer chico que quiere venir conmigo a comprar ropa.-bromeé.

André me dijo que todo el viaje estaba perfectamente planeado hasta el más mínimo detalle, por lo que nada podría salir mal. Íbamos personas adultas y ,al menos yo, estaba acostumbrada a viajar. Sabía español y no sería ningún problema comunicarme con los argentinos. Comencé a reirme al ver la expresión de decepción del rubio por eso. -Tú me empujaste a hacerlo. ¡Fuiste mala influencia!-dije dramáticamente y volví a reir. Oirle decir lo que se supone que había dicho me hizo poner una cara similar a la suya, fingiendo decepción.-¿Una loca? Menos mal que tu hermano te conocerá y sabrá que el loco eres tú.-le lancé una camiseta enrollada a la cara.

Si yo no le hablaba a nadie de Jeremy era porque no quería que comenzase a pensar cosas que no eran. La gente era muy mal pensada y no quería que hablasen sin saber nada. -La verdad es que no le hablé a nadie porque seguro que comenzarán a decir “Elena tiene novio” “Elenita tiene a un rubio para ella” y cosas así.-dije imitando voces diferentes.

Haber sido odiada no era algo nuevo para mí, pues era una chica un poco pedante a veces; tenía que admitirlo. Lo era porque quería ser alguien y no acabar el instituto como una más y pasar sin pena ni gloria. No , yo quería ser especial y que todos me conociesen. En cierto modo lo conseguí, pero también me gané el odio de muchos. -Claro ¿quién no ha tenido algunos enemigos?-me encogí de hombros con tranquilidad. Me costó asumir que tenía detractores, pero al fin había comprendido que era normal tener gente a la que no le cayese demasiado bien porque así era la vida. -Quería ser la mejor en clase y lo era. Odiaba que las cosas no se hiciesen bien y no me importaba entrar en una discusión cuando alguien no se esforzaba. Odiaba la mediocridad y sigo odiándola, solo que ahora no me importa lo que piensen de mí y solo me meto en aquellas cosas que me afectan.-terminé explicando. Ahora era una chica diferente por haber madurado y me alegraba por ello.

No sabía bien cómo acabábamos hablando siempre de nuestra aventura rescatando mi tarjeta para poder entrar en el bar. Bueno, realmente seguro que tenía que ver con que  fuese nuestra primera aventura y una bien loca. La verdad es que no se me ocurría ninguna forma más graciosa que esa de habernos conocido y estaba contenta de que el rubio formase parte de mi vida. -No me hables de ese portero. No entiendo como puede costar demasiado abrir una dichosa puerta. No sé, luego la gente se queja de que los despiden. En Broadway, si no llegas a lo que el director pide, te echan y te buscan un sustituto rápidamente porque siempre hay mil sustitutos pendientes de coger una plaza.-comenté abriendo un cajón en el que se encontraban unos zapatos arreglados por si salíamos algunas noches a cenar a zonas más exclusivas.  Alcé una ceja de forma divertida cuando comenzó a hablar de eso de que debía verlo como un héroe. En cierto modo lo veía así por haberme ayudado en algo tan importante. -Puedes ser un héroe que me mal influencie.-sonreí un poco y le despeiné. Sus cabellos eran tan suaves para ser de un chico que acariciarlos debería ser un auténtico regalo. -El amor de hermanos hace eso, que te acepten a pesar de estar loco.-bromeé.

Ahí tenía razón, pues la gente siempre hablaba con o sin razón, pero lo hacía porque así se creían mejores o qué se yo; yo nunca fui demasiado chismosa como otros. -He oído malas cosas de mí durante mis años de instituto. Y después de la metedura de pata en Broadway volví a ser el centro de insultos y chismes a nivel mundial casi. Si creen que me hará daño que digan que mi novio es un chico guapo pues que sigan.-reí. Acababa de decirle que era guapo y no podía sentirme avergonzada porque lo era y él tenía que tenerlo más que asumido. Fruncí un poco el ceño. -En eso tienes razón. Hay muchos tipos de novios y parece que yo no encontré a los adecuados.-volví a reir.

Venía de una ciudad donde la competitividad estaba en lo más alto , al igual que las diferencias sociales. A pesar de asistir a un buen instituto encontré fácilmente diferentes grupos que entre ellos se trataban bastante mal y ,claro, yo me encontraba en el medio de todos ellos. Era verdad que sufrí bastante durante un tiempo, hasta que me adapté y comprendí que no debía importarme lo que los demás opinasen de mí porque iban a hablar mal de mí fuese como fuese, así que mejor ser como yo era y todos contentos. -Yo también procuro no tenerlos y ,durante un tiempo, fui la tonta que pedía perdón cuando no había hecho nada. Hasta que asimilé que quien quisiera odiarme lo haría con o sin motivos. Desde ahí me resbaló un poco las opiniones. Además, muchos de ellos tuvieron que tragarse sus palabras cuando vieron que tuve más éxito que ellos.-aquello me salió un poco egocéntrico, la verdad, pero era la realidad. Yo conseguí lo que quería porque luché y no me dejé llevar por lo que los demás querían. Tenía la razón en todo; lo mejor era centrarse en aquellas personas que nos aportaban algo bueno en la vida. -Sin embargo, más de una vez necesitamos alguien que nos arrastre al fondo para coger impulso y ascender más luego.-aquello era lo que me repetía una y otra vez durante mi adolescencia cuando no me sentía la persona más popular del mundo. Sonreí cuando dijo lo de que era una persona maravillosa y es que no terminaba de acostumbrarme oírle aquello.

Estaba convencida de que nuestra locura en la universidad para buscar la tarjeta iba a ser algo que recordásemos toda nuestra vida porque nos pudimos meter en un  gran lío del que ,gracias a todos los dioses que existiesen, salimos ilesos. -Soy consciente de que nunca lo olvidarás porque siempre acabamos hablando de ello. Lo único que espero es que mis padres nunca lleguen a enterarse  o tendremos algunos problemas.-comenté riéndome un poco. Ninguno de los dos me haría nada pero seguramente me diesen la típica charla de que no podía hacer nada así o acabaría metida en líos peores. Sabía que esto no era Broadway, allí todo era más mágico. Extrañaba muchísimo aquel ambiente. -¿Te imaginas? Odiaría tener que estar agradeciendo eternamente a ese tipo. Nos divertimos y conocí cosas de mí que no sabía. Ya sé que si no puedo ser cantante tendré mi hueco en el mundo del espionaje.-bromeé con una ligera risa divertida que se me escapó.

Tenía que admitir que aquella aventura fue divertida cuando nuestra vida no estaba en juego. -Porque tú eres un temerario y me transmitiste esa locura. Yo sola me hubiese echado a llorar.-confesé bromeando de nuevo, aunque la realidad es que era lo más probable que hubiese hecho de estar yo sola. Ante su pregunta negué con la cabeza. -Soy hija única. Mis padres contrataron a un vientre de alquiler de una mujer que reunía unos requisitos que ellos pedían. Luego nací y hasta hoy he sido única. Además, tengo muchos primos que son como hermanos.-expliqué sin entrar demasiado en detalles sobre todo lo demás.  Estaba contenta siendo hija única, por lo que no me pesaba ni dolía. Claro que lo había llamado guapo y algo dentro de mí me hizo no sentir nada de vergüenza a la hora de responder. -No he dicho nada raro o que no sepas. Solo tienes que mirarte al espejo.-intenté sonar bastante segura. Me giré para poder mirarlo a la cara y me encogí de hombros. -Supongo que tendré la suerte de encontrarlo algún día ¿no?-reí nerviosa. -¿Y tú? ¿Qué buscas en una chica?-pregunté con curiosidad.